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Tuberías de soledad donde rompen huecas las olas del silencio, libros que hablan de otro libros y estanterias repletas de capítulos durmiendo,

Un sillón de enea entrelazado con nudos e invadido de cuellos de camisa,

El sello con que fusilar las obras de los otros, las carpetas que contienen primeras versiones de mi vida,

Retratos de mí mismo y de toda la familia,

Diccionarios, glosarios, gramáticas inmesas, calefactores eléctricos que esperan impasibles y oxidados,

Vitrinas que contienen héroes de batalla, botellas de ginebra, whisky, ron y vino tinto,

Espejos que me doblan y multiplican mi mensaje que sube por paredes y puertas blancas interpuestas,

Un sillón de flores para la estación de lluvias,

Sol en las esquinas para iluminar el centro y un techo parido a cicatrices en penumbra,

El pasillo de frío vigilado por carteles y máscaras nubias,

La vida en verso para que el corazón se nutra,

La noche en vivo, los juguetes dispersos, cubiertos de hojalata,

Un cuadro de la muerte egipcia, de la mujer desnuda, un dormitorio asediado por Enkidu,

Buscar el descanso, la almohada sin tiempo, la falta de luz y referencias,

Encontrar el camino, echarte más de menos con sentido

Y ver tu rostro en cada objeto presente hasta que de nuevo llegue la marea.

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