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“En el silencio no miramos a los otros sino a nosotros mismos”

maestro Anselm Grün, Elogio del silencio

 
Vivir bien es vivir del todo, no entrar y salir de la vida o visitarla sino llenar atentamente un solo momento por completo.

Vivir bien es vivir hasta el final, haciendo -como en aquella oración del maestro Juan Ramón Jiménez- “que hoy sea solo hoy” y que todo lo demás no importe. En el Critón, el maestro Sócrates recuerda que “no es vivir lo que de ser estimado en el más alto grado sino vivir bien”.

Vivir bien es vivir para encontrar y no vivir para buscar. Una buena vida es una vida en la que encontramos durante más tiempo que buscamos. Buscamos fuera lo que no tenemos dentro, encontramos fuera lo que ya tenemos dentro. Si hoy, aquí y ahora, me siento satisfecho con lo que soy, puedo aceptar la mayoría de todo aquello que tiene que pasar.

Vivir bien es recordar que la vida por sí misma ya es rentable, que no necesitas servir a un mayor propósito que disfrutar la vida y favorecer que otros la disfruten.

Vivir bien es entender la buena suerte de este modo: Afortunadamente la mayor parte del tiempo las cosas no son como quieres sino como queremos. Vivir bien es no olvidar que nadie admira por mucho tiempo a alguien que no se ha esforzado. Como recordaba el maestro Morgan Scott Peck la disciplina, el sacrificio y el amor al otro te proporcionarán la gracia.

Vivir bien es cultivarse, vivir la vida en la cercanía pero también mirarla en la distancia. El maestro Mahoma dijo “el prisionero que enseñe a leer y escribir a 10 musulmanes será libre”. Falta hueco en las cárceles pero sobra hueco en el alma. Llénalo.

Vivir bien es escaparse de la prisa para regresar a la observación diaria. Vivir bien es hacer lo que el maestro Sogyal Rimpoché llama “llevar la mente a casa”, domar y controlar el torrente de nuestros pensamientos, hacerlos trabajar para nuestro equilibrio y contra la esclavitud vital que supone abandonarnos ante ellos.

Vivir bien es sobre todo ser agradecido, reducirme a lo que soy para reconocer al otro. Las personas que conocen y comparten su gratitud antes que todos sus juicios u opiniones viven ya en la dicha.

Vivir bien es construir el paraíso aquí en la Tierra para mí mismo y para otros. El maestro Dan Gilbert nos recuerda que “no ayuda a ser feliz decir a alguien que si no cree en lo que tú crees irá al infierno”. Muy al contrario, te ayudará mucho a ser feliz tu compromiso de vivir para no fabricar nuevos infiernos ni a tí ni a otros.

Vivir bien es renunciar a la mayor parte de deseos que fabricamos y que nos someten. Vivir bien es quedarse solo con aquellos que hacen crecer el cuerpo del alma y el alma del cuerpo, porque el resto de deseos no tienen sentido ni argumento. Vivir bien es recordar que todas las expectativas que pongo en otros son barreras para aceptarme, muros que separan mi realidad de estar vivo de mi capacidad de disfrutarlo.

Vivir bien es adaptarse ante las cosas que no son importantes y estar conectado y comprender las cosas que sí son importantes. Esto implica tomar de cada buena o mala experiencia el mejor aprendizaje. El que vive de acuerdo a las cosas importantes recorre el Cielo en vida sin necesidad de castigarse. Por el contrario para las cosas que no son importantes se cumple siempre que lo que es válido hoy, mañana dejará de serlo. Por tanto es clave alimentar la perspectiva y el criterio propio para relativizar y adaptarse a las cosas que no son importantes.

Vivir bien es recordar que no tienes todo el tiempo del mundo para hacerlo. Vivir bien no es vivir para dejar un legado a otros tras tu muerte, sino vivir como si tu vida fuera el único legado que has recibido y que verdaderamente tú puedes disfrutar.

Vivir bien es el único medio para lograr el fin de estar verdaderamente vivo. No hay vida más allá de la vida del mismo modo que no existe amor que no genere amor ni odio que no genere odio. Por eso nunca eres lo que dices; y por eso tal y como dice el maestro Aristóteles “eres lo que haces de forma repetida de forma que la excelencia no es un resultado sino un hábito”.

Vivir bien es necesitar el mar y la montaña, disfrutar lo sencillo, dulce y suave de la vida y apreciar lo escarpado, abrupto y elevado de la vida. Porque todo ello es salvaje e insondable y no necesita de nosotros tanto como nosotros necesitamos de ello.

Vivir bien es ante todo no sentirse solo ni actuar como si lo estuviera. Vivir bien es comportarme como si en el mundo antes hubieran existido más personas, como si durante mi vida también existieran otras y como si después de mi muerte fueran a existir muchas otras más. La verdadera compasión de las personas que se atreven a vivir bien radica solamente en esto.
 

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