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En el hospital Sterling de Gujarat un grupo de científicos y cámaras de video estudia el singular caso de Prahlad Jani, un hombre de 84 años que lleva 72 sin comer ni beber una solo miga de pan ni una gota de agua según afirma. En el año 2003, el neurofísico Sudhir Shah certificó bajo vigilancia intensiva que durante diez días seguidos no comió ni bebió absolutamente nada. En ese mismo año el cerebro de Jani contaba con 77 años de edad física pero un estudio exhaustivo determinó que su cerebro correspondía al de una persona de 25 años. El médico  pidió a Jani que redujera su orina a la mitad sin expulsarla y el hombre tras algunas horas, consiguió interiorizar este acto fisiológico fundamental para que los riñones sigan funcionando. A pesar de hacerlo siguió inmutable y en el transcurso de las siguientes horas redujo esa mitad de orina hasta vaciar completamente la vejiga sin expulsar una sola gota. El Ministerio de Defensa indio estudia el caso a efectos de reproducir la capacidad de Mataji, como es conocido, con fines de supervivencia puramente bélicos.

Prahlad Jani

Prahlad Jani, conocido como Mataji

Hasta aquí los hechos de los que  hoy se hicieron eco multitud de medios de información occidentales. Mataji sostiene que la naturaleza le bendijo a la edad de 8 años y que por ello un agujero en el paladar le permite alimentarse sin probar bocado. En el versículo 4 del capítulo 8 del Gitá, Krisná aconseja al valiente Arjuna con estas palabras: “Lo que habita en lo físico es la entidad perecedera, y lo que habita en lo divino es el espíritu” y añade más adelante (26-28,8): “Los dos senderos de este mundo, el luminoso y el oscuro, se consideran permanentes. Por el primero van los que no retornan, por el segundo, los que vuelven otra vez. / Ningún yogui que conozca esos dos caminos resulta engañado. Por eso, Arjuna, manténte con firmeza en la práctica del yoga en todo momento. / Al conocer esto el yogui va más allá de los efectos de los actos correctos según la declaración de los Vedas, los estudios védicos, las austeridades, las obras de caridad, y se encamina al estado supremo originario”. Personalmente considero que es complejo entender la virtud si el motor de nuestra propia costumbre se basa en tropezar. Si levantados del suelo tras caer, supiéramos observar con pulcritud, apartando toda mota de polvo en la mirada, no seríamos humanos, habríamos trascendido nuestra propia condición. Entiendo que Prahlad Jani no pertenece a mi mundo físico ni su cuerpo se altera o se perturba bajo los mismos procesos y objetivos. Krisná lo anuncia y su halo inmortal aplasta en Mataji cualquier condición biológica que para el resto es una premisa incuestionable. No se trata de un milagro, es un ejercicio continuo de conciencia, un control de la mente más alla de las sinapsis, esas autopistas de peaje por las que transitan las neuronas siendo jóvenes y que de mayores se cansan de pagar. En la comunicación entre la mente y el cuerpo de Mataji el elemento básico no es físico, no pertenece tan solo a este planeta. Observadle sentado y en reposo, practicando la oscura comunión con el entorno; ponedle cámaras cuya batería dure los años de su vida. Haced todo lo posible por encontrar una explicación del mundo pero no de cómo se comporta. Estamos hablando de conciencia: su alimentación se basa en digerir el universo.

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