Seleccionar página


 

«El antiintelectualismo ha sido esa constante que ha ido permeando nuestra vida
política y cultural,
amparado por la falsa premisa de que Democracia
quiere decir que
mi ignorancia vale tanto como tu conocimiento.»

maestro Isaac Asimov, 21/01/1980

 

Defiendo la necesidad continua e imperiosa de vivir con los pies sobre la tierra. Defiendo una realidad incómoda y difícil en la que no negar la verdad para poder seguir con tu vida. Defiendo el mundo real, ese que va más allá de todo lo que damos por supuesto. Defiendo la obligación de mancharme, el gozo de reconocer que existen los matices, que tienes espacio y tiempo para los errores. Defiendo una realidad imperfecta sobre la que aprender y de la que no necesites huir continuamente. Defiendo una vida significativa en la que no existir negando la condición humana ni la biología, una vida basada en disfrutar la belleza de lo evidente pero también en construir la esperanza de un horizonte futuro. Una vida con un mar de posibilidades y un cielo sobre nuestras cabezas pero con los pies en la tierra.

Una de las características que mejor define nuestra época es nuestra alergia a la realidad, o si se prefiere nuestra elevada militancia en la ficción. Nos encanta evadirnos de la realidad, vivimos a diario para no ejercer nuestra responsabilidad respecto a lo que somos, hacemos o promovemos con nuestras ideas, acciones y comportamientos. Denomino ficción al proceso de negar o huir de la realidad con el ánimo consciente o inconsciente de inventar, promover, comprar o vender ideas, relaciones o métodos que se basan en premisas completamente irreales pero que nos proporcionan altas dosis de autoengaño y una falsa tranquilidad eventual. Hay ejemplos por doquier de esto que digo: Los intangibles se han convertido en los valores más determinantes del mercado, el ser aspiracional como sujeto de consumo sustituye al ser real como sujeto de soberanía, y el individuo solipsista y profético desbanca el poder motor que tradicionalmente ostentaba el colectivo.

Buscamos sentido en el camino fácil y despreciamos con indiferencia el esfuerzo fundado en afrontar lo difícil. Depositamos nuestra fe ciega en relatos, narrativas, métodos o modelos milagrosos que vienen a ejercer de atajos sobre los que apuntalar nuestra esperanza. Aunque esta burbuja de ficción no es exclusiva de nuestra época y proviene de un largo decantado milenario de símbolos, mitos y creencias habilitantes, me atrevo a decir que la ficción se ha convertido en el centro de los actuales sistemas relacionales y operativos. En otras palabras, aquellos que dominan la creación de ficciones supuestamente redentoras son hoy mucho más determinantes que nunca.

Esta militancia acrítica en la ficción podría denominarse LA IDEOLOGÍA TOTALITARIA DE LA POSMODERNIDAD, y es hoy común a personas de cualquier signo, clase o identidad político, religioso o social. Estos son sus elementos característicos:

La pérdida del sentido contextual de lo humano en relación a su entorno a tres niveles de alienación progresivos: distanciamiento de los ciclos y comportamientos naturales, pérdida de las lógicas de relación asociadas a la dinámica de las tradiciones culturales, y desconocimiento de nuestra posición temporal en relación a la larga historia de la humanidad. Nuestro distanciamiento con la naturaleza aumenta a pasos agigantados al mismo tiempo que los ciclos naturales se revelan contra una explotación intensiva de sus medios que lleva décadas siendo inasumible. El multiculturalismo o el interculturalismo han logrado que la enorme mayoría de personas desconozcan las tradiciones culturales de las que provienen y que les permiten disfrutar hoy de ciertos privilegios y derechos que consecuentemente dilapidan. Por extensión el común de los mortales desconoce su lugar en la Historia y la obligada humildad que deberían tener sus ambiciones en relación al legado de siglos o milenios que tiene la obligación de atesorar. Este adanismo conductual es como una tabula rasa, como un cráneo vacío sobre el verter todo tipo de ideas, conductas o sentimientos sin sentido del espacio, el tiempo, o las dinámicas culturales o biológicas. Aislado en su mundo individualista, el ser humano sin contexto pierde su dignidad.

El triunfo de lo novedoso y efímero sobre lo permanente y continuo. Algunos conceptos son un buen testimonio de esta época: Futilidad pasajera, evanescencia emocional, aceleración vital, ambigüedad expositiva, tolerancia relativista, seducción cautivadora. Hablo en otras palabras del encumbramiento de lo inconsistente y lo débil en detrimento de lo duradero y lo sólido. Hablo de perder cierta filosofía sapiencial y sentido común útiles para la vida diaria, para sustituirlos por declaraciones performativas. Hablo de una existencia estética que nubla, eclipsa y sitúa en la periferia a las distintas posibilidades de existencia ética. Una novolatría posmoderna que convierte todo lo nuevo en ley de vida, y todo lo antiguo en perecedero. Un culto a lo efímero que colecciona instantes en archivos digitales que nadie visita tras unas horas almacenando pasados que nunca fueron presentes. El inconsciente individual a lomos de la estupidez colectiva.

El culto a la ignorancia del solucionismo simplista que en lugar de invitarnos a pensar y educarnos para establecer conclusiones, concluye por nosotros y nos sitúa como consumidores de conclusiones de otros. Y en esto incluyo a todo metodologista profético, a cualquiera de los escapismos tecnológicos acríticos a los que nos entregamos, a todos los creadores cansinos de certificaciones y a cualquier político, autor o prescriptor de opinión que presenta la realidad de forma prístina y cristalina. Los escépticos no venden pero los vendedores de inercia obtienen pingües beneficios. Hoy es culturalmente más beneficioso divulgar una mentira basada en una verdad profundamente incompleta, que trabajar activamente para explorar de forma humilde y no definitiva la Verdad. Hablo de la pérdida progresiva de criterio propio y el sentido del esfuerzo, pero igualmente del abandono de la búsqueda de la Verdad a través de la Razón o la Ciencia y el regreso del providencialismo esta vez no en la forma de religiones colectivas aglutinadoras y habilitantes, sino más bien en la apariencia de narrativas voluntaristas. Esto está ampliamente relacionado con el deterioro del sentido de la educación en nuestras sociedades que ha ido de la mano de una vulgarización progresiva de las estructuras y sistemas educativos que estaban basados en la excelencia.

El triunfo del deseo ansioso sobre la tranquilidad de espíritu. Desde una comprensión ansiosa y apegada del mundo, solo se puede lograr frustración o enfermedad. Los constructivistas estarían encantados de la actual hegemonía del deseo como motor de las decisiones humanas. Prueba de ello es que el arco atencional de las personas que tienen capacidad de poder y decisión hoy en día se reduce a lecturas, visualizaciones o conversaciones reduccionistas y llenas del deseo de autojustificación. Aún a pesar de que la mayoría de la población tiene acceso universal a ingentes cantidades de conocimiento, las personas no están educadas para la inquietud y el cuestionamiento sino para la militancia. Decía Thomas Sowell que «cuando la gente quiere lo imposible, solo los mentirosos pueden satisfacerlos, y solo a corto plazo.» Nuestro deseo ansioso no solamente ha dejado de ser regulado por las instituciones públicas o privadas, sino que es alimentado y multiplicado por la inmensa mayoría de ellas.

Contra esta tendencia mayoritaria a la militancia irresponsable en la ficción, promuevo a diario el compromiso consecuente con la realidad.

¿Qué es el COMPROMISO CON LA REALIDAD? Yo lo entiendo de acuerdo a estos principios:

  • La aceptación de la imperfección humana como base para el cuestionamiento y la exploración individual de caminos de perfeccionamiento. No podemos ser 100% coherentes o virtuosos pero sí 100% consecuentes y honorables. El ser humano no es un individuo angélico exento de mierda, sino que es a la vez su propio paraíso y su infierno, y cualquier visión que trate de esconder ambas caras de la misma moneda, es tramposa y amoral.
  • La búsqueda continua e infinita de una verdad compleja y poliédrica a la que no debemos renunciar a comprender aunque nunca logremos a comprenderla por completo. La realidad no es tan sencilla como nos la pintan, y tampoco su complejidad es excusa para que caigamos en un relativismo moral o una tolerancia performativa que nos sitúan en la indefensión o la decadencia. La verdad se explora y se busca, y se afirma de forma eventual hasta que se demuestre lo contrario tal y como nos enseñó el método científico.
  • La asunción de una humildad universal que nos ubica como seres temporales en un espacio concreto del que somos responsables y herederos. Esto supone la batalla continua contra la estandarización y empobrecimiento de la cultura y el comportamiento humanos. Esto implica también la aceptación del conflicto y la dialéctica relacional como medios de aprendizaje y maduración individuales y colectivos. Por último la asunción de una humildad universal regula nuestros continuos comportamientos egoicos y supone una defensa de un agnosticismo esperanzado y situado que nos sabe ampliamente capaces de grandes logros y progresos, pero a la vez nos impide -por sensatez y conocimiento- ser deterministas o taxativos respecto a lo humano, lo natural o lo social. Esto incluye la aceptación de una espiritualidad real fuera de la lógica, y a la vez implica reconocer constantemente que no se sabe de todo y no se comprende todo, renunciando a la necesidad adictiva de teorías totalizantes, salvíficas o redentoras.
  • El respeto a la reflexión argumental, el conocimiento contrastado por pares, el método científico y la academia como formas continuas de contacto testado con la realidad y estructuras colectivas directas e indirectas de generación de verdad eventual útil para la mejora de la experiencia humana y su relación con el entorno al que pertenece. Este compromiso por supuesto supone la batalla contra todo tipo de atajos y simplificaciones panfletarias que conviertan la enorme riqueza del comportamiento y la condición humanas en itinerarios guiados, supuestamente certeros y reduccionistas de lo que somos y podemos ser en este mundo. Esto consiste en batallar una y otra vez tantas veces como sean necesarias contra todo tipo de relatos, narrativas y visitas turísticas de la realidad.

 

Espero que hayas disfrutado la lectura. Gracias por tu tiempo.

 

***

Consulta nuestro catálogo de servicios de acompañamiento al cambio o solicita más información a david.criado@vorpalina.com

LA 5ª EDICIÓN ONLINE DE TRAINING DAYS ESTÁ YA EN MARCHA.

Echa un vistazo al dossier y disfruta de alguno de sus módulos o solicita plaza para la siguiente edición completa.

***

Share This