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diesumme

 

Older chests reveal themselves
Like a crack in a wall
Starting small, and grow in time
And we always seem to need the help
Of someone else
To mend that shelf
Too many books
Read me your favorite line

Older Chest by Damien Rice

 

Solo tenemos una vida que escribir mientras vivimos y una vida que leer al final de nuestros días. Y coincide. Solo una. Some things in life may change and some things they stay the same. No tengas prisa, todo llega. Y tampoco tengas miedo. Como dice Martin “no necesitas tener miedo, el miedo no es necesario. Basta dejarlo“.

Cierro una semana complicada. No ha sido mala del todo porque lo hago vivo y aún duermo bajo techo 😉 Hoy sábado, sin muchas fuerzas y hecho polvo tras una larga cadena de mazazos, me he negado a rendirme una vez más. A pesar de las inclemencias y de los inclementes. Like time, there’s always time on my mind. So pass me by, I’ll be fine. Just give me time. Insisto en seguir eligiendo lo que soy y en seguir luchando por mi sueño. Por encima del ruido y de la gente sin espejos, de los juicios y del peso proyectado, por encima de los valientes y también de los cobardes, de los gurús y de los témpanos, de la impaciencia y de los impacientes, por encima del rumor y la inconstancia… Insisto. Exijo al menos una gran sonrisa cada hora de esta vida. Y no solo tenerla sino actuar en función de esa sonrisa. Me valen las medias sonrisas, las enteras, las que se esconden y las que se proclaman, me sirven las que ocupan media cara y las que no la mueven. Todas ellas me sirven siempre que no impliquen un crédito.

Cada 10 segundos muere un alma en una empresa. Pero hoy he querido ir más allá. Solo hoy…

Die Summe meiner einzelnen Teile (Weingartner, 2011) es una fotografía en movimiento de la fragilidad humana y un testimonio de indefensión ante los otros. Hans Weingartner, guionista y director de la historia, ha tomado una historia cualquiera y la ha dotado de sentido por contexto. Mientras Martin revuelve la basura en busca de cascos de botella, uno siente toda una ciudad al margen de la vida, el continuo palpito insultante de los coches o la humedad de un país ajeno. En cada pequeña palabra incomprensible del joven Viktor se puede intuir la complicidad de Martin, en cada ristra de números sin sentido de Martin he dibujado golpe a golpe a su pasado. Sin necesidad de más realidad que la narrada.

El director de Los edukadores (2005) -película de la que soy admirador confeso- nos muestra en fast motion la vida de un hombre que pierde lentamente el sentido de su vida a cada impulso hasta formar parte de la calle. Brillante matemático, Martin no es capaz de recomponer las piezas del gran puzzle tras su salida del psiquiátrico. Sumando una gran banda sonora, el espectador añade esa capa externa que ayuda a completar nuestro relato. Terrible, dramático, inmediato, real.

Hace poco le escribía a alguien que creo que todo cuanto somos es la suma de las pequeñas partes que ayudan a componer a otros. No se si es una coincidencia vaga pero esta película se titula en castellano “La suma de todas mis partes” 😉

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