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libarts“All we need is a right soundtrack”

Jesse character in Liberal arts (Radnor,2012)

“I thought my all life got an upgrade when I took that class”

Zibby character in Liberal arts (Radnor, 2012)

Comparto joya y amplio mi tesoro. Liberal arts (Radnor, 2012)… está bien, simplemente adoro esta película. No hay nada que no ocurra en ella o alrededor de ella que no me haya resultado mágico e inmediato. Temas de Ben Toth, Moby, Kaiser Cartel y una combinación cuidada de momentos y música culta (Mozart, Beethoven, muy grande el momento Cosi fan tute… que más de 1000 veces he vivido) me han hecho reír y capitalizar cada mensaje y cada gota de vida que desprenden los personajes. Mi nombre es David, tengo 30 años y soy un entusiasta. Todo cuanto hice fue vivir y lo hice siempre por encima de mis posibilidades. Sin excepción. He leído y he escrito. Conozco y he sufrido mucho, pero no lo suficiente 😉 Así es como he llegado hasta este párrafo y siempre -igual que Jesse- necesité banda sonora. He sentido algo más que placer viendo esta película, algo así como un alineamiento de señales y lecturas de mi propia vida. Y aunque soy realmente nefasto interpretando las señales -todavía me río recordando mi última cena- me sigo aferrando a ellas como parte de lo que soy y lo que amo. Por decirlo de algún modo, cualquier otra cosa puede pasarme menos dejar de ser desastrosamente cómico.

Liberal arts (Radnor, 2012) cuenta con un sensacional guión que ofrece uno de los mensajes más trabajados sobre el envejecimiento, la cultura y la importancia de vivir que jamás he disfrutado. Elizabeth Olsen, te amo con locura. A tí y seguramente a tu gemela. Tu encarnación de Zibby como esa joven de 19 años que contiene en un cuerpo de universitaria todo cuanto puedo desear, me ha hecho sentir libre. Josh Radnor, has escrito, dirigido y protagonizado algo así como un puñetero tesoro a partir de una cita bíblica del Eclesiastés. Un día amaneciste en tu casa y pensaste en cómo utilizar la vida en el campus de la Universidad de Ohio para retratar el paso del tiempo y la crisis de los 30. Y pensaste quizás que sería algo útil meter en una thermomix poética a Mozart, a una preciosa intelectual de 19 años, a la música curativa de los Kaiser Cartel, a un pequeño suicida descubriendo su camino, a un ángel custodio con gorro peruano, a un catedrático que teme su vejez, a una MILF profesora de poesía romántica inglesa y muy macho, y a un joven aburrido en Nueva York que ha perdido el sentido y la colada. El resultado me gustó. Liberal arts (Radnor, 2012)  habla de tener tu momento y de encontrarlo, de saber reconocerlo. Quiero decir que no hay pretensión de pasar a la historia ni voluntad de trascendencia, solo un ritmo suave, voluntario y decadente que no para de decir: VIVE, NO LEAS LA VIDA, VIVE. Solo eso.

Aunque espero que saquéis vuestras propias conclusiones y aprendizajes, mi personaje preferido -sin duda- es Nat y él comparte la que para mí es la clave de la peli. No diré más, tan solo que el cartel promocional de la película reza “Life is all about finding someone on the same page” y que yo aún sigo en ello 😉

Espectacular también Now is good (Parker, 2012) cuya energía todavía tengo en la recámara. Espero poder escribir o hablaros sobre ella en algún otro momento.

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la levedad y el peso

la levedad y el peso

progreso

“the test of our progress is not whether we have more to the abundance of those who have much. It is whether we provide enough for those who have too little” FDR, Jan 20, 1937, 2nd inaugural speech

Las revoluciones que cambian de verdad son las culturales. El resto es violencia o marketing

Javier Taravilla, filósofo de la ciencia

La gente nace y muere cada día y nadie te pide permiso para hacerlo.

Creo que olvidamos este hecho cada mañana antes de ir a trabajar. Lo hacemos cuando henchidos por un traje entallado caminamos como si hoy el mundo nos debiera verdaderamente algo. Amigo, si crees que tienes que enfocar tu esfuerzo en ser el mejor a cualquier precio, no me cabe ninguna duda de que acabarás siendo el único. Y más allá del Blue Ocean, del posicionamiento y de tu imagen, de tu productividad y de los resultados de tu departamento, hay algo que todavía ningún mentor te ha dicho: la soledad es solo soportable por el sabio. Y nadie te educa para serlo.

Nadie te lo ha dicho porque resulta divertido verte ascender hasta la cumbre para ver caer acto seguido tu cuerpo herido sobre otros. Es un secreto no compartido en ninguna escuela de negocios. Pero ocurre. Sucede en mitad de una lucha fratricida por saciar tu sed buscando algo que alguien te ha contado. Lo han llamado éxito pero la genealogía de nombres anteriores se pierde en la memoria de los tiempos. Mientras subes serás el rey del mundo, habrá fiestas dionisíacas en tu nombre, crepitarán de placer todos los foros, serás un destacado manager advisor y al final llegará la edad de la penumbra. Cuando hayas sido trending topic, lo siguiente será formar parte de un backup en un formato apenas ya legible. Porque antes de que tú fueras el único, infinitos más lo fueron. Humildad, un poco más ya sería suficiente. La humildad es revolucionaria e implica un cambio cultural. Humildad sobre quien soy y sobre lo que represento, sobre mi limitado y leve papel en esta obra. Porque cuando el protagonista es el equipo todos los demás somos actores secundarios. Y se humilde, no idiota. Decir que no vales para nada es igual a decir que ignoras todas las aplicaciones de ti mismo sobre otros. Y ni siquiera ellos lo creen a pesar de que puede que jamás lo oigas.

Levedad. Sentirte parte de ella te ayudará a convertirte en algo eterno. Una persona que digiere con elegante impaciencia cada etapa del ciclo de su vida o del equipo es doblemente válida. Lo es porque habilita a otras personas para sentir la vida o el equipo.

Bastaría con leer. Y no solo libros. Me gustaría poder decir esto a todos los que alguna vez buscan la respuesta. Ese mundo absorto y necio que hemos generado nos educa en la virtud de los mejores. Muchos han escrito sobre la insaciable construcción del héroe, respetable en la literatura, altamente tóxica en cualquier negocio (personal o laboral). Alguna vez fue soportable cuando los mejores estudiaban o cuando el cultivo del mérito implicaba haber hecho algo bueno para otros. Sin embargo cuando los mejores son aquellos que solo piensan en sí mismos, el espacio que nos separa del vacío es apenas una exhalación de miedo. Para leer la realidad no hay que vivir rodeado de ella sino en ella.

De hecho bastaría con vivir. Como si estuviera vivo; así me gustaría vivir. Aunque tenemos infinitas oportunidades para lo contrario, bastaría con sentirse vivo. Bastaría con luchar día tras día esperando al final no sentirte solo. Porque hay dos formas de ser social altamente edificantes:

  • ser social en el tiempo (saber que antes y después habrá otros y aprender con ellos)
  • ser social en el espacio (saber que a tu lado puedes aprender con alguien)

Nos han educado para creer porque lo difícil era educarnos para crear. Aprender con alguien y también de alguien, no al revés.

Sobre el escaso esfuerzo por educar en inteligencia social y emocional (y todos sabíamos que eran necesarias) hace poco acompañé a mi amigo Juan Núñez, cofundador de OTB Innova, para defender la alegría ante un público formado por directores de colegio. Entre otras sanas cosas que eran necesarias, recordó lo que jamás nos enseñaron en el colegio. Para hacerlo utilizó una canción de Fito que sin duda es un alegato por la sensatez en el mundo educativo, y por extensión en nuestro trabajo diario.

Letra de la canción La casa por el tejado:

Ahora si, parece que ya empiezo a entender 
Las cosas importantes aquí 
son las que están detrás de la piel 
y todo lo demás…. 
empieza donde acaban mis pies. 
Después de mucho tiempo aprendí
que hay cosas que mejor no aprender.

El colegio poco me enseñó. Si es por esos libros nunca aprendo a: 

  • Coger el cielo con las manos,
  • A reír y a llorar lo que te canto,
  • A coser mi alma rota,
  • A perder el miedo a quedar como un idiota,
  • Y a empezar la casa por el tejado, 
  • A poder dormir cuando tú no estás a mi lado 

menos mal que fui un poco granuja…

Pues eso, que menos mal…

Se granuja, my friend.

ser práctico

ser práctico

bueno

Ser o no ser… bueno, esa es la cuestión 

El otro día alguien me dijo que consideraba que yo era una buena persona. Me quedé perplejo. Rápidamente encontré una explicación lógica que pudiera justificar esa opinión. En mi caso, de ser cierto, no creo que tenga ningún mérito por tres simples motivos que compartí en ese momento:

  1. Puede deberse a mi lamentable falta de memoria en todos los sentidos. No tener memoria casi en absoluto obliga a cultivar una serie de valores que se encuentran en franca decadencia y que, bien mirados, en estos momentos resultan diferenciales. Cuando antes encendíamos nuestro ordenador SPECTRUM nadie esperaba que aquello fuese como una bala, sino que simplemente funcionase. La paciencia se daba por supuesta y nadie esperaba que toda la biblioteca de su casa fuese a caber en un disco extraíble de 5 1/4. Nuestro nivel de expectativas respecto a un SPECTRUM era mucho más saludable de lo que sin duda lo es ahora respecto a cualquier computadora. No esperábamos más de lo que nos podía dar. Y eramos felices. Desde entonces como una recurrente lección diaria, cada mañana nos hemos educado en la velocidad hasta que el tiempo de respuesta es a menudo más valorado que la calidad de la respuesta. Ahora parece que tener paciencia es para los pobres. Si tienes dinero no hace falta tenerla en absoluto. Algo parecido ocurre conmigo. Debido a mi incapacidad latente por almacenar recuerdos, soy igualmente incapaz de tener los recursos suficientes para actuar con una maldad medianamente estructurada. Luego no soy bueno, es que si fuera malo lo sería de bajo rendimiento. Y claro a mí me educaron en la competitividad, y para no ser verdaderamente muy malo, mejor no serlo en absoluto. Es mi consejo.
  2. El segundo motivo es que puede deberse a mi enconado afán de rebeldía y análisis continuo. Soy -ya lo he dicho- un salmón. Me refiero a que probablemente pese en mí en mayor medida un espíritu rebelde (que me obliga a ser, hacer y decir lo contrario de lo que la gente es, hace o dice) que un espíritu bondadoso. En este sentido si el mundo fuera un lugar perfecto en el que todo el mundo es por naturaleza respetuoso, entrañable y constructivo con el resto, casi con total seguridad yo sería un terrorista fanático y barbudo de los altos del Golán. Si no lo soy es que serlo ahora mismo no resulta nada original. Chavales, lo outsider, trendy y fashion hoy en día es ser buena persona. Piensen en banqueros, presidentes pusilánimes, cacos de poca monta, corredores de bolsa, descorazonados especuladores, piensen en esos diminutos déspotas de despacho que socialmente cambiaron las plantaciones de Louisiana y la lucha contra la emancipación por las software factory, el offshoring y la lucha contra la dignidad humana. Todo eso lo hay a patadas, hasta debajo de las piedras. Es difícil encontrar valor en ser más de lo mismo. Esa mentalidad secesionista sinceramente me agota, quiero decir que es lo de siempre, que ya lo hemos visto mucho. Y creo que por eso tal vez yo intente hacer precisamente todo lo contrario. Puede que sea esto también.
  3. El tercer motivo tiene que ver con que ser malo hoy en día no resulta nada complicado. Si ustedes hoy tuvieran un momento propio, intenten ser malos con la persona que ahora mismo está a su lado. Comprobarán que no existen más que facilidades para serlo. De hecho en cada telediario y periódico, en cada información que nos llega por las redes comprobamos la gran cantidad de personas que logran ser malas a diario con total impunidad. Personas que insultan, que golpean, que no paran en los pasos de cebra, no ayudan a los ancianos o que le dedican una gran cantidad de tiempo a ver cómo ser menos malo que otro pero que nunca renuncian a dejar de serlo por completo. Lo hacen -como la mayoría de vilezas de la especie humana- por si acaso. Dicho de otro modo, a priori -sin ir más allá de condicionantes añadidos- joder a otro es más fácil que cuidarlo. Además de esto los que son malos de alto rendimiento por lo común se salen con la suya. Por contra dediquen el mismo tiempo a intentar ser buenos con la persona que ahora mismo está a su lado. A un nivel primario (regalar una flor, abrazar, compartir la comida o mostrar interés) puede resultar sencillo. Ahora bien, intenten ser buenos de alto rendimiento. Intenten por ejemplo levantar un negocio no pensando solo en uno mismo sino en el bienestar de los demás. Intenten por ejemplo cumplir con la legalidad vigente en un contexto social en el que lo que se valora es el pillaje. Intenten darlo todo de sí mismos por un bien común, cualquiera que este sea. No tardarán en encontrarse con tremendas barreras, soledad, rechazo, prejuicios y un castigo voraz por parte de aquellos que se instalan en la sencillez de seguir jodiendo a otros. Porque ser bueno es complicado. Y a mí es un reto que me parece sinceramente más apasionante. Tal vez solo sea eso.

Lo que quiero decirles es que ninguno de los anteriores tres motivos es digno de admiración. Se trata por el contrario de ser práctico. Ante mi incapacidad, mi aparente pasión por la autonomía, mi búsqueda insensata de la superación y mi naturaleza díscola, ser malo o malo de remate no sería muy inteligente o útil.

Hace tiempo en un libro que escribí compartí un pensamiento en el que sigo creyendo firmemente: “Las buenas personas no caben en las grandes ciudades” Desde hace muchos años no diseñamos ni construimos las ciudades para que quepa gente interesante. Una ciudad está pensada por defecto para que viva gente cotidiana, anodina, sin aparente ambición moral y con una nula sensibilidad por llamar la atención sobre los otros. Esto es sencillamente así aunque para mí resulte un modo de vida incomprensible. Por otro lado el concepto de bondad para mí es similar al de interés y no es relativo o subjetivo. Quiero decir que en lo que poco que he viajado en todos los países y culturas la bondad se reconoce a los ojos de todos los mortales y que además lleva implícita unos valores comunes que sería bueno rescatar a diario.

A los que me encuentro a diario que son interesantes, los considero una especie en extinción que debería habitar en complejos residenciales protegidos donde el resto del público vil y abyecto pudiera observarles a través de algún cristal, sin necesidad de mucha interacción debido al riesgo de contagio. En el caso del contagio a espectadores, habría por supuesto que inventar algún tipo de vacuna contra la originalidad, algo que se tomara rápido en situaciones de emergencia. Tal vez un sobre de aburrimiento efervescente siempre presente en el bolso de cualquier mujer de hoy. O puede que para los jóvenes una pastilla de moderación en dos colores que les ayudara a ser lo que otros creen que fueron. O seguramente una de esas pastillas para no soñar que reclama Sabina en su canción. En el caso del contagio a gente interesante, yo tiraría de chocolate, que siempre me despierta una creativa vocación por lo prohibido.

Por último solo añadir que ser buena persona también puede parecer de pobres. Sobre todo a la vista de los recientes acontecimientos. Un amigo mantiene que no se puede ser rico y feliz pero que tampoco se puede ser pobre y no aspirar a la riqueza. Dice que vivimos en esa contradicción constante. Personalmente creo que en tiempos de carestía, ser pobre es muy cool, que dirían los pijos paradójicamente hoy en riesgo de exclusión social. Lo es aunque solo sea porque no quede más remedio. Feliz 2013 para todos.

indiferencia

indiferencia

Cartel promocional de la película Detachment para América Latina

“Will I always feel this way
So empty
So estranged?”

Del tema Empty de Ray Lamontagne incluido en la BSO de Detachment

Puede que nuestra mayor perversión como sociedad sea cavar un hoyo cada vez mayor para que los más jóvenes se hundan en medio del abismo. Si no se han dado cuenta, la indiferencia hacia la realidad, mata. Es la base del principio de la desolación. Y hoy compartiremos argumentos que avalan este hecho en el mundo educativo.

Necesitamos coraje, voluntad y compromiso. La falta de recursos, medios y vocación de acompañamiento que las administraciones tienen con los sistemas educativos públicos lleva mucho tiempo minando los cimientos de una sociedad justa y verdaderamente libre. Como dijeron Steiner, Spire y Muchnik en un libro que realmente amo titulado La barbarie de la ignorancia, no existe un arma más poderosa de destrucción masiva que la ignorancia.

El escaso valor y la falta de autonomía que le damos a la labor de los profesores en las escuelas continúa destruyendo poco a poco lo que conocemos como estado del bienestar. Cuando educar y fortalecer la base de nuestro futuro se convierte en un lujo; tarde o temprano nuestro presente deja de tener sentido. La situación que se vive en gran parte de las escuelas de secundaria con lo que otro amigo bloguero llamaba “nuevas generaciones de ignorantes irrespetuosos y violentos, sobre todo hacia sí mismos” ha sido denunciada por el cine en forma de grandes obras maestras que me gusta recordar. Destaco tres que abordan el papel del profesor ante las barreras que hemos comentado: To sir, with love (Clavell, 1967),  Dangerous minds (Smith, 1995), Freedom Writers (LaGravenese,2007) de la que hablamos hace poco y por último Detachment (Kaye, 2011) de la que hoy quiero hablar. Especialmente útiles para conocer otros modelos educativos innovadores y alejados del dogma, es vivir la realidad educativa finlandesa recogida en The Finland Phenomenon: Inside The World’s Most Surprising School System’ (Wagner, 2012) de la que ya hablamos hace un año y visualizar -como recomendábamos hace poco- La educación prohibida, documental de una factura y discurso altamente trabajados. Los chicos de Zemos98, colectivo al que seguimos desde hace varios años, presentaron también hace poco en la Fundación Telefónica su trabajo sobre la educación expandida, ya concretado en forma de documental junto a Platoniq bajo el título La escuela expandida. En él se expone la experiencia en un instituto de un barrio marginal en Sevilla a partir de procesos de empoderamiento gracias a bancos de conocimiento compartidos. En estos documentales se trata en diferentes realidades y sociedades la problemática de la destrucción progresiva de la confianza y el trabajo personal, el mérito y el valor del esfuerzo desde un punto de vista crítico propositivo. Todos ellos aportan alternativas y nuevas vías de aproximación ante estas barreras detectadas.

También en todos estos trabajos afloran realidades que necesitan ser resueltas de forma ágil y eficiente: la excesiva centralización de las estructuras educativas, la rigidez asfixiante de los programas de estudios, la falta de voz y participación del estudiante sobre su propio proceso educativo, la inadecuada condición de los centros de enseñanza, la desmotivación y el desapego del estudiante con respecto a las herramientas de las que dispone para aprender, la burocratización, la elección por defecto de la cantidad y no de la calidad (en las carreras curriculares, en las horas lectivas, en los costes,…), la falta de un equilibrio de capacidades y una personalización a todas luces necesaria, la amplia desigualdad presupuestaria entre centros, la falta de correspondencia entre los estudios y la realidad social cambiante (en el mundo y en el mercado laboral, por ejemplo), el hacinamiento en las aulas, la carencia de programas de acompañamiento y alfabetización para inmigrantes, los bajos salarios de los maestros, el continuo cambio de modelos educativos debido a la continua politización y la falta de pactos de estado con visión de futuro, el adoctrinamiento en la memorización y no en el aprendizaje, la creatividad o la autonomía,… La lista ocupa un amplio etcétera y ahondaré en este tipo de barreras para formular mi propuesta de valor en el próximo congreso educativo nacional invitado por la Confederación Española de Centros de Enseñanza.

Realmente no se trata solo de grandes cambios estructurales, al menos así lo entiendo, sino también de propuestas reales que se puedan ejecutar en los actuales entornos de aprendizaje. Por otro lado, sabéis que defendemos desde la iniciativa el hecho de que el aprendizaje nunca puede parar y que entender las empresas u organizaciones como lugares a los que va a trabajar la gente que ya sabe, es un espantoso error que está costando vidas. Escuela, universidad y organizaciones forman parte de un ciclo de aprendizaje que debe ser renovado y continuo para poder ser realmente beneficioso. Hablamos, como siempre, de personas. Y las personas necesitan aprender.

Pero lo último que necesitamos es el victimismo escéptico. En la película Lions for lambs (Redford, 2007) una de las tramas entrecruzadas trata de una tutoría entre un profesor universitario y un estudiante. El estudiante, brillante, lleva sin asistir a las clases varios meses ocupado en permanecer en su hermandad jugando y acudiendo a fiestas continuamente. En la conversación expone los grandes males de su sociedad (políticos corruptos, desigualdad racial y social, precariedad laboral,…) Al acabar de enunciar todos los males de su sociedad le pregunta a su profesor por qué tiene que esforzarse para luchar por algo si su realidad es esa. Si queréis saber la respuesta del profesor, tendréis que ver la película.

En Detachment (Kaye, 2011), podemos ver a Adrien Brody en un papel magnífico interpretando a Henry Bathes, atormentado profesor sustituto que se dedica a vagar por las escuelas en estancias de uno o dos meses. Su vida errática le hace estar en estrecho contacto con la realidad educativa: profesores con problemas familiares profundos, vacíos emocionales, profesionales ignorados o maltratados por los padres, grandes talentos frustrados, estudiantes sin compromiso y perturbadores burócratas que anulan el proceso educativo.  El profesor evita frecuente las relaciones afectivas con sus alumnos para evitar ahondar en el propio sentido de su vida y en la decadencia generalizada con la que convive a diario. Una lamentable gestión administrativa ha conseguido que su actual destino, un colegio de secundaria norteamericano cualquiera, se encuentre en una situación dramática. A las continuas faltas de respeto de los alumnos se une la falta de una guía y una referencia clara por parte del claustro de profesores, que permanece en estado de shock continuo. En este mundo en el que la belleza parece esconderse a cada paso, Henry logra encontrar amplias dosis de reconocimiento, amor y realización personal con mucho esfuerzo, no sin vivir tremendas tragedias a su alrededor y con pequeños gestos de empatía y comprensión. Sin duda un film duro pero necesario que nos muestra una realidad realmente compleja para ser digerida en soledad.

manténlo simple

manténlo simple

“La simplicidad es la última sofisticación”

Leonardo Da Vinci

Incorporo dos nuevos materiales de trabajo al catálogo de herramientas para trabajo en equipo que utilizamos dentro del ecosistema de la iniciativa vorpalina y que estamos diseñando con la colaboración de ThinkersCo.

Esta vez se trata de KISS, un principio de prototipado/diseño para la resolución de problemas que ha ido evolucionando sobre una misma idea desde que lo enunciara Kelly Johnson, un ingeniero aeronaútico estadounidense en los años 50. Este principio es tan sencillo que se resume en el propio acrónimo del que hace uso: K.I.S.S Las diversas traducciones de estas cuatro letras son las siguientes:

  • “keep it simple, stupid” = hazlo simple, estúpido
  • “keep it short and simple” = hazlo corto y simple
  • “keep it simple sir” = Hágalo simple, señor
  • “keep it super simple” = Hágalo supersimple
  • “keep it simple or be stupid” = Hazlo simple o se estúpido
  • “keep it simple and stupid” = Hazlo simple y estúpido
  • “keep it simple and straightforward” = Hazlo simple y directo
  • “keep it simple and sincere” = Hazlo simple y sincero

El verbo hacer para este acrónimo también se puede traducir (y aplicar) por “mantener”. Todas ellas parten de la idea de que el 90% de nuestros problemas tienen que ver con que hacemos todo demasiado complejo y poco manejable; y que se resolverían simplemente haciendo las cosas mucho más sencillas e inmediatas. Como podéis ver está estrechamente relacionado con el principio de la Navaja de Ockham que defiende que “en igualdad de condiciones la explicación más sencilla tiene más probabilidades de que sea la correcta”. Un desarrollo posterior de los valores del principio KISS tiene que ver con aplicaciones y mensajes directos para cada momento o situación. Por ejemplo:

¿Echas de menos a alguien? Llámale. ¿Quieres reunirte? Invita. ¿Quieres ser comprensible? Explica. ¿Tienes preguntas? Pregunta. ¿No te gusta algo? Dilo. ¿Te gusta algo? Dilo. ¿Quieres algo? Pídelo. ¿Quieres a alguien? Díselo. Nadie está en tu cabeza. Es mejor expresarte que esperar. Ya tienes el NO. Asume el riesgo de tener el SI. Solo tenemos una vida. Hazlo simple, estúpido.

El principio fue asumido desde un primer momento como propio por la mayoría de comunidades de Software Libre. La idea que ellos defendían es que la mayoría de organizaciones o comunidades de software libre están compuestas por un alto porcentaje de no muy buenos programadores pero al final sale un gran producto (un código fuente trabajado en equipo) ya que se comparten dudas e ideas de forma natural. Paradójicamente para muchas organizaciones en España, el principio KISS (transparencia, sinceridad, utilidad) está estrechamente relacionado con la meritocracia y con posibilidad de crecimiento en entornos competitivos. La ASF (Apache Software Foundation) ha hecho suyo el principio y explica de qué modo es aplicable en entornos de programación informática. Pero el principio ha sido aplicado al mundo de la ortodoncia, a coaching personal y profesional, a innovación,… Los ejemplos de empresas KISS suelen ser empresas derivadas de simplificaciones tecnológicas que llegan y conquistan al usuario final: Ubuntu (que acercó Linux a los no tecnólogos), Google (que hizo simple buscar algo), y Apple (que modifiqué la experiencia de usuario en dispositivos electrónicos). Sin embargo, como decimos, el catálogo de empresas que asumen como propia esta visión es extenso porque realmente se trata solo de un instrumento para evitar el pensamiento mágico (la abstracción total) y propiciar la eficiencia de procesos. Desde la búsqueda de explicaciones coherentes hasta la ejecución.

NOTA:
Recomiendo el artículo El poder de las cosas sencillas, el principio K.I.S.S de Pablo Herrero para completar más info.

can we start over?

can we start over?

Cartel promocional de Ruby Sparks (Dayton y Faris, 2012) con fotogramas clave en la película

“- Pero la cosa es que no necesito que esto tenga sentido, ni me importa que no haya una buena explicación. Necesito que me crea de cualquier modo. Solo tenga fe. Al menos imagine que podría ser verdad. Por mí.

– Lo intentaré”

Ruby Sparks (Dayton y Faris, 2012)

Cautivan. Incluso sin quererlo hay determinadas ecuaciones que siempre tienen resultado positivo. Un ejemplo de lo que nunca saldrá mal: Un guión magnético + una interpretación escandalosamente buena + una dirección creativa + una banda sonora mágica.

Los productores lo saben y por eso en este caso pueden decir cosas del tipo: “De los directores de Little Miss Sunshine, aquí tienen… este gran regalo” Porque lo es. Ruby Sparks (Dayton y Faris, 2012) es en esencia un más que logrado poema visual sobre las relaciones de pareja, la soledad, el proceso creativo, la responsabilidad, los reinicios y la perfección.

¿Cómo imaginas que sería tu pareja ideal? Responder de forma progresiva a esta pregunta mediante una reflexión inteligente y lograda formó parte de la labor que Zoe Kazan, como guionista, tuvo que acometer al comenzar a escribir cada diálogo y momento del film. Las respuestas cambian con la evolución de cada personaje. Calvin, un precoz y exitoso escritor en mitad de una crisis creativa y personal, recibe el encargo por parte de su psicólogo de escribir en un folio cómo le gustaría que fuera esa chica de sus sueños que podría encontrarse en el parque paseando a su perro Scotty. Se dedica a ello durante varios días y recobra su veta creativa gracias a la descripción pormenorizada de situaciones y momentos con los que sueña a partir de un arquetipo ideal: Ruby Sparks, una divertida y desenfadada pelirroja de Dayton que poco a poco se abre paso en su vida hasta… hasta hacerse realidad. Desconcertado, Calvin no sabe qué hacer y considera que se ha vuelto completamente loco en soledad. A lo largo de la película la evolución en la relación que mantienen autor y personaje representa la magia de la película…

No es la primera vez que alguien da vida a sus propios personajes. Aparte de algunos poetas en momentos locos de nuestra vida, Luigi Pirandello concibió a sus Sei Personaggi in Cerca d’Autore como seres completamente vivos que interactuaban con el público en medio de un ensayo. Esta técnica que es una metáfora extremadamente limpia de nuestra propia vida (experimenta, vive, ensaya, haz realidad tus ideas,…) trasciende el concepto de “personaje redondo” hasta convertirlo en personaje casi esférico y completo, real. Tradicionalmente la técnica de dar vida a los personajes, utilizada magistralmente por Cervantes y Shakespeare, solía hacer que los personajes literarios (en este caso Ruby, la novia creada por Calvin) crecieran en su desarrollo hasta personajes redondos, con identidad y profundidad piscológica. La película os sorprenderá también en este sentido porque resuelve este desarrollo de un modo diferente. Por último, además de todos estos detalles técnicos, existe algo que hace de del film un poema visual que realmente me ha llegado. Se trata del propio contenido, de la naturalidad y de la sencillez de cada fotograma. Además de compartiros los dos fotogramas que más me gustan a la izquierda del artículo, voy a cumplir la promesa que le hace Calvin a Ruby al final de la película 😉