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una soledad acompañada

una soledad acompañada

Cartel promocional de Your sister´s sister (2011, Shelton)

Necesitaba esto. Una mente libre como un pájaro pequeño cercado en una jaula, días de más de 24 horas y una cabeza a punto de estallar necesitaban – todos juntos- disfrutar de algo como esto. Una película de culto. En soledad. Your sister´s sister (2011, Shelton) cuenta con uno de los guiones más emotivos y vivos que he podido ver en los últimos meses. Una película rodada en apenas 12 días sin apenas ningún medio, actores magníficos (realmente buenos), y diminutas piezas de incontenible belleza están detrás del cartel que ven a la derecha de estas líneas.

Confieso estar completamente impresionado por una historia y unos diálogos naturales, entrañables y humanos entre Jack (el atormentado Mark Duplass), Iris (la musa Emily Blunt) y Hannah (el ángel Rosemarie DeWitt). ¿Cómo demonios una grabación de 90 minutos te puede reconciliar con lo que eres? Bueno, no me vais a creer pero no tengo ni idea. Simplemente he disfrutado mucho, me he reído y he llorado de ilusión y… tendríais que verme… todavía sigo sonriendo. ¿Sabéis qué es un héroe? Un héroe es una persona que hace sonreír a otra. Eso es lo que creo. Después de todo, es simplemente eso.

La esperanza de una soledad que le permita reflexionar sobre la muerte de su hermano hace un año, lleva a Jack a aceptar la invitación de Iris para pasar unas semanas en completa soledad en una pequeña cabaña cerca de un lago. De modo que Jack coge su vieja bicicleta de carretera y se dirige a un lugar algo más allá del dolor que le conmueve. Realmente me encantaría contaros algo más pero esta vez solo me gustaría seguir sonriendo como un idiota recordando esos momentos dulces y vacíos de artificio que Lynn Shelton (guión y dirección), también directora de Humpday (2009)  ha compartido hoy especialmente conmigo. Porque muchas veces no existe mejor soledad que una soledad acompañada… 🙂

Topics: relaciones entre hermanos, amor, deseo, soledad, reflexión, diversión, amistad

can we start over?

can we start over?

Cartel promocional de Ruby Sparks (Dayton y Faris, 2012) con fotogramas clave en la película

“- Pero la cosa es que no necesito que esto tenga sentido, ni me importa que no haya una buena explicación. Necesito que me crea de cualquier modo. Solo tenga fe. Al menos imagine que podría ser verdad. Por mí.

– Lo intentaré”

Ruby Sparks (Dayton y Faris, 2012)

Cautivan. Incluso sin quererlo hay determinadas ecuaciones que siempre tienen resultado positivo. Un ejemplo de lo que nunca saldrá mal: Un guión magnético + una interpretación escandalosamente buena + una dirección creativa + una banda sonora mágica.

Los productores lo saben y por eso en este caso pueden decir cosas del tipo: “De los directores de Little Miss Sunshine, aquí tienen… este gran regalo” Porque lo es. Ruby Sparks (Dayton y Faris, 2012) es en esencia un más que logrado poema visual sobre las relaciones de pareja, la soledad, el proceso creativo, la responsabilidad, los reinicios y la perfección.

¿Cómo imaginas que sería tu pareja ideal? Responder de forma progresiva a esta pregunta mediante una reflexión inteligente y lograda formó parte de la labor que Zoe Kazan, como guionista, tuvo que acometer al comenzar a escribir cada diálogo y momento del film. Las respuestas cambian con la evolución de cada personaje. Calvin, un precoz y exitoso escritor en mitad de una crisis creativa y personal, recibe el encargo por parte de su psicólogo de escribir en un folio cómo le gustaría que fuera esa chica de sus sueños que podría encontrarse en el parque paseando a su perro Scotty. Se dedica a ello durante varios días y recobra su veta creativa gracias a la descripción pormenorizada de situaciones y momentos con los que sueña a partir de un arquetipo ideal: Ruby Sparks, una divertida y desenfadada pelirroja de Dayton que poco a poco se abre paso en su vida hasta… hasta hacerse realidad. Desconcertado, Calvin no sabe qué hacer y considera que se ha vuelto completamente loco en soledad. A lo largo de la película la evolución en la relación que mantienen autor y personaje representa la magia de la película…

No es la primera vez que alguien da vida a sus propios personajes. Aparte de algunos poetas en momentos locos de nuestra vida, Luigi Pirandello concibió a sus Sei Personaggi in Cerca d’Autore como seres completamente vivos que interactuaban con el público en medio de un ensayo. Esta técnica que es una metáfora extremadamente limpia de nuestra propia vida (experimenta, vive, ensaya, haz realidad tus ideas,…) trasciende el concepto de “personaje redondo” hasta convertirlo en personaje casi esférico y completo, real. Tradicionalmente la técnica de dar vida a los personajes, utilizada magistralmente por Cervantes y Shakespeare, solía hacer que los personajes literarios (en este caso Ruby, la novia creada por Calvin) crecieran en su desarrollo hasta personajes redondos, con identidad y profundidad piscológica. La película os sorprenderá también en este sentido porque resuelve este desarrollo de un modo diferente. Por último, además de todos estos detalles técnicos, existe algo que hace de del film un poema visual que realmente me ha llegado. Se trata del propio contenido, de la naturalidad y de la sencillez de cada fotograma. Además de compartiros los dos fotogramas que más me gustan a la izquierda del artículo, voy a cumplir la promesa que le hace Calvin a Ruby al final de la película 😉

rio arriba

rio arriba

Desvelado, he visto el capitulo clave de la que es sin duda la serie de mi vida. No lo esperaba tan pronto pero lo he visto por sorpresa. Casualmente tocaba hoy. Hay algo más que coincidencias con mi actual situación tras diez años dedicado a una profesión en la que he invertido gran parte de mi vida día y noche sin apenas descanso. Este es el capitulo que me tocaba ver pero me llama la atención que haya sido justamente ahora.

Mi pareja, que es como un dulce emoticono que me ha caido del cielo, me ha hecho dos regalos que me hacen sentir que realmente sabe quién soy y lo que valoro. El primero de ellos es la colección completa en DVD de Northern Exposure (en paises hispanohablantes Doctor en Alaska) Estoy terminando de ver la sexta y última temporada creo que por tercera vez desde que tengo uso de razón. Y las que me quedan…  Cuanto más tiempo pasa, más la disfruto. Es lo que se conoce como obra de arte 🙂 La disfrutaba cuando era un niño en el salón de casa de mis padres, tapado hasta las cejas y en mi cuarto a hurtadillas cuando la familia roncaba en el resto de la casa. Y la he disfrutado ahora, durante los tres ultimos meses tapado hasta las cejas con mi manta zamorana en el sofá del salón de una casa en alquiler tras comer cada noche mi plato de pasta con tomate y atun o de fruta en bata y zapatillas. Si tuviera que definir qué es para mi la felicidad a solas, es tal vez un momento parecido al que he descrito. Tan simple como estar relajado viendo una obra de arte tras disfrutar de una cena muy sencilla y un vaso de agua helada. La felicidad en pareja es similar pero es sin duda mucho más gratificante. Porque compartes algo, porque haces que otra persona sienta tu felicidad, porque hay alguien a tu lado. Hoy me tocaba verlo solo y solo es eso ;D

En el capítulo “Rio arriba” se respira la metáfora: La búsqueda de la belleza y la transformación en uno mismo. Joel deja de ser Joel cuando experimenta la nada, el vacio completo de ruido y de certeza. Ed va a buscarle hasta una región perdida donde se ha instalado en un diminuto asentamiento de chozas, quiere rescatarle y devolverle al lugar al que está sujeto por contrato. Al verle, Ed sabe que algo le ha cambiado. Le abraza y hablan largo rato. El doctor sigue fiel a sus principios, agradece a Ed que le haya traido un llavero de regalo pero le comenta que no le dará ya mucho uso. Su nueva casa rio arriba ya no tiene cerradura, ni agua corriente ni electricidad ni teléfono. Curte las pieles de animales y deseca salmones pescados con arpón. Si, efectivamente: SALMONES. El urbanita neoyorquino refinado, egoista, pesimista y ambicioso ha perdido el miedo a la falta de seguridad. Ha ido a encontrarse consigo mismo y le ha bastado una semana para ello. Es amable, sonrie y el mundo ha dejado de atacarle. No se siente herido ni frustrado, ya nada le defrauda. No sabe qué hará ni qué puede esperarle esa misma tarde. Eso es sencillamente todo. Nada. Y en mitad de todo, siento como Joel que algo está pasando, que verdaderamente me siento propietario de todo cuanto vivo y que he recibido la llamada de la selva o que se yo, que algo grande está delante de mis ojos y no quiero dejarlo pasar como si se tratara tan solo de un capítulo…

Inspirador justo en esta etapa de mi vida, ¿o no?

Soledad

Soledad

Cartel promocional de Solitary man, 2009

Cartel promocional de Solitary man, 2009

La soledad tiene formas que invaden y conmueven. Esta película de Koppelman y Levien es, en mi opinión, la mejor interpretación que he visto a Michael Douglas desde hace bastantes años. Ben, su personaje, es un defenestrado comercial del sector automovilístico cuya vida personal está llena de ligues y una cultura autodestructiva del pensamiento hedonista. Su soledad es la de un hombre que no acepta las pautas de comportamiento establecidas por la sociedad para un hombre de su edad. Su éxito fugaz con las mujeres le impide apreciar algunos valores que no ha conseguido comprender ni abrazar a lo largo de su intermitente vida: el compromiso, la amistad, el amor y la familia son sentimientos de los que recela aún siendo padre y abuelo. Un breve paso por la cárcel como consecuencia de una estafa en la que participó, le impide rehacer sus negocios en el mundo del motor. La película aborda la etapa posterior a su reinserción en la sociedad tras el pago de una multa compensatoria y el conocimiento de un tumor que se niega a investigar. Durante este tiempo, Ben da tumbos y se relaciona con diferentes personajes que de algún modo son el espejo en el que puede observar su pasado y la vida que nunca ha podido conseguir. Una comedia-drama sobre el éxito, las consecuencias y la soledad de una persona que se rebela contra su propia condición y contra el tiempo; una suerte de diario de un inmaduro simpático que provoca dolor y alegría de forma muy descompensada.

Vacío

De camino al centro de la Tierra

A medida que descendía...

A medida que descendía hacia el centro, se sentía más periférico de lo que cualquier hombre puede serlo en superficie. Escaleras mecánicas le ayudaban en el trance. Tuvo tiempo para pensar en el presente de la misma forma en que años atrás pensó desanimado en el futuro. Aunque en medio del proceso pareció desfallecer y el techo y el suelo a cada metro se unían conspirando, supo por primera vez que no podía hacer nada. Se dejó abrazar por la angustia de no encontrar a nadie, de ser completamente solo, de no alcanzar la esperanza de una mutua comprensión del resto. Nada de esto le preocupaba tanto como el hecho de dejar atrás un rumbo cíclico al que poco a poco se sentía menos sujeto y apegado. Pensó en su vida marcada de accidentes y tropiezos, en las risas nocturnas y la complicidad, los momentos en que había sonreido y en que -medio loco- se sintió dueño del camino. Damián se había levantado cada día entre semana a recorrer el trayecto que separaba su casa -tuvo cuatro en apenas ocho años- de su fuente de ingresos en aumento. Para cuando no encontraba a nadie con quien poder hablar de la claustrofobia social en que se hundía, se sacudía decenas de prejuicios leyendo poesía, un arte en su tiempo denostado y olvidado del que hoy -apenas ya te suena, lector- ni siquiera nadie habla. Cuidaba los silencios y los repartía en familias de memoria para que le protegieran. Utilizó todas estas lenguas y códigos ya muertos que muy pocos comprendían de modo que cada mes y año pasados su gravedad iba en aumento aunque la distancia con el suelo fuera cada día más milimétrica. Esperaba en las paradas de autobús y en los cruces de calles del centro; siempre interpretaba una señal, devolvía a la vida oscuras muecas o brillos de conciencia.

Y al llegar no bajaba nadie aunque supo que no era el primero

Y al llegar no bajaba nadie aunque supo que no era el primero

En todo esto pensaba aquella noche, en esto y en el temblor opaco que movía sus rodillas. Se dijo a sí mismo, como queriendo abogar por la vida que restaba, que no existían los ciclos; que la Historia, repleta de gritos y proezas y de campos de batalla personales, no iba con él; que uno a uno los actos de la obra de su vida estaban indispuestos; que si no encontraba a nadie con quien poder hablar, debía buscar a alguien a quien entender. Pero en ese peldaño en el que veía pasar tradiciones de azulejos y escaleras impolutas, parecía que todos estos pensamientos no serían suficiente. Descendió otros tantos tramos sin apenas mucho esfuerzo. Custodiado por la voz interior que le horadaba lentamente, se sintió entonces extremadamente solo. Parecía preveer la última cena de todos los cristianos, el último anillo de Alighieri o un harem musulmán de calma y paz. Nada de lo que pensó por el camino, sin poder volver atrás y avanzando por naturaleza hacia delante, parecía negativo o simplemente malo, más bien era necesario. El último de los tramos era el de la Curiosidad, la inquietud inherente a todo espíritu libre del que hablaban sus lecturas. Lo sintió sin oponer ninguna resistencia. Y al llegar no bajaba nadie aunque supo que no era el primero. Completamente destruido fue feliz.