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Desvelado, he visto el capitulo clave de la que es sin duda la serie de mi vida. No lo esperaba tan pronto pero lo he visto por sorpresa. Casualmente tocaba hoy. Hay algo más que coincidencias con mi actual situación tras diez años dedicado a una profesión en la que he invertido gran parte de mi vida día y noche sin apenas descanso. Este es el capitulo que me tocaba ver pero me llama la atención que haya sido justamente ahora.

Mi pareja, que es como un dulce emoticono que me ha caido del cielo, me ha hecho dos regalos que me hacen sentir que realmente sabe quién soy y lo que valoro. El primero de ellos es la colección completa en DVD de Northern Exposure (en paises hispanohablantes Doctor en Alaska) Estoy terminando de ver la sexta y última temporada creo que por tercera vez desde que tengo uso de razón. Y las que me quedan…  Cuanto más tiempo pasa, más la disfruto. Es lo que se conoce como obra de arte 🙂 La disfrutaba cuando era un niño en el salón de casa de mis padres, tapado hasta las cejas y en mi cuarto a hurtadillas cuando la familia roncaba en el resto de la casa. Y la he disfrutado ahora, durante los tres ultimos meses tapado hasta las cejas con mi manta zamorana en el sofá del salón de una casa en alquiler tras comer cada noche mi plato de pasta con tomate y atun o de fruta en bata y zapatillas. Si tuviera que definir qué es para mi la felicidad a solas, es tal vez un momento parecido al que he descrito. Tan simple como estar relajado viendo una obra de arte tras disfrutar de una cena muy sencilla y un vaso de agua helada. La felicidad en pareja es similar pero es sin duda mucho más gratificante. Porque compartes algo, porque haces que otra persona sienta tu felicidad, porque hay alguien a tu lado. Hoy me tocaba verlo solo y solo es eso ;D

En el capítulo “Rio arriba” se respira la metáfora: La búsqueda de la belleza y la transformación en uno mismo. Joel deja de ser Joel cuando experimenta la nada, el vacio completo de ruido y de certeza. Ed va a buscarle hasta una región perdida donde se ha instalado en un diminuto asentamiento de chozas, quiere rescatarle y devolverle al lugar al que está sujeto por contrato. Al verle, Ed sabe que algo le ha cambiado. Le abraza y hablan largo rato. El doctor sigue fiel a sus principios, agradece a Ed que le haya traido un llavero de regalo pero le comenta que no le dará ya mucho uso. Su nueva casa rio arriba ya no tiene cerradura, ni agua corriente ni electricidad ni teléfono. Curte las pieles de animales y deseca salmones pescados con arpón. Si, efectivamente: SALMONES. El urbanita neoyorquino refinado, egoista, pesimista y ambicioso ha perdido el miedo a la falta de seguridad. Ha ido a encontrarse consigo mismo y le ha bastado una semana para ello. Es amable, sonrie y el mundo ha dejado de atacarle. No se siente herido ni frustrado, ya nada le defrauda. No sabe qué hará ni qué puede esperarle esa misma tarde. Eso es sencillamente todo. Nada. Y en mitad de todo, siento como Joel que algo está pasando, que verdaderamente me siento propietario de todo cuanto vivo y que he recibido la llamada de la selva o que se yo, que algo grande está delante de mis ojos y no quiero dejarlo pasar como si se tratara tan solo de un capítulo…

Inspirador justo en esta etapa de mi vida, ¿o no?

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