por David Criado | Sep 24, 2018 | DESARROLLO PERSONAL

«No me preocupa ser un desconocido. Busco ser digno para ser conocido»
K’ung-fu-tzu (Lún Yǔ, s.V a.C)
Hoy comparto abiertamente contigo, lector o lectora, la mayor parte de todas mis creencias. Estas son las asunciones básicas de las que parto. A partir de ellas vivo, fuera de ellas me siento en algún sentido muerto. De acuerdo a mi experiencia hay muchas más cosas que unen a todas las personas -sin excepción- que las que las separan. Espero que este artículo sea gran testimonio de ello y consecuentemente sirva como bálsamo diario para las relaciones personales y profesionales que usted promueve o que frecuenta.
Nos une que vivimos, que morimos, que amamos y que nos equivocamos. Nos une que somos volubles, frágiles, insignificante, poderosos. Nos une que somos ignorantes y también nos une que compartimos los mismos miedos e idénticas aspiraciones.
En un mundo donde una gran cantidad de personas invierte todo el tiempo de sus vidas en hallar y cultivar las diferencias, confieso que personalmente a mí se me suele dar fatal encontrarlas. Ni siquiera soy capaz de verlas a través de los maravillosos retratos del proyecto Humanae de Angélica Dass que ilustran este artículo. Invito a hablar conmigo a todas esas personas, naciones u organizaciones que se creen o viven para ser diferentes. En verdad no veo en ellas maldad sino ignorancia, falta de conocimiento real sobre las cosas. Creo esto porque en mi caso cada nueva lectura, cada nueva experiencia y cada nuevo viaje no hacen más que confirmar mi creencia de que nosotros, las personas, compartimos algo más que un cuerpo y una misma especie. Todos -no me cabe duda- somos también uno en valores. Sobre esta creencia articulo todas mis intervenciones.
Comenzamos.
Esto es un buen resumen de todo aquello en lo que creo y todo aquello por y para lo que me levanto a vivir y trabajar a diario. Articulo mis intervenciones y mi vida en función de ello. Más en concreto creo verdaderamente ser y vivir para practicar todo esto que sigue. El hecho de ser entendido como un igual en todos los lugares en los que he estado, habla de la importancia auténtica de todas estas cosas para mejorar el desarrollo personal de cualquiera que se pretenda hacerlo :
BONDAD y HÁBITO. En una ocasión Zizhang preguntó al maestro K’ung-fu-tzu en qué consistía la verdadera virtud. Esta fue su respuesta:
«Ser capaz de practicar cinco cosas en cualquier lugar bajo el cielo constituye la virtud. Estas cinco cosas son la seriedad, la generosidad, la sinceridad, el ímpetu y la bondad. Si eres serio no te faltarán al respeto. Si eres generoso lo ganarás todo. Si eres sincero las personas depositarán su confianza en tí. Si eres impetuoso lograrás mucho. Si eres amable podrás utilizar los servicios de los otros.»
Desde entonces cualquiera de mis hermanos confucionistas y yo erramos sin temor. Lo hacemos porque defendemos que Li Ren, la práctica diaria de la bondad y el hábito son los dos nobles senderos. En un mundo repleto de ruido y confusión, el silencio se ofrece como la primera y última esperanza. Cuando todo el mundo quiere explicar algo, la naturaleza de las cosas nos invita simplemente a observar y aceptar primero la existencia de ese algo. Es hoy cuando las viejas palabras del maestro Candrakîrti adquieren más sentido: «La más noble verdad es el silencio«.
AUTOCONOCIMIENTO, ATARAXIA y LOCUS DE CONTROL. Los estoicos que nos hemos sucedido desde Zenón de Citio y Crisipo solemos decir que existen cuatro virtudes: sabiduría prudente, templanza, valor y justicia. Para nosotros el hábito de praemeditatio malorum tiene una significación relevante en la conquista diaria de la salud mental y la virtud. Ser capaces de anticipar el sufrimiento o el dolor e incluso de practicar la consciencia y aceptación del dolor nos ayuda a mitigar y controlar el sufrimiento. Saber qué es nuestra responsabilidad y qué no es nuestra responsabilidad es una vía valiosa para alcanzar la tranquilidad de espíritu desde que nuestro maestro Epicteto nos la enseñara. Por añadido los estoicos sabemos que el deseo incontenible y constante es la causa principal del dolor y buscamos con nuestros actos poder vivir con imperturbable ánimo y actitud tranquila ante las cosas. Aunque a veces no lo logramos este es nuestro camino.
PRESENCIA y DESAPEGO. Todos los budistas sabemos de hecho que la consciencia es uno de los seis sentidos humanos que santifican nuestros actos. Con el fin de conquistar cada día la consciencia y romper el círculo del sufrimiento constante, amanecemos y anochecemos recorriendo el octuple camino. De hecho todos los budistas tibetanos conocemos que el nirvana se alcanza en comunión continua de los actos, y todos los budistas zen hablamos de igual modo del satori, la iluminación a través de la presencia. Y nada de esto llega a través del apego a las personas, los actos, las ideas o las cosas. Dejar ir es dejar llegar.
COMPASIÓN, HERMANDAD y SACRIFICIO. Todos aquellos que crecemos a partir de la palabra de Jesús somos conscientes del valor del sacrificio y la compasión toda vez que elevamos la vista en alguno de nuestros templos y observamos la presencia de la cruz. En nuestro momento más amargo nos acompaña siempre el sermón de la montaña o su comportamiento al ser traicionado o su petición de perdón para aquellos que le martirizaban. Por contra en nuestro momento más alegre recordamos que lo más sensato es la humildad. No puede llamarse cristiano alguien que viva entre nosotros y no comparta su pan con el extraño. Si verdaderamente alguno de nosotros dice ser discípulo de Cristo no tratará nunca de imponer su voluntad por la violencia verbal o física. Porque nosotros no damos para recibir. Nosotros no golpeamos para ganar porque no necesitamos hacerlo. Sobre todo no necesitamos responder a los que nos critican o golpean. En la familia de la vida solo vemos hermanos. No es nuestro éxito en conseguir vivir de acuerdo a esto lo que nos hace cristianos, sino nuestra voluntad auténtica de cometer errores, reconocerlos y pedir perdón por ellos para luego vivir en consecuencia.
VACUIDAD y EQUILIBRIO. Cuando era un joven novicio en la práctica del Tao (hace apenas un minuto y hasta el día de mi muerte) el maestro Zhuang Zi me enseñó que la confusión del ánimo y las ataduras de la mente se disipan practicando la no acción. Actuar solo cuando no se puede actuar menos, eso es la virtud (Libro XXIII, IX). A menudo nos hallamos buscando la respuesta hasta que tras mucho meditar encontramos que cada uno de nosotros es la respuesta. Nuestros actos hablan más de mí que todo lo que puedan decir el resto de personas. Lo que nos aporta equilibrio es conocer la íntima relación entre el todo y la nada, pero sobre todo el hábito de desnudar nuestra mente de complejo pensamiento. Dice nuestro Dao De Jing «El uso de la fuerza solo atrae la fuerza. El camino del cielo es saber vencer sin combatir, responder sin hablar, atraer sin llamar y actuar sin agitarse«. Así vivimos.
CIRCULARIDAD y PERSPECTIVA. Cuando los hinduistas hablamos de la práctica meditativa de la autodisolución, es porque aquellos que llamamos sadhus nos enseñan a despertar de la ficción del ego y nos invitar a convertirnos cada día en un centro de percepción consciente. Para nosotros solo hay certeza en el ser y todo aquello que hacemos determina cada resultado o premio de la vida que obtenemos. Esto no solo en nuestra vida actual sino en el ciclo infinito de vidas que mantiene el universo. Cuando hablamos de energía, nos referimos de hecho a la relación plena que existe entre las cosas.
EXPERIMENTACIÓN Y CONTRASTE. Nosotros los científicos creemos que la virtud se alcanza con el método, con la experimentación contrastada y probada de todas nuestras tesis. Así es como hemos explicado el movimiento de los planetas, la ley de la gravedad y la existencia de bacterias. Creemos en que la vida es evolución constante y adaptativa. Por tanto nuestra certeza reside en la aceptación del cambio. Para nosotros todo se reduce a la existencia de elementos en continua interacción de acuerdo a unos principios. Llevamos esta creencia -que es nuestra certeza- a cualquier dimensión, desde las diminutas células y tejidos a las constelaciones. Así es como estudiamos el movimiento de las mareas y como somos capaces de hacer volar aviones.
COSMOPOLITISMO, ASKESIS, AUTARQUÍA y PARRESIA. Desde que Antístenes nos dejó nosotros los cínicos creemos en la utilidad directa de la práctica, en la aceptación y guía de la naturaleza y no de las convenciones humanas. Somos ciudadanos del mundo entero, hermanos de todas las personas sin distinción de razas o naciones. Nos confrontamos con las personas sin temor para poner a prueba nuestra ecuanimidad. Confrontamos a las personas con sus ideas y por eso sabemos que todos los humanos somos absolutamente idiotas. Creemos que partir de esta base y no de la base de que todos somos tremendamente inteligentes, paradójicamente nos da sabiduría. Nuestra felicidad no está en otros ni en las cosas sino en nuestra capacidad de no necesitar mucho más que lo que somos. Diógenes de Sinope, nuestro gran maestro, no presumía de ser el mejor de los humanos sino que cada día por las calles lo buscaba. Procuramos hablar y actuar con claridad y franqueza sin necesidad de excusarnos porque la parresia es nuestro lenguaje.
SENCILLEZ, CARIDAD, AUTOCONTROL y TOLERANCIA. Nosotros los musulmanes practicamos una filosofía de vida sencilla. Nuestros edificios y casas lo son como lo son nuestros actos. Creemos que la fe está en los actos y no en los pensamientos. Creemos que la naturaleza del hombre y la mujer es la misma y no creemos en el sometimiento de uno a otro (Noble Quran 3:195). Nuestro valor nuclear es la familia, la que somos capaces de crear, cuidar y entender a lo largo de toda nuestra vida. No creemos porque un tipo llamado Adán se equivocara, el resto de la humanidad viva en pecado o en error. Antes bien, creemos que cada persona es responsable de todo lo que hace y responde ante otros y ante sí mismo de ello. Los verdaderos musulmanes creemos que todas las creencias deben tolerarse sin imposición ni miedos (Noble Quran 109:6). A lo largo de la historia hemos entendido la ciencia como impulsora de la razón y la opinión crítica, valores nucleares del Islam. Incluso en tiempos de conflicto, nosotros los musulmanes creemos en el perdón, en la caridad obligada y vivimos para la conquista de la paz. De las dos yihad que practicamos, lo que llamamos Gran Yihad consiste en que cada uno de nosotros luche contra sí mismo para hallar la virtud en el obrar con otros a diario.
PLACER y SATISFACCIÓN. Todos los epicúreos creemos en el cultivo y la búsqueda del placer significativo. No tememos la muerte porque es parte de la vida y no tememos a los dioses porque vivimos de acuerdo a nuestra naturaleza, no a la de ellos. No nos preocupamos de la vida después de la muerte sino que nos ocupamos en la vida antes de la muerte. La maldad no existe en sí misma, creemos que no hay personas malas o que actúan con maldad sino que existen personas ignorantes. La ignorancia garantiza sufrimiento, la práctica del placer consciente propio y ajeno es nuestra felicidad. Nos entusiasma disfrutar con moderación de los deseos naturales que necesitamos (comer, beber, dormir,…). Pero el placer derivado de buscar estos deseos es voluble; una vez satisfechos, desaparecen. Por eso vivimos sobre todo para buscar placeres estáticos: conversaciones, relaciones humanas saludables, realización personal… En realidad por todo esto sabemos que los deseos vanos que nos ofrece a raudales la sociedad actual como la fama, el poder o la riqueza son muy difíciles de satisfacer y no tienen límite.
NATURALEZA y HUMILDAD. Nosotros los sintoístas, los nativos indígenas americanos y los aborígenes africanos y melanesios creemos en la fuerza y la presencia continua de la naturaleza, en una constante vida que está dentro de nosotros y que nos rodea. Creemos que somos una parte diminuta de todo lo que existe y que debemos en consecuencia humildes. Vivimos conectados al mundo en el que nacemos y morimos. Rezamos al sol, a la luna, a la tierra, al mar y los ríos y tratamos de vivir en comunión con nuestros hermanos animales. No nos creemos una parte diferente o especial del mundo sino un elemento más en el transcurso diario de las cosas. Nacemos de la tierra y nos disolvemos en ella al morir. No negamos el conflicto porque es parte de la vida, lo interiorizamos. Cualquier cosa alejada de la naturaleza no es hogar.
RESPONSABILIDAD PROPIA y RECTITUD. Nosotros los judíos creemos que hay algo que no podemos entender con certeza, cuya forma no es representable y cuyo nombre apenas es pronunciable, que nos mantiene vivos y sujetos a la naturaleza. Es el principio y el fin de todo, nos creó y mantiene la relación entre las cosas. Creemos que la virtud consiste en honrar con nuestros actos la vida que nos fue dada por nuestros padres. No nos está permitido matar, ni robar y consideramos un error mentir. Creemos que la envidia o la codicia por algo que es de otro o forma parte de su vida es el camino más rápido para perder la salud mental.
Espero que este artículo te haya resultado interesante.
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por David Criado | Sep 12, 2018 | DESARROLLO PERSONAL

«No debemos aspirar a un placer puro: tanto el placer como el sufrimiento forman parte del viaje»
De su ensayo «Viajar», escrito por el maestro Herman Melville,1859
Me adentré en la selva porque quería conectar con mis orígenes, acercarme a nuestra milenaria condición de cazadores. Quería averiguar de algún modo si esa condición aún existía y si los últimos supervivientes de esa tradición pre-agrícola todavía veneraban sus costumbres. Necesitaba convivir con mis antepasados hasta poder comprenderles como hermanos para descifrar así el misterio que ilumina y oscurece nuestra especie. En medio del lugar más alejado del planeta, sentí el rigor de la Edad de Piedra, la hospitalidad honesta del aborigen melanesio y los olores y sabores de la selva. Conviví con los korowai de las tierras bajas (señores de los árboles y aislados del resto del mundo hasta 1974), y con los descendientes pigmeos yali de las montañas (señores de la tierra y aislados del resto del mundo hasta 1930). En este largo camino me acompañaron algunos herederos dani del Gran Valle de Baliem y también algunos hijos lani del Oeste.
Mi diario de viaje recoge una gran cantidad de anécdotas y experiencias durante este mes de aventura. Entre todas ellas he seleccionado una muestra significativa de mis aprendizajes alrededor de estas 4 claves de liderazgo personal:
- Vive con menos para poder vivir mejor
- Vive ahora porque no hay otro tiempo ni lugar
- Practica la tranquilidad de espíritu
- Haz que el resto de personas se sientan especiales a tu lado
Comenzamos.
Para comprender el salto mental que experimenté a nivel cualitativo durante el viaje quizás sea necesario recordar algunos aspectos orientativos:
- GENÉTICA: En el año 2010 un estudio científico que había durado cuatro años aportó datos sorprendentes sobre la teoría de evolución humana. Dicho estudio cartografió por completo el genoma neandertal a partir de fósiles y lo comparó con el actual genoma homo sapiens. En dicho estudio, entre otras muchas cosas, se determinó con claridad que el ADN de los actuales aborígenes melanesios tiene el menor porcentaje de ADN homo sapiens de la Tierra con un 94% de homo sapiens y en un 6% de denisovano (un contemporáneo del neandertal del que tomaba un 17% de ADN). El estudio determinaba que los actuales aborígenes de Papúa son el último reducto genético de nuestro verdadero orígen homínido en la Tierra.
- PARADIGMA: La mayoría de personas a las que conocí o bien han practicado el canibalismo en el pasado o bien pertenecen a una cultura tribal en la que todo el mundo hasta hace solo una o dos generaciones practicaba el canibalismo ritual y normalizado. Algunas experiencias recientes de contacto con tribus aisladas han demostrado que todavía hoy estas prácticas son habituales en regiones periféricas. Si bien los alimentos envasados son de uso común, cualquier aborigen de Papúa podría vivir perfectamente de lo que suministra por sí misma la naturaleza. Existían hasta hace veinte años más de 300 lenguas catalogadas por lo que el contacto entre tribus no era habitual salvo para escaramuzas o conflictos violentos puntuales. Las poblaciones eran a menudo endogámicas.
- CULTURA: Ahora quiero que se imagine, lector o lectora, cada hecho histórico y descubrimiento humano desde la invención de las armas de caza hasta la actual exploración de Marte. Todos los imperios y civilizaciones, todos los conflictos internacionales y conquistas sociales, todas las religiones, movimientos artísticos, toda la literatura escrita y la expresión musical en sus miles de variedades, estilos y formatos. Imagine la evolución de la arquitectura y la escultura desde los primeros días a los últimos rascacielos. Imagine también todos los avances científicos, tecnológicos y variedades de transportes que sucedieron a la aparición de las embarcaciones primigenias. Imagine Imagine el descubrimiento de la agricultura intensiva, de las sociedades jerarquizadas, o la historia completa desde el armamento desde la construcción de las primeras lanzas y flechas de madera. Piense en todo el mundo intelectual y racional complejo que hemos creado durante tres mil años… y ahora olvídese de todo ello y trate de vivir. Eso es Papúa. Hasta hace sesenta años -en algunas regiones hasta hace cincuenta años- la práctica totalidad de la isla vivía tal y como había vivido los últimos 45.000 años. De modo que incluso con las actuales influencias culturales occidentales (cristianas) y asiáticas (indonesias), e incluso con la llegada humilde de la tecnología, Papúa es aún hoy un planeta diferente a nivel cultural.
- HISTORIA: La isla más grande de la Melanesia es hoy el resultado más agitado de combinar tres factores explosivos. El primer factor es la revolución cognitiva que ocurrió hace más de 45.000 años y que llevó al homo sapiens -que durante cientos de años había recorrido Euroasia desde África- a conquistar el Sahul fabricando pequeñas barcazas con las que atravesar el océano. A Papúa llegaron así los primeros navegantes de la historia de la Humanidad. El segundo factor es la posterior división geográfica mediante inundación del territorio del Sahul, dando lugar a las actuales islas de Nueva Guinea, Tasmania y Australia tras la última glaciación terrestre hace 10.000 años. Así es como Papúa se convirtió en un tesoro antropológico único y aislado del resto del mundo hasta hace unas pocas décadas. El tercer factor- fueron los brutales procesos de colonización que han sido especialmente desgarradores en los últimos doscientos años (ocupaciones holandesa e indonesia cronológicamente).
- MEDIOS DE VIDA: Más allá de ser el lugar más empobrecido en el que he vivido, no existe agricultura intensiva o extensiva en Papúa. Todo el paisaje desde los riscos oceánicos hasta el interior es una continuación infinita de árboles y ríos caudalosos. A pesar de que la electricidad tiene un uso ya muy extendido gracias a paneles solares, salvo en Jayapura el resto de los lugares que visité carece de infraestructuras básicas y son una sucesión de chabolas y casas bajas. La alimentación es poco variada. El concepto de familia difiere del concepto de familia occidental con una cultura heredera de la poligamia y una separación de roles muy clara. Se trata de uno de los mayores productores de oro del mundo pero todos los beneficios de la explotación están controlados por indonesios.
En este contexto estos son los 4 grandes aprendizaje que me regalaron las tribus korowai y yali en la remota isla de Nueva Guinea:
1) VIVE CON MENOS PARA PODER VIVIR MEJOR
Durante mi primera estancia en Mongolia pude experimentar el extraordinario potencial del minimalismo. Las familias nómadas de la estepa y el desierto viven con lo justo sin necesidad de almacenar prácticamente nada. En otras regiones he vivido aprendizajes similares en materia de «vivir extraordinariamente bien con poco» que me han ayudado a mejorar y hacer más saludables y sostenibles mis hábitos de consumo. Entre otras muchas decisiones y renuncias así es como he transformado mi vida en algo intencional y significativo. La recomendación que Joshua Fields Millburn suele dar al final de sus charlas es especialmente elocuente y resume muy bien mi aprendizaje sobre vivir con menos para poder vivir mejor: «Ama a las personas y usa las cosas, porque lo contrario nunca funciona».
En el valle de Baliem he comprendido la completa inutilidad de acumular objetos. Las familias aborígenes viven con lo puesto y un par de mudas, con salarios nunca asegurados de unos 50 euros al mes y en casas diminutas pero completamente funcionales. En este sentido mis días en la selva han alimentado mi convicción de que para poder vivir mejor es necesario poseer tan solo aquello que necesites. En este viaje he regalado a mi nueva familia de Papúa la mitad de todo lo que llevaba conmigo y he vivido utilizando muy pocas cosas. Desde el primer día me comporté como si todo lo que llevaba en mi mochila de 40 litros (unos 7,5 kilos como único equipaje) fuera de todos. La mayor parte de material que compré para la expedición se quedó en Papúa. Nada me satisface más que imaginar a Diki, Kerias o Simon (mis amigos porteadores) disfrutando de la ropa o utensilios que tomaron. A mi vuelta a casa he vuelto a adelgazar aún más mi armario y he donado una gran cantidad de ropa bien conservada que apenas utilizo.
Si quieres tener una vida plena, vive con menos para poder vivir mejor.

2) VIVE AHORA PORQUE NO HAY OTRO TIEMPO NI LUGAR
Occidente tiene el conocimiento pero Oriente tiene la verdad. Lo explicaré en detalle. No imagino un territorio más alejado de España que Papúa en todos los sentidos. Cuando uno viaja a Oriente vive la verdad de la vida y esa verdad es un equilibrio mágico que casi siempre está lleno de incertidumbre, miedo, caos y falta de justicia. Sin embargo todo en Oriente (filosofía, religión y cultura) está configurado para practicar el camino de la aceptación. Cada palmo de instante y experiencia que uno vive en Oriente es pura incertidumbre, y por tanto el mejor de los posibles campos de entrenamiento para la aceptación. En este aspecto Papúa no es una excepción.
He viajado a los cinco continentes y este es el lugar donde más pobreza física he observado pero donde más calma he podido ver en las caras de sus habitantes. Los yali viven apegados a su realidad diaria sin más necesidad que la inmediata. No tienen grandes planes ni existe ambición. No se plantean grandes expectativas ni articulan elevados pensamientos o conceptos. Si tienen hambre, cazan. Si tienen sed, acuden al río. En realidad todo su vida diaria está basada en tomar de la naturaleza lo que solo ellos quieren obtener.
Esta sencillez y aceptación es algo complejo de imaginar en un occidental. A menudo en la selva imaginaba a la mayoría de mis conocidos vivir alguna de las situaciones estrambóticas que vivía a diario. Y entonces sonreía. Lo hacía porque realmente me resultaba imposible imaginar a muchos de mis familiares o amigos en un contexto similar. El nivel de gestión de incertidumbre que viví es sencillamente inasumible para la mayoría de mis conocidos. En concreto, la mayor parte del tiempo no sabía en absoluto lo que podría pasar en la siguiente media hora. Ninguno de los planes previstos ni paradas ni hitos clave se cumplieron. Cambios de vuelos, nuevas rutas, caminos inundados por las crecidas de la lluvia,…
En varias ocasiones necesité tomar decisiones ágiles y sensatas que evitaron muchos inconvenientes para mí y para las personas de mis respectivos equipos (porteadores, cocineros, guías). Recuerdo que en la expedición a las tierras altas al cuarto día estábamos prácticamente sin comida -a excepción del arroz- porque el cocinero solo tuvo un presupuesto de 2.000.000 rpi para dar de comer a 7 personas 2 veces al día durante 14 días (unos 100 euros). También recuerdo que en las tierras bajas con los korowai nos encontramos dificultades para dormir en uno de los poblados y nos vimos en la obligación de tomar una decisión drástica. Montaba en coches que siempre estaban en reserva de depósito y no sabía si se quedarían parados. Los aviones ni aeropuertos eran especialmente tranquilizadores, las pistas de aterrizaje tenían aviones averiados o estrellados a ambos lados. Por otro lado fue continua la falta de profesionalidad a nivel de compromiso de las buenas personas con las que interactué durante el viaje, lo cual garantizaba aún más la incertidumbre continua. Si bien eran amables y son ya mis amigos y familia, a menudo fruto de la carestía y la necesidad algunos de ellos intentaron algunos engaños evidentes que logré salvar sin necesidad de atacar su dignidad ni perder mi nobleza. En todas estas situaciones vivir el momento y evaluar la situación con calma estudiando todas las opciones, me ayudó a no perder la cabeza y a menudo hizo que las personas que estaban conmigo se sintieran mejor.
Si quieres tener una vida plena, vive ahora porque no hay otro momento ni lugar.

3) PRACTICA LA TRANQUILIDAD DE ESPÍRITU
Tras recorrer un amplio río en barco desde Dekai a Mabul durante 8 largas horas, la segunda noche de mi expedición a las tierras korowai me hallaba en medio de la selva tras 5 horas adicionales de caminata entre charcas, cenagales y árboles caídos. Dormíamos en una cabaña korowai hecha de juncos y ramas secas bien techada y abierta por dos lados para dejar pasar el aire. Más allá de nosotros la jungla comenzaba a un solo paso de la tienda. Como cada día en la isla, anochecía de repente y pronto nada se podía distinguir salvo unos pocos sonidos de animales en la maleza salvaje, el perro de la tribu que me olisqueaba buscando comida y la presencia constante de insectos y alguna pequeña serpiente reptando en nuestro techo.
Al no encontrar ningún cajero operativo en el que pudiera sacar dinero tras mi primera aventura en las tierras altas, teníamos algo menos de 60 euros en rupias indonesias para el resto de la expedición y debíamos gestionarlo para poder pagar algo en cada poblado y aguantar hasta la vuelta a Mabul varios días después. A nivel económico la situación era desastrosa y como siempre la planificación y estimación que teníamos en mente no se cumplía nunca por lo que no solo contaba con la incertidumbre de quedarnos sin fondos sino que además -como ya era costumbre- podían surgir innumerables imprevistos. Justo ese día mi diario recoge este pasaje:
(15 de julio tras algunas anotaciones hechas en el día…) Acaba de venir un grupo de muchachos korowai a la tienda. Estaban muy excitados y se han sentado a hablar con Mike, mi guía. Su frase ha sido: «Os mataremos si no nos dais cigarros y dinero» Aunque hablaban en indonesio -la lengua korowai está en decadencia y morirá con la siguiente generación- he entendido la conversación por los gestos que realizaban. Mike les ha dicho literalmente esto: «Sois idiotas. Dejáis que los indonesios os manipulen con el tabaco y el alcohol. Ellos, que están destruyendo poco a poco nuestra cultura y nuestra identidad. Los propios indonesios fomentan que los pocos visitantes que llegan os agasajen con cigarros aumentando así vuestra dependencia a algo que hasta hace unas décadas no conocíais. Sin embargo a mí, que soy un hermano dani de las tierras altas, y a mi amigo nos amenazais. Mirad el color de mi piel, soy como vosotros, y esta persona a mi lado es un visitante que ha viajado miles de kilómetros para conocer y respetar nuestra cultura. Después de esto ¿Qué opinión de nosotros creéis que compartirá esta persona al volver a su hogar?» Los muchachos han asentido, nos han saludado y se han marchado de la cabaña. Creo que lo han entendido, al menos eso espero por mi supervivencia.
(ese mismo 15 de julio en mitad de la madrugada escrito de forma ilegible en la oscuridad) Susto por la noche: Varios hombres con luces y machetes aproximándose a la cabaña. Enciendo otra vela para tener más luz. Creo que el grupo de muchachos viene a matarnos. Escondo todas mis cosas valiosas. Hablo con Mike. Nuestros porteadores no estaban durmiendo con nosotros.
Hasta aquí literalmente el pasaje escrito en el diario. Quiero detenerme en el detalle de esta segunda anotación que hice en el diario. Estos fueron los hechos: Tras la visita del grupo de muchachos Mike y yo estábamos tranquilos. Me explicó en detalle la conversación y tras ordenar nuestros petates y hacer limpieza y cena, nos acostamos sobre el suelo de bambú que se alzaba a unos 30 centímetros del suelo para evitar la picadura de alimañas e infecciones. En mitad de la madrugada me encontraba escuchando música con los cascos para evadirme del cansancio mental de las primeras semanas en la selva. De repente escuché el ruido de machetes cortando hierba y las luces que se acercaban a nuestra posición. Pensé que no teníamos machetes ni armas con las que defendernos y que casi todo lo que ocurriera no dependía de mí. Durante media hora permanecí inmóvil y literalmente -lo recuerdo con absoluta claridad- este fue el pensamiento que tuve:
«En realidad pase lo que pase, no puedo hacer nada. No tiene sentido que me preocupe. Aún en el peor de los casos he tenido una vida plena y me siento bien con la decisiones que he tomado. Si hoy he de morir, lamentaré dejar a las personas a las que quiero pero lo haré con tranquilidad de espíritu»
No se cómo explicar bien la sensación de paz que tenía en aquella peligrosa situación. Estaba asustado, tenía miedo pero el miedo no me controlaba. Sentía que toda mi vida había tenido el sentido de llegar a ese momento para encontrarme en absoluta paz. Aún en el supuesto de enfrentarme a la probabilidad de perder mi vida, mi mente no se centraba tanto en este hecho como en ser consciente de que había vivido en plenitud y sentía respeto por la persona que era. En este estado comencé a tararear una canción, me incorporé para encender la vela y Mike, que estaba también asustado dentro de su iglú, salió. Hablamos durante unos breves minutos. Esto fue lo que le dije:
«Mike, creo que quieren atemorizarnos, tal vez vengan a por nosotros. Es muy raro que haya tanto movimiento de luces y sonido de machetes a estas horas. Cada vez están más cerca. Quiero ser claro contigo: Pase lo que pase yo cuidaré de tí y tu cuidarás de mí. Es todo lo que podemos hacer. No te preocupes más allá de esto.»
Él me miró y con esa calma que caracteriza al hombre de Papúa me dijo: «Puede ser pero también es probable que no, creo que les convencí al hablarles. No se por qué hay ruido de machetes pero lo averiguaremos. Estemos un rato más despiertos» Pasada media hora vino un porteador que parece que se encontraba con una pareja de lituanos que coincidían con nosotros en la villa. Nos dijo que la mujer tenía la costumbre de ir a la letrina que estaba a unos veinticinco metros de la villa por la mañana y que se habían levantado para abrir un sendero improvisado para ella.
Esta increíble anécdota me enseñó dos cosas. La primera es que nuestra cabeza casi siempre va más rápido que la propia realidad. En segundo lugar experimenté sin necesidad de morir que la tranquilidad de espíritu garantiza una felicidad auténtica incluso justo antes de abandonar la vida.
Si quieres tener una vida plena, practica la tranquilidad de espíritu.

4) HAZ QUE EL RESTO DE PERSONAS SE SIENTAN ESPECIALES A TU LADO
Recuerdo unas palabras que mi guía Mike compartió con un aficionado belga a la antropología de tribus y conmigo en Dekai: «Puedes darme mucho dinero pero desaparecerá tarde o temprano. Sin embargo si me das respeto, durará toda mi vida». Sin duda este es la base de este cuarto aprendizaje en Papúa.
Durante ambas expediciones, al caer la noche por norma siempre cedía el mejor sitio junto al fuego a los porteadores. En una ocasión tenía tanto frío que temblaba y lloraba de dolor y Simon -uno de mis amigos porteadores- corrío a acercarme al fuego y quitarme la ropa húmeda. Tras ocho o nueve horas diarias ininterrumpidas de camino subiendo y bajando valles y montañas densos de vegetación, todos ellos por defecto me invitaban siempre a comer a mí primero. Yo siempre insistía en comer el último aunque muy pocas veces me lo permitieron. A menudo les ayudaba a cargar los fardos para que descansaran durante unos minutos. Si había una tienda de campaña impermeable en el ajuar de la expedición, siempre procuraba que mi equipo durmiera dentro y yo permanecía fuera. Compartía el agua, las medicinas y absolutamente todo con ellos. En realidad no había «ellos» y «yo» salvo el hecho de que yo era blanco y portaba mucho menos peso que el resto la mayor parte del tiempo. Todas estas cosas les entusiasmaban y yo no acertaba a comprender por qué hasta que una noche me lo explicaron:
Me sorprendió escuchar que estaban acostumbrados a que los pocos visitantes occidentales que venían ni siquiera se preocuparan por tratarles por sus nombres, a menudo no hablaran con ellos, y durmieran y comieran separados. No deja de sorprenderme el clasismo falaz y absurdo de muchas personas. En mi caso no puedo imaginar convivir así con alguien y tener el derecho a considerarme civilizado. Mi equipo en las tierras altas estaba formado por mi gran amigo Weneluk (el cocinero siempre sonriente y bromista), Carlos (mi despistado y alocado guía), Diki (mi tímido amigo que siempre buscaba mi comportamiento con su mirada sin hablar), Simon (mi gran salvador en muchos precipios y momentos difíciles), Dianus (mi enorme y joven amigo de buen corazón y siempre dispuesto) y Kerias (escéptico y serio en los primeros días, entregado totalmente en los siguientes). Mi equipo en las tierras bajas estaba formado por Makwezen (Mike, mi fantástico guía que sueña con convertirse en piloto), por Mandon (un viejo porteador resabiado y antipático al que lograba sacar una sonrisa) y por Aliom (un joven agradecido y muy vivo de espíritu que cojeaba y siempre sonreía). Recuerdo además cada nombre de cada persona que conocí y con la que hablé.
Durante ambas expediciones traté a todo el mundo lo mejor que supe, y con independencia de incidencias o imprevistos, fui generoso con todas las personas que me acompañaron. Tratar a las personas como personas me reportó grandes beneficios. He aquí una muestra:
Tras la expedición a las puertas de Yalimo en Anguruk el equipo tuvo que tomar una decisión complicada. Tras 10 días en la jungla y varios imprevistos contábamos con pocos fondos, una malísima planificación, ninguna certeza logística ni de transporte y el tiempo muy justo. Reuní a todos y les expuse las opciones ofreciéndoles en una de ellas que 2 de ellos volvieran en la única avioneta disponible (solo vuela allí 2 veces al mes sin horario ni día fijo y solo había 2 asientos) si necesitaban descansar. Les pedí que tomaran la decisión y yo aceptaría el resultado. Ante esta propuesta sin dudarlo todos decidieron sacrificarse y volver andando para cederme uno de los asientos de la avioneta y poder llegar a tiempo a mi expedición en otra parte de la isla. Les entregué el dinero que me quedaba para su manutención. Se trata de un camino que cualquier aborigen haría en 5 días, que yo no hubiera sido capaz de hacer en menos de 6 días pero que ellos hicieron en 3 días de intenso camino (algunos de ellos descalzos). Llegaron extenuados a Wamena y lo primero que hicieron fue venir a verme y darme un abrazo. Diki se encontraba muy enfermo, a causa de la completa extenuación había caído a plomo en uno de los puentes colgantes y todos le daban por muerto. Al llegar al hotel vi que tenía infectada una herida del pie, fuimos al baño, le lavé los pies y le apliqué antibióticos y vendajes. Les invité a cenar. Ellos luego quisieron invitarme al día siguiente a ir al mercado y comprar un cerdo para luego comerlo junto al río (una de las mejores y más costosas comidas en Papúa). Incluso Mac, el coordinador local que me ayudaba en el previo a las expediciones, quiso presentarme a su hermana en Wamena y a su familia en Jayapura, lo que sin duda fue un honor añadido.
Si quieres tener una vida plena, haz que el resto de personas se sientan especiales a tu lado
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por David Criado | Ago 21, 2018 | DESARROLLO PERSONAL

«Love, time, death. Let´s begin there.»
Howard Inlet (Collateral beauty, 2016)
En realidad para mí solo hay una pregunta. Y no tiene nada que ver con estas: ¿Qué es la felicidad?, ¿Qué ocurre tras la muerte?, ¿Cuál es mi vocación? o ¿Cuál es el sentido de la vida?. En realidad para mí la única pregunta es ¿A QUÉ DEDICAS TU TIEMPO?. Somos responsables del tiempo de vida que tenemos y de lo que hacemos con él. Si dedicas mucho tiempo de tu vida a quejarte, tu vida será una eterna queja y al final de ella no serás tan valioso como miserable. Si dedicas mucho tiempo de tu vida a hacer algo por tí o por los demás, tu vida será un eterno regalo y al final de ella serás más memorable que olvidado. La mejor inversión que una persona puede hacer a lo largo de su vida consiste en invertir en la calidad del tiempo de su propia vida. Las personas que mueren no se arrepienten de lo que han hecho sino de lo que dejaron de hacer o no hicieron. En este breve artículo pretendo explicar a qué dedico mi tiempo y por qué. Comenzamos.
Dedico toda mi vida a vivir. Estas líneas apenas son un vago testimonio del inabarcable aprendizaje que he obtenido haciéndolo. Incluso cuando profesionalmente no me dedicaba exclusivamente a vivir (es decir a acompañar el cambio en mí mismo y en otros), de algún modo siempre lo he ido haciendo. Desde bien niño me gustó sembrarme para cultivar a otros. Ahora que disfruto por completo de este don adquirido y entrenado, vivo una etapa de plenitud y calma.
Mi agenda está repleta de conversaciones y personas con sentido. Me acerco a proyectos y personas para dar y recibir, algo que me aporta sensación de tiempo bien aprovechado. Muchas veces durante el año muchas personas contactan conmigo sin saber por qué lo hacen pero me dicen que necesitan hacerlo. Hablamos y curiosamente siempre obtenemos ambos algo a cambio. Hay por ejemplo personas que quieren hacer algo más que trabajar y me escriben para decirme que dado que yo hago algo más que eso, quieren conocerme y conocer mi historia. En definitiva solo me contactan aquellas personas que creen que tengo algo que aportarles. Sinceramente a mí este me parece un muy buen criterio para contactar con alguien de modo que yo hago lo mismo: únicamente contacto con personas que creo que tienen algo que aportarme. Solo estableciendo estas relaciones de mutuo interés es como casi siempre obtengo beneficios.
Siempre tengo tiempo para mí y en consecuencia sólo así es cómo realmente puedo tener tiempo de valor para los otros. No soy muy valioso por lo que ofrezco sino por lo que verdaderamente soy y represento. En lo profesional mi catálogo de servicios es sencillo y común, nada haría afirmar a nadie que ese documento es maravilloso. Sin embargo en el trato personal soy extrañamente auténtico y directo, de modo que nadie me compra por los servicios que presto sino por cómo los presto. No se trata de vender algo que no hago o de utilizar un gran vocabulario para convencer a otros de lo que hago, casi siempre se trata de precisamente todo lo contrario. Cuanto menos importancia doy a lo que hago más oportunidades me brindan los demás para poder mostrar lo que verdaderamente soy.
Lejos quedan aquellos días en los que dedicaba la mayor parte de mi tiempo a querer aquello que no tengo en lugar de a disfrutar aquello que ya tengo. No pude querer ni ayudar verdaderamente a nadie hasta que deje de querer que otros fueran de otra forma y empecé a disfrutar de lo que genuinamente eran. A nadie le gusta el sabiondillo que da consejos pero todos adoran a la persona que realmente trata de escuchar. Del mismo modo, solo pude empezar a ser feliz cuando quise ser aquello que soy y dejé de desear ser de otra forma. Por eso hace tiempo que he dejado de pretender ser otra persona. Era algo que me agotaba y me generaba una profunda insatisfacción. Vivía para alcanzar las expectativas de otros y por el camino perdía mi propia personalidad y mi esencia. Soy el que soy y desde el primer día en que decidí apostar por esto confieso que el balance ha sido más que positivo. Si bien he vivido momentos de penuria y de pobreza, mi calidad de vida ha sido desde entonces mayor que la de la mayoría de personas que conozco. Viajar por el mundo solo me ha hecho confirmar esta creencia.
También he renunciado a grandes teorías para entender la vida. Ahora me dedico simplemente a practicarla. Ya no busco el sentido de la vida, lo soy. No me castigo por mis errores ni alimento el sufrimiento o el dolor inevitables cebándome en mis desgracias o en las de otros hasta la depresión. Tampoco exagero mi alegría hasta caer en una desmedida euforia. Vivo más bien una vida de términos medios saludables en la que nunca anhelo el éxito. Paradójicamente sólo a través de este camino es cómo he obtenido ese supuesto éxito. Más en concreto en ningún otro momento de mi vida me he sentido más valorado por mí mismo y por otros.
A medida que pasan los años y en mitad de un mundo agitado y descompuesto, esta forma de ser y de vivir que tengo adquiere más sentido y resulta más interesante para mí y en consecuencia también para los otros. Mientras la mayor parte de personas hablan, sueñan o desean, yo actúo, hago y transformo. Todas las personas buscan muy inquietas esa idea de LO PERFECTO hasta caer en una parálisis por análisis que les impide tomar decisiones importantes. Yo tomo esas mismas decisiones importantes porque pongo toda mi voluntad y mi intención en esa extraña idea de LO CONSCIENTE. Por ejemplo, cuando casi todo el mundo alimenta sueños, yo genero resultados. Mientras casi todos ambicionan metas, yo rentabilizo mi presente.
Esto de pasar de entender la vida de una aspiración a LO PERFECTO a una aceptación de LO CONSCIENTE me ha permitido reducir al máximo la sensación de ansiedad y eliminar casi por completo mi sensación de decepción, tanto conmigo mismo como con otros y en general con las circunstancias de la vida. He asumido por ejemplo que a veces me gusta vaguear, que necesito tiempo para estar solo o tiempo para no hacer nada muy a menudo. Y me he dado cuenta de que todo ello no es necesariamente malo. Soy tan solo una persona y precisamente por eso a veces estoy triste, otras me enfado y otras me frustro. No dedico mi tiempo a intentar tener una vida diferente en la que siempre esté alegre o sonriendo. Doy por hecho que todo esto no existe, lo que a su vez me da la suficiente paz para no querer algo más grande que la vida. Y la vida no es solo una parte de la vida sino todo lo que ocurre y me ocurre en esta vida.
Por otro lado creo que disfruto mi presente porque vivo una vida lenta. No hablo de que vaya más despacio por la calle o de que tarde mucho más en hacer las cosas, hablo de que soy consciente de lo que vivo y aprecio la belleza de las cosas. Todo esto me ha aportado variedad y perspectiva pero sobre todo foco y atención constante. Si como, como. Si duermo, duermo. Si trabajo, trabajo. Si abrazo, abrazo. Todo esto así sin más es lo que observo que la mayoría de personas nunca tiene. Muchas personas se preocupan por la productividad o por explotar al máximo su tiempo. Mientras casi todo el planeta busca hacer más cosas en menos tiempo, yo solo vivo para hacer menos cosas en más tiempo. También esto me aporta mucha paz y creo que le aporta mucha más aún a todas las personas y empresas a las que sirvo.
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por David Criado | Ene 26, 2018 | DESARROLLO DIRECTIVO

«No me pertenece el paisaje, voy sin equipaje por la noche larga»
maestra Cecilia, canción Andar dentro del álbum Cecilia 2 (CBS, 1973)
Este artículo rinde homenaje al maestro Robert Greenleaf, que a raíz de la publicación de The servant as a leader en 1970 dio nombre a todo un movimiento de liderazgo de personas basada en el servicio. Este movimiento siempre ha existido ya que siempre han existido personas capaces de abrazar y responder a la necesidad de otras. Sin embargo fue Greenleaf el que supo formular una actitud de vida y compromiso que algunos practicamos.
Comparto hoy contigo, lector o lectora, algunas ideas clave que considero poderosas en la gestión de personas. Comparto estas ideas porque funcionan, porque cada segundo de cada sesión con cada persona compruebo que funcionan. Las ideas que formulo aquí son propias y aportan humildemente algunas reflexiones útiles al enorme trabajo del maestro Greenleaf. Dedico mi tiempo y mi atención a redactar este artículo para que te resulte útil cuando no sepas qué hacer por tí o ante otros.
La gran pregunta que todo líder servicial debe hacerse es la siguiente: ¿QUÉ NECESITA ESTA PERSONA DE MÍ? En realidad cada persona necesita algo diferente pero todas las personas necesitan todo esto de tí:
- Lidérate a ti mismo para servir a otros
- Recuerda que todo cambio significativo es lento, duro y doloroso
- Cambia «control y supervisión» por «aceptación y compromiso»
- Habla menos y cada vez que hables, sintetiza
- Fabrica héroes cotidianos
Comenzamos.
LIDÉRATE A TI MISMO PARA SERVIR A OTROS
El liderazgo no es una fracción atómica indivisible que solo practican algunos centenares de personas. Tampoco es un objetivo o un cáliz milagroso que debemos alcanzar. El liderazgo es una actitud a practicar. Si tienes poder de influencia sobre la realidad de otros -es decir, si eres una persona- tu obligación moral es atender honestamente las necesidades de la gente a la que sirves. Atender y escuchar las necesidades implica tener una amplia perspectiva de lo que ocurre a tu alrededor pero sobre todo implica no dejar de conocerte y explorar aquello que eres y que necesitas.
Todos los modelos de gestión emocional y relacional, de liderazgo y de cambio destacan la importancia del autoconocimiento y la gestión de la realidad propia para poder gestión la realidad de otros. Nadie que no se lidere a sí mismo puede servir a otros.
Servir a otros consiste en practicar el liderazgo de uno mismo para resultar útil a otros.
RECUERDA QUE TODO CAMBIO SIGNIFICATIVO ES LENTO, DURO Y DOLOROSO
Recuerdo siempre en mis sesiones esta gran lección del maestro Schein. Vuelvo a escribirla para que la leas: «Todo cambio significativo es lento, duro y doloroso«. Si agrada a todo el mundo, no estás haciendo nada. Si no te duele, puede que estés muerto. Si no encuentras resistencia, no existe movimiento. Todo lo importante de la vida -y en consecuencia todo lo importante de una organización- es a menudo un regalo imprevisible que jamás puede llegar si no tiene espacios o tiempos para hacerlo. El tempo de los grandes cambios es lento porque las personas tardamos en cambiar. No confundas pedagogía con andragogía. Los adultos tardamos en cambiar.
De hecho la forma más rápida de hacer que alguien no cambie es meterle prisa. Si quieres joder a alguien, recuérdale a todas las horas que TODAVÍA no ha llegado. Al objetivo, a ser feliz, a la meta, a tu ideal de empleado o de pareja, o a las expectativas de la sociedad… en general recuérdale que lo que hace AÚN no es suficiente. No existe mejor forma de deprimir a alguien y hacer que se de por vencido y diga cosas tan alejadas de la realidad que hoy sabemos como por ejemplo «YO SOY ASÍ Y NO PUEDO CAMBIAR» o «ESO ES IMPOSIBLE, NUNCA LO HEMOS HECHO». Pero si quieres motivarle para que desarrolle el potencial y el talento que atesora, si quieres que brille de repente cuando nadie ve la luz, entonces se paciente, no temas el dolor ni huyas del conflicto, acepta que la belleza es dura y cruda y reside en el proceso.
Por otro lado no apreciamos ni disfrutamos los resultados de algo que no nos ha costado nada. Creer lo contrario es maleducar a otros. Nunca antes tuvo tanto sentido como ahora recuperar y promover la cultura del esfuerzo.
Servir a otros consiste en ser paciente y constante y no huir del dolor.
CAMBIA «CONTROL Y SUPERVISIÓN» POR «ACEPTACIÓN Y COMPROMISO»
El enorme conflicto de nuestro tiempo -que observo en las personas y organizaciones que acompaño -reside en la persistente pretensión que tenemos por anticiparnos a lo que puede ocurrir (expectativa de control) en lugar de disfrutar de lo que está ocurriendo (aceptación de realidad). Todo esto genera insoportables niveles de frustración en las personas que por lo general se encuentran con expectativas no cumplidas y acaban perdiendo la ilusión por lo que hacen.
Considero que la expectativa de control está íntimamente relacionada con la condición humana y con nuestro constante deseo de comprenderlo y explicarlo todo. En el contexto vital que vivimos de cambio continuo y aparente impermanencia, resultan aún más útiles que nunca las grandes lecciones sobre la aceptación y el compromiso de los grandes hacedores de la Historia. Mientras otros compañeros fusilan frases de Napoleon Hill o Steve Jobs yo reivindico y comparto el valor de las personas íntegras, de los grandes pensadores prácticos. Mientras millones de personas viven consumidas en las especialidades y en la búsqueda de los milagros, yo creo y practico que la innovación hoy consiste en atreverse a conocer y dar voz a las personas. Nada de esto tiene que ver con querer controlarlo todo y con tener planes o agendas rígidas o inflexibles.
La mayoría de organizaciones planifican la totalidad de sus acciones a un año o cuatro años vista. Esta práctica basada en el sesgo cognitivo de ilusión de control impide que existan tiempos y lugares donde ocurran cosas con naturalidad, sin estar planificadas. Y esto genera una pérdida gradual y paulatina de autenticidad y naturalidad en las organizaciones, lo que a su vez crea entornos de trabajo automáticos e inhumanos. En verdad esta voluntad de planificar todo a largo plazo es irreal en un mundo cambiante. Nadie puede prever lo que ocurrirá dentro de seis meses. Resulta incompatible trabajar por entornos humanos de trabajo cuya naturaleza es imprevisible y pretender anticiparse a todo lo que ocurre. Encuentro que algunos directivos insisten en tenerlo todo «atado y bien atado» y veo cómo sufren cuando se dan cuenta de que esta actitud de control es irreal.
Lo que determina a un buen líder no es que tenga controlado todo lo que ocurre sino que sepa modular su respuesta y atención de acuerdo a lo que ocurra. No es su capacidad de previsión tanto como su capacidad de adaptación, lo que le confiere autoridad ante los otros. El maestro René Descartes solía hablar de la moral de provisión. Esto viene a ser algo así como que mientras alcanzamos la moral perfecta (esa idea maldita que nos hace autoexigirnos tanto) resulta útil que practiquemos una moral provisional basada en dudas pero ejercida y aplicada con certezas hasta que se demuestre o aprendamos lo contrario.
Servir a otros consiste en dedicar más tiempo a aceptar lo que todos somos o hacemos y no a pronosticar lo que podemos llegar a ser o a hacer.
HABLA MENOS Y CADA VEZ QUE HABLES, SINTETIZA
La base de la comunicación eficaz es el intercambio. Si cada vez que hablas sueles realizar intervenciones largas y enumeraciones infinitas, estás hablando solo para escucharte pero no para que los demás te escuchen. La maestra MªÁngeles Quesada nos enseña que expresar ideas de forma breve y sintética en una conversación es respetuoso con los demás y siempre logra mejores resultados.
Si sueles hablar mucho y cada vez que hablas haces referencia a muchas ideas distintas, la persona o personas que tienes delante de tí perderán el interés y las ganas de comunicarse contigo. Creo que la base para alcanzar cierto grado de madurez en la síntesis de ideas es basar tus intervenciones en completar las ideas de otros, no en corregirlas. Esto significa partir de lo que otro acaba de decir y no solo de lo que está en mi cabeza. Un diálogo no es una consecución aburrida de monólogos o discursos, ni una sucesión concatenada de ideas u opiniones. Un diálogo significativo es un proceso continuo y fértil de comprensión del otro.
Servir a otros consiste en querer comprender sus opiniones y creencias y no querer demostrar o convencer continuamente de las nuestras.
FABRICA HÉROES COTIDIANOS
Toda persona es un animal perdido en busca de cariño. Las personas que te rodean necesitan sentirse atendidas y reconocidas, tan solo eso. Este es el gran tesoro y el gran valor añadido que toda persona del siglo XXI debe practicar. En la sociedad de la distracción y el rendimiento, sentir que otro te ve y te escucha es saber que estás vivo no solo para tí sino también en ese otro. Cuando todo el mundo busca héroes en historias pasadas o lugares apartados, el líder servicial busca héroes cotidianos. Esto es lo que aprendí del maestro Spielberg y de mi gran afición por la historia del cine americano: Las grandes películas de Hollywood no triunfan solo por su inmensa producción sino sobre todo porque reconocen y difunden historias de personas que son como nosotros. Donde antes veíamos a un personaje ficticio, vemos entonces a una persona que comete errores, siente emociones y comparte preocupaciones con nosotros.
De nada sirve que focalices tu atención en cientos de conferencias y de libros de personas que no hablan de ellos ni de tí. En realidad, creas héroes a partir de personas que están lejos tan solo porque no conoces la vida de aquellas que están cerca. Cuando acabes de leer este artículo, sal ahí y atrévete a conocerlas.
El maestro Joseph Campbell solía decir que existen 4 funciones por las que generamos mitos o héroes. La primera de ellas es la mística: necesitamos trascender la realidad con el misterio. La segunda de ellas es la cosmológica: aplicamos ese misterio a la comprensión del universo. La tercera de ellas es la sociológica: generamos creencias para articular un orden social de convivencia. Pero la más importante es la cuarta, la pedagógica: los mitos nos enseñan cómo vivir una vida humana baja circunstancias adversas y a veces dolorosas. Sin excepción, suelo encontrar ejemplos de estas 4 funciones en personas que siempre están muy cerca. Cada persona libra una batalla memorable. En la medida en la que seamos capaces de comprender esas batallas, seremos capaces de disfrutar de las personas.
Servir a otros consiste en ver continuamente en ellos una prueba de esperanza.
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por David Criado | Nov 11, 2017 | DESARROLLO PERSONAL

«Ground Control to Major Tom
Take your protein pills and put your helmet on»
David Bowie, Space Oddity, 1969
Este artículo aborda la importancia de la constancia como destreza clave para toda persona decidida a lograr algo. Es constante quien actúa con «firmeza y perseverancia de ánimo en las resoluciones y en los propósitos«. Sostengo que tan solo actuando de este modo podemos lograr alcanzar objetivos y desarrollarnos como personas. Quien trabaja para ser constante recorre cada día gran parte del camino hacia el bienestar y la satisfacción propios. Medimos de hecho las «constantes vitales» para determinar si una persona sigue viva. Lo hacemos porque la constancia es la esencia de la vida.
Hoy presento la constancia como el hábito de los primeros pasos y como una combinación de actitudes entrenables. Porque lo que hoy voy a enunciar se lleva aplicando millones de años por todos los organismos y sistemas vivos que han logrado desarrollarse hasta nuestros días fruto del ejercicio consciente o inconsciente de su naturaleza. Hablo más en concreto de cualquier niño que aprende a andar a diario en cualquier hogar durante meses, de cualquier planta que crece en cualquier bosque o manglar durante años, de cualquier especie que evoluciona para adaptarse durante miles de años, de cualquier continente que se forma durante millones de años o de cualquier planeta o sistema que nace, crece y muere en la vastedad del infinito. Todas estas maravillas son resultado explícito y testimonio continuo del valor de la constancia.
Expondré hoy, lector o lectora, los principios que a mi modo de ver rigen y configuran la constancia y las diferentes maneras de entrenarla. Comenzamos.
MI EXPERIENCIA DE VIDA
A menudo pienso en la gran ballena blanca. Pienso en el largo tiempo que dediqué a perseguirla hasta darme cuenta de que el animal vivía en mí. Pienso en el viaje que emprendí para cazarla y en lo peligrosamente lejos que llegué para intentar tocarla. Pienso en cada palmo de vida que invertí en ese viaje. Pienso en los momentos difíciles, en los valles de miedo e impotencia y en los castillos crecientes de sombras y de dolor. Pienso en todos los días de lluvia que fueron necesarios para apreciar el sol. Pienso en los días de mierda y las madrugadas de plena oscuridad. Pero también pienso en los paisajes emocionales descubiertos, en los horizontes conquistados de esperanza y en todas esas noches de completa soledad cuando me asediaban todos los gigantes. Pienso en la nueva realidad que creo, en la persona que ahora soy y en las que personas a las que ayudo a ser. Pienso en aquellas incontables recaídas, en los momentos en que olvido aquello que he logrado y lo que soy. Y aún muy a pesar de mi memoria me miro satisfecho y sonriente. Porque pienso que después de todo lo vivido no hubo nunca posada a la altura de este viaje.
Dudo ahora si soy de un lugar concreto, si pertenezco a las personas que inspiré o a aquellas que me han iluminado. Hoy mi casa está en mí y yo soy mi territorio. Y por eso puedo hoy decirte algo: Esté donde esté el lugar al que te diriges, si te aceptas para poder crecer a partir de tí y no de otros en realidad ya has llegado. Porque la gran ballena blanca también va dentro de tí y porque también cada día necesitas recorrer un gran camino. Se constante apostando por tu amor y comprensión a otros. Cada persona con la que te cruzas lucha cada día por vivir batallas de las que probablemente nunca sabrás nada. No juzgues a las personas por completo sino a sus acciones en concreto. Se constantemente bueno y honesto. Todo lo demás llega.
CARÁCTER CONSTANTE POSITIVO Y NEGATIVO
Todas las personas poseemos un campo de influencia en nuestra vida. Nuestros actos y nuestra forma de ser y estar se traducen en emociones y percepciones de otros. Llegamos a otros individuos y lo hacemos diariamente en nuestra vida, en nuestro trabajo y con nuestras parejas y amigos. Mi experiencia me dice que las personas constantes poseen un campo de influencia sobre otros mucho mayor que el que poseen las personas inconstantes. Este campo de influencia puede ser positivo o negativo en función del contenido de la persona constante. Hablemos de ello.
La persona constante imprime carácter de continuidad a todo lo que hace y capta la atención de las personas que le rodean. A menudo acompañando a personas que atraviesan momentos de cambio y de completa incertidumbre, observo cómo la falta de constancia hace mella en su capacidad de compromiso y acaba por dinamitar todas sus acciones. Existen grandes iniciadores de cambios pero solo los buenos mantenedores de frecuencia (un término acuñado por Eckhart Tolle) son capaces de disfrutar de su propia sintonía. Un buen mantenedor de frecuencia vive cada acontecimiento de su propia vida como algo sagrado y digno de ser vivido. En palabras de Tolle «Dotan de un profundo significado a lo aparentemente insignificante. Su tarea consiste en traer calma espaciosa a este mundo, estando absolutamente presentes en todo lo que hacen, hasta en las tareas más simples. Su propósito es hacerlo todo de manera sagrada. Como cada ser humano forma parte integral de la conciencia colectiva humana, ellos influyen en el mundo mucho más profundamente de lo que se ve en la superficie de su vida.»
El maestro Küppers defiende que existen cenizos que vienen a ser personas constantemente negativos y redundan en el malestar propio y el ajeno (de estos tendemos a alejarnos y ellos mismos tienden al aislamiento), y existen bombillas que vienen a ser constantemente positivas y redundan en el bienestar propio y el ajeno (a estos tendemos a acercarnos y ellos mismos tienden puentes hacia otros). Parece como si existieran personas que tienden al optimismo y personas que tienden al pesimismo incluso compartiendo realidades idénticas. En este sentido el maestro Winston Churchill dijo en una ocasión que un pesimista ve dificultad en cada oportunidad y un optimista ve oportunidad en cada dificultad.
Richard Boyatzis y Annie Mckee sostienen que el líder resonante es aquel que es capaz de generar comportamientos positivos y constructivos en otros a través de una característica que denominan «resonancia» y que sigue propiedades conductuales similares a la resonancia acústica que amplifica el potencial de las frecuencias sonoras. Aunque explicado así sin duda parece un capítulo más del programa de fenómenos paranormales Cuarto Milenio de Iker Jiménez, he estudiado y trabajado este modelo de liderazgo que bebe de la corriente situacional, y he obtenido resultados muy positivos en directivos y mandos intermedios que aplican este modelo adaptativo con constancia. Esta experiencia me hace creer aún más en ese campo de influencia, ese poder que podemos ejercer sobre la conducta de los otros.
En realidad existen estudios científicos en una u otra dirección que sostienen o echan abajo las teorías sobre la determinación actitudinal que posee el peso de la herencia genética en las personas. En otras palabras, hay muchos científicos que han intentado probar que existen personas constantemente pesimista u optimistas y explicar por qué no pueden evitarlo. Un estudio de la Universidad de la Columbia Británica (Canadá) publicado en septiembre de 2013 sostiene que existen pesimistas genéticos cuyo genoma está determinado a percibir negativamente los acontecimientos. De acuerdo a este estudio, estos pesimistas genéticos tienen una variante del gen ADRA2b que influye en la hormona y neurotransmisor denominado norepinefrina que es el encargado de generar recuerdos de emociones y de percibir los acontecimientos con el transcurso del tiempo.
De hecho todo el estudio de la corriente científica de la psicología positiva abanderada por Seligman enfoca sus esfuerzos a demostrar la correlación existente entre emociones positivas y salud. Varios psicólogos y psiquiatras coinciden en señalar la importancia del fomento del optimismo para alcanzar una cultura del bienestar que mejore nuestra salud física e incluso pueda llegar a prolongar nuestra vida.
Personalmente tengo la obligación de ser escéptico y crítico constructivo con teorías o estudios que no estén científicamente probados y es cierto que en algunos de estos estudios los niveles de muestreo, rigor y existencia de objetividad son a menudo cuestionables. Muchos estudios adolecen de la utilización explícita de una gran cantidad de sesgos cognitivos, de los que tanto hemos hablado en esta web. En mi experiencia muchas personas que he acompañado han logrado cambiar su forma de ver la vida de acuerdo a un entrenamiento riguroso y constante. Esta es sin duda la base de mi fe absoluta en las personas y la razón por la cual desempeño mi labor. Si bien no todas las personas logran ese cambio, sí creo que con voluntad, compromiso constante y herramientas de toma de conciencia es muy posible lograrlo.
Siempre advierto asimismo del peligro del pensamiento positivo (el felicismo) y de practicar en nuestra vida los hasta ahora escasos avances que la ciencia ha logrado en materia de conquista de la felicidad. Nadie mejor que los Monty Phyton en su hilarante película La Vida de Brian ha sabido reflejar el absurdo ridículo de este pensamiento positivo (sonríe a toda costa y pase lo que pase) cuando el propio Brian crucificado comienza a cantar «Always look on the bright side of life» a coro con otros crucificados. Sin duda la tristeza también es parte de la vida y combiene no olvidar sus beneficios. Mostrarnos vulnerables es siempre mejor que aparentar ser perfectos e inmutables.
Por otro lado reconozco que todas las personas que acompaño y han logrado ser o eran verdaderamente felices alcanzando ese estado de mantenimiento de frecuencia (o Flow en palabras de Mihalyi Csikszentmihalyi) generan en sí mismos y en su alrededor una gran cantidad de beneficios que previenen y disminuyen estados de ansiedad, depresión o frustración que sí observo frecuentemente en personas constantemente pesimistas.
En este sentido, si bien el foco del estudio del comportamiento humano a menudo es psicologista, personalmente procuro estar informado de todos estos estudios a la vez que confío mucho en las lecciones que los grandes maestros de la filosofía de unos y otros continentes nos han legado durante siglos y cuyas conclusiones me parecen a menudo similares.
ACTITUDES ENTRENABLES PARA FOMENTAR LA CONSTANCIA
Existen por otro lado algunos actitudes entrenables que favorecen el carácter constante y que observo a diario en las personas constantes que conozco y que quiero detallar:
PON PLENA ATENCIÓN EN LO QUE HACES. La constancia sin foco ni atención genera frustración. Antes de ser constante en algo decide bien en qué y pon atención a cada paso del proceso. Sin foco ni atención, no avanzarás. Para la posteridad queda aquella meditación 14 que compartía con vosotros cuando hablé sobre el pensamiento sistémico. Ese famoso explorador que viajaba hacia el norte en un enorme témpano de hielo que se dirigía hacia el sur. Por mucho que creyera viajar en una dirección, la realidad le situaba continuamente en otra. Piensa antes de hacer o piensa haciendo pero ten foco y pon atención en lo que haces.
ESFUÉRZATE Y DISFRUTA CADA PEQUEÑO LOGRO. La constancia está unida a la cultura del esfuerzo. El podio de París lo disfrutan aquellos que puntúan constante en cada etapa con frecuente regularidad, no aquellos que ganan una sola etapa. Un famoso dicho asevera que el éxito es 90% transpiración y 10% inspiración. Suda si quieres lograr algo. Ser constante es esforzarse por algo de forma continuada, de modo que aquí también aplican las reflexiones que realicé sobre la cultura del esfuerzo. En realidad, la convicción constante es el tercero de los pasos necesarios para lograr algo tras tener claro el objetivo y diseñar un camino útil y abierto para alcanzarlo. Se constante solo después de fijar un objetivo y decidir el camino más útil para alcanzarlo, nunca antes. Después de fijar el foco de acción, esfuérzate aunque solo sea para decirte que hiciste todo cuanto estuvo en tu mano
INSISTE; SI TE CAES, LEVÁNTATE. La constancia está relacionada con la tolerancia al fracaso. Muchos de los grandes líderes que han dirigido países enteros no lo han hecho por carisma ni por visión sino por insistencia constante e inasequible al desaliento. Para ser constante es necesario volver a levantarse. Por eso creo que la constancia es el hábito de los primeros pasos. Siempre es el primer paso antes de dar el siguiente y siempre si así lo creo necesario y mi salud emocional y física me lo permite, puedo levantarme. La tolerancia al error no es el fomento del error. Coincido con Javier García y Enrique González Arbués cuando en su libro La burbuja emprendedora señalan que hemos pasado de penalizar el error a fomentarlo e idolatrarlo y que esto ha costado muchos disgustos y causado mucho mal a mucha gente. Como decía anteriormente, antes de lanzarte, asesórate, infórmate, se cauto y actúa con rigor. Después de hacerlo, si te caes vuelve a levantarte y no te castigues porque el aprendizaje está basado en el error. Porque la constancia es en gran medida la superación de uno mismo.
NO PASES DE CERO A CIEN; DISEÑA UN CAMBIO RAZONABLE. La constancia consiste en fijarse retos motivadores, realistas y progresivos que pueda medir y sentir que he cumplido. A menudo en sesiones de acompañamiento vivo cierta tendencia en algunas personas y organizaciones a fijarse retos irreales o inasumibles imitando casos de éxito de otros o dejándose llevar por algunas modas o tendencias. Cualquier programa de acompañamiento se base en fijar retos y medir de forma progresiva y constante su cumplimiento. Bajo esta perspectiva, con frecuencia algunos de los clientes que acompaño no se dan cuenta de sus grandes logros hasta que echan la vista atrás y comprueban la enorme evolución que han tenido. ¿Cómo? Tal y como Rambo le contestaba al Coronel Truman que iba a sobrevivir: DÍA A DÍA. Por otro lado, la evolución es el mayor cambio razonable que puedes imitar. Hace menos de un mes pudimos comprobar cómo las hormigas rojas fueron casi los únicos seres vivos capaces de sobrevivir al Huracán Harvey. Durante decenas de años han sido capaces de aprender a flotar sobre el agua sin necesidad de saber nadar. ¿La clave? El aprendizaje constante de su entorno.
CENTRA TU ENERGÍA EN TU LABOR Y NO EN LOS JUICIOS DE OTROS. La atención constante en tu área de responsabilidad facilitará que otros se responsabilicen de la suya. Todos los caminos parten de un sitio y van a otro. Sin embargo, la constancia es el único camino que puede partir de tí para poder llegar a otros. Hace un tiempo una persona a la que acompañé y que no logró salir de sí misma por completo me confesaba en una sesión: «Me juzgo a mí por mis intenciones y a los demás por sus acciones». Hace poco en una cena junto a un equipo cuyas sesiones de acompañamiento acababan de concluir, una persona no paraba de hablarme de lo que otros compañeros hacían mal y de lo mucho que le dolía que eso que hacían afectase a sus clientes. Ella sabía que realizaba bien su trabajo pero necesitaba que todo el entorno en el que trabajaba fuera perfecto y que sus compañeros también fueran buenos profesionales. De tal modo que los juicios o acciones de otros pesaban más para su insatisfacción que sus propias acciones para su satisfacción. En verdad vivir así es poco saludable. En lugar de ser comprensivos con nuestros actos y exigentes con los actos de los demás, tal vez sería más saludable ser constantemente exigentes con nosotros mismos y comprensivos con los actos de los demás.
ENTRENA TU TEMPLANZA. La constancia se adquiere y se entrena, no se hereda ni se mantiene por sí sola. Un cliente hace un mes defendía enérgicamente que no podía cambiar la situación de su organización y para ello argumentaba que «él era así y cada persona es como es». No faltan personas que creen en el carácter inmanente de su comportamiento y que se niegan a entrenar habilidades accesibles para todos. En realidad la constancia en algo garantiza como decíamos la satisfacción de haberlo intentado con todas tus energías pero además sirve de ejemplo a los demás. Una persona constante no nace, se hace.
SUPERA LOS ÁRBOLES PARA VER EL BOSQUE. El hábito constante en nuestras relaciones y acciones es más fácil de lograr cuando vemos toda la fotografía y no solo una parte. Hace poco un equipo con el que trabajaba diseñaba una acción que denominaron «Compartir la realidad» y que se basaba en que el Equipo Directivo hiciera públicos y explicara algunos datos que el resto de la plantilla desconocía. Esta iniciativa iba encaminada a aportar una visión en perspectiva de la realidad y ampliar la fotografía del resto de compañeros para que pudieran formarse prejuicios algo más sujetos a la Realidad (con R mayúscula). Este tipo de iniciativas tienen que ver con entender que no solo estoy yo en el mundo sino que existo con otros individuos que además pueden aportarme algo de criterio en la toma de decisiones. Cuando cultivo mi pensamiento sistémico resulta más fácil ser constante «por y para algo» y no «hacia algo».
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