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20102904. Sobre los retazos de cordura que a veces se dilatan en mi mente, diré que son del mismo tejido que el algodón más puro y que frecuentemente encojen. Es la hora de comer y árboles de verde centinela hacen de pasillo para el hambre. Sobrevivo a los instantes de lucidez que preceden a mi calma. Aunque los momentos más tranquilos son muy pocos, el acto de luchar me reconforta por ser mayoritario y personal. Ya tarde, por lo natural muy tarde, analizo el suelo entre el mundo y cada paso, lo bautizo con momentos de mi vida y ensalzo unos sobre otros. Pero, como tonto muy humano, no reparo como reparó Manrique en la eterna democracia de todos mis segundos. Al fin y al cabo, yo, aunque tan solo de mí mismo, soy un viejo dictador muy procesado, como cualquiera de esos vidrios rotos de la calle que sirven como base para tres nuevas botellas. Así me recompongo y continúo, me desordeno en medio de los otros y al final de todo, me diluyo.

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