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Ya he colgado el gran corto en la pared del dormitorio. Es una sentencia larga que ha viajado desde Egipto, desde más allá del Bajo Nilo. Soy acompañado por Anubis, muy educado, no me da nunca la espalda. Al llegar a la balanza, Ammit me observa con rigor y con desprecio, Thot escribe sobre el paso, Dios y sus 42 secuaces observan la roadmovie. Tengo miedo, la pluma de Maat es muy delgada y mis 21 gramos supongo que no darán la talla. No veo a Horus y su padre se impacienta; aún así estoy tranquilo.

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