por David Criado | Mar 26, 2011 | HUMANISMO y TALENTO
Albert Einstein sonriendo al mundo
A propósito del sugerente y genial post de @virginiog titulado “La comunidad: la nueva forma organizativa que define al líder” ayer mismo reflexionaba acerca del papel que los llamados “jefes” deben tener en las nuevas organizaciones basadas en meritocracia, gestión transparente de conocimiento y openmind. Por la noche cené con unos amigos y hablamos sobre el tema. ¿Qué esperamos de la gente que ha liderado hasta ahora las organizaciones? Estamos acostumbrados a una gestión autocrática que define directrices incuestionables, a una jerarquía férrea basada en la asunción y el cuidado receloso de los secretos, ¿qué será del jefe cuando las organizaciones asuman que el flujo de conocimiento e ideas es clave para la mejora continua y real de la sostenibilidad del negocio?. Nuestra conclusión fue que el cambio puede tardar pero llegará, que necesitamos facilitadores y no líderes, que debemos fomentar la gestión distribuida. Cuando hace unos días hablábamos en twitter sobre que cada uno de nosotros debe ser marketer de la marca con la que debe identificarse, esto implica que debemos estar contentos, satisfechos y motivados con el trabajo que realizamos, que debemos trabajar de forma sostenible evitando rotaciones y ritmos de trabajo discontinuos, que debemos sobre todo sentirnos útiles y escuchados, valorados.
Los grandes referentes del siglo XX eran iconos que habían fraguado su valor a base de esfuerzo, pertenecían a esferas de conocimiento relegadas cuyo trabajo no tenía aplicación directa en las disciplinas humanas de trabajo. Tal vez el pensamiento de Einstein, el desubrimiento posterior de los agujeros negros o la formulación de la estructura atómica nos ayuden a comprender mejor nuestra realidad y la realidad de nuestras relaciones. Incluso en equipos de trabajo, SOBRE TODO en equipos de trabajo. Ya no sirve el látigo porque lo que necesitamos no son muros sino puentes tal y como un joven refugiado de Cisjordania comentaba ayer en el telediario. Eso que es fundamental para nuestra vida diaria, lo es también para nuestro trabajo. No podemos desvincular o abstraer nuestro trabajo de nuestra vida: necesitamos ser emocionalmente felices y saber que mentalmente podemos ayudar y contribuir. Incluso (y tal vez sobre todo) los trabajos más productivos, aquellos que pueden resultar más repetitivos, son susceptibles de contribuir a la mejora de los procesos y de la influencia de nuestro trabajo en nuestra vida. Dedicamos mucho tiempo a trabajar, es hora de dedicar todo el tiempo a lograr un mismo objetivo dual: ser felices y sentirnos realizados y hacer que las organizaciones y estructuras en las que participamos salgan adelante de una forma humanamente viable. Necesitamos diseñar y rediseñar negocio continuamente, replantearnos máximas y preceptos aceptados tal y como nos enseña Header Fraser en su documento Business Design: Becoming a bilateral thinker Se trata de fomentar ese pensamiento lateral que nos hace ser productivos y creativos, esa motivación intrínseca que elimina barreras, o esa empatía que promueve la mentalidad abierta a través de la colaboración multidisciplinar. Porque si desarrollas tu actividad en un puesto de trabajo concreto seguramente debas conocer la realidad de otras líneas y unidades. Levántate y colabora, busca información e ideas de otros que te serán de ayuda. Seguimos pornunciando el WE ARE SMARTER THAN ME por encima del desengaño y el carácter acomodaticio. Co-crear es vital. Promueve inteligencia emocional donde solo veas mentalidad a corto plazo y falta de perspectiva. Visualiza y mapea ideas, acepta críticas y empápate de otros. Habla a tu red de contactos inmediata y amplíala, promueve la síntesis y la intuición, la fe en el cambio. Aprende a escuchar con tolerancia para saber hablar con coherencia. Facilita que se produzcan mejoras, no lideres objetivos.
Aprendamos en nuestras organizaciones de ese gran ejemplo histórico que es la Historia de la física moderna. Cuando hace 350 años Newton formuló la ley de la gravedad, nadie creyó que fuera a superarse una concepción tan firme de nuestro universo. A principio del siglo XX Albert Einstein formuló reformuló la concepción macroscópica de nuestra realidad. Cuando todo parecía conocido y el electromagnetismo y la relatividad general eran lo esencial, en la década de 1940 el mundo dedicó su investigación y esfuerzo al mundo microscópico y descubrió la enormidad de la fuerza nuclear y la fuerza débil de los átomos que completaban el panorama físico hasta nuestros días. Sabemos qué puede esperarnos: la teoría de cuerdas, la unificación que soñó Einstein y que recluido en su casa no supo lograr. No nos rendimos, queremos comprender e interactuar conscientemente con nuestro universo; del mismo modo no podemos abstraernos de las estructuras y organizaciones que son la base de nuestra sostenibilidad. Si no son emocionales, si no son humanas ni permeables, no seguirán siendo organizaciones…
por David Criado | Ene 29, 2011 | HUMANISMO y TALENTO
“Quiero evitar la baldosa que baila y va y me pisa el pie el invierno. Tú me dirás que son cosas que pasan igual que pasa esta otra ambulancia. Voy a quitar todas estas zetas del sopor que te infunden mis letras. La próxima vez que levantes las cejas de incredulidad que sea al mundo y no a mi condición de aturdido. Encuentro que todo está perdido. Pero ahora que el mal ya está hecho lo bueno va a encontrar su oportunidad. Ahora tú no dejes que hable. Te debo un baile y no una explicación. Nunca te voy a pedir que confíes en mí.”
Canción Te debo un baile, Cuaresma, Nueva Vulcano (2010) interpretada por The New Raemon
Que la actitud marca la diferencia, aparte de ser la recurrencia del branding de mi actual empresa, es una realidad demoledora. No soy nada importante salvo por el hecho de que soy fundamental. A pesar de ser un dememoriado, procuro no olvidar que la red que compone mi tejido más sólido está formada por diminutas conexiones completamente imprevisibles que dependen de mi capacidad personal para captar. sugerir y motivar. Si he de controlar algo, hacerme dueño de alguna realidad para sentirme tal vez dueño de mí mismo, me gustaría no controlar nada de esto. Mi red une conjuntos de neuronas personales para intentar pensar de forma colectiva. Es magia y explicarla o controlarla no favorece su misterio. Para esta red necesito por lo general de algún tipo de ayuda (software, estructura,…), de una dedicación casi completa (#culturared) pero sobre todo de voluntad para cambiar y mejorar. Los grandes sistemas y estructuras no son rígidos sino estables.
Interpretación del árbol torcido de Tamaraceite (Las Palmas de Gran Canaria) Dibujo de Ángel Casas
La estabilidad depende de la resistencia y la adaptación al cambio. Los mejores tejidos son capaces de adaptarse a su entorno y ser ligeros. Si en una empresa generamos grandes aparatos y artefactos burocráticos estaremos matando lentamente la capacidad de improvisación y el ejercicio de creatividad diariamente necesarios para que un árbol vivo no pueda convertirse en ataud. Del mismo modo que es fácilmente comprensible que el éxito de las grandes organizaciones estará ligado a la capacidad de motivar y favorecer talento, en nuestra propia vida hay un vínculo indisoluble entre lo que esperamos y lo que podemos recibir. De alguna forma elegimos nuestro camino gracias a la enorme cantidad de variaciones con las que nos moldea el viento. Mi abuela Pepa siempre me decía “Abrígate, hace frío” aunque estuviéramos en julio. Su virtud era la supervivencia por defecto y estoy seguro de que quería protegerme pero inconscientemente yo jugaba siempre al fútbol en mangas de camisa. Me constipé y me resfrié, cai enfermo varias veces pero sin duda disfruté grandes y épicos partidos durante horas y horas de alegría. Proteger es siempre necesario, disfrutar de uno mismo es fundamental. Tal y como os comentaba ayer, la muerte de las pequeñas cosas marca siempre el comienzo de la agonía de todo lo importante.
Del mismo modo que el árbol de Tamaraceite que vemos en la imagen es esculpido por el aire, podemos luchar contra el viento o aceptarlo y disfrutar de su presencia. Podemos agazaparnos tras nuestros parapetos (categorías, posiciones sociales, estatus, grupos, ideologías) o buscar una vía común para un entorno sostenible. Compartía con la blogosfera en la mañana de un viernes yendo hacia el trabajo la siguiente idea:
Cada día que el sol amanece en tu vida, comienza a reproducirse la película “Dead poets´society“. Tú eliges ser ese ilusionado y rebelde profesor o el amargado director del instituto.
Mi reflexión de hoy tiene que ver con esa cita de Séneca, divinidad cordobesa y tutor de grandes líderes romanos, que compartía con nosotros el gran @albarte “Ningún árbol es fuerte sin continuos vientos pues con ellos se fortifican sus raíces“. Seguiremos trabajando en agitar y levantar más viento contra el resto de árboles y en abrazar y recibir con rigor el viento ajeno porque tal vez ese sea nuestro único deber…
por David Criado | Ene 16, 2011 | HUMANISMO y TALENTO
Cámaras del corazón
Cuando uno sabe quien es está preparado para saber quién no quiere ser #prejuiciospropios vorpalina en twitter, 4:24 h., 14 de enero 2011
Este parece ser el roadmap real de nuestro sistema circulatorio a día de hoy y tras siglos de investigación científica:
“El corazón contiene 4 cámaras en las cuales fluye la sangre. La sangre entra en la aurícula derecha y pasa a través del ventrículo derecho, el cual bombea la sangre a los pulmones donde ésta se oxigena. La sangre oxigenada es traída de nuevo al corazón por medio de las venas pulmonares que entran a la aurícula izquierda. De allí, la sangre fluye al ventrículo izquierdo, el cual la bombea hacia la aorta que distribuye sangre oxigenada a todas las partes del cuerpo” Pero amig@, si no tienes corazón, ¿de dónde fluirá tu sangre repleta de colesterol y miedo?.
Tengo un problema de base que no me permite sobrevivir con la destreza que mi entorno profesional y personal me demanda o dice requerir. Soy altamente intolerante. No tolero la violencia, la injusticia, el engaño, el cortoplacismo de los interesados, el cinismo de la doble vía, la rancia falta de creatividad impuesta, la carencia de ilusión, el homicidio de los sueños, el puedo y no quiero, el conformismo de los acomodados, la amargura autoinducida y contagiosa, el clasismo, el esclavismo, el fomento del miedo y la desconfianza, la mistificación del líder, y por encima de todo la anterior las sobredosis masivas de jerarquía y racionalidad dentro de la caja. Cada año que pasa me cuesta más adaptarme a ambientes totalmente adversos y contrarios a mi forma de pensar y trabajar para cambiar el mundo. Tengo dos opciones: claudicar o motivarme. Digo “motivarme” porque entiendo que debe resultar dificil que otros me motiven a juzgar por la escasez de personas que han logrado valorarme. Y no es porque crea que yo tengo valor, sino porque creo que al menos se me debe valorar. El problema es que soy más intolerante cuanto más autorizado me siento para cambiar de forma eficiente y efectiva la realidad que me circunda. Pequeños prejuicios sin apenas importancia para la mayor parte de empresas del tejido laboral me hacen sentirme cada vez más autorizado: formación, experiencia laboral, actitud crítica, inquietud y conocimiento. Dadas estas circunstancias por el momento no he visto una forma más eficaz y gratificante de motivarme que tener buen corazón. Algo no obstante inútil para una gran colección de ejecutivos. Por el momento quiero hablaros de un segundo problema que también me pesa.
Además de ser altamente intolerante no quiero sobrevivir sino vivir. Otro problema. En la cultura mesoamericana era frecuente y aceptado sacrificar y cortar la cabeza del enemigo para exhibirla junto a otras en las plazas de victoria justo a la entrada de las ciudades. Los jefes militares devoraban las vísceras de los jefes cautivos para absorver su fuerza y su energia. Esta práctica que nos parece brutal y es en efecto sanguinaria desde una perspectiva moderna, se reproduce de forma fiel y mucho más sibilina, procaz y dolorosa en las organizaciones actuales. Sometido a una presión de tiempos imposibles, con una multitud de tareas inventadas, fronteras invisibles y grandes artificios, el trabajador crítico se inmola o se disuelve entre la masa de seres conformistas. Sin poder aportar nada y con un elevado peso fruto de la frustración, se hunde y se diluye porque el componente químico de los acomodados es enormemente corrosivo. Una vez su fuerza se diluye y es absorvida por los homicidas, la historia de su esfuerzo se proscrive y se convierte en un trofeo. Los cotos de caza son extensos y la mayoría de piezas se cobran muy baratas. Solo en algunas ocasiones una rebeldía innata, incapaz de doblegarse, adquiere dimensiones místicas y evoca la heroicidad grecolatina de quienes saben que su destino cierto es un oscuro precipio y caminan altivos hacia él. Demandan tiempo para una conciliación real entre su vida personal y laboral, piden que se respeten sus derechos o simplemente libertad para no sentirse culpables por disfrutar del tiempo libre. Realmente son unos descerebrados, no entienden que “esto es lo que hay” y se niegan a aceptar que no pueda “haber” otro entorno más humano y más real. No participan de la entelequia impuesta, carecen de las mismas armas y del respaldo incuestionable de los continuistas. Predican el esfuerzo, la especialización y el mérito por encima del dominio de la burocracia y la perpetuidad de los prejuicios aceptados. Quieren compartir conocimiento y no apropiarse de él para su beneficio propio; buscan ecosistemas sostenibles en los que se pueda convivir y no espacios infames en los que competir por el cuerpo de un cadáver. Estos locos idealistas con un buen corazón, qué poco efectivos son y qué inservibles… ¡Sacrifiquémoslos, colguemos de baras puntiagudas sus cabezas y que todo el mundo escarmiente con su ejemplo!
Más allá de la ironía me canso en algunos momentos – generalmente tras chocar varias veces contra un mismo molino- de ser un inadaptado. Sin embargo prometo seguir siéndolo. No hay molino tan grande que me impida chocar mi fe y mi ilusión contra su muro. La prueba es que me alimento de nuevas esperanzas con la idea insana de disfrutar como un niño cada vez que encuentro algún alma gemela que ha vivido o vive con la misma angustia. Un mundo que no comprende ni acepta a los que quieren mejorarlo, es un mundo agónico incapaz de crecer o seguir vivo. Quiero ahora compartir con vosotros un artículo que es para mí carbón de sueños para continuar adelante y fomentar un mundo mejor. A los amargados que continúais amargando y siendo grises, tomad este artículo como un desafío que sois incapaces de asumir. Seréis ricos y socialmente reconocidos (si no lo sois, es que ya sois directamente tontos) pero qué pobreza y soledad os espera al llegar a casa cuando ningún artificio ni máscar ya os proteja. El artículo apareció en forma de columna sin párrafos ni grandes fuentes hace ya algunos años en la contraportada de El País, me emocionó y lo conservo plastificado bajo mi vade de escritorio junto a algunos recuerdos y recortes. Desconozco el día exacto en el que apareció pero es para mí una constitución tan válida como cualquier texto jurídico o política corporativa absurda lo es para esos otros. La columna está escrita por Manuel Vicent y dice así:
Corazón
Tener buen corazón, una cualidad de la que no se es responsable, se ha convertido hoy en un grave obstáculo para afrontar la vida moderna. Si un joven llega a este perro mundo con un natural demasiado benigno y se encuentra que su círculo social está formado por gente neoliberal instalada bajo el imperio del pensamiento único, tendrá que soportar ciertas sonrisas irónicas cuando en cualquier sobremesa empiece a dolerse de los desheredados de la tierra, del desecho de la globalización. Aunque nadie niegue que es un buen chico, sin duda lo tomarán por un idiota. ¿Qué más quiere, si ya tienen un Patrol para ir a la discoteca? En efecto, tiene un Patrol y un corazón de oro: no puede evitar la congoja que siente ante la miseria de la humanidad. Ha ido a Seattle y a Praga pero no ha roto ningún escaparate. La situación de este joven se complicará mucho más si trata de llevar su bondad a la política. No tendrá otro remedio que horrorizarse cuando vea que unos señores sonrosados, con mantequilla hasta las orejas, bombardean a unas gentes miserables del Golfo o de los Balcanes como si fueran cucarachas. En la barra del bar algún amigo le preguntará con insolencia de parte de quién está. Por supuesto, su buen corazón estará siempre del lado de las víctimas, pero ahora no sabe realmente dónde se hallan, porque él odia tanto las bombas como los tiranos. El joven experimentará por primera vez la sensación de vivir a la intemperie, sin ninguna protección ideológica, sólo que le da por apoyar siempre a cuantos se rebelan. De pronto oirá que le llama pacifista, alma blanca o, simplemente gilipollas, y esto le llevará a plantearse la siguiente cuestión: ¿por qué nunca consigo ser de los nuestros?, ¿arrastraré algún trauma infantil debido a un mal destete? En medio de su confusión oye un insulto nuevo. Le han llamado “equidistante”. En este caso el joven de buenos sentimientos sólo quiere que ETA dejara de matar, que el odio no se sumara al fanatismo, que no se llegar al enfrentamiento crispado en la calle, que el Estado tuviera la suprema fortaleza de sentar a la mesa a unos terroristas para que las pistolas fueran sustituidas por las palabras, porque un fanático armado es el mal absoluto, nada hay más allá, y sólo puede ser neutralizado cuando la política se convierte en un arte. A este joven su buen corazón siempre le pierde. Le dicen: eres un buen muchacho, pero no entiendes nada.
Manuel Vicent en el diario El País
por David Criado | Dic 28, 2010 | HUMANISMO y TALENTO
Vladimir Propp, erudito, filólogo y etnólogo soviético.
Reposo en un lugar apartado del mundanal proyecto en la casa de mis suegros y sustraigo (por no decir “robo con fruición y alevosía”) un libro de la estantería de la habitación en la que duermo. El libro reza “Gramática de la fantasía”, el autor Gianni Rodari, un fenómeno revolucionario en sí mismo. Había oído hablar del libro pero más aún de su autor. Cojo el volúmen del estante y lo desperezo. Tras saltar las páginas de cortesía, ojear la editorial y el año de edición, me decido a explorar el interior auténtico. Comienzo a leerlo por encima con la intención de hacer un expurgo inicial o sustraerlo con solución de continuidad (por no decir “robarlo hasta que acabe de memorizarlo y devolverlo a su estante original si es que no quiero poseerlo como un testimonio más de mi biblioteca personal”). Decido lo segundo -sustraerlo con solución de continuidad- gracias al siguiente extracto del libro realmente inspirador y en el que habla de la importancia de la diversión y la libertad en el ejercicio de la investigación creativa entre otra suma de cosas en las que os recomiendo profundizar. En este fragmento del capítulo 22 Gianni Rodari habla del señor que tienen ustedes a la derecha de este artículo. Lean, disfruten y extrapolen a nuestra realidad actual parte del sistema de Propp tal y como yo -mentalmente- lo he hecho:
(…)
Capítulo 22: Las cartas de Propp
Un aspecto característico del genio de Leonardo, que encuentro brillantemente expuesto en un artículo de la revista “Scienze” (edición italiana de “Scientific American“), lo constituye su capacidad para considerar, por primera vez en la historia, una máquina cualquiera no como un organismo único, un prototipo irrepetible, sino como un conjunto de máquinas más simples.
Leonardo “descompuso” las máquinas en elementos. En “funciones”. De esta manera logró estudiar por separado, por ejemplo, la “función” del rozamiento, y este estudio le llevó a proyectar conjuntos esféricos y cónicos, e incluso cilindros troncocónicos, que tan sólo han sido fabricados en tiempos muy recientes, para el funcionamiento de los giroscopios indispensables para la navegación aérea.
Con estudios de este tipo, Leonardo lograba incluso divertirse. Recientemente ha sido descubierto su dibujo de una invención burlesca: un “amortiguador para frenar la caída de un hombre desde lo alto”. Se ve al hombre caer, no se sabe dónde, frenado por un sistema de cuñas ligadas entre sí y, en el momento final de la caída, por una bala de lana, cuya resistencia al golpe se mide y controla por una última cuña. Es muy probable por tanto que deba atribuirse a Leonardo también la invención de las “máquinas inútiles”, construidas por juego, para realizar una fantasía, diseñadas con una sonrisa, momentáneamente opuestas y rebeldes respecto de la norma utilitarista del progreso técnico científico.
Algo similar a la descomposición de Leonardo de las máquinas en sus “funciones” ha hecho, respecto a las fábulas populares, el etnólogo soviético Vladimir Ja. Propp, en su obra Morfología della fiabe y en su estudio La transformazione della fiabe di magia.
Propp es también famoso por su libro Le radici storiche dei racconti di fate, en que expone de manera clara y, por lo menos desde el punto de vista poético, convincente, la teoría de que el núcleo más antiguo de las fábulas mágicas deriva de los rituales de iniciación usados en las sociedades primitivas.
Lo que las fábulas narran -o, lo que esconden al final de su metamorfósis- sucedía antiguamente: cuando llegaban a cierta edad, los niños eran separados de la familia y llevados al bosque (como Pulgarcito, como Nino y Rita, como Blancanieves)… donde los brujos de la tribu, vestidos con ropas horripilantes, con la cara cubierta con horribles máscaras (que a nosotros nos hacen pensar en magos y brujas)… los sometían a pruebas difíciles y frecuentemente mortales (como las que todos los héroes de las fábulas encuentran en su camino)… los jóvenes escuchaban las narraciones de los mitos de la tribu y recibían las armas (los dones mágicos que en las fábulas seres sobrenaturales dan a los héroes en peligro)… y finalmente regresaban, frecuentemente con otro nombre (también el héroe de la fábula vuelve a veces de incógnito)… y haían adquirido la madurez para casarse (igual que en las fábula, que nueve veces de cada diez acaban con un banquete de bodas)…
En la estructura de la fábula se repite la estructura del rito. Y precisamente de esta observación Vladimir Propp (y no sólo él) deduce la teoría según la cual la fábula ha empezado a vivir como tal, cuando el antiguo rito ha caído, dejando solamente la leyenda (…)
(…) En el sistema de Propp las funciones son treinta y una, y son suficientes, con sus variantes y articulaciones internas, para describir la forma de la fábula:
- alejamiento
- prohibición
- infracción
- investigación
- delación
- trampa
- connivencia
- mutilación (o carencia)
- mediación
- consenso del héroe
- partida del héroe
- el héroe sometido a la prueba del donador
- reacción del héroe
- donación del atributo mágico
- transferencia del héroe
- lucha entre el héroe y el antagonista
- el héroe marcado
- victoria sobre el antagonista
- reposición de la mutilación o carencia inicial
- regreso del héroe
- su persecución
- el héroe se salva
- el héroe llega de incógnito a casa
- pretensiones del falso héroe
- al héroe se le impone una misión difícil
- ejecución de la misión
- reconocimiento del héroe
- desenmascaramiento del falso héroe o del antogonista
- transfiguración del héroe
- castigo del antagonista
- boda del héroe
Naturalmente no en todas las fábulas están presentes todas las funciones: en su sucesión hay saltos, agragaciones y síntesis, pero no contradicen la línea general. Una fábula puede empezar con la primera función, con la séptima o con la octava, pero -si es suficientemente antigua- es difícil que salte atrás para recuperar los pasajes olvidados.
La función de “alejamiento”, que Propp indica en primer lugar, puede ser cumplida por un personaje que se aleja de casa por cualquier motivo, un príncipe que parte a la guerra, un padre que muere, que va al trabajo (aconsejando a los hijos – he aquí la “prohibición”- no abrir la puerta a nadie, o no tocar una determinada cosa), un mercader que inicia un viaje de negocios, etcétera. Cada “función” puede contener a su contrario: la “prohibición” puede estar representada por una “orden” positiva.
No desarrollaremos más nuestras observaciones sobre las “funciones” de Propp si no es para sugerir, a quien lo desee, un ejercicio que consiste en confrontar su secuencia con la trama de cualquier film sobre las aventuras del Agente 007: se podría asombrar de la gran cantidad que encontraría casi en el mismo orden. Tan viva y extendida está la estructura fabulosa en nuestra cultura. Muchos libros de aventuras tienen igualmente la misma estructura.
(…)
Un texto admirable. Me dedicaré a leerlo en los próximos días junto con el resto de lecturas. Os dejo más abajo la reseña bibliográfica. Gianni Rodari es un referente pedagógico para profesionales de la educación. Sobre la polémica Lévi-Strauss y Vladimir Propp, recomiendo también leer el libro de la Editorial Fundamentos.
Fuente bibliográfica:
Gramática de la fantasía: Introducción al arte de inventar historias, Gianni Rodari, Hogar del libro, Colección REFORMA DE LA ESCUELA, 1985, ISBN 84-7279-217-X , D.L. B 41.222 – 1985 Trad. Carlos Alonso y Adela Alós del libro Grammatica della fantasia, Giulio Einaudi, Torino, 1973