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No puedo imaginarme por lo que has pasado.

No puedo imaginarlo. ¿Cómo lo has superado?

In lieu of flowers (Savage, 2013)

 

tristeza

 

LA TRISTEZA TAMBIÉN ES VIDA

Cada uno siente como puede. Y esto, amigo o amiga, apenas cambiará. Pero hay una creciente corriente de pensamiento que dice que debemos apartarnos de las personas tristes o de las deprimidas. Toda una jauría de egoístas impenitentes que nos dicen que lo único aceptable es la alegría, que nuestro pecho solo tiene habitaciones para huéspedes que defiendan la sonrisa. Poco valor existe en aquellos que no se enfrentan a la realidad de las personas y pretenden imponer la propia. Muy poco honor en quienes niegan a otros el derecho de sentir el inmenso catálogo de emociones que configura la especie más maravillosa de la Tierra.

Y he aquí que yo soy un caballero y les maldigo y lucho contra ellos. Maldigo a todos aquellos que huyen de las personas tristes, a los que reniegan del llanto y de las lágrimas. Maldigo a aquellas personas que no se permiten ni aceptan que a veces pueden estar tristes o no siempre estar contentos. Lucho contra los que no reconocen la realidad entera como forma de gobierno y como único sistema de innovación y vida. Lucho contra aquellos que solo quieren vivir o sentir una o cualquiera de las partes. Lucho a veces para que alguien por fin comprenda que es tan útil una lágrima como lo puede ser la risa. Y que no hay opción buena o mala a la hora de sentir pero sí una vía saludable de hacerlo que es simplemente ser consciente de lo que estás sintiendo ahora y aceptarte. Aceptar que eres humano y no una imagen perfecta de lo que quieres ser.

Esto dijo un músico llamado Graham Nash:

“La vida no es perfecta; no lo será nunca. Tienes que aprovecharla al máximo y abrir el corazón a todo aquello que el mundo tiene que mostrarte. A veces resulta aterrador y a veces increíblemente hermoso. Yo me quedo con las dos cosas, gracias”.

Maldigo, en fin, a los que solo se quedan con una de estas partes de la vida e intentan que el resto elija entre una u otra. Porque tú tienes derecho a vivir ambas.

 

YO DEFIENDO LA TRISTEZA

Yo defiendo la alegría y por eso, aunque solo sea por eso, también defiendo la tristeza. No simplifiques tu corazón por el solo hecho de que tu mente apenas lo comprenda. Simplemente ábrelo, como decía el bueno de Nash, a lo que el mundo tiene que mostrarte. Ábrelo de par en par y si así ha de ser, siente miedo. Porque todos, en el fondo, vivimos indefensos. Y en esta común indefensión nace el amor.

 

MI TRISTEZA ALUMBRÓ MI VIAJE

Aprendí a llorar luchando.

Aprendí que yo era suficiente.

Que ningún fuego es más grande que una lágrima.

Aprendí a llorar cuando estoy triste y a permitirme reír si estoy alegre.

Me enamoré como un loco de la mejor persona y compartí con ella todos los años de mi vida.

Le he amado con todos sus defectos.

A su lado viví el más terrible miedo y la más completa soledad.

Dormimos juntos preguntando a las estrellas.

Me sentí querido y frágil, arropado por su voz y su palabra.

Le acepté cuando no era suficiente.

No me alejé de él cuando para mí bastaba.

Aprendí a llorar: me quise.

Y no hubo nunca posada a la altura de este viaje.

 

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