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La toma de la mano frente al sol de agosto y también en el invierno. La mira ciegamente. Afuera se derrite o luce un árbol. Los niños salen del colegio devorando calle. La ropa tendida en viejas cuerdas, seca el paso y el peso de los años. La ha dicho mil veces “yo te amo” y por eso las paredes no dejan de invadirle. Busca nuevas palabras más allá del acto y de la obra. Desfallece y a un tiempo se incorpora. La toma de la mano nuevamente. Pronuncia:

Desconozco el sentido de las cosas,
la aparente vida que destila el firmamento.

No he encontrado sol que yo no haya pintado
ni logrado sueños que antes no soñara.
Solo fui un gran salvaje para mi vieja alma domada.
He sabido andar y estar sentado.

Imagino un catálogo de besos con que acariciar tu rostro.
Cada noche encayo mi pecho en medio de la cama
y con tu nombre como estrella, te imagino.
Eres esta calle, los niños, el árbol, la ventana,
la gravedad paciente de los días en que vivo.

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