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“Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”

inhumano Jean Paul Sartre

 

Me encanta la vida, estoy sobre todo enamorado de ella. Jamás me ha dejado fuera. Nunca me abandona y nunca la he abandonado. Siempre confió en mí. Te garantiza desde el inicio que habrá un único expediente de regulación o tal vez un gran despido pero solo después de un largo viaje. Tuve momentos realmente complicados, momentos maravillosos de placer y de dolor y siempre estuvo no a mi lado sino en mí. Sentía realmente que yo era ella y que ella era yo.

Y sin embargo ahora todo lo que nos queda es un miedo pavoroso a ser nosotros mismos, a apostar sin dilación por aquello que queremos ser sin garantías, simplemente un miedo a equivocarse, a rechazar aquello que nos anula y hace de nosotros pequeños pedazitos de constancia. Si volviera a nacer seguramente acabaría siendo el mismo, lo que sea que eso signifique. Pese al fracaso y al éxito, muy lejos del mundo que heredé, intentando escribir mi mundo propio, rebelándome e invirtiendo en rebelar a otros. Mark Twain dijo una vez “Cualquier hombre con una idea nueva es siempre un loco hasta que la idea triunfa“.

He cometido tantos errores y tan graves que todos ellos pasaron desapercibidos para otros. Parecían parte de mí y de mi sueño. En todos esos errores, incluso en estos últimos meses y semanas, creía siempre que hacía lo correcto. No confiaba en el proceso sino en las personas, no trabajaba por alumbrar enormes teorías sino por mantenerme cerca del sentido común y de la naturaleza de las cosas. No lo conseguí innumerables veces, no lo voy a conseguir otras tantas más. Mi cultura es tristemente marginal, en todas mis conversaciones hablo de lo mismo. He conseguido alcanzar la gloria en momentos de dispersión y foco. Cada segundo maneja su lenguaje. Hay un creativo dentro de mí, siempre tiene hambre pero solo a veces puedo darle algo que comer. Estoy pensando en mudarme para abaratar costes y encontrar un entorno mucho más favorable para ser persona. En idealista tecleé dos preferencias de búsqueda para lugares habitables. La primera de ellas decía “otra galaxia”, la segunda “dentro de mí”. Los resultados fueron infinitos. Porque somos infinitos.

El renacimiento; que para mí incluye la respetada búsqueda de Kempis, la indómita pasión de Buonarroti , la atemporalidad de El Bosco, la eterna perfección de Beatrice Portinari y la inspiración brillante que me regaló Ghiberti y que me permitió escapar con dignidad a la existencia contenida de Tiziano; es una época magnífica que se repite continuamente en cada adolescente. No hay mayor maravilla que vivir cada día como si fuera el último ni mayor deseo que sentirse vivo, vivo, realmente vivo, cada mañana y cada noche antes y después de reinventar la vida. Existen constatadas pruebas de todo esto que digo en cada capitulación de nuestros sueños, en nuestra incompetencia épica por proteger aquellos que soñamos. Ninguna de estas pruebas es comparable hoy, esta noche, a la película y adaptación del libro The Perks of Being a Wallflower (Stephen Chbosky, 2012), uno de los mejores cantos en defensa de la adolescencia jamás rodados.

Si aún no eres consciente de qué te pasó o de qué te está pasando, solo hay una respuesta. Cambia en cada momento pero solo hay una. Tal vez te ayude a encontrarla esta película. Personalmente se la dedico a todos los amigos del método que no paran de fabricar nuevas cajas y armaduras para la batalla como si el corazón de cualquiera de nosotros fuera una cadena de montaje de muñecas rusas. Una gran cantidad de momentos componen las cartas que escribe Chris, un alter ego vorpal eternamente callado y tímido incapaz de encontrar su sitio en este mundo, que disfruta de pequeñas sorpresas y descubrimientos durante el viaje. He de decir que una gran cantidad de películas que cruzan el atlántico y abordan la amistad, el conflicto familiar, el amor entendido, me están fascinando por completo. La mayoría de ellas están basadas en libros que han tenido enorme aceptación y difusión allí y eso renueva de una manera loca mi esperanza por la supervivencia de lo que somos.

Cierro esta breve reseña escapando de la pena y del consuelo, sabiendo que muchos de mis amigos están buscando su sitio en estos momentos muy lejos de mí ante una insultante adversidad. Lo que ahora quiero compartir es que sigo creyendo en mí, en lo que hago, en lo que siempre he sido y en lo que podemos llegar a ser. Estos son, seleccionados, los momentos mágicos de este gran film.

“Tengo que deciros algo. He estado fuera de aquí por dos meses. Es otro mundo, se pone mejor.”

“Estaba en uno de mis peores momentos cuando empecé la preparatoria. Pero tú me ayudaste. Incluso cuando no sabías que estaba pasando o sabes de alguien que pasaba por lo mismo, hiciste que no me hiciera sentir solo. Porque se que hay gente que dice que estas cosas no pasan. Y es gente que olvida lo que es tener 16 o cumplir 17. Y todo esto será historia y nuestras imágenes se volverán viejas fotos y todos nos volveremos el padre o la madre de alguien. Pero justo ahora, estos momento no son historias. Esto está ocurriendo. Estoy aquí y la estoy viendo a ella. Y ella es tan hermosa… Lo puedo ver. Es ese momento en el que sabes que no eres una historia triste. Estás vivo. Y te levantas y ves las luces en los edificios y todo lo que hace que te preguntes. Y estás escuchando esa canción, con la gente que más quieres en este mundo. Y en ese momento, lo juro, SOMOS INFINITOS.”

 

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