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Artículo de David Criado publicado el 11/02/2011 en Blog de everis: optimismo e ilusión, otra forma de entender la consultoría bajo el título Compartir mi trozo de la tarta

En everis nos dedicamos a ofrecer conocimiento, somos una empresa intensiva de conocimiento. De hecho nuestro valor depende de la capacidad de captación, mantenimiento, previsión y provisión de ideas que tengamos.

Nuestro éxito radica en que ese motor de ideas continuo que son las personas no pierda fuerza ni ilusiones.

No somos un negocio puro, damos servicio a otros que son negocio por sí solos para facilitarles su trabajo. Las consultoras no somos la esencia de la economía de un país pero tejemos e hilamos fino para que la red de relaciones y mercados sea densa, resistente y mantenga cierta coherencia. Asesoramos, acompañamos, facilitamos. Lo hacíamos en la era de la Sociedad de la Información y lo haremos en la era de la Sociedad de la Comunicación, donde cada nodo y cada contacto nos abrirá a todos una puerta al mundo conectado. Las posibilidades son infinitas, nuestro trabajo no es que todas sean factibles sino que nuestros clientes puedan acceder a ellas con garantía.

Parte de nuestro trabajo es implantar soluciones tecnológicas que faciliten el cumplimiento de los objetivos de los diferentes negocios. En este sentido, personalmente creo que el negocio del mercado de soluciones a medio plazo está, entre otras cosas, en facilitar y no tanto en controlar, en conectar conocimiento y no tanto en diversificarlo hasta perder la perspectiva. Seguimos necesitando especialistas, pero ahora necesitamos que estén conectados, que por sí solos generen valor y que fruto de la relación con otros especialistas, puedan surgir nuevos entornos y ecosistemas de trabajo. El otro día fui a la pastelería a comprar una tarta para el cumpleaños de un amigo y, aún a riesgo de pareceros extremadamente raro, me dio por pensar lo siguiente:

El centro real y efectivo de la economía es cada uno de los trabajadores que madruga para sacar adelante su pieza de la tarta. Eso y no los grandes aparatos ni sistemas financieros, construyen los grandes conceptos de nuestra sociedad: honestidad, bondad, justicia, esfuerzo,… Sin embargo no hay tarta sin que cada trozo se mantenga unido y comparta una conciencia común que todos podamos disfrutar.

La constitución de esa tarta es la receta de cocina que ha sido necesaria para prepararla, sin ella nada sería posible, ni los trozos ni la tarta. Por separado cada trozo de tarta es exquisito, pero su beneficio es solo inmediato; por el contrario, en conjunto la tarta es deliciosa y su beneficio tiene una orientación a largo plazo que más personas podemos disfrutar. Si cada trozo de la tarta está en una nevera de una casa diferente, será realmente costoso que consigamos tener idea de cómo es la tarta y no digamos ya de disfrutarla. Una a una tendremos que ir puerta por puerta preguntando si existe un trozo de la tarta que queremos encontrar. Hasta ahora no estaba mal, era lo que todos hacíamos e incluso en ocasiones encontrábamos trozos de tarta que nos gustaban más que la que buscábamos, sin embargo en la mayor parte de ocasiones nadie nos habría la puerta ni aunque tuviera un trozo en su nevera.

Con la aparición de la Red, una especie de comunidad de vecinos global, cada vez era más fácil llamar a las puertas, pero seguía siendo complicado que nos las abrieran. Una vez la Red se estabilizó, la posibilidad de que nos abran la puerta y pasemos a la cocina para comprobar si hay o no un trozo aumentó. Ahora llega el momento en el que la Red nos permitirá encontrar con mayor facilidad dónde está cada trozo de la tarta (encontrabilidad) e incluso qué trozos de tarta nos pueden interesar (semántica) porque los haya hecho el mismo pastelero, tengan los mismos ingredientes o le gusten a otra persona a la que también ese trozo le gustaba (metadatos y tagging social). Ahora es también el momento en el que todas las puertas por defecto se puedan abrir (opendata), evitando abusos de glotones que no quieren compartir y favoreciendo la transparencia de la localización de las tartas a los consumidores de las mismas. Esto va a favorecer la salud de los glotones (porque bajará su nivel de colesterol y el riesgo de infarto o crisis momentánea) y a los que quieran acceder (porque aportarán valor añadido a la información a la que accedan). Se diversificará sobremanera el mercado de las tartas de aquí a unos años, lo que no resta para que en everis perdamos a favor de la producción de tartas, la magia incuestionable de los artesanos pasteleros.

Pero vayamos más lejos porque “WE ARE SMARTER THAN ME”.

¿Qué tal si al intentar reunir el conocimiento en la preparación de tartas cada cocinero no hiciera la guerra en su cocina sino que hubiera una inteligencia colectiva (blogosfera, socialmedia, cultura red)? Seguro que disfrutaríamos de más sabores y educaríamos nuestro paladar hasta ser expertos catadores de tartas. Para esto necesitaríamos soluciones ágiles, facilidades para la comunicación entre cocineros y entre los cocineros y los comedores de tarta, que garantizasen su calidad y la satisfacción de todos. Sinceramente creo que cada vez más iremos a la convergencia y convivencia de soluciones, dejaremos de focalizarnos en la competencia para ver qué podemos ganar en común todos los cocineros y qué pueden satisfacer mejor todos nuestros clientes. Cambia la actitud y cambian las reglas del mercado, en definitiva se distribuye la responsabilidad de que una tarta “esté realmente buena” (meritocracia) , de que nuestra salud no se vea afectada (autorregulación), y de que podamos mejorarla a partir de nuevas ideas (innovación abierta).

Pues bien, al igual que puede ocurrir este fenómeno con algo tan frívolo como una tarta, en nuestra sociedad y en el mercado de nuestras necesidades, hemos comprendido al fin que el valor relacional y potencial de las ideas, de los proyectos, de nuestros trabajos. En el mercado tecnológico ya están apareciendo pequeños intentos de soluciones encaminadas a mejorar la comunicación desde hace un par de años. De momento son negocios que basan su valor en las relaciones entre los actores del mercado (consumidores, proveedores, intermediarios) pero cada vez más irán más encaminados a facilitar y ser abiertos de forma controlada y efectiva. Hasta ahora las Tecnologías de la Información y la Comunicación han sido mucho más de la información, ahora toca la era de la comunicación. Es necesario un cambio de cultura, pero amigos, A NADIE LE AMARGA UN DULCE…

IMAGEN: xerguio.es

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