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por qué tenemos hijos

por qué tenemos hijos

hijos

Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista“.

Michael Levine (publicista)

Si lo más importante para las personas fuera el dinero, nadie tendría hijos. No dan dinero.

Si lo más útil para nosotros fuera nuestra alimentación, nadie acogería a un nuevo estómago. De hecho casi siempre alimentamos a nuestros hijos a menudo quitando la comida de nuestro propio plato.

Si para tener un hijo intentáramos rellenar de forma coherente, junto con nuestra pareja, cada uno de los 9 huecos del business model canvasrecursos clave, propuesta de valor, alianzas, actividades, relaciones con el cliente, segmentos de mercado, canales, costes e ingresos– nadie en su sano juicio decidiría tener hijos. No es un modelo de negocio en el que un inversor invertiría.

Si lo más importante para las personas fuera el retorno de inversión a la hora de tener un hijo, nadie lo tendría. No lo tendrían ni en Sudán, ni en en la R. Democrática del Congo donde ni siquiera las madres pueden sobrevivir a veces e incluso sufren la lacra de violaciones con transmisión de SIDA. Tampoco en la selva peruana donde las condiciones son extremas, ni en China donde todos miran la efectividad, ni siquiera en Europa donde nos aferramos a nuestra calidad de vida. En ningún caso tener un hijo es rentable.

natalidad

Y sin embargo miren el gráfico que tienen sobre estas líneas. Es la tasa bruta de natalidad en el mundo. Colores más cálidos significan más hijos por persona, colores más fríos, menos hijos. Podemos decir que incluso cuando uno no tiene aparentemente nada, tiene hijos.

Si para decidir si tienes o no tienes hijos, tuvieras que segmentar, humanizar, empatizar y validar de acuerdo al mapa de empatía cuál es el mercado que actualmente está preparado para el producto HIJO, ninguno de nosotros tendría un hijo. Probablemente ninguno utilizaría las herramientas de resolución creativa de problemas de la D-School de la Universidad de Standford. Pese a que muchos hacen dinero alrededor de este producto, ningún mercado ni cliente ni proveedor está pensado para comprar este producto. Es una commodity, dirían los expertos.

Si lo más importante para las personas fuera la seguridad, nadie tendría hijos. Este mundo no es un lugar seguro. Lo sabe tanto el padre que ha sufrido un robo en Brooklin (Nueva York) como el que asustado contrata una empresa de seguridad para su mansión en la urbanización La Moraleja (Madrid).

Si lo más importante para las personas fuera la comodidad, nadie tendría hijos. A nadie le gusta levantarse en medio de la noche, limpiar mierda de otros o mantener a un ser improductivo.

Si pensáramos en el bien común, ni al planeta -saturado de CO2 y desnaturalizado- ni a nuestras sociedades -hiperpobladas en su mayoría o con un alto nivel de envejecimiento- les hacen falta más seres humanos.

Si lo más importante para las personas fuera la ausencia de dolor, nadie tendría hijos. Vómitos, mareos, desequilibrios hormonales, dolores de cabeza, parto,… No nos resulta agradable todo lo que envuelve al embarazo pero sí lo que lo provoca.

Si lo más importante para las personas fuera en general la ausencia de preocupaciones, definitivamente nadie tendría un hijo. Por naturaleza, desde temprana edad y a veces hasta tu propia muerte, generan falta de sosiego y calma.

Si lo más importante para las personas fuera su desarrollo profesional, ninguna mujer tendría hijos. Existe, de hecho, una fuerte correlación entre natalidad y participación femenina en el trabajo. Pero aún así, decidimos tener hijos.

Ni siquiera la pirámide de Maslow ha sido capaz de explicar por qué demonios alguien en pleno uso de conciencia decide tener hijos. A nadie que le preguntes por qué ha tenido un hijo te responderá que por descanso, ni por intimidad sexual, ni por respeto o autorreconocimiento, tampoco por creatividad.

Por supuesto, huelga decirlo, nadie que quiera tener hijos piensa en la jodida deuda externa ni en la crisis. Porque aunque tenemos menos hijos, los seguimos teniendo.

Por el contrario es normal que todo el mundo que decide tener hijos responda algo así como: “SIMPLEMENTE QUISIMOS“. Y a menudo lo hacen con cara de no encontrar otra explicación. A pesar de ello hay incontables revistas de embarazos que intentan explicar este fenómeno sin éxito pero con mucha difusión.

Les contaré lo que yo creo. Me ha costado darme cuenta, he leído bastante buscando alguna respuesta a cuál demonios es el fin último de las personas. También he preguntado y hablado con mucha gente cada día y he sido acólito de no pocas teorías una detrás de otra y con frecuencia de forma simultánea. He sido honesto y deshonesto en esta búsqueda. He creído en una religión y en tres o cuatro ideologías, he buscado la respuesta fuera y dentro. He dado conferencias asegurando que entonces la tenía. Y cada vez era diferente.

Pero nunca he interiorizado tanto como hoy el enorme poder y el infinito valor que tiene que una persona sienta que decide lo que quiere hacer y que además lo haga. Por encima de todo y de todos. Simplemente eso “QUIERO HACERLO”. ¿Pero por qué lo haces? “QUIERO HACERLO”. Solo eso. Personalmente disfruto cada vez que alguien comparte conmigo ese momento haya decidido vivir en la calle o levantar una gran empresa. Para mí es indiferente.

El potencial de hacer lo que uno puede y quiere hacer es infinitamente mayor que cualquier otro potencial. Y lo que es aplicable para tener hijos, también lo es para crear equipos y en general para vivir. Lo más importante para nosotros es sentir que hacemos lo que queremos hacer. Es el momento mágico en el que QUERER es PODER. Y un buen facilitador, alguien que quiera trabajar realmente en equipo siempre debe respetar este momento.

Cuando dudes qué significa la palabra COMPROMISO piensa en alguien que decide tener hijos sin una explicación más sólida que el hecho de que simplemente quiso hacerlo.

3 películas para 3 valores

3 películas para 3 valores

goodwill

 

Listening the song Between the bars, Elliott Smith

Vivimos entre barrotes. Podemos leerlo entre líneas en esta bonita canción de Elliott Smith. De hecho podemos vivirlo porque todos sabemos que los barrotes más fuertes nunca son de hierro. Los que apostamos con todos nuestros recursos por el cambio lo sabemos. La mayor parte de barrotes están hechos de prejuicios, tradiciones, culturas, valores establecidos. Estamos instalados en pequeñas celdas de seguridad imbricada, recluidos como castigo a nuestro afán de libertad, buscando la esperanza o diseñando instantes que bloqueen el silencio. Yo trabajo para hablar a través de estos barrotes. Lo hago cada día -entre otros- con Gloria, una maravillosa mujer que forma parte de uno de mis equipos y que se une al club de lectores de este blog. Bienvenida y feliz lectura en adelante 😉

Una de las obras que más me ha reconciliado durante años con la honestidad humana es la película Good Will Hunting (2007) escrita y protagonizada por Matt Damon y Ben Affleck. La película se desarrolla en el ambiente real en el que ambos actores se conocieron en Boston cuando eran estudiantes y fue una apuesta personal cuyo guión final, tras varias revisiones, se pagó a nada menos que 800.000 dólares. Considero la película una obra de referencia en la historia del cine. Sin más. Esta noche la veo por sexta vez y aún descubro grandes lecciones y nuevo valor en cada escena. Hace poco utilicé la película en un taller y esta noche repasando apuntes he descubierto el dulce tema del fallecido Elliott Smith que acompaña algún momento especial de la película. Hace tiempo el cantante dijo en una entrevista lo siguiente:

Depresiva” no es la palabra que yo usaría para describir mi música, pero hay algo de tristeza en mi música. Creo que tiene que estar ahí para que la felicidad en ella realmente importe.”

Interesantes palabras sobre la felicidad. Elliott Smith murió con 34 años de dos puñaladas autoinfligidas en el pecho en un aparente suicidio aún no esclarecido mientras su pareja estaba encerrada en el baño tras una dura discusión. Su tortuosa vida es digna de aparecer en uno de los libros que más marcó mi adolescencia: La lucha contra el demonio de Stefan Zweig. Su vida me recuerda en algunos instantes de su biografía a la vida de Heinrich Von Kleist, también muerto con 34 años y uno de los biografiados en el libro de Zweig. La historia de Elliott Smith está plagada de pequeñas luchas contra las drogas, el alcohol, la depresión y un tardíamente diagnosticado y medicado TDAH. Su legado musical en esta película -en la que trabajó con el gran compositor orquestal Danny Elfman– es algo más que un regalo. Se trata de un testimonio de genialidad en mitad de la particular lucha épica de Will Hunting contra su miedo personal a amar a los demás. El año en el que Gus Van Sant le pidió a Smith que le ayudara con la música de la película, corresponde con una de las peores etapas personales del cantante continuamente intoxicado por el uso de antidepresivos, pero también corresponde con su mejor etapa profesional tras el álbum Either/Or, sin duda su mayor éxito. Mi personal balance de la vida de Elliot Smith es tremendamente positivo y tiene que ver con escuchar y leer sus dos canciones Between the bars y Angeles. Ambas letras hablan de su continua lucha contra el demonio y ambas canciones aparecen en la película ganadora de dos estatuillas.

Imagínense a ese cuerpo frágil de Elliot sentado en el el escenario del Kodak theatre cantando ante miles de celebrities su particular mensaje de esperanza. Interesante contraste. Una de las estatuillas -estaba cantado- fue para el guión de Damon y Affleck, la otra fue para un gran actor cuyo trabajo me ha acompañado durante años en mi crecimiento personal y que también ha sufrido episodios de alcoholismo y adicción a la cocaína.
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La persona que a lo largo de su carrera ha interpretado a u loco locutor Adrian Cronauer (Good Morning Vietnam, 1987), al loco profesor John Keating (Dead Poets Society, 1989) y a tres extraordinarios doctores como son el doctor Malcom Sayer (Despertares, 1990), el doctor Sean Maguire (Good Will Hunting, 1997), y el doctor Patch Adams (Patch Adams, 1998) es el gran intérprete Robin Williams. Realmente  las cinco películas anteriores son magníficas y algunas de ellas relatan las historias reales de superación de personajes que siempre me han fascinado. Por eso no me arriesgo a decir que en esta película hace su mejor interpretación pero sí diré que la relación entre su personaje (el terapeuta) y el joven genio problemático es sin duda la clave de la película.

Existen particulares luchas contra el demonio que también me generan no poca admiración. Es por ejemplo el caso del personaje ficticio Luke Jackson inventado por el escritor Donn Pearce e interpretado en el cine por Paul Newman en Cool Hand Luke, 1967, un hombre es condenado a dos años de trabajos forzados por romper un poste de aparcamiento. La película (traducida como La leyenda del indomable) es también ilustrativa sobre la capacidad de liderazgo natural y personal de un hombre que lucha contra sus propios miedos y por forjar su propia identidad. En este caso además en un entorno claramente hostil de abusos morales por parte del establishment. Esta rebeldía contra lo impuesto, contra la autoridad incuestionable, que ha sido un continuo valor a lo largo de mi vida, se ve reforzada también por la clave de comedia dramática que aporta la música de Schifrin a la película del gran Stuart Rosenberg.
magseven

Para cerrar este repaso a mis últimas revisiones cinematográficas de la gran lucha contra el demonio (el personal, el profesional, el vital) he de confesar que anoche vi de nuevo -esta vez he perdido la cuenta- The magnificent 7 (John Sturges, 1960). Además de recordar diálogos enteros de memoria, he revivido la estrecha relación entre esta adaptación de Sichinin no samurai (Los siete samuráis, Akira Kurosawa, 1954) y los diferentes tipos de motivación que mueven a personas y equipos a lograr cumplir sus retos. En ambos películas -americana y japonesa- 7 luchadores a sueldo prestan ayuda a pueblos oprimidos que no pueden pagar a cada uno más que 7 platos de arroz al día o 20 dólares por 6 semanas de trabajo. ¿Por qué entonces asumen ese reto? Lo asumen -y así se reconoce a lo largo de ambas películas en varios diálogos clave- por su propio honor de luchadores, por una necesidad de cobijo y reconocimiento tribal, porque se identifican y se respetan entre sí y necesitan un reto que les una, porque se siente parte del proyecto y no propiedad suya, porque saben que lucharán por algo en lo que creen. Con indiferencia de que la acción se desarrolle en el Japón del siglo XVI o en la frontera del oeste de Estados Unidos en el siglo XIX, el demonio contra el que ellos luchan es el mismo contra el que luchan la mayor parte de equipos y se llama también IDENTIDAD. El precio de esta búsqueda a menudo es elevado pero casi siempre, si uno es fiel a su viaje iniciático en compañía o en soledad, se encuentra recompensa en la memoria de los otros.

open letter to my team

open letter to my team

The first Baron Münchhausen riding on a cannon ball

JUNE 22, 2012. Night

Minners, this speaks to you.

There is a part of your heart which is made of poetry and welfare. I feel part of this powerful force and I cannot explain why. You are much of what I am. That´s all.

There is a moment in the life of every person to be reconciled with his time and his two worlds: that he chose to live and that he doesn´t choose to live.

At that moment he reminds all sweet and bitter instants that made him feel alive each morning. I have the certainty that I will remember you for a few seconds laughing, crying and working hard as a team at that moment.

I believe in every summer that melts every winter. And now every one of you is already part of my summers and my winters. Within me and in each section of street or park around me.

I believe in the beauty of an unworthy autumn and also believe in a continuous spring of  stories and learnings. There are huge opportunities to be reborn in each of our steps.

Take each piece of life and emotions that hides in your team, recompose the puzzle of your experiences, build an army of dreams needed to feel alive. And then fight for your breathing to be heard as a proud murmur of fresh air in the middle of a crisis.

I believe in a world where my biggest challenge is to live and die on the edge of life, giving my hand to those in whom I have believed and those who have believed in me. I tend my hand to walk together and learn by doing a more livable world for us and for those who have joined us in this fight.

I’m here. I have always been here. But you did not know it. Now you can see clearly my hand close to your side. Because every time someone meets another one, that person just born again.

We´ve already born as a team, now we begin to learn as a team.

We are not perfect but we are here. We are not  equal but we are here. We are not superheroes individually but we are here.

And just being here makes me draw landscapes of extraordinary projects together.

We are a team. That´s what we are.

When you dream of overcoming all barriers, all you need are the wings of another to take flight. And the wings that lends you another are allways much stronger than yours.

Fix your attention in what anyone else is fixed, and you will know what no one else knows.

All dreams are possible when you believe in this.

Big hug and active love

David Vorpalina, Baron II of Münchhausen

honor y reconocimiento

Epitafio de Ernest Shackelton en Georgia del Sur con la cita de Browning

En la pirámide de Maslow que define las necesidades del Hombre, no hay cabida para las grandes proezas. Tampoco hay cabida para el héroe en las organizaciones que hemos generado. Promovemos al ser conservador, al que calla, al que no comparte ni actúa, a aquel que sabe mantener el equilibrio y consigue ser el amo de la cuerdo. Mi entorno geográfico es puro pillaje, aquí inventamos hace siglos la más pulida picaresca y en cada organización y sitio en el que he puesto mis ojos he encontrado a muchos Lazarillos.

Más allá del instinto crudo de la supervivencia, más lejos aún de las pequeñas cosas, ¿Qué nos dignifica y hace trascender la inercia?, ¿Qué nos hace seguir hacia delante? El honor y el reconocimiento están muy lejos de la gente que gobierna nuestras comunidades. Desde hace siglos han ideado herramientas paralelas que les hacen permanecer arriba. Ninguna de ellas les permite una línea en la historia de los hombres. Consiguen tener mucho dinero, amasar poder y adormecer debilitadas estructuras, pero cada noche al acostarse, justo antes de dormir, tras mantener con argucias y engaños una delicada pirámide de miedo, cuando pueden silenciar la voz vacía del hombre poderoso, saben que la gloria sigue siendo de otros. Ellos tienen grandes casas pero a menudo el primer paso para comenzar una aventura es abandonar esa zona de confort.  En el anuncio de un tabloide irlandés de 1914 se podía leer:

Se buscan hombres para peligroso viaje. Bajos sueldos, amargo frío, largos meses de completa oscuridad, peligro constante,  dudosa seguridad de regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito.

Ernest Shackelton intentaba reclutar tripulantes para el Endurance en su expedición a la Antártida con esta terrible frase. ¿Por qué entonces al día siguiente se presentaron más de 5.000 científicos y marineros listos para sufrir un viaje de penurias?, ¿Qué puede hacer que un hombre luche incluso contra la naturaleza, contra la inclemencia y la falta de certeza, contra la propia seguridad de seguir vivo?, ¿Qué nos hace emprender el viaje? … porque nos movamos o no de nuestra tierra, cada vez que emprendemos algo hemos comenzado un viaje. Lo que nos hace movernos es nuestro afán de superar el miedo. Cuando todo a tu alrededor es miedo, cuando tú mismo eres miedo, las fronteras se multiplican hasta ser casi incontables. Cada paso que das te lleva al mismo sitio y casi nunca existe para ti el comienzo. El miedo apelmaza la emoción y alimenta sin medida la rutina del pensamiento razonable. Nada, NADA de lo que ha hecho que la Humanidad llegue hasta hoy tiene que ver con la razón de una manera absoluta y clara. Cuando todo es razonable, no existe la aventura. Y la aventura es vivir con el único limite posible de la imaginación.

Ayer @peluche, a quién admiro, dijo lo siguiente: “Cuando bordeamos un abismo y la noche es tenebrosa, el jinete sabio suelta las riendas y se entrega al instinto del caballo“. La savia de la vida es sueño y la motivación tiene a partes iguales una medida de sueño y otra de de fe ciega. Cecilia Buil, tremenda escaladora oscense que ha recorrido el planeta logrando superar las mayores agujas y cimas montañosas en piedra y hielo, dijo en una entrevista a Al filo de lo imposible lo siguiente: “Las aventuras que más valor tienen son aquellas en las que no tienes seguro poder llegar a cumbre”. La página inicial de su site dice algo que hoy quiero compartir con vosotros porque me parece hermoso y ejemplar sobre qué es la vida y por qué aprovecharla:

Hace tiempo que no busco la razón por la que voy a las montañas. Podría tener muchas, pero ninguna tan poderosa como el simple deseo de estar allí. Soy fanática de la belleza, de la soledad compartida con amigos, de las paredes verticales y los lugares salvajes, siempre en busca del equilibrio entre la dificultad y mis posibilidades. Lo importante no es llegar a cumbre, no necesariamente, sino el camino que lleva a ella, cada paso y cada esfuerzo, saber que he dado todo lo que tengo. Es lo que me hace dormir tranquila por la noche y soñar con nuevas paredes.

El cuerpo de Ernest Shackelton descansa en Georgia del Sur, donde perdió la vida tras un ataque cardíaco al arribar al mismo puerto del que debió partir el Endurance hacía solo unos cuantos años. Al recibir su cuerpo en Inglaterra su viuda exigió que fuera enterrado en Grytviken. Porque ella respetaba que la historia de Shackelton se había fraguado con el frío, porque el calor de la memoria puede estar a dos grados bajo cero cuando tu fracaso se estudia como éxito. Tras el hundimiento del barco, más de 22 hombres -toda la tripulación del HMS Endurance- lograron sobrevivir largos meses comiendo la carne de sus perros gracias a la valentía admirable de Shackleton que realizó junto con otros cinco hombres un viaje en bote abierto en busca de ayuda que es épico en la historia de la navegación.

Tres meses después de la muerte del explorador, su cuerpo y su historia descansaron por fin bajo el frío hielo y un fuerte granito que reza una gran frase de Browning:

“Sostengo que un hombre debe luchar hasta su último aliento por el valor que le ha puesto a su vida”

Sin duda hay mucho de esto en Cecilia Buil y en todos aquellos que viven y apuestan por su sueño. En este brain drain continuo que vivimos en España, en el que los nuevos buscadores de oro en tierras mucho más favorables son cada vez más jovenes,  conviene recordar el caso del gran Shackelton. Uno puede llorar mucho pero nunca debe llorar tanto como para perder el sentido y el valor de cada lágrima. Está bien lamentarse pero lo verdaderamente sano y constructivo es actuar. Vive y haz que tú mismo admires lo que vives. Sea sencillo o complejo, la gloria llegará justo después.

Esta entrada está dedicada a mi buen amigo @zoeoros, escalador aficionado y constructor de ideas.

Superación

Superación

El afán de superación, la motivación y la ilusión son tractores fundamentales para el cambio. También son multiplicadores natos de la energía personal y de ese coeficiente de optimismo del que siempre habla Emilio Duró. En una sociedad que vive un choque constante entre una capacidad creativa que permite una personalización y comunicación sin precedentes y un sistema taylorista heredado del siglo XIX, la superación evita sin duda el desgaste. De algún modo nos convertimos en facilitadores cuando entendemos que somos nuestro propio reto y que lo que no te destruye… te hace fuerte. Como a nuestro amigo, al que un sistema pensado para matar le ha permitido fortalecerse y reinventar la realidad. Suerte en el camino, amigos 🙂