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«Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura,
ché la diritta via era smarrita”

maestro Dante Alighieri, Divina Commedia, Inferno, Canto I

 
 

En este artículo expondré mi manera de entender la vida y mi propia vocación y a la vez estableceré compromisos claros para los años por venir. Hace un tiempo hice pública la manera en la que vivo a diario para facilitar el cambio significativo en las personas sin perder mi salud emocional ni mi cabeza. Como siempre el mundo humano nos ha provisto de grandes crisis desde entonces pero nada ha cambiado. Este artículo viene a complementar muchas de aquellas tesis

Me gustaría aclarar primero algo básico: No he necesitado traicionar ni olvidar al niño que fui para ser el adulto que hoy contemplas. Ninguno de ustedes lo creerá pero jamás pensé que viviría tanto tiempo. Siempre creí que no habría sitio para mí en este mundo. De niño casi todo lo que hacían los adultos me parecía feo, cruel o sin sentido. Les miraba como quien mira a un extraterrestre. Terminé por pensar que tarde o temprano aquella enorme masa de alienígenas acabaría conmigo. Al tener tan claro que moriría joven, nunca hice grandes planes y habité el presente. La sensación no cambió con el tiempo; todavía hoy siento que vivo en un mundo de otros que temen, huyen, desconocen o se evaden de la belleza de la vida. Así que todo este tiempo, y en contra de lo que hace todo el mundo, me he dedicado a celebrar la vida como si ya la mereciera.

Por lo general no dedico apenas tiempo a la mayor parte de cosas a las que el resto de humanos le otorga una enorme importancia. Aquello de lo que todos hablan no suele importarme nada. Sigo pensando que la vida real suele ocurrir en lugares físicos y emocionales que los adultos humanos jamás frecuentan, así que trato de mostrárselos. Hemos hecho del planeta un lugar inhabitable para el resto de especies y a la vez tremendamente hostil e injusto para la mayoría de nosotros. No somos un milagro para el mundo, somos más bien una plaga cuyo sistema productivo y reproductivo está profundamente enfermo. Al dedicar mi vida a cambiar la cultura de las empresas, lucho cada día contra la maldad normalizada, la que todos aceptan para salir hacia delante mientras con su esfuerzo y trabajo, todo a su alrededor o bajo ellos se diluye o desaparece a marchas forzadas.

Durante todos estos años mi intención ha sido la de no contribuir a acelerar el claro camino hacia el colapso. Hace ahora 10 años tomé la segunda decisión más importante de mi vida: elegí observar, analizar, ayudar y curar a las personas, no desde un punto de vista médico, patológico o clínico, sino consciente, intencional y moralmente. Suelo pensar 3 o 4 veces al día que los alienígenas no van a mejor pero me empeño en seguir creyendo en ellos e intentar acompañarlos. Rozo ahora con pavor -como el maestro Alighieri- la mitad de mi vida. Sirva este artículo para hacer balance sincero de mi paso por el mundo y declarar lo que me gustaría lograr en adelante.

Defino “bien” como todo lo que una persona puede hacer en la realidad de su vida para no aumentar su propio sufrimiento y el sufrimiento de otras. Todo lo demás, en consecuencia, es el “mal” y subyace dentro de nosotros, tan solo debemos aprender a controlarlo. Denomino “madurez” al hecho de haber conseguido hacerlo la enorme mayoría del tiempo.

Para explicar cómo trato de llevar una vida de servicio y compromiso con el bien, he dividido el artículo en 4 apartados:

  • Vivir en tiempo de descuento
  • Practicar el equilibrio en mi vida
  • Escribir algo que lo cambie todo para muchos
  • No olvidar mi verdadero hogar en este mundo

Comenzamos.

 

VIVIR EN TIEMPO DE DESCUENTO

Nací y a las pocas horas debería haber muerto. De haber nacido en otra época no estaba escrito que yo sobreviviera. Teniendo en cuenta este feliz comienzo, el resto de mi existencia ha sido igualmente fortuita. Y aquí, permítanme aclarar en números lo que les adelantaba más arriba: Mi esperanza de vida -la que yo me daba cuando era un niño- no superó nunca los 30 años. Creo que si continúo aquí es porque la mayor parte del tiempo he procurado pasar desapercibido, y cuando no lo he hecho, solo fue para no dejar a nadie indiferente.

Seguir vivo para mí en estos términos, equivale a lo que representa para un escalador hacer cima en el Cervino, coronar a pulso el Gran Capitán sobre los bosques escarpados del anciano Yosemite, o sobrevivir contra la propia extenuación la enérgica ascensión del Fitz Roy. Que alguien como yo haya sido capaz de sobrevivir hasta la fecha en condiciones medianamente aceptables, viene a ser lo que para un ciclista supone sentir en sus mejillas el viento frío del Angliru o la dentellada helada previa a la Col du Tourmalet en mitad del duro invierno. A estas alturas de mi viaje -y debido a que mi propia condición es la de ir contracorriente de un mundo saturado y cruel- siento de veras que emocional y anímicamente ascendí varias veces el Alpe D´Huez o el mítico Mortirolo con apenas una nimia y enclenque bicicleta.

Sea como fuere, y aunque el niño que fui no se lo creería, he aquí el hecho incuestionable: Contra todo pronóstico sigo vivo. Así que pienso en Mallory, en Bonatti y en Messner, pero también en Pantani, Bahamontes, Indurain y Gaul. Me siento como uno de esos peregrinos que ascendían a pie hasta el Urtiola. Lo que escribo y hago en mi vida es algo asi como la primera oración visual que uno reza en silencio mientras sus ojos sonríen al alcanzar la imagen continua del inaccesible Santuario. Y a la vez ocurre algo curioso: al sentir que vivo en este tiempo de descuento continuo que por lógica no merezco, apenas me pesa la supuesta gravedad de la vida. He aprendido a aceptar que no soy tan importante como para que mi vida tenga algún sentido más allá de la propia existencia. Moriré más pronto que tarde y lo haré como lo hará cualquier ser vivo, dejando algo de amor y de dolor a su paso. En el momento en el que aceptas esto, dejas de buscar una trascendencia mayor y por fin te disfrutas porque te encuentras.

 

PRACTICAR EL EQUILIBRIO EN MI VIDA

De todo cuanto he leído hasta la fecha quizás esto que sigue sea lo más inteligente y sabio que encontré. Se lo debemos al maestro Lev Nikoláievich Tolstoi (La felicidad conyugal, 1858):

He vivido muchas cosas y creo que ahora se lo que se necesita para ser feliz: Una vida tranquila y alejada en el campo, con la posibilidad de ser útil a otras personas con las que resulta fácil hacer el bien, y que no están acostumbradas a que las ayuden. Dedicarme a un trabajo que sea de algún provecho, y luego descansar, la naturaleza, libros, música, amar al prójimo. Esa es mi idea de la felicidad. Y para culminar todo lo anterior, que tú estuvieras a mi lado y que tuviéramos hijos tal vez. ¿Qué más puede desear el corazón de un hombre?

A base de recorrer el mundo y comprobarlo, he tomado las conclusiones de Lev como ciertas. Para que el mundo acepte la extravagancia de una persona que no compite, vivo a diario tratando de lograr un difícil equilibrio:

EJEMPLARIDAD PROPIA: Intento llevar con todo mi esfuerzo una vida de baja intensidad fundada en el autocuidado consciente, el cultivo del conocimiento y la desaceleración. Esto implica sobre todo vivir lento, dedicar mucho tiempo a cultivarme y reflexionar sobre lo que me rodea para intentar mejorarlo, y salvaguardar mi propia autonomía evitando cualquier tipo de apego emocional y dependencia económica. Con los años he logrado equilibrar el ritmo de trabajo y pese a algunas temporadas frenéticas desconozco el estrés. Ni lo quiero ni lo necesito y trato de dejárselo claro a mis clientes. Todas estas cosas me procuran verdadera paz en términos generales.

COMPROMISO SOCIAL: Hablaré en términos de ingresos y gastos para que se me entienda. Quizás lo más reseñable de mi vida es que hace mucho tiempo renuncié a la oscura y extendida obsesión por ganar dinero para gastarlo. Vivo con lo justo y mantengo un nivel de vida medio. Renunciar al enriquecimiento implica aceptar que si algún día ingreso ingentes cantidades de dinero, la mayor parte de ese beneficio no será para mí sino para otros. Mi compromiso social es integral y tiene 4 ejes:

  • Una profesión que hace bien al mundo: Para lograr ingresos desde hace ahora 10 años mi vocación de servicio está orientada a mejorar la toma de decisiones en el ámbito empresarial para favorecer el sentido común. Tarea difícil que persigo avivando la reflexión, la toma de conciencia y el pensamiento crítico. Lo hago con un compromiso social añadido: cobro más a quien más tiene y menos a quien en condiciones naturales de mercado no podría permitirse mis servicios.
  • Un compromiso con la creación de contenido útil para el cambio significativo: Otra forma de compromiso social la representa este espacio digital que alberga ya más de 600 artículos orientados a inspirar algún tipo de cambio significativo.
  • Un consumo basado en un impacto social y ambiental reducido y responsable: En lo tocante a mis gastos, he optado por comprar de forma consciente todos los artículos o servicios que necesito en alimentación, hogar, tecnología, libros, transporte, energía, ropa, higiene, viajes, ocio,… tratando de tener el mínimo impacto en la precarización de la vida de otros y la menor huella humana en el planeta. Esto implica desde hace años reutilizar, arreglar y solo confiar en empresas que cumplan unos altos estándares éticos.
  • Apoyo a los que trabajan para curar la enfermedad del mundo: Por último mantengo una cuota mensual destinada al apoyo de organizaciones independientes que mejoran nuestro mundo. He centrado mi contribución económica en 4 ámbitos globales que me preocupan especialmente: Ecología, Igualdad de género, Derechos Humanos y Cooperación médica. Seré claro: Antes dejaría de comer que de apoyar a esta gente.

SALUD AFECTIVA: Unas relaciones humanas fundadas en el afecto y la protección del amor como centro. Esto implica que aunque lo que hago sea público y me exponga a diario, salvaguarde al mismo tiempo mi intimidad. Todos mis clientes saben que soy celoso con mi vida privada aunque generoso en los afectos. Esto implica tratar de amar con entrega y gratitud a “otras personas con las que resulta fácil hacer el bien”, pero sobre todo amar a quienes bien me quieren. A esto añado mi cruzada contra el determinismo tecnológico en favor de las sociedades y las relaciones reales (presenciales).

 

ESCRIBIR ALGO QUE LO CAMBIE TODO PARA MUCHOS

Hace ahora poco tiempo -apenas unos años- comencé el mayor proyecto de mi vida. Escribo 4 ensayos que ayuden a comprender el mundo y el cambio que necesitamos a todos aquellos que se quieran comprometer con una forma más enriquecida de entender la vida. Trataré de explicar por qué me he metido en este lío y qué pretendo:

Mantengo mi fe en las personas y vivo para argumentar la posibilidad de la esperanza. Al mismo tiempo noto una deriva en la evolución del estado anímico y emocional de las personas. Nos veo por lo general confundidos, desorientados, volubles, esperando algo en nuestras vidas que solo llegará si lo provocamos. He aquí el único problema: quien no sabe lo que busca no puede saber que lo ha encontrado; y quien tiene demasiado claro lo que busca pierde la oportunidad de disfrutar lo que se le presenta.

Ante tanto desconcierto, hace un poco más de un par de años llegue a esta conclusión: La resaca de la posmodernidad está durando ya demasiado tiempo. La poetización de la debacle, la disipación de los afectos, la obsesión por el caos, la destrucción de la realidad y su sustitución por la mentira y el autoengaño, tanto como la teorización continua del desorden, el desdén por la naturaleza, el relativismo moral y la batalla contra lo empírico han causado ya un enorme y desproporcionado daño. Nos falta claridad y foco en mejorar lo básico y lo importante, lo que todos sufrimos y nos une. Nos sobran ensoñaciones o narrativas que tratan de abrazar una verdad o un discurso elevados que cada vez son más distantes. Cuanto más conocimiento acumulo, más claro veo lo que para mí resulta ya evidente: la mayoría de cambios significativos que se quieren o se persiguen no se logran por la continua ausencia de criterio, perspectiva, claridad, sistematicidad y estructura. Con tristeza diré que veo a la gran mayoría de personas que se dedican al cambio dedicadas a glosar y barnizar el desconcierto.

En esta línea, y una vez asentado profesionalmente, inicié entonces la labor de mi vida: un trabajo de investigación comparada que durará algo menos de una década. Si no muero por enfermedad, hastío o agotamiento antes de concluirlo, pretendo que el resultado de este trabajo sean 4 ensayos que aporten un sólido marco de reflexión integral a cualquier persona que quiera comprometerse con cualquier tipo de cambio significativo para mejorarnos. Lo hago porque creo que nos falta sustancia, carecemos por lo general de una sólida base de conocimientos y de una estructura intelectual y racional fuertes (a nivel cronológico, ideológico y cultural) con las que combatir con firmeza y convicción nuestras maldades cotidianas o la maldad sistemática e inconsciente de los que insisten en la inercia del sistema socioeconómico que ya delira.

¿De qué va este proyecto de investigación? Los ensayos que se deriven de él serán un mapa de los vínculos entre nuestra historia como especie y nuestra actual deriva, con especial acento en las causas y no en los síntomas de nuestra dispersión. No busco establecer una metodología o una propuesta de cambio – de eso nos sobra- sino ofrecer a todo aquel que quiera facilitar cambios en su vida o en su entorno, una mirada integral en perspectiva que le ayude a entender por qué hemos llegado a esto y qué podemos hacer ahora. En lo que escribo relaciono la historia de la cultura humana, la evolución de nuestras formas de habitar el mundo, la transformación de nuestro pensamiento político y económico, y muchas otras cosas. La gran diferencia respecto a cualquier otro trabajo académico de esta envergadura es que YO NO SOY ACADÉMICO, y siendo fiel al trabajo de todos ellos, aspiro a trazar un mapa con el que nuestra humanidad pueda empezar al fin el siglo XXI.

 

NO OLVIDAR MI VERDADERO HOGAR EN ESTE MUNDO

En el mundo que vivimos a diario, me siento de visita. Por un lado llevo años evitando continuamente contribuir activamente a lo que estamos siendo, y por otro lado llevo el mismo tiempo tratando de alimentar un mundo diferente. Aunque de pequeño me llamaban idealista, siempre consideré que el verdadero idealismo -la absoluta ficción insostenible- es lo que los demás se han acostumbrado a vivir a diario. Pese a haberme labrado una vida estable, me sigo sintiendo parte de la inmensa mayoría de personas que este mundo no tuvieron suerte. Éticamente solo me he sentido y me siento completamente en casa junto a las personas desposeídas y junto a los seres vivos de otras especies. No es que no pueda amar a otras personas, de hecho lo hago a diario, es tan solo que siento que los olvidados, los extraños y los excluidos son “los míos”.

Mi extraña fraternidad con los vagabundos, los exiliados, los ignorados, los incomprendidos, los heridos o los maltratados socialmente no se comprende si no se entiende que tan solo me identifico y me siento en paz con ellos. Me siento más cerca de la convivencia con su dolor continuo que de la autojustificación diaria y el autoengaño aspiracional de la mayoría de la gente. En otras palabras, estoy en mi hogar cuando hablo, convivo y atiendo a los olvidados de este mundo. Aunque inesperadamente yo disfrute de una vida estable y acomodada, no olvido que en realidad les pertenezco. Algún imbécil puede pensar que esto equivale a ser un absoluto desagradecido o un cenizo, que supone no celebrar ni disfrutar la vida que me ha tocado en suerte o la que me he labrado. Sin embargo los más sensatos entenderán que viva sin olvidarme de mi auténtica familia. Y esa familia no es otra que la enorme masa de personas desfavorecidas, excluidas u olvidadas a su suerte. Dado que esta gran masa de gente cada vez la integran más personas, para mí es importante seguirme sintiendo parte de ellas.

Estos son los 10 compromisos que hoy establezco para los años de vida que me quedan y de cara a seguir prestando un buen servicio a mi gente:

Seguiré amando y enseñando a amar porque solo el amor de las personas puede salvar al mundo de la gente.

Seguiré creyendo en los que parecen fríos, distantes o perversos. El hielo es el abrigo del agua contra el frío y mantiene a salvo la totalidad de la vida

Mientras la riqueza de unos pocos siga basada en la miseria de la mayoría, no descansaré. Seguiré haciendo el bien dentro del mal sistémico para alimentar la virtud de los que albergan esperanza.

Mientras siga existiendo alguien que entienda la vida como un sacrificio ritual y no como un placer completo, no descansaré. Seguiré trabajando duro para cambiar la manera en la que entendemos las relaciones y el trabajo.

Mientras haya heridas yo elegiré ser parte del remedio. No ampliaré la enfermedad que exista sino que seré bálsamo curativo para mí y para otros.

Mientras haya oscuridad y la belleza de la vida siga escondida tras las sombras, yo elegiré ser parte de la luz. Ante la duda o la incertidumbre, ante la inseguridad, elegiré siempre amar en vez de tener miedo.

Mientras alguien me escuche o me lea, todo tendrá sentido. No escribiré ni facilitaré para mí sino para el resto.

Mientras alguien siga buscando algo fuera de sí mismo, yo le ayudaré a encontrarse. Ayudaré a las personas que quieran acercarse a mí y comprometerse con su cambio, a tener foco y a que ese foco esté fundado en la responsabilidad propia.

No me rendiré nunca ni renunicaré de este propósito ante ninguna fuerza o persona. Por muy dolorido o solo que me sienta, por muy frustrado o cansado que parezca, seré viento fresco para quien ya no tenga fuerza para alzar su remo.

Seguiré viviendo para que las personas crean en sí mismas convirtiendo así el dolor universal del mundo en esperanzas concretas. Que todo lo que yo haga de esperanza en un tiempo de desorientación y confusión perpetuos.

Gracias a todos los que he acompañado hasta hoy y gracias también a los que acompañaré en adelante.

 

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