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La importancia del pensamiento crítico

La importancia del pensamiento crítico

 

“Cuando incrementas tu criterio, maximizas tu consciencia de las opciones disponibles y, entonces, sales adelante y realizas trabajos que asustan a los demás… Eso es llegar al éxito.”
maestro Seth Godin

 

Este será un artículo breve que pretende hacerte reflexionar, lector o lectora, sobre algunas decisiones que inconscientemente tomas a diario. Hoy quiero hablar de la importancia del pensamiento crítico en nuestros días. Si bien el pensamiento crítico siempre ha tenido resultados fantásticos para el progreso de nuestra especie, es hoy cuando en mi opinión se ha convertido en la última oportunidad que tienen las personas para la conquista de una vida saludable. Comenzamos.

Todos vivimos de forma automática e inconsciente en alguna o muchas facetas de nuestra vida. Fruto de un entorno cambiante y de la presión social por asimilar todo tipo de cambios de forma rápida y fugaz (el formato de las cosas que nunca funcionan), nos abandonamos a la vida llevados por impulsos. Dejamos de educar nuestro pensamiento crítico porque la maquinaria de consumo no lo necesita y de hecho sistemáticamente lo combate. Convertimos las cosas importantes en frugales y escondemos nuestra miseria detrás de los objetos. Dado que el tamaño de nuestra miseria aumenta cada vez que se hace más voraz nuestro consumo, necesitamos cada vez más objetos tras los que poder esconderla.

Si bien el comienzo de este artículo pintará el actual apocalipsis en el que nos encontramos como especie, hay un motivo de esperanza. Es precisamente hoy cuando la voluntad de una sola persona es más determinante que nunca. En ningún otro momento de la Historia las personas (hoy consumidores) han tenido tanta capacidad de cambiar el curso de las cosas a través de sus propias elecciones. Si bien una irresponsabilidad colectiva nos ha llevado a varias pasadas de frenada, nosotros mismos somos los que podemos cambiar esto. Con cada elección y cada decisión que tomamos a diario.

Una gran parte del cambio continuo y necesario que nuestra sociedad necesita reside en la decisión propia que cada persona debe tomar a diario sobre a qué dedica su tiempo y en qué invierte su dinero. Hoy más que nunca esas elecciones son un voto por prolongar el desequilibrio disfuncional de nuestro tiempo o transformarlo en bienestar para nosotros mismos u otros. El extraordinario impacto de mejora que podemos lograr siendo conscientes de la importancia de ambas decisiones es sorprendente. Lo digo por experiencia propia.

Ninguna de las decisiones automáticas e inconscientes que solemos hacer a diario sin darles ninguna importancia, sería peligrosa si no supusiera -tal y como he comprobado por mí mismo- la pérdida gradual de algunas conquistas sociales que han requerido siglos de esfuerzo colectivo. He aquí algunos ejemplos:

  • El derecho a un trabajo y un salario dignos (resulta complicado no ver la precarización progresiva del empleo)
  • Las relaciones amorosas de calidad (si bien los nuevos y más abiertos conceptos de familia me aportan una sana esperanza, es cierto que cada vez nos resulta más complicado amar y sentirnos amados por los otros pese a la creciente fiebre de la autoayuda y el posibilismo, dando paso a relaciones sexuales esporádicas poco o nada emocionalmente rentables a medio y largo plazo)
  • La libertad de elección (nuestros hábitos de consumo cada vez están más dirigidos y nuestro voto es menos determinante)
  • La libertad de expresión (entre otras muchas cosas la libertad de prensa peligra gracias al fomento de monopolios y controles gubernamentales, y cada vez es más frecuente limitar las opiniones de las personas que permanecen desinformadas e ignorantes)
  • La atención médica profesionalizada (la mayor parte de países carece de un sistema de salud universal y aquellos países que lo tienen viven un creciente deterioro por los intereses económicos de los lobbys farmaceúticos y clínicos)
  • La educación de calidad (si bien el mundo occidental era garante de sistemas educativos consolidados, en la actualidad la calidad de los sistemas de enseñanza se resiente)
  • El derecho a una vivienda digna (algo que cada vez es más un privilegio)
  • El derecho a la intimidad (nuestro espacio privado se diluye)
  • La estrecha relación del hombre con la naturaleza (el criterio economicista y la industria a escala global están destruyendo nuestro único entorno de vida, este planeta)
  • La conquista de la felicidad (si bien esta ha sido la mayor aspiración del hombre de todo tiempo, hoy en día se sustituye por un placebo social de serie C llamado “éxito” al que frecuentemente se llega después de renunciar a la mayoría de las cosas importantes)

La verdadera revolución silenciosa que supondrá nuestra supervivencia consiste en aumentar nuestro grado de consciencia sobre nuestras decisiones. Cuanto más alimentemos nuestro pensamiento crítico en cada una de estas facetas de la vida, más posibilidades tendremos de revertir algunas de las tendencias señaladas. Solo mediante el conocimiento y la puesta en práctica del activismo consciente en pequeñas decisiones de nuestro día a día, seremos capaces de dejar un mejor planeta a nuestros hijos.

Y para tener un conocimiento en perspectiva de las cosas y no dejarnos engañar ni someter, el único medio posible es mantenernos documentados e informados. Para ello recomiendo tres vías:

  • Leer bastante y contrastar ideas o informaciones sigue siendo un ejercicio muy recomendable pese a todas esas profecías idiotizantes sobre la muerte del libro o de los blogs. Pocas cosas me han aportado más criterio que recurrir a las fuentes originales o estudiar el pensamiento y el comportamiento humanos.
  • Visualizar contenidos multimedia de no ficción como documentales monográficos, entrevistas o reportajes que nos hagan “conectar” con temáticas de interés humano, y no dedicar nuestro tiempo libre reservado a este cometido a la visualización exclusiva de películas de ficción que nos hagan “desconectar” es otra gran opción en nuestro tiempo, sobre todo con la proliferación de canales con contenidos de calidad.
  • Mantener conversaciones significativas y conectar con personas interesantes más allá de conversaciones vía chat o intercambios de mensajes sin escucha activa, es hoy en día algo diferencial y revolucionario. Levantar la mirada del teléfono y atreverse a expresar una opinión fundada sobre algún tema de actualidad sin temor a abrazar y comprender la visión del otro, rejuvenece el alma y fortalece el espíritu del hombre y la mujer modernos.

He aquí algunos de los comportamientos comunes y nefastos que podemos mejorar:

  • CONSUMO DE ROPA: Consumimos sin medir las consecuencias que nuestras compras tienen para nosotros mismos, para otros o para el planeta. Compramos barato y exigimos inmediatez sin preguntarnos el verdadero coste humano que supone. Preferimos acumular mucho en lugar de comprar lo que necesitamos. He aquí la esperanza: como consumidor usted puede mejorar el mundo siendo consciente de la huella social y ecológica de una prenda de ropa, comprando tan solo aquello que necesite y viviendo con ropa probablemente algo más cara pero más sostenible (investigue y contraste la trazabilidad de las prendas).
  • EMPLEO: Trabajamos en empleos que no nos satisfacen, que no contribuyen a mejorar la sociedad o que suponen un agravio para nuestra dignidad o para la de otros. No nos importa nada más que obtener un sueldo que nos permita alimentar nuestro consumo o mantener el de otras personas. En el caso de las personas que adquieren algún puesto de responsabilidad sobre otras, acuden a cursos o posgrados que les dicen la teoría de lo que funciona y se limitan a la mediocridad de reproducir modas pasajeras (pronuncie en voz alta Blockchain, Inteligencia Artificial, VUCA, Team Building; ya pertenece al 90% de directivos que lo hacen) He aquí la esperanza: como trabajador usted puede buscar un empleo más honesto o crearlo si es que nadie en su entorno quiere hacerlo. No se conforme con un jefe mediocre, intente educarlo y si no lo consigue, no pierda más tiempo con él. Si por el contrario usted se ha convertido en jefe, no sea cutre, atrévase a pensar.
  • ALIMENTACIÓN: Nos alimentamos con lo primero que encontramos sin atender al coste real que tienen nuestras elecciones continuas para nuestra salud o la de nuestra familia. No dedicamos tiempo a cocinar o comprar alimentos y vivimos de sucedáneos de comida. He aquí la esperanza: Coma menos comida envasada o precocinada y consuma fruta o alimentos locales cuya calidad no se resiente en el transporte y cuya huella ecológica es menor.
  • PENSAMIENTOS e IDEAS: Dejarte llevar en cuestión de ideas significa no tener las tuyas propias y eso es perder la única facultad que te diferencia de cualquier especie. Sin embargo en este tiempo nos nutrimos del pensamiento de tertulianos y profesionales del show televisivo, invertimos mucho tiempo en redes sociales con escaso valor intelectual o racional. Hay más tele y redes sociales que vida en la mayor parte de personas. Nos quedamos con los grandes titulares sin acudir al detalle. Compramos la vida de otros sin experimentar la propia. He aquí la esperanza: Genere sus propias ideas, viaje, entrene su pensamiento propio, no sea idiota y practique el escepticismo crítico-constructivo. Está bien ver la televisión para relajarse, tal y como está bien hacer cualquier otra actividad semejante, pero no sea un espectador, conviértase en actor o mejor dicho, en director de lo que pasa. Salga a la calle y experimente la vida hasta su última esencia para que en el último día de su vida pueda decirse que verdaderamente ha vivido.

Espero que este artículo te haya resultado interesante.

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Todo aquello que nos une

Todo aquello que nos une


 

“No me preocupa ser un desconocido. Busco ser digno para ser conocido”

K’ung-fu-tzu (Lún Yǔ, s.V a.C)

 

Hoy comparto abiertamente contigo, lector o lectora, la mayor parte de todas mis creencias. Estas son las asunciones básicas de las que parto. A partir de ellas vivo, fuera de ellas me siento en algún sentido muerto. De acuerdo a mi experiencia hay muchas más cosas que unen a todas las personas -sin excepción- que las que las separan. Espero que este artículo sea gran testimonio de ello y consecuentemente sirva como bálsamo diario para las relaciones personales y profesionales que usted promueve o que frecuenta.

Nos une que vivimos, que morimos, que amamos y que nos equivocamos. Nos une que somos volubles, frágiles, insignificante, poderosos. Nos une que somos ignorantes y también nos une que compartimos los mismos miedos e idénticas aspiraciones.

En un mundo donde una gran cantidad de personas invierte todo el tiempo de sus vidas en hallar y cultivar las diferencias, confieso que personalmente a mí se me suele dar fatal encontrarlas. Ni siquiera soy capaz de verlas a través de los maravillosos retratos del proyecto Humanae de Angélica Dass que ilustran este artículo. Invito a hablar conmigo a todas esas personas, naciones u organizaciones que se creen o viven para ser diferentes. En verdad no veo en ellas maldad sino ignorancia, falta de conocimiento real sobre las cosas. Creo esto porque en mi caso cada nueva lectura, cada nueva experiencia y cada nuevo viaje no hacen más que confirmar mi creencia de que nosotros, las personas, compartimos algo más que un cuerpo y una misma especie. Todos -no me cabe duda- somos también uno en valores. Sobre esta creencia articulo todas mis intervenciones.

Comenzamos.

Esto es un buen resumen de todo aquello en lo que creo y todo aquello por y para lo que me levanto a vivir y trabajar a diario. Articulo mis intervenciones y mi vida en función de ello. Más en concreto creo verdaderamente ser y vivir para practicar todo esto que sigue. El hecho de ser entendido como un igual en todos los lugares en los que he estado, habla de la importancia auténtica de todas estas cosas para mejorar el desarrollo personal de cualquiera que se pretenda hacerlo :
 

BONDAD y HÁBITO. En una ocasión Zizhang preguntó al maestro K’ung-fu-tzu en qué consistía la verdadera virtud. Esta fue su respuesta:

“Ser capaz de practicar cinco cosas en cualquier lugar bajo el cielo constituye la virtud. Estas cinco cosas son la seriedad, la generosidad, la sinceridad, el ímpetu y la bondad. Si eres serio no te faltarán al respeto. Si eres generoso lo ganarás todo. Si eres sincero las personas depositarán su confianza en tí. Si eres impetuoso lograrás mucho. Si eres amable podrás utilizar los servicios de los otros.”

Desde entonces cualquiera de mis hermanos confucionistas y yo erramos sin temor. Lo hacemos porque defendemos que Li Ren, la práctica diaria de la bondad y el hábito son los dos nobles senderos. En un mundo repleto de ruido y confusión, el silencio se ofrece como la primera y última esperanza. Cuando todo el mundo quiere explicar algo, la naturaleza de las cosas nos invita simplemente a observar y aceptar primero la existencia de ese algo. Es hoy cuando las viejas palabras del maestro Candrakîrti adquieren más sentido: “La más noble verdad es el silencio“.

AUTOCONOCIMIENTO, ATARAXIA y LOCUS DE CONTROL. Los estoicos que nos hemos sucedido desde Zenón de Citio y Crisipo solemos decir que existen cuatro virtudes: sabiduría prudente, templanza, valor y justicia. Para nosotros el hábito de praemeditatio malorum tiene una significación relevante en la conquista diaria de la salud mental y la virtud. Ser capaces de anticipar el sufrimiento o el dolor e incluso de practicar la consciencia y aceptación del dolor nos ayuda a mitigar y controlar el sufrimiento. Saber qué es nuestra responsabilidad y qué no es nuestra responsabilidad es una vía valiosa para alcanzar la tranquilidad de espíritu desde que nuestro maestro Epicteto nos la enseñara. Por añadido los estoicos sabemos que el deseo incontenible y constante es la causa principal del dolor y buscamos con nuestros actos poder vivir con imperturbable ánimo y actitud tranquila ante las cosas. Aunque a veces no lo logramos este es nuestro camino.

PRESENCIA y DESAPEGO. Todos los budistas sabemos de hecho que la consciencia es uno de los seis sentidos humanos que santifican nuestros actos. Con el fin de conquistar cada día la consciencia y romper el círculo del sufrimiento constante, amanecemos y anochecemos recorriendo el octuple camino. De hecho todos los budistas tibetanos conocemos que el nirvana se alcanza en comunión continua de los actos, y todos los budistas zen hablamos de igual modo del satori, la iluminación a través de la presencia. Y nada de esto llega a través del apego a las personas, los actos, las ideas o las cosas. Dejar ir es dejar llegar.

COMPASIÓN, HERMANDAD y SACRIFICIO. Todos aquellos que crecemos a partir de la palabra de Jesús somos conscientes del valor del sacrificio y la compasión toda vez que elevamos la vista en alguno de nuestros templos y observamos la presencia de la cruz. En nuestro momento más amargo nos acompaña siempre el sermón de la montaña o su comportamiento al ser traicionado o su petición de perdón para aquellos que le martirizaban. Por contra en nuestro momento más alegre recordamos que lo más sensato es la humildad. No puede llamarse cristiano alguien que viva entre nosotros y no comparta su pan con el extraño. Si verdaderamente alguno de nosotros dice ser discípulo de Cristo no tratará nunca de imponer su voluntad por la violencia verbal o física. Porque nosotros no damos para recibir. Nosotros no golpeamos para ganar porque no necesitamos hacerlo. Sobre todo no necesitamos responder a los que nos critican o golpean. En la familia de la vida solo vemos hermanos. No es nuestro éxito en conseguir vivir de acuerdo a esto lo que nos hace cristianos, sino nuestra voluntad auténtica de cometer errores, reconocerlos y pedir perdón por ellos para luego vivir en consecuencia.

VACUIDAD y EQUILIBRIO. Cuando era un joven novicio en la práctica del Tao (hace apenas un minuto y hasta el día de mi muerte) el maestro Zhuang Zi me enseñó que la confusión del ánimo y las ataduras de la mente se disipan practicando la no acción. Actuar solo cuando no se puede actuar menos, eso es la virtud (Libro XXIII, IX). A menudo nos hallamos buscando la respuesta hasta que tras mucho meditar encontramos que cada uno de nosotros es la respuesta. Nuestros actos hablan más de mí que todo lo que puedan decir el resto de personas. Lo que nos aporta equilibrio es conocer la íntima relación entre el todo y la nada, pero sobre todo el hábito de desnudar nuestra mente de complejo pensamiento. Dice nuestro Dao De Jing “El uso de la fuerza solo atrae la fuerza. El camino del cielo es saber vencer sin combatir, responder sin hablar, atraer sin llamar y actuar sin agitarse“. Así vivimos.

CIRCULARIDAD y PERSPECTIVA. Cuando los hinduistas hablamos de la práctica meditativa de la autodisolución, es porque aquellos que llamamos sadhus nos enseñan a despertar de la ficción del ego y nos invitar a convertirnos cada día en un centro de percepción consciente. Para nosotros solo hay certeza en el ser y todo aquello que hacemos determina cada resultado o premio de la vida que obtenemos. Esto no solo en nuestra vida actual sino en el ciclo infinito de vidas que mantiene el universo. Cuando hablamos de energía, nos referimos de hecho a la relación plena que existe entre las cosas.

EXPERIMENTACIÓN Y CONTRASTE. Nosotros los científicos creemos que la virtud se alcanza con el método, con la experimentación contrastada y probada de todas nuestras tesis. Así es como hemos explicado el movimiento de los planetas, la ley de la gravedad y la existencia de bacterias. Creemos en que la vida es evolución constante y adaptativa. Por tanto nuestra certeza reside en la aceptación del cambio. Para nosotros todo se reduce a la existencia de elementos en continua interacción de acuerdo a unos principios. Llevamos esta creencia -que es nuestra certeza- a cualquier dimensión, desde las diminutas células y tejidos a las constelaciones. Así es como estudiamos el movimiento de las mareas y como somos capaces de hacer volar aviones.

COSMOPOLITISMO, ASKESIS, AUTARQUÍA y PARRESIA. Desde que Antístenes nos dejó nosotros los cínicos creemos en la utilidad directa de la práctica, en la aceptación y guía de la naturaleza y no de las convenciones humanas. Somos ciudadanos del mundo entero, hermanos de todas las personas sin distinción de razas o naciones. Nos confrontamos con las personas sin temor para poner a prueba nuestra ecuanimidad. Confrontamos a las personas con sus ideas y por eso sabemos que todos los humanos somos absolutamente idiotas. Creemos que partir de esta base y no de la base de que todos somos tremendamente inteligentes, paradójicamente nos da sabiduría. Nuestra felicidad no está en otros ni en las cosas sino en nuestra capacidad de no necesitar mucho más que lo que somos. Diógenes de Sinope, nuestro gran maestro, no presumía de ser el mejor de los humanos sino que cada día por las calles lo buscaba. Procuramos hablar y actuar con claridad y franqueza sin necesidad de excusarnos porque la parresia es nuestro lenguaje.

SENCILLEZ, CARIDAD, AUTOCONTROL y TOLERANCIA. Nosotros los musulmanes practicamos una filosofía de vida sencilla. Nuestros edificios y casas lo son como lo son nuestros actos. Creemos que la fe está en los actos y no en los pensamientos. Creemos que la naturaleza del hombre y la mujer es la misma y no creemos en el sometimiento de uno a otro (Noble Quran 3:195). Nuestro valor nuclear es la familia, la que somos capaces de crear, cuidar y entender a lo largo de toda nuestra vida. No creemos porque un tipo llamado Adán se equivocara, el resto de la humanidad viva en pecado o en error. Antes bien, creemos que cada persona es responsable de todo lo que hace y responde ante otros y ante sí mismo de ello. Los verdaderos musulmanes creemos que todas las creencias deben tolerarse sin imposición ni miedos (Noble Quran 109:6). A lo largo de la historia hemos entendido la ciencia como impulsora de la razón y la opinión crítica, valores nucleares del Islam. Incluso en tiempos de conflicto, nosotros los musulmanes creemos en el perdón, en la caridad obligada y vivimos para la conquista de la paz. De las dos yihad que practicamos, lo que llamamos Gran Yihad consiste en que cada uno de nosotros luche contra sí mismo para hallar la virtud en el obrar con otros a diario.

PLACER y SATISFACCIÓN. Todos los epicúreos creemos en el cultivo y la búsqueda del placer significativo. No tememos la muerte porque es parte de la vida y no tememos a los dioses porque vivimos de acuerdo a nuestra naturaleza, no a la de ellos. No nos preocupamos de la vida después de la muerte sino que nos ocupamos en la vida antes de la muerte. La maldad no existe en sí misma, creemos que no hay personas malas o que actúan con maldad sino que existen personas ignorantes. La ignorancia garantiza sufrimiento, la práctica del placer consciente propio y ajeno es nuestra felicidad. Nos entusiasma disfrutar con moderación de los deseos naturales que necesitamos (comer, beber, dormir,…). Pero el placer derivado de buscar estos deseos es voluble; una vez satisfechos, desaparecen. Por eso vivimos sobre todo para buscar placeres estáticos: conversaciones, relaciones humanas saludables, realización personal… En realidad por todo esto sabemos que los deseos vanos que nos ofrece a raudales la sociedad actual como la fama, el poder o la riqueza son muy difíciles de satisfacer y no tienen límite.

NATURALEZA y HUMILDAD. Nosotros los sintoístas, los nativos indígenas americanos y los aborígenes africanos y melanesios creemos en la fuerza y la presencia continua de la naturaleza, en una constante vida que está dentro de nosotros y que nos rodea. Creemos que somos una parte diminuta de todo lo que existe y que debemos en consecuencia humildes. Vivimos conectados al mundo en el que nacemos y morimos. Rezamos al sol, a la luna, a la tierra, al mar y los ríos y tratamos de vivir en comunión con nuestros hermanos animales. No nos creemos una parte diferente o especial del mundo sino un elemento más en el transcurso diario de las cosas. Nacemos de la tierra y nos disolvemos en ella al morir. No negamos el conflicto porque es parte de la vida, lo interiorizamos. Cualquier cosa alejada de la naturaleza no es hogar.

RESPONSABILIDAD PROPIA y RECTITUD. Nosotros los judíos creemos que hay algo que no podemos entender con certeza, cuya forma no es representable y cuyo nombre apenas es pronunciable, que nos mantiene vivos y sujetos a la naturaleza. Es el principio y el fin de todo, nos creó y mantiene la relación entre las cosas. Creemos que la virtud consiste en honrar con nuestros actos la vida que nos fue dada por nuestros padres. No nos está permitido matar, ni robar y consideramos un error mentir. Creemos que la envidia o la codicia por algo que es de otro o forma parte de su vida es el camino más rápido para perder la salud mental.

Espero que este artículo te haya resultado interesante.

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Mi vida en Papúa: 4 claves de #liderazgo personal

Mi vida en Papúa: 4 claves de #liderazgo personal


 
“No debemos aspirar a un placer puro: tanto el placer como el sufrimiento forman parte del viaje”

De su ensayo “Viajar”, escrito por el maestro Herman Melville,1859

 

Me adentré en la selva porque quería conectar con mis orígenes, acercarme a nuestra milenaria condición de cazadores. Quería averiguar de algún modo si esa condición aún existía y si los últimos supervivientes de esa tradición pre-agrícola todavía veneraban sus costumbres. Necesitaba convivir con mis antepasados hasta poder comprenderles como hermanos para descifrar así el misterio que ilumina y oscurece nuestra especie. En medio del lugar más alejado del planeta, sentí el rigor de la Edad de Piedra, la hospitalidad honesta del aborigen melanesio y los olores y sabores de la selva. Conviví con los korowai de las tierras bajas (señores de los árboles y aislados del resto del mundo hasta 1974), y con los descendientes pigmeos yali de las montañas (señores de la tierra y aislados del resto del mundo hasta 1930). En este largo camino me acompañaron algunos herederos dani del Gran Valle de Baliem y también algunos hijos lani del Oeste.

Mi diario de viaje recoge una gran cantidad de anécdotas y experiencias durante este mes de aventura. Entre todas ellas he seleccionado una muestra significativa de mis aprendizajes alrededor de estas 4 claves de liderazgo personal:

  1. Vive con menos para poder vivir mejor
  2. Vive ahora porque no hay otro tiempo ni lugar
  3. Practica la tranquilidad de espíritu
  4. Haz que el resto de personas se sientan especiales a tu lado

Comenzamos.

Para comprender el salto mental que experimenté a nivel cualitativo durante el viaje quizás sea necesario recordar algunos aspectos orientativos:

  • GENÉTICA: En el año 2010 un estudio científico que había durado cuatro años aportó datos sorprendentes sobre la teoría de evolución humana. Dicho estudio cartografió por completo el genoma neandertal a partir de fósiles y lo comparó con el actual genoma homo sapiens. En dicho estudio, entre otras muchas cosas, se determinó con claridad que el ADN de los actuales aborígenes melanesios tiene el menor porcentaje de ADN homo sapiens de la Tierra con un 94% de homo sapiens y en un 6% de denisovano (un contemporáneo del neandertal del que tomaba un 17% de ADN). El estudio determinaba que los actuales aborígenes de Papúa son el último reducto genético de nuestro verdadero orígen homínido en la Tierra.
  • PARADIGMA: La mayoría de personas a las que conocí o bien han practicado el canibalismo en el pasado o bien pertenecen a una cultura tribal en la que todo el mundo hasta hace solo una o dos generaciones practicaba el canibalismo ritual y normalizado. Algunas experiencias recientes de contacto con tribus aisladas han demostrado que todavía hoy estas prácticas son habituales en regiones periféricas. Si bien los alimentos envasados son de uso común, cualquier aborigen de Papúa podría vivir perfectamente de lo que suministra por sí misma la naturaleza. Existían hasta hace veinte años más de 300 lenguas catalogadas por lo que el contacto entre tribus no era habitual salvo para escaramuzas o conflictos violentos puntuales. Las poblaciones eran a menudo endogámicas.
  • CULTURA: Ahora quiero que se imagine, lector o lectora, cada hecho histórico y descubrimiento humano desde la invención de las armas de caza hasta la actual exploración de Marte. Todos los imperios y civilizaciones, todos los conflictos internacionales y conquistas sociales, todas las religiones, movimientos artísticos, toda la literatura escrita y la expresión musical en sus miles de variedades, estilos y formatos. Imagine la evolución de la arquitectura y la escultura desde los primeros días a los últimos rascacielos. Imagine también todos los avances científicos, tecnológicos y variedades de transportes que sucedieron a la aparición de las embarcaciones primigenias. Imagine Imagine el descubrimiento de la agricultura intensiva, de las sociedades jerarquizadas, o la historia completa desde el armamento desde la construcción de las primeras lanzas y flechas de madera. Piense en todo el mundo intelectual y racional complejo que hemos creado durante tres mil años… y ahora olvídese de todo ello y trate de vivir. Eso es Papúa. Hasta hace sesenta años -en algunas regiones hasta hace cincuenta años- la práctica totalidad de la isla vivía tal y como había vivido los últimos 45.000 años. De modo que incluso con las actuales influencias culturales occidentales (cristianas) y asiáticas (indonesias), e incluso con la llegada humilde de la tecnología, Papúa es aún hoy un planeta diferente a nivel cultural.
  • HISTORIA: La isla más grande de la Melanesia es hoy el resultado más agitado de combinar tres factores explosivos. El primer factor es la revolución cognitiva que ocurrió hace más de 45.000 años y que llevó al homo sapiens -que durante cientos de años había recorrido Euroasia desde África- a conquistar el Sahul fabricando pequeñas barcazas con las que atravesar el océano. A Papúa llegaron así los primeros navegantes de la historia de la Humanidad. El segundo factor es la posterior división geográfica mediante inundación del territorio del Sahul, dando lugar a las actuales islas de Nueva Guinea, Tasmania y Australia tras la última glaciación terrestre hace 10.000 años. Así es como Papúa se convirtió en un tesoro antropológico único y aislado del resto del mundo hasta hace unas pocas décadas. El tercer factor- fueron los brutales procesos de colonización que han sido especialmente desgarradores en los últimos doscientos años (ocupaciones holandesa e indonesia cronológicamente).
  • MEDIOS DE VIDA: Más allá de ser el lugar más empobrecido en el que he vivido, no existe agricultura intensiva o extensiva en Papúa. Todo el paisaje desde los riscos oceánicos hasta el interior es una continuación infinita de árboles y ríos caudalosos. A pesar de que la electricidad tiene un uso ya muy extendido gracias a paneles solares, salvo en Jayapura el resto de los lugares que visité carece de infraestructuras básicas y son una sucesión de chabolas y casas bajas. La alimentación es poco variada. El concepto de familia difiere del concepto de familia occidental con una cultura heredera de la poligamia y una separación de roles muy clara. Se trata de uno de los mayores productores de oro del mundo pero todos los beneficios de la explotación están controlados por indonesios.

En este contexto estos son los 4 grandes aprendizaje que me regalaron las tribus korowai y yali en la remota isla de Nueva Guinea:
 

1) VIVE CON MENOS PARA PODER VIVIR MEJOR

Durante mi primera estancia en Mongolia pude experimentar el extraordinario potencial del minimalismo. Las familias nómadas de la estepa y el desierto viven con lo justo sin necesidad de almacenar prácticamente nada. En otras regiones he vivido aprendizajes similares en materia de “vivir extraordinariamente bien con poco” que me han ayudado a mejorar y hacer más saludables y sostenibles mis hábitos de consumo. Entre otras muchas decisiones y renuncias así es como he transformado mi vida en algo intencional y significativo. La recomendación que Joshua Fields Millburn suele dar al final de sus charlas es especialmente elocuente y resume muy bien mi aprendizaje sobre vivir con menos para poder vivir mejor: “Ama a las personas y usa las cosas, porque lo contrario nunca funciona”.

En el valle de Baliem he comprendido la completa inutilidad de acumular objetos. Las familias aborígenes viven con lo puesto y un par de mudas, con salarios nunca asegurados de unos 50 euros al mes y en casas diminutas pero completamente funcionales. En este sentido mis días en la selva han alimentado mi convicción de que para poder vivir mejor es necesario poseer tan solo aquello que necesites. En este viaje he regalado a mi nueva familia de Papúa la mitad de todo lo que llevaba conmigo y he vivido utilizando muy pocas cosas. Desde el primer día me comporté como si todo lo que llevaba en mi mochila de 40 litros (unos 7,5 kilos como único equipaje) fuera de todos. La mayor parte de material que compré para la expedición se quedó en Papúa. Nada me satisface más que imaginar a Diki, Kerias o Simon (mis amigos porteadores) disfrutando de la ropa o utensilios que tomaron. A mi vuelta a casa he vuelto a adelgazar aún más mi armario y he donado una gran cantidad de ropa bien conservada que apenas utilizo.

Si quieres tener una vida plena, vive con menos para poder vivir mejor.
 
 

 

2) VIVE AHORA PORQUE NO HAY OTRO TIEMPO NI LUGAR

Occidente tiene el conocimiento pero Oriente tiene la verdad. Lo explicaré en detalle. No imagino un territorio más alejado de España que Papúa en todos los sentidos. Cuando uno viaja a Oriente vive la verdad de la vida y esa verdad es un equilibrio mágico que casi siempre está lleno de incertidumbre, miedo, caos y falta de justicia. Sin embargo todo en Oriente (filosofía, religión y cultura) está configurado para practicar el camino de la aceptación. Cada palmo de instante y experiencia que uno vive en Oriente es pura incertidumbre, y por tanto el mejor de los posibles campos de entrenamiento para la aceptación. En este aspecto Papúa no es una excepción.

He viajado a los cinco continentes y este es el lugar donde más pobreza física he observado pero donde más calma he podido ver en las caras de sus habitantes. Los yali viven apegados a su realidad diaria sin más necesidad que la inmediata. No tienen grandes planes ni existe ambición. No se plantean grandes expectativas ni articulan elevados pensamientos o conceptos. Si tienen hambre, cazan. Si tienen sed, acuden al río. En realidad todo su vida diaria está basada en tomar de la naturaleza lo que solo ellos quieren obtener.

Esta sencillez y aceptación es algo complejo de imaginar en un occidental. A menudo en la selva imaginaba a la mayoría de mis conocidos vivir alguna de las situaciones estrambóticas que vivía a diario. Y entonces sonreía. Lo hacía porque realmente me resultaba imposible imaginar a muchos de mis familiares o amigos en un contexto similar. El nivel de gestión de incertidumbre que viví es sencillamente inasumible para la mayoría de mis conocidos. En concreto, la mayor parte del tiempo no sabía en absoluto lo que podría pasar en la siguiente media hora. Ninguno de los planes previstos ni paradas ni hitos clave  se cumplieron. Cambios de vuelos, nuevas rutas, caminos inundados por las crecidas de la lluvia,…

En varias ocasiones necesité tomar decisiones ágiles y sensatas que evitaron muchos inconvenientes para mí y para las personas de mis respectivos equipos (porteadores, cocineros, guías). Recuerdo que en la expedición a las tierras altas al cuarto día estábamos prácticamente sin comida -a excepción del arroz- porque el cocinero solo tuvo un presupuesto de 2.000.000 rpi para dar de comer a 7 personas 2 veces al día durante 14 días (unos 100 euros). También recuerdo que en las tierras bajas con los korowai nos encontramos dificultades para dormir en uno de los poblados y nos vimos en la obligación de tomar una decisión drástica. Montaba en coches que siempre estaban en reserva de depósito y no sabía si se quedarían parados. Los aviones ni aeropuertos eran especialmente tranquilizadores, las pistas de aterrizaje tenían aviones averiados o estrellados a ambos lados. Por otro lado fue continua la falta de profesionalidad a nivel de compromiso de las buenas personas con las que interactué durante el viaje, lo cual garantizaba aún más la incertidumbre continua. Si bien eran amables y son ya mis amigos y familia, a menudo fruto de la carestía y la necesidad algunos de ellos intentaron algunos engaños evidentes que logré salvar sin necesidad de atacar su dignidad ni perder mi nobleza. En todas estas situaciones vivir el momento y evaluar la situación con calma estudiando todas las opciones, me ayudó a no perder la cabeza y a menudo hizo que las personas que estaban conmigo se sintieran mejor.

Si quieres tener una vida plena, vive ahora porque no hay otro momento ni lugar.
 
 

 

3) PRACTICA LA TRANQUILIDAD DE ESPÍRITU

Tras recorrer un amplio río en barco desde Dekai a Mabul durante 8 largas horas, la segunda noche de mi expedición a las tierras korowai me hallaba en medio de la selva tras 5 horas adicionales de caminata entre charcas, cenagales y árboles caídos. Dormíamos en una cabaña korowai hecha de juncos y ramas secas bien techada y abierta por dos lados para dejar pasar el aire. Más allá de nosotros la jungla comenzaba a un solo paso de la tienda. Como cada día en la isla, anochecía de repente y pronto nada se podía distinguir salvo unos pocos sonidos de animales en la maleza salvaje, el perro de la tribu que me olisqueaba buscando comida y la presencia constante de insectos y alguna pequeña serpiente reptando en nuestro techo.

Al no encontrar ningún cajero operativo en el que pudiera sacar dinero tras mi primera aventura en las tierras altas, teníamos algo menos de 60 euros en rupias indonesias para el resto de la expedición y debíamos gestionarlo para poder pagar algo en cada poblado y aguantar hasta la vuelta a Mabul varios días después. A nivel económico la situación era desastrosa y como siempre la planificación y estimación que teníamos en mente no se cumplía nunca por lo que no solo contaba con la incertidumbre de quedarnos sin fondos sino que además -como ya era costumbre- podían surgir innumerables imprevistos. Justo ese día mi diario recoge este pasaje:

(15 de julio tras algunas anotaciones hechas en el día…) Acaba de venir un grupo de muchachos korowai a la tienda. Estaban muy excitados y se han sentado a hablar con Mike, mi guía. Su frase ha sido: “Os mataremos si no nos dais cigarros y dinero” Aunque hablaban en indonesio -la lengua korowai está en decadencia y morirá con la siguiente generación- he entendido la conversación por los gestos que realizaban. Mike les ha dicho literalmente esto: “Sois idiotas. Dejáis que los indonesios os manipulen con el tabaco y el alcohol. Ellos, que están destruyendo poco a poco nuestra cultura y nuestra identidad. Los propios indonesios fomentan que los pocos visitantes que llegan os agasajen con cigarros aumentando así vuestra dependencia a algo que hasta hace unas décadas no conocíais. Sin embargo a mí, que soy un hermano dani de las tierras altas, y a mi amigo nos amenazais. Mirad el color de mi piel, soy como vosotros, y esta persona a mi lado es un visitante que ha viajado miles de kilómetros para conocer y respetar nuestra cultura. Después de esto ¿Qué opinión de nosotros creéis que compartirá esta persona al volver a su hogar?” Los muchachos han asentido, nos han saludado y se han marchado de la cabaña. Creo que lo han entendido, al menos eso espero por mi supervivencia.

(ese mismo 15 de julio en mitad de la madrugada escrito de forma ilegible en la oscuridad) Susto por la noche: Varios hombres con luces y machetes aproximándose a la cabaña. Enciendo otra vela para tener más luz. Creo que el grupo de muchachos viene a matarnos. Escondo todas mis cosas valiosas. Hablo con Mike. Nuestros porteadores no estaban durmiendo con nosotros.

Hasta aquí literalmente el pasaje escrito en el diario. Quiero detenerme en el detalle de esta segunda anotación que hice en el diario. Estos fueron los hechos: Tras la visita del grupo de muchachos Mike y yo estábamos tranquilos. Me explicó en detalle la conversación y tras ordenar nuestros petates y hacer limpieza y cena, nos acostamos sobre el suelo de bambú que se alzaba a unos 30 centímetros del suelo para evitar la picadura de alimañas e infecciones. En mitad de la madrugada me encontraba escuchando música con los cascos para evadirme del cansancio mental de las primeras semanas en la selva. De repente escuché el ruido de machetes cortando hierba y las luces que se acercaban a nuestra posición. Pensé que no teníamos machetes ni armas con las que defendernos y que casi todo lo que ocurriera no dependía de mí. Durante media hora permanecí inmóvil y literalmente -lo recuerdo con absoluta claridad- este fue el pensamiento que tuve:

“En realidad pase lo que pase, no puedo hacer nada. No tiene sentido que me preocupe. Aún en el peor de los casos he tenido una vida plena y me siento bien con la decisiones que he tomado. Si hoy he de morir, lamentaré dejar a las personas a las que quiero pero lo haré con tranquilidad de espíritu”

No se cómo explicar bien la sensación de paz que tenía en aquella peligrosa situación. Estaba asustado, tenía miedo pero el miedo no me controlaba. Sentía que toda mi vida había tenido el sentido de llegar a ese momento para encontrarme en absoluta paz. Aún en el supuesto de enfrentarme a la probabilidad de perder mi vida, mi mente no se centraba tanto en este hecho como en ser consciente de que había vivido en plenitud y sentía respeto por la persona que era. En este estado comencé a tararear una canción, me incorporé para encender la vela y Mike, que estaba también asustado dentro de su iglú, salió. Hablamos durante unos breves minutos. Esto fue lo que le dije:

“Mike, creo que quieren atemorizarnos, tal vez vengan a por nosotros. Es muy raro que haya tanto movimiento de luces y sonido de machetes a estas horas. Cada vez están más cerca. Quiero ser claro contigo: Pase lo que pase yo cuidaré de tí y tu cuidarás de mí. Es todo lo que podemos hacer. No te preocupes más allá de esto.”

Él me miró y con esa calma que caracteriza al hombre de Papúa me dijo: “Puede ser pero también es probable que no, creo que les convencí al hablarles. No se por qué hay ruido de machetes pero lo averiguaremos. Estemos un rato más despiertos” Pasada media hora vino un porteador que parece que se encontraba con una pareja de lituanos que coincidían con nosotros en la villa. Nos dijo que la mujer tenía la costumbre de ir a la letrina que estaba a unos veinticinco metros de la villa por la mañana y que se habían levantado para abrir un sendero improvisado para ella.

Esta increíble anécdota me enseñó dos cosas. La primera es que nuestra cabeza casi siempre va más rápido que la propia realidad. En segundo lugar experimenté sin necesidad de morir que la tranquilidad de espíritu garantiza una felicidad auténtica incluso justo antes de abandonar la vida.

Si quieres tener una vida plena, practica la tranquilidad de espíritu.
 
 

 

4) HAZ QUE EL RESTO DE PERSONAS SE SIENTAN ESPECIALES A TU LADO

Recuerdo unas palabras que mi guía Mike compartió con un aficionado belga a la antropología de tribus y conmigo en Dekai: “Puedes darme mucho dinero pero desaparecerá tarde o temprano. Sin embargo si me das respeto, durará toda mi vida”. Sin duda este es la base de este cuarto aprendizaje en Papúa.

Durante ambas expediciones, al caer la noche por norma siempre cedía el mejor sitio junto al fuego a los porteadores. En una ocasión tenía tanto frío que temblaba y lloraba de dolor y Simon -uno de mis amigos porteadores- corrío a acercarme al fuego y quitarme la ropa húmeda. Tras ocho o nueve horas diarias ininterrumpidas de camino subiendo y bajando valles y montañas densos de vegetación, todos ellos por defecto me invitaban siempre a comer a mí primero. Yo siempre insistía en comer el último aunque muy pocas veces me lo permitieron. A menudo les ayudaba a cargar los fardos para que descansaran durante unos minutos. Si había una tienda de campaña impermeable en el ajuar de la expedición, siempre procuraba que mi equipo durmiera dentro y yo permanecía fuera. Compartía el agua, las medicinas y absolutamente todo con ellos. En realidad no había “ellos” y “yo” salvo el hecho de que yo era blanco y portaba mucho menos peso que el resto la mayor parte del tiempo. Todas estas cosas les entusiasmaban y yo no acertaba a comprender por qué hasta que una noche me lo explicaron:

Me sorprendió escuchar que estaban acostumbrados a que los pocos visitantes occidentales que venían ni siquiera se preocuparan por tratarles por sus nombres, a menudo no hablaran con ellos, y durmieran y comieran separados. No deja de sorprenderme el clasismo falaz y absurdo de muchas personas. En mi caso no puedo imaginar convivir así con alguien y tener el derecho a considerarme civilizado. Mi equipo en las tierras altas estaba formado por mi gran amigo Weneluk (el cocinero siempre sonriente y bromista), Carlos (mi despistado y alocado guía), Diki (mi tímido amigo que siempre buscaba mi comportamiento con su mirada sin hablar), Simon (mi gran salvador en muchos precipios y momentos difíciles), Dianus (mi enorme y joven amigo de buen corazón y siempre dispuesto) y Kerias (escéptico y serio en los primeros días, entregado totalmente en los siguientes). Mi equipo en las tierras bajas estaba formado por Makwezen (Mike, mi fantástico guía que sueña con convertirse en piloto), por Mandon (un viejo porteador resabiado y antipático al que lograba sacar una sonrisa) y por Aliom (un joven agradecido y muy vivo de espíritu que cojeaba y siempre sonreía). Recuerdo además cada nombre de cada persona que conocí y con la que hablé.

Durante ambas expediciones traté a todo el mundo lo mejor que supe, y con independencia de incidencias o imprevistos, fui generoso con todas las personas que me acompañaron. Tratar a las personas como personas me reportó grandes beneficios. He aquí una muestra:

Tras la expedición a las puertas de Yalimo en Anguruk el equipo tuvo que tomar una decisión complicada. Tras 10 días en la jungla y varios imprevistos contábamos con pocos fondos, una malísima planificación, ninguna certeza logística ni de transporte y el tiempo muy justo. Reuní a todos y les expuse las opciones ofreciéndoles en una de ellas que 2 de ellos volvieran en la única avioneta disponible (solo vuela allí 2 veces al mes sin horario ni día fijo y solo había 2 asientos) si necesitaban descansar. Les pedí que tomaran la decisión y yo aceptaría el resultado. Ante esta propuesta sin dudarlo todos decidieron sacrificarse y volver andando para cederme uno de los asientos de la avioneta y poder llegar a tiempo a mi expedición en otra parte de la isla. Les entregué el dinero que me quedaba para su manutención. Se trata de un camino que cualquier aborigen haría en 5 días, que yo no hubiera sido capaz de hacer en menos de 6 días pero que ellos hicieron en 3 días de intenso camino (algunos de ellos descalzos). Llegaron extenuados a Wamena y lo primero que hicieron fue venir a verme y darme un abrazo. Diki se encontraba muy enfermo, a causa de la completa extenuación había caído a plomo en uno de los puentes colgantes y todos le daban por muerto. Al llegar al hotel vi que tenía infectada una herida del pie, fuimos al baño, le lavé los pies y le apliqué antibióticos y vendajes. Les invité a cenar. Ellos luego quisieron invitarme al día siguiente a ir al mercado y comprar un cerdo para luego comerlo junto al río (una de las mejores y más costosas comidas en Papúa). Incluso Mac, el coordinador local que me ayudaba en el previo a las expediciones, quiso presentarme a su hermana en Wamena y a su familia en Jayapura, lo que sin duda fue un honor añadido.

Si quieres tener una vida plena, haz que el resto de personas se sientan especiales a tu lado

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Cómo dirigir una organización ahora

Cómo dirigir una organización ahora


 

“La poderosa bestia primitiva se hacía fuerte en el interior de Buck y no dejaba de crecer bajo las terribles condiciones de vida del trineo. Pero crecía en secreto, pues su recién adquirida astucia le proporcionaba equilibrio y control de sí mismo”

La llamada de la selva (Jack London, 1939)

 

Para mí dirigir personas es algo parecido a lo que hace la maestra Alondra de la Parra (en la imagen) cuando trabaja. Esta maravillosa directora de orquesta no solo disfruta cuando trabaja -no puede ni quiere evitar sonreír embelesada- sino que también hace disfrutar a otros.

Este artículo está escrito especialmente para todos los abolicionistas empresariales que deseen abolir, extirpar y erradicar la moderna esclavitud de sus empresas. Dedico mi vida a apoyaros y a estar junto a vosotros. Sea bienvenida vuestra atención, agradezco vuestro tiempo y esfuerzo. Pretendo hoy en este artículo compartir contigo, lector o lectora, las 3 SITUACIONES MÁS HABITUALES A LAS QUE SE ENFRENTA UN DIRECTIVO HOY Y MIS RECOMENDACIONES ASOCIADAS. Creo que esto te aportará algo de luz si quieres familiarizarte con el acompañamiento al cambio hacia organizaciones que no anulen personas. Comenzamos.

Una pregunta me ocupa desde hace muchos años:

¿Por qué las personas necesitamos crear organizaciones capaces de anularnos?. ¿Qué utilidad tiene trabajar en un lugar cuyo funcionamiento propio no me satisface?, ¿Por qué madrugamos para trabajar en sitios que a menudo nos hacen sentir inútiles o insatisfechos?.

Dedico mucho tiempo a apostar por las personas que trabajan en las organizaciones. Para mí ellos son la clave. Me gano cada pulgada de su confianza con un esfuerzo imperceptible y lento que funciona por goteo. Cada vez que hablo o hablan y cada vez que callo o callan cambia algo. Entreno mi atención para que mi mirada envuelva y comprenda lo que hacen. De momento estas son mis conclusiones:

Tal y como sabemos las organizaciones fueron creadas para satisfacer las necesidades de las personas. Sin embargo hemos creado un círculo vicioso en el que aceptamos ser excesivamente mal tratados como empleados y exigimos ser excesivamente bien tratados como clientes. Este desequilibrio poderoso nos ha empujado a una sociedad del bienestar aparentemente real pero cada vez más alejada y vacía de vida. Como evolución a la vieja idea mecanicista de gestión basada en la autocracia y el poder impositivo de los fuertes sobre los débiles, surgen nuevos continentes de gestión que pretenden no dejarnos morir de viejos sino de vivos. No es casual la actual fiebre impostada de felicidad en las empresas. Todos los que tenemos que impulsar negocio sabemos que las personas ya no van a trabajar solo para poder comer sino que dado que ya pueden comer, ahora también pretenden otras muchas cosas. Cuando hablo de las 4 viejas tecnologías que debemos recuperar y mejorar para poder vivir de forma plena como especie, realmente creo en ellas.

Sea como fuere en algún momento de su vida profesional todo directivo se encuentra ante el siguiente dilema:

  • Tratar a las personas como objetos y sustituir a las que “no funcionan” por las que “funcionan”. Aunque a menudo es útil y recomiendo despedir a algunas personas manifiestamente reactivas que adolecen de comportamientos tóxicos conscientes, adoptar este tipo de medidas como solución sistémica nunca es efectivo a medio y largo plazo. La gestión de la mediocridad requiere reeducar y entrenar nuevos comportamientos y actitudes. Sobre esto mi compañero y gran maestro Xavier Marcet ha escrito mucho en su fantástico libro titulado Esquivar la mediocridad.
  • Apostar por las personas y reeducarlas en nuevos comportamientos y escenarios de trabajo saludables. Esto en términos económicos a menudo suele costar lo mismo o menos que despedir sistemáticamente a personas reactivas y sin embargo favorece a medio y largo plazo realidades sostenibles en términos de motivación, rendimiento y clima laboral. Mi trabajo -y el de cualquier facilitador- está basado en apostar por las personas “que ya tenemos dentro”.

 

2 CONCEPTOS PREVIOS PARA DIRIGIR UNA ORGANIZACIÓN AHORA

Comprendo el arte de la facilitación y el acompañamiento de acuerdo a dos conceptos. Estos dos conceptos creo que son igualmente aplicables al arte de dirigir personas y organizaciones. Son los siguientes:

  • MAESTRÍA: Creo que nadie que no sea un gran maestro de sí mismo, lleno de imperfecciones que gestiona y que convierte en algo grande, debería dedicarse a esto. Solo de este modo una persona puede ser la luz de otra con alguna certeza o garantía.
  • HUMANISMO: Además considero que todo directivo debe ser humano y atesorar una gran cantidad de conocimiento y técnicas útiles para lograr resultados y garantizar la reflexión-acción de las personas que acompaña. Creo que con independencia del estilo que practique, cualquier directivo está llamado a ser una respuesta práctica para la incertidumbre y el temor de otros. Y esto solo se logra con mucho esfuerzo, tiempo y entrenamiento.

Un sabio solía decir que los buenos maestros aportan soluciones, y los grandes maestros favorecen dudas razonables. Sobre esta base, destaco 3 escenarios con los que suelo trabajar y a los que diariamente se enfrentan muchos directivos. Espero que mis recomendaciones asociadas sean de tu interés:

 

CUANDO TODO PARECE ROTO Y YA NO HAY ESPERANZA

A menudo muchos de los equipos que acompaño viven realidades asfixiantes alimentadas de miedo y de dolor. En estos casos, donde las personas han perdido casi totalmente la esperanza, hay dos escenarios que suelo encontrarme:

  • EXCESO DE AGITACIÓN: El primero de ellos consiste en equipos que viven abiertamente el conflicto y que ocupan la mayoría de su tiempo en mostrarlo hasta consumirse.
  • AUSENCIA DE VIDA: El segundo de ellos, sin duda más común, consiste en equipos que trabajan con una aparente ausencia de cualquier tipo de conflicto y cuya armonía artificial (en lenguaje Lencioni) o silencio ficticio también les consume.

Ambos escenarios son enmascaramientos de realidad que necesitan ser desmontados. Son dos tipos de desgaste social diferentes que requieren atenciones diferentes pero que comparten un mismo resultado: el sentimiento de apatía. Éste proviene de una prolongada percepción de aburrimiento, desgana o desdén con respecto al reto diario que asumimos. Por lo general el problema radica en dos causas: o bien este reto diario suele ser muy bajo en relación a la percepción de habilidades que el equipo tiene, o bien se han perpetuado comportamientos tóxicos y nocivos dentro del equipo que han llevado a la pérdida absoluta de la confianza.

Cuando todo se ha roto y hay una sensación de desesperanza, mi recomendación es que la labora de facilitación sea parecida a la técnica del kintsugi que los alfareros japoneses realizan con las vasijas y jarrones rotos. Se trata de recomponer los trozos rotos sin ocultar ni esconder las grietas. No hace falta mentir ni tapar el conflicto, simplemente es necesario construir desde la verdad de todos y con la colaboración de todos. Realidades excluyentes y dolorosas solo se mitigan o resuelven mediante intervenciones inclusivas y razonables. Kintsugi significa “carpintería de oro” ya que este es el material con el que los artesanos pintan esas grietas para que nadie se olvide de que ese nuevo objeto ha surgido de algo roto y aparentemente imperfecto. Del mismo modo, mi trabajo como facilitador consiste en que la belleza surja de escenarios donde a menudo solo hay sufrimiento o dolor.

Para poder lograrlo, cualquier directivo se enfrenta al mismo reto al que yo en enfrento a diario con decenas de equipos por toda España. Se trata de aprovechar al máximo el tiempo sobre la creencia palpitante y rentable de que MENOS ES MÁS. Y esto me recuerda el segundo escenario más frecuente en las organizaciones…

Añado en este apartado un pequeño corolario para aquellos directivos humanos -¡los hay!- que disfrutan autofustigándose y sumiendo su vida en el más oscuro de los martirios. Este corolario dice: “Para saber levantarse hay que saber caer” y a menudo una pequeña derrota garantiza en un futuro la mayor de las victorias.

 

CUANDO TODO EL MUNDO ACTÚA Y NADIE PIENSA

También ocurre muy a menudo que llego a los equipos después de que su organización lo haya intentado “absolutamente todo”.  El problema no es la falta de acción sobre el problema sino la forma de actuar ante el problema. La mayoría de organizaciones consume de forma compulsiva metodologías de trabajo, modelos de innovación y discursos y realidades de otros. Generalmente lo han hecho todo menos comprender que cada una de las personas que trabajan en la organización son tan solo personas con necesidades esenciales de reconocimiento, afecto y desarrollo. En estos casos en los que se ha despersonalizado tanto el entorno laboral (a menudo con encubrimientos pretenciosos que solo se descubren con el tiempo) mi trabajo consiste en humanizar y desestresar los equipos favoreciendo el respeto y la confianza mutua desde la honestidad.

Por ello, aunque creo que hoy en día la división entre pensamiento y acción ya no es tan firme y clara, creo que no debemos olvidar que hace falta tiempo para pensar. Toda persona y todo conjunto de personas necesitan la estrategia. Sin embargo a menudo la actividad constante no permite pensar. En estos casos, cuando existe un clima de hiperactividad continua, mis recomendaciones para la capa directiva son las siguientes:

  • Invertir el 80% del tiempo en encontrar tu sitio mediante apoyo de expertos, estudios de mercado y experimentación. Invertir el 20% del tiempo en decidir productos, tecnología o detalles de negocio. Para poder lograr este reparto de esfuerzo con convicción es necesario formar, capacitar y acompañar a los directivos en pensamiento estratégico. No sirven solo los grandes programas de escuelas de negocio sino sobre todo los programas de acompañamiento individuales en sus vertientes de mentoring y coaching ejecutivo, y las reuniones periódicas y continuas con otros actores del mercado que puedan aportarnos una visión en perspectiva de las oportunidades que podemos aprovechar y las aspiraciones saludables que pretendemos satisfacer.
  • Crear una estructura de dirección sencilla y comprensible de máximo 5 personas con mecanismos de toma de decisión ágiles y que esté pegada a tierra (mercado y empleados) mediante dos figuras clave: el responsable de innovación y el responsable de personas (RRHH) Destaco dos apuntes importantes que nos recordaba hace bien poco el maestro Osterwalder en una carta para CEOs. El primero es que la innovación no es un departamento o un plan sino una forma de hacer, de ser y de estar ante tu mercado y tu gente. El segundo es que en un entorno de completa incertidumbre se hace cada vez más necesario la existencia de dos vías de acción: gestionar el presente e inventar el futuro. En mi opinión para gestionar el presente la estructura sencilla que adoptemos tiene como figura clave al responsable de personas, que está en contacto con el talento interno para rentabilizar su valor. Por otro lado para inventar el futuro creo que la figura clave es el responsable de innovación.
  • Favorecer espacios de reflexión colectiva donde exponer no solo opiniones y dudas sino propuestas y estados de ánimo de forma abierta. El respeto mutuo en este tipo de espacios nunca se da desde el principio y hay que construirlo con el tiempo sesión tras sesión. Para ello nada mejor que educar y vivir el diálogo auténtico y sincero mediante espacios compartidos que supongan hitos en el camino de crecimiento de la organización.

 

CUANDO NADA SE CONCRETA Y TODO VALE

Otro de los escenarios comunes que se repite con frecuencia viene dado por equipos que se mueven en la generalidad y que manejan un comportamiento ambiguo y poco comprometido con la acción. En estas ocasiones las personas suelen utilizar una amplia colección de lugares comunes, grandes palabras y brindis al sol que no aportan nada a la obtención de resultados reales. En estos momentos todo el mundo duda de todo y critica de forma gratuita. Mi trabajo aquí está basado en construir una moral provisional (Descartes) que ayude a los equipos a desatascar su inacción y a avanzar de acuerdo a un sentido común generado y formulado por todos ellos. A menudo el acuerdo de sentido común, esa moral provisional, está basado en comportamientos sencillos pero que marcan grandes diferencias respecto a las costumbres anteriores.

Para poder actuar es necesario confiar en el camino. Nadie que no crea en el proceso puede participar en él. No se construye sobre la marcha sino sobre la fe en unos valores y una meta compartidos. Cuando es necesario concretar y favorecer un comportamiento basado en la acción, mis recomendaciones son las siguientes:

  • Disminuir drásticamente el tiempo empleado en reuniones y medir el cumplimiento de compromisos acordados en estos espacios. Establecer sistemas de control de tiempo, moderadores y reglas estrictas dentro de la reunión. Y además fomentar una cultura de autorregulación capaz de eliminar convocatorias de reuniones innecesarias. Esta cultura de autorregulación se puede lograr sustituyendo canales de comunicación ineficientes por canales de comunicación más inmediatos o ágiles.
  • Premiar comportamientos que suman y castigar comportamientos que restan. Sin justicia recíproca o correspondencia directamente proporcional entre esfuerzo y resultados, no es posible crear una cultura basada en la acción. Además de las tradicionales medidas disciplinarias legales que forman parte del derecho laboral, existen muchas estrategias de comportamiento útiles para aplacar actitudes indeseables o tóxicas y fomentar el desarrollo común. No todo vale y no todo es respetable.
  • Evitar papeleos y burocracia y adelgazar metodologías y procesos más allá del máximo posible. Cuando para hablar con la persona que quieres hablar necesitas más de dos semanas, varios correos electrónicos y llamadas y rellenar un formulario, algo no funciona. Cuando para hacer algo bueno que aporte a todos necesitas la aprobación de tres personas más, algo no va bien. Cuando para tomar una decisión minúscula, tiene que enterarse hasta el director general, algo no cuadra. Sin duda uno de los mayores retos a los que me enfrento y que más satisfacción produce a mis clientes cuando logran conquistarlo, es el de naturalizar las relaciones.

 

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Espero, lector o lectora, que este artículo te haya resultado interesante.

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¿A qué dedicas tu tiempo?

¿A qué dedicas tu tiempo?

 

“Love, time, death. Let´s begin there.”

Howard Inlet (Collateral beauty, 2016)

 

En realidad para mí solo hay una pregunta. Y no tiene nada que ver con estas: ¿Qué es la felicidad?, ¿Qué ocurre tras la muerte?, ¿Cuál es mi vocación? o ¿Cuál es el sentido de la vida?. En realidad para mí la única pregunta es ¿A QUÉ DEDICAS TU TIEMPO?. Somos responsables del tiempo de vida que tenemos y de lo que hacemos con él. Si dedicas mucho tiempo de tu vida a quejarte, tu vida será una eterna queja y al final de ella no serás tan valioso como miserable. Si dedicas mucho tiempo de tu vida a hacer algo por tí o por los demás, tu vida será un eterno regalo y al final de ella serás más memorable que olvidado. La mejor inversión que una persona puede hacer a lo largo de su vida consiste en invertir en la calidad del tiempo de su propia vida. Las personas que mueren no se arrepienten de lo que han hecho sino de lo que dejaron de hacer o no hicieron. En este breve artículo pretendo explicar a qué dedico mi tiempo y por qué. Comenzamos.

Dedico toda mi vida a vivir. Estas líneas apenas son un vago testimonio del inabarcable aprendizaje que he obtenido haciéndolo. Incluso cuando profesionalmente no me dedicaba exclusivamente a vivir (es decir a acompañar el cambio en mí mismo y en otros), de algún modo siempre lo he ido haciendo. Desde bien niño me gustó sembrarme para cultivar a otros. Ahora que disfruto por completo de este don adquirido y entrenado, vivo una etapa de plenitud y calma.

Mi agenda está repleta de conversaciones y personas con sentido. Me acerco a proyectos y personas para dar y recibir, algo que me aporta sensación de tiempo bien aprovechado. Muchas veces durante el año muchas personas contactan conmigo sin saber por qué lo hacen pero me dicen que necesitan hacerlo. Hablamos y curiosamente siempre obtenemos ambos algo a cambio. Hay por ejemplo personas que quieren hacer algo más que trabajar y me escriben para decirme que dado que yo hago algo más que eso, quieren conocerme y conocer mi historia. En definitiva solo me contactan aquellas personas que creen que tengo algo que aportarles. Sinceramente a mí este me parece un muy buen criterio para contactar con alguien de modo que yo hago lo mismo: únicamente contacto con personas que creo que tienen algo que aportarme. Solo estableciendo estas relaciones de mutuo interés es como casi siempre obtengo beneficios.

Siempre tengo tiempo para mí y en consecuencia sólo así es cómo realmente puedo tener tiempo de valor para los otros. No soy muy valioso por lo que ofrezco sino por lo que verdaderamente soy y represento. En lo profesional mi catálogo de servicios es sencillo y común, nada haría afirmar a nadie que ese documento es maravilloso. Sin embargo en el trato personal soy extrañamente auténtico y directo, de modo que nadie me compra por los servicios que presto sino por cómo los presto. No se trata de vender algo que no hago o de utilizar un gran vocabulario para convencer a otros de lo que hago, casi siempre se trata de precisamente todo lo contrario. Cuanto menos importancia doy a lo que hago más oportunidades me brindan los demás para poder mostrar lo que verdaderamente soy.

Lejos quedan aquellos días en los que dedicaba la mayor parte de mi tiempo a querer aquello que no tengo en lugar de a disfrutar aquello que ya tengo. No pude querer ni ayudar verdaderamente a nadie hasta que deje de querer que otros fueran de otra forma y empecé a disfrutar de lo que genuinamente eran. A nadie le gusta el sabiondillo que da consejos pero todos adoran a la persona que realmente trata de escuchar. Del mismo modo, solo pude empezar a ser feliz cuando quise ser aquello que soy y dejé de desear ser de otra forma. Por eso hace tiempo que he dejado de pretender ser otra persona. Era algo que me agotaba y me generaba una profunda insatisfacción. Vivía para alcanzar las expectativas de otros y por el camino perdía mi propia personalidad y mi esencia. Soy el que soy y desde el primer día en que decidí apostar por esto confieso que el balance ha sido más que positivo. Si bien he vivido momentos de penuria y de pobreza, mi calidad de vida ha sido desde entonces mayor que la de la mayoría de personas que conozco. Viajar por el mundo solo me ha hecho confirmar esta creencia.

También he renunciado a grandes teorías para entender la vida. Ahora me dedico simplemente a practicarla. Ya no busco el sentido de la vida, lo soy. No me castigo por mis errores ni alimento el sufrimiento o el dolor inevitables cebándome en mis desgracias o en las de otros hasta la depresión. Tampoco exagero mi alegría hasta caer en una desmedida euforia. Vivo más bien una vida de términos medios saludables en la que nunca anhelo el éxito. Paradójicamente sólo a través de este camino es cómo he obtenido ese supuesto éxito. Más en concreto en ningún otro momento de mi vida me he sentido más valorado por mí mismo y por otros.

A medida que pasan los años y en mitad de un mundo agitado y descompuesto, esta forma de ser y de vivir que tengo adquiere más sentido y resulta más interesante para mí y en consecuencia también para los otros. Mientras la mayor parte de personas hablan, sueñan o desean, yo actúo, hago y transformo. Todas las personas buscan muy inquietas esa idea de LO PERFECTO hasta caer en una parálisis por análisis que les impide tomar decisiones importantes. Yo tomo esas mismas decisiones importantes porque pongo toda mi voluntad y mi intención en esa extraña idea de LO CONSCIENTE. Por ejemplo, cuando casi todo el mundo alimenta sueños, yo genero resultados. Mientras casi todos ambicionan metas, yo rentabilizo mi presente.

Esto de pasar de entender la vida de una aspiración a LO PERFECTO a una aceptación de LO CONSCIENTE me ha permitido reducir al máximo la sensación de ansiedad y eliminar casi por completo mi sensación de decepción, tanto conmigo mismo como con otros y en general con las circunstancias de la vida. He asumido por ejemplo que a veces me gusta vaguear, que necesito tiempo para estar solo o tiempo para no hacer nada muy a menudo. Y me he dado cuenta de que todo ello no es necesariamente malo. Soy tan solo una persona y precisamente por eso a veces estoy triste, otras me enfado y otras me frustro. No dedico mi tiempo a intentar tener una vida diferente en la que siempre esté alegre o sonriendo. Doy por hecho que todo esto no existe, lo que a su vez me da la suficiente paz para no querer algo más grande que la vida. Y la vida no es solo una parte de la vida sino todo lo que ocurre y me ocurre en esta vida.

Por otro lado creo que disfruto mi presente porque vivo una vida lenta. No hablo de que vaya más despacio por la calle o de que tarde mucho más en hacer las cosas, hablo de que soy consciente de lo que vivo y aprecio la belleza de las cosas. Todo esto me ha aportado variedad y perspectiva pero sobre todo foco y atención constante. Si como, como. Si duermo, duermo. Si trabajo, trabajo. Si abrazo, abrazo. Todo esto así sin más es lo que observo que la mayoría de personas nunca tiene. Muchas personas se preocupan por la productividad o por explotar al máximo su tiempo. Mientras casi todo el planeta busca hacer más cosas en menos tiempo, yo solo vivo para hacer menos cosas en más tiempo. También esto me aporta mucha paz y creo que le aporta mucha más aún a todas las personas y empresas a las que sirvo.

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