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seneca

 

Existe un viejo proverbio español que reza “No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita”. Siglos atrás, el cordobés Lucio Anneo Séneca escribía una carta a Lucilio reflexionando sobre esto. Decía en ella que en realidad no es más feliz el que menos necesita sino quien necesitándolo todo, siempre sabe que en el fondo no le falta nada.

A propósito de las necesidades del sabio estoico, el filósofo y pedagogo Juan Manuel Díaz Torres, autor también del fantástico libro La densidad del alma (Edicep, 2007), nos ha regalado algunas maravillosas perlas sobre el pensamiento de Séneca. Lo ha hecho en uno de los más inspiradores prólogos a la obra de un pensador, que yo conozca. Por eso sus textos serán la base de nuestra herramienta de hoy.

 

INSTRUCCIONES DE USO

Lo que pretendo hacer en este artículo es una guía de desarrollo y crecimiento personal/profesional.

Lo haré añadiendo un itinerario de 12 preguntas directas como complemento a las frases literales de Díaz Torres sobre Séneca. La idea es que vayas contestando cada pregunta para conocerte mejor He ordenado las preguntas con sus textos aclaratorios de acuerdo a los grupos fundamentales de necesidades formuladas por el maestro estoico. Esta herramienta puede ser aplicable a un proyecto personal, profesional, a tu vida o la de tu equipo.

Espero, lector o lectora, que te sirva de ayuda en tu búsqueda de sentido:

 

LA NECESIDAD DE SABER LO QUE SE QUIERE

1.- ¿Sabes lo que quieres y lo que no quieres? Si no es así, piénsalo y vive de acuerdo a esta diferencia

“Con respecto a la sabiduría, ciencia de las cosas humanas y divinas, Séneca la concibe como maestra de almas. Lejos de rebajarla al mero conocimiento y aplicación de instrumentos útiles para las necesidades humanas, la sitúa en la sede más noble a la que puede aspirar el hombre. La sabiduría, que no construye artificios bélicos sino que impulsa la paz y exhorta a la concordia, y a la que se subordinan las demás artes, despeja el camino hacia la felicidad y conduce al logro de la misma. En este contexto, la sabiduría consiste en saber lo que se quiere; en querer siempre las mismas cosas en razón de su honestidad; y en tercer lugar en no querer siempre las mismas cosas en razón de su deshonestidad.”

2.- ¿Quieres vivir en el mercado o en el campamento? Si no eres soldado, búscate una guerra.

“Séneca insta a preguntarse si uno quiere vivir indignamente en un mercado -o sea, en un lugar habitado por quienes al margen de todo esfuerzo llevan una vida encogida, de seguridad deshonrosa, sin provecho ni sustancia- o por el contrario desea vivir donde se vive de verdad la auténtica vida humana, en un campamento, como soldados. Estos últimos, guerreros impasibles, conocen su propósito, perseveran en su avance contra el infortunio y, a través de él, viven superando debilidades, afrontando riesgos, soportando peligros y fortaleciéndose tras cada embate de la adversidad. Los ociosos estériles, sin embargo, incapaces de reflexionar con miras a poner orden en sí mismos y en sus cosas, son arrastrados al igual que los despojos en el río, porque quien no es capaz de sacar partido de sí mismo, quien vegeta, se adelanta a su propia muerte y convierte su morada en un sepulcro.”

3.- ¿Sabes quiénes y cuáles son tus referencias? Si las sabes, síguelas. Si no las sabes, búscalas.

“El alma requiere ejemplos o modelos concretos que sean dignos de seguimiento, a fin de tenerlos presentes siempre como protectores, colaboradores o correctores; pues los defectos no pueden corregirse si no es conforme a un determinado patrón. Por tanto, para evitar la desolación interior y el decaimiento, resulta muy beneficioso tener a quien dirigir la mirada y a quien se juzgue que está presente en los pensamientos propios, y realizar cuanto se tenga que hacer como si tal persona nos contemplase”

 

LA NECESIDAD DE ACEPTARSE PARA ACEPTAR A OTROS

4.- ¿Disfrutas de ti mismo y de lo que haces? Si no es así, acéptate o cámbiate pero no vivas a medias.

“Cada hombre está llamado a la plenitud, que no es otra cosa que cumplir con el fin que le es propio como Hombre. Vivir conforme a su naturaleza es lo que la razón exige de él. Por ello la razón ha de ser impulsada hacia su perfección, haciéndola crecer todo lo posible. Quien necesita ir a la búsqueda del placer no puede experimentar gozo. El intemperante, el débil o el injusto no pueden gozar por más que saboreen todos los placeres. Uno sólo puede considerarse feliz cuando todo gozo nazca para uno desde su mismo interior, desde el sentimiento íntimo de la posesión de las virtudes, y se sabe que ello llega cuando, tras contemplar las cosas que los hombres codician y guardan, no se encuentra nada en ellas que se desee conseguir.”

 

LA NECESIDAD DE VIVIR PARA UNO MISMO

5.- ¿Necesitas algo más de lo que ya tienes? Si lo necesitas de verdad, persíguelo.

“Para vivir el sabio necesita muchos recursos, pero para vivir felizmente sólo tiene necesidad de ser él mismo un alma sana, noble y que desdeñe los giros de la fortuna. Al contrario que el necio, que no tiene necesidad de nada pero carece de todo, el sabio tiene necesidad de muchas cosas sin carecer de nada, pues para él nada hay que sea estrictamente necesario.”

6.- ¿A quién quieres agradar? ¿A otros o a tí mismo? Si es a otros, cámbialo.

“El sabio no usa la filosofía para hacer ostentación, y se cuida de levantar recelo alguno por causa de su vida. El sabio no utiliza la filosofía para desdeñar las costumbres de la mayoría, ni tampoco la esgrime para ensañarse con los vicios de los demás, sino que la ha empleado para liberarse de los suyos. Tampoco se preocupa por agradar, pues quien ama la virtud, sólo con malas artes podría alcanzar el favor popular, lo cual le impediría ser lo que es”

“Lo que importa verdaderamente es la opinión que uno tiene de sí mismo y no la que otros tienen de uno.”

7.- ¿Quién te mueve? Si no eres tú la primera persona que te mueve, cámbialo.

“En efecto el sabio sabe vivir, porque es el único que sabe vivir para sí. No es sabio quien ha emprendido la huida ante los problemas y los hombres, ni quien ensalza lo que elige y teme lo que rechaza; tampoco quien ha fracasado en sus ambiciones y se ha visto relegado contra su voluntad. El sabio no se oculta, y mucho menos por miedo, no vive para el placer ni para el descanso. Ciertamente, no es sabio quien no vive para nadie”

“El sabio, en su gozosa soledad, resulta inmune a la desolación interior”

 

LA NECESIDAD DE HACER LO QUE SE DICE

8.- Ya se lo que dices pero ¿lo estás haciendo? Si no es así, hazlo. Si no lo haces, no lo digas.

“Séneca llama a demostrar las palabras con los hechos. Se traiciona el filósofo cuando trata de ganar el asentimiento de la concurrencia, o cuando pretende recrear los oídos de los jóvenes y desocupados con elegantes disertaciones. Lejos de todo ello, la filosofía enseña a obrar y no a decir, reclamando que cada cual viva conforme a la ley que se impuso, que la propia vida no esté en desacuerdo con las palabras de uno y exigiendo que sea única la impronta de todos los actos personales, para así poder llegar al estado en que la vida de uno mismo esté de acuerdo consigo misma.”

9.- Ya se lo que sabes pero ¿te atreves a experimentarlo? Si no lo experimentas, no lo sabes.

“Quien carezca de objetivos y de perseverancia, quien tenga contradicciones entre acciones y propósitos, o reincida en defectos pasados, espera aprender pero no entretenerse. Quien necesita las enseñanzas del sabio, quien acude a la escuela de un filósofo, busca corregirse y avanzar, no divertirse. En el filósofo hallará cauterización y dieta, extirpación y privación, orden interior y autorregulación, enseñanza y vida. Pues no basta el aprendizaje si su calidad y valía no son sometidas a duras pruebas; tampoco la memoria si sólo es continente atiborrado de experiencias y de conocimientos. Lo único que vale es el saber que se plasma en obras. Pues no alcanza la felicidad quien tiene el saber, sino quien lo realiza.”

 

LA NECESIDAD DE ACEPTAR EL DOLOR PERO NO EL SUFRIMIENTO

10.- ¿Qué te preocupa y de qué tienes miedo?. Piénsalo. Tu miedo habla de lo que puedes mejorar.

“Aunque el sabio puede llegar a experimentar algún amago de turbación o desgarro emocional, por encima del asalto de dichas alteraciones persistirá en él la convicción de que ninguna de tales sensaciones es un mal, ni merece que frente a ellas pierda aliento y fuerzas un alma virtuosa y, por ello, sana. Ante la cuestión de si el sabio experimenta miedo ante aquello que le causa dolor corporal, Séneca responde que puede padecer dolor, pues no hay virtud que suprima la facultad de sentir, pero nunca miedo.”

11.- ¿Piensas en lo que puede pasar y no en lo que está pasando? Para. Solo estás vivo aquí y ahora.

“De nada sirve adelantarse con la imaginación al propio dolor, haciendo presente lo que de momento no es o no ha llegado, lo que puede no llegar o llegar de otro modo; el dolor que brota de la imaginación no sólo no puede deterner mal alguno que pueda llegar, sino que se añade como mal actual. Además, los males, cuando llegan, son inevitables. Sufrir imaginándolos es, pues, un defecto.”

12.- Sabes que todo esto acabará ¿verdad? Recuérdalo y disfruta cada aprendizaje.

“Aprender a morir es de una importancia primordial en la vida de cada persona. El aprendizaje para la muerte no resulta nada superfluo, pues aunque se muera solo una vez, la ocasión es tan relevante que debe llevar a cada uno a meditar sobre ella, esto es, a aprender de forma continua la enseñanza acerca de la cual nunca podemos estar seguros de haberla aprendido definitivamente. Meditar sobre la muerte supone meditar sobre la libertad, pues quien aprende a morir se libera de las ataduras mundanas que oprimen el alma. El amor a la vida es un sentimiento estimable, pero ha de ser rectamente limitado y puesto al servicio de exigencias superiores.”

“El ser humano es consciente de que la vida le es dada con una limitación infranqueable, hacia la que se dirige a cada instante; no hay ningún segundo que quede sustraído a su acción, y de ahí que siempre nos encontremos a igual distancia de ella. La muerte es, pues, segura, y esperarla con seguridad hace que temerla sea una insensatez. Y puesto que nada tiene de glorioso el acto que uno realiza forzado y buscando escapatorias, el mayor mérito corresponde a quien va a la muerte sin odio a la vida, aceptándola con alegrías y sin atraerla hacia sí. El mismo Séneca se esforzó en que cada día fuese para él como la vida entera. Considerar cada día emplazado por la muerte, le hacía estar en permanente disposición a salir de este mundo, a dejar la vida. De ahí que sugiriese que cada día nuevo debía ser recibido con júbilo, por ser un don que no debe esperarse”

 

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