Seleccionar página
Sobre ChatGPT, IA, educación y cultura

Sobre ChatGPT, IA, educación y cultura


 

“El hombre, si quiere seguir siendo hombre, debe avanzar por la vía de la conciencia. No hay camino que lleve hacia atrás. Ya no podemos ocultar la realidad renunciando a la autoconciencia sin excluirnos simultáneamente del curso histórico de la existencia humana.

El hombre-masa tiene muy poco tiempo libre, no vive una vida que pertenezca a un todo, no quiere esforzarse sino por algún objetivo concreto que puede expresarse en términos de utilidad; todo debe proporcionarle alguna gratificación inmediata. “

maestro Karl Jaspers, El hombre en la edad moderna (1933)

 

Me temo que sobre los temas que encabezan el título de este artículo, el nivel de confusión en nuestra sociedad es inmenso. Tan solo trataré en este artículo de realizar una breve reflexión sobre un ámbito concreto de la mal llamada inteligencia artificial, me refiero a su relación con la educación y la cultura. La aparición de ChatGPT, una nueva herramienta proveniente de OpenIA, cuyo valor estimado a día de ayer ha pasado de 0 a 29 billones de dólares en pocos meses, y cuyo uso se ha viralizado -alimentando por cierto de manera gratuita, en masa y exponencial la potencia de dicha herramienta- ha generado muchas opiniones durante estas últimas semanas. Como siempre he permanecido al margen de los primeros emisores de discurso y he querido esperar a mostrar mi parecer una vez que la cosa ha adquirido dimensiones de gigante.

Para una aproximación más detallada de las posibilidades de ChatGPT, el maestro Amalio Rey le ha dedicado tiempo y ha resumido su experiencia en un artículo reciente.

Resumo mi tesis: Inteligencia Artificial, sí, desde luego; pero nunca como sustitución del proceso educativo y la cultura, tan solo como su apoyo y complemento técnico.

Creo que nos enfrentamos -como cada puñetero día desde la llegada de la posmodernidad a nuestras vidas- a un dilema acuciante. Hablo de los constantes atentados contra la inteligencia que se cometen a diario en la forma de regalos y cesiones sociales subrepticias. Cada vez que hay un mínimo avance tecnológico parece que éste implica una cesión social y laboral inmensa (de datos, de privacidad, de calidad laboral, de derecho a una vida digna, de… lo que sea). En mi caso puedo tolerar que la clase política se haya convertido en una colección de seres que difícilmente servirían para otra cosa que para repetir retórcia demagógica, que la vivienda se haya disparado hasta precios inasumibles, que la comida se encarezca hasta niveles de preguerra, que los niveles de emisión de CO2 no desciendan, se escondan o se omitan para negar las evidencias, que los chavales agachen la cabeza y se vean obligados a trabajar sonriendo en puestos de mierda para salir adelante, que el sistema de deuda implique contratos cada vez más cainitas, que poco a poco restemos recursos para garantizar una mínima sanidad universal o unas mínimas pensiones en pago a toda una vida dedicada a trabajar de nuestros mayores,… De verdad, puedo tolerar todo esto pero hay algo que me revuelve desde lo más profundo de mi ser y es el ataque constante a la educación y la cultura; en definitiva lo único que hace que como animales que somos también podamos considerarnos socialmente inteligentes.

Para tratar de aportar cierta claridad y algo de mi criterio a este respecto, permítanme tomar como punto de partida esta opinión que por lo demás comienza a ser mayoritaria y habla de pedagogía, profesionales educativos e inteligencia artificial. Comparto una captura de la opinión para que pueda ser leída antes de continuar:
 

 

Vaya por delante que aún a riesgo de ser llamado reaccionario, antiprogresista o ludita (dudo mucho que hoy alguien tenga alguna ligera idea de quién era Ned Ludd del mismo modo que pocos saben hoy qué demonios es el fascismo cuando le llaman fascista a otro), mi opinión es contraria a la del autor de este post de linkedin. En realidad creo que confundimos el culo con las témporas y que este mal de mezclar ideas y conceptos lleva décadas siendo una pandemia. Vayamos por partes:

PSICOLOGÍA EVOLUTIVA: En primer lugar diferenciemos las etapas evolutivas de una persona y aprendamos a aceptar que sobre todo en sus etapas más tentativas e incipientes (infancia y adolescencia), esas etapas en las que uno amanece al mundo de forma descarnada buscando referencias y asideros, una persona necesita instrucción y cultura para dotarse de cierta capacidad de autonomía y dignidad futuras ante las dificultades de la vida. De esta manera, un instrumento como Chat GPT puede ser extremadamente útil para la acción adulta y a la vez altamente nocivo para el proceso educativo de un niño o un adolescente dado que éste necesita articular un sistema de referencias, símbolos e ideas que le habilite como adulto en términos kantianos (la conquista de la mayoría de edad por medio de la conciencia moral y la responsabilidad social), esto es, para convertirnos en sujetos de soberanía con derechos y no en meros súbditos o esclavos sin derechos. Quien no acepte que esta necesidad de dotarse de referencias ha existido y seguirá existiendo siempre mientras pretendamos vivir en los términos de una libertad individual y colectiva responsable, me temo que desconoce la Historia y el comportamiento social que se inauguró en la Edad Moderna dando lugar a conceptos como el de soberanía, ciudadanía o derechos humanos, sociales y laborales.

Por cierto, aviso: Difícil conservar todo esto si confiamos el débil legado de bienestar que tenemos a la IA como eje central del proceso educativo. La IA es un instrumento potente de respuesta rápida pero en ningún caso debe ser emplearse como la sustitución de nuestra inteligencia o entenderse como la extensión o complemente imprescindible de nuestra vida. Dejar de entrenar y ejercitar nuestra memoria porque haya memorias más aceleradas de forma externa, es no entender que parte fundamental de la capacidad de reflexión, investigación y cuestionamiento humanos está fundada en la memoria. La IA es un recurso técnico y como tal facilita y acelera la toma de decisiones pero no debe sustituir las etapas de desarrollo humano o convertirlas en algo prescindible o accesorio. Esto queda lejos de toda ética y lógica.

EDUCACIÓN: Me temo que la opinión mostrada por el autor de esta publicación en linkedin peca de padagogismo y se enmarca dentro de un movimiento -en mi opinión suicida- que toma forma desde hace décadas a través de movimientos empobrecedores de la escuela y la universidad: Acuerdo de Bolonia, supercherías pedagógicas y entrega sin reservas de la llave de la educación a un mercado inercial y moralmente homicida. Por un lado los sistemas educativos nacionales y las legislaciones supranacionales llevan años apostando por un “modelo pedagógico” que idealiza las competencias, el voluntarismo aspiracional y el utilitarismo inmediato despreciando la instrucción pública de conocimientos para la adquisición de la estructura mental y perspectiva necesarias para una adecuada toma de decisiones. Se dice mucho que ya no tiene sentido aprender la lista de reyes españoles o los ríos o geografías nacionales. Se defiende esto bajo dos argumentos o pretextos: el primero aboga por declarar obsoletos los sistemas educativos de base nacional (una completa y descabellada locura en mi opinión en un contexto de implosión del concepto de globalización de mercado tal y como lo hemos conocido); el segundo aboga por declarar que son más importantes las “competencias” (lo que sea que esto sea) que los conocimientos hoy siempre accesibles, de manera que estos últimos tienden a ser cada vez más sucintos, breves, insignificantes. Ambas tesis son atolladeros morales, mataderos del espíritu de alfabetización universal que nos dotó de dignidad con independencia de nuestro lugar social de procedencia.

Me encuentro así con profesores de universidad que declaran que a primeros cursos de estudios superiores llegan auténticos zotes, asnos antropomorfos, iletrados incapaces de hacer una raíz cuadrada si provienen de las antiguas ciencias o de saber quién era Quevedo si vienen de las antiguas letras. Me encuentro con profesores de colegio que desesperan ante la falta del más básico interés por parte de los alumnos, ante la ausencia de respeto hacia cualquier tipo de autoridad docente o ante la mera desidia de alumnos que malcriados y nada humildes se atreven a chantajear al sistema diciendo que se niegan a estudiar si no se divierten. Estamos en definitiva educando a seres acomodaticios y no críticos, técnicos sin perspectiva ni capacidad de reflexión, cumplidores de órdenes pero sobre todo analfabetos intelectuales que cifran su felicidad en aparentarla. Dóciles y diligentes, estas generaciones de los “nuevos modelos pedagógicos”, del cuestionamiento de los valores ilustrados sin aportar una alternativa sensata o viable, viven con orgullo en zulos, aceptan con serenidad y cumplimiento trabajos cada vez más inestables y precarios, les cuesta decidirse a montar una familia saliendo de sí mismos, y pasan el tiempo entretenidos con golosinas tecnológicas mientras el bienestar conocido de la mayoría poco a poco se desmonta en beneficio de los nuevos “pocos”. Sobran los datos y ejemplos que demuestran la lenta agonía de la instrucción pública y la pérdida de caudal intelectual y talento en nuestras sociedades. Profesionalmente desde hace años he apostado por educar e instruir a los directivos y propietarios de empresa que acompaño en un intento ya desesperado por recuperar el tiempo y espacio educativo perdidos. No mentiré: cada año lo tengo -lo tenemos- más difícil y cada año me niego con más fuerza a cesar en mi compromiso.

Añadido a esto, tan solo comparto esta experiencia que -me consta- es general y comienza a ser genérica: Durante años recorrí casi un centenar de colegios trabajando con equipos directivos y equipos de propiedad. Resumo: el panorama educativo es desolador. El profesor se esfuerza más porque el alumno aprenda que el propio alumno, y añadido a esto las familias educan como malamente pueden a sus hijos en una desatención constante fundada en la imposibilidad de conciliar vida personal y trabajo, y sobre la base del modelo de vida posmoderno que nos sitúa en una dispersión continua, una especie de búsqueda de una promesa de estabilidad o certeza que nunca ha existido. El alumno ahora es el cliente que exige, dueño y señor decisor de su aprendizaje en edades en las que no tiene ni jodida idea de la vida, por hablar completamente claro. El concepto de maestría por supuesto se resiente y la profesión de profesor ha caido con el tiempo en el descrédito (para mí un profesor es el mayor héroe de nuestro tiempo). Y sí, a veces hay que divertirse aprendiendo, pero otras no y hace falta siempre cultivar la memoria y los conocimientos. Ningún astronauta ha subido al espacio consultando cada puñetera decisión que toma a google. Negar esto es una estupidez sin apenas precedentes.

CULTURA: Estamos desmontando -sin tener ni idea de las graves consecuencias que eso implica- eso que desde el siglo XIII llamamos la cultura en el más puro sentido de la paideia isocrática y la humanitas ilustrada que garantizaron la conquista de las mejores cuotas de igualdad y derechos en toda la historia de la humanidad. La cultura no es solo memoria de ideas o datos, sino como bien se ha repetido muchas veces es ante todo civilización. Civilizarse es adquirir lugar en el mundo, imbuirse de criterio propio, armarse de herramientas morales para acometer la vida desde una visión integral y enriquecida de la existencia. Civilizarse es aprender a no confiar en uno mismo, a cuestionarse, pero sobre todo es aprender a no pedir a otros lo que puedo hacer por mí mismo. Compruebo en redes sociales cómo las personas me demandan -a  veces tratan de exigirme- respuestas rápidas sobre temas que requieren esfuerzo, estudio y atención continuada. Trato de no responder nunca a alguien que no ha hecho el esfuerzo por sí mismo de responder a su pregunta. Es algo que aprendí estudiando a las comunidades de software libre hace muchos años y es la base de la meritocracia más justa. Menospreciar la cultura, pretender que sea un producto de consumo o mero servicio de entretenimiento y no un bien colectivo a cuidar, es atentar contra el esfuerzo, contra el reconocimiento de quienes trabajan su suerte y no la heredan, contra la celebración de aquellos que deciden inspirar a otros con su ejemplo. Y esto, ni qué decir tiene, es algo altamente peligroso.

USUARIOS VS PROPIETARIOS: No tengo nada contra la Inteligencia Artificial, del mismo modo que no lo tienen los programadores informáticos que en mi visita a Silicon Valley hace años, ya entonces metían a sus hijos en guarderías y colegios en los que estuviera prohibido el uso de dispositivos móviles en el aula, con el ánimo de que sus hijos no se volvieran como los usuarios imbéciles para los que ellos mismos programaban distracciones en su trabajo diario. El peligro de nuestro tiempo, la batalla real de nuestros días, se sitúa entre quienes se conforman con ser usuarios de la vida sin apenas derechos ni garantías y entre quienes acumulan todas estas cosas siendo propietarios. Que nadie se engañe, toda persona que tiene algo de riqueza económica en el mundo sabe algo tan básico como esto: la diferencia entre poseedores y poseídos ha sido siempre y seguirá siendo la educación y la cultura. Este es el verdadero ascensor social que casi siempre funciona para cualquier profesión, dedicación u oficio. De nosotros depende que las sociedades del futuro más inmediato multipliquen seres iletrados e inconsecuentes sumidos en una masturbación vital continua, o seres civilizados, comprometidos y consecuentes que aprendan y vivan pensando en los demás.

Sin más.
 

***

Consulta nuestro catálogo de servicios de acompañamiento al cambio y formación y solicita más información a david.criado@vorpalina.com

Últimas plazas para el programa TRAINING DAYS que comienza en Marzo, quizás la última aldea gala que te permite conformar criterio propio, amueblar tu cabeza y adquirir perspectiva y conocimiento para lograr una vida diaria enriquecidad y estable.

***

 

Aprender a pensar y #lafilosofiaimporta

Aprender a pensar y #lafilosofiaimporta


 

A los dioses les encanta que las personas trabajen mucho.
Las personas que no están ocupadas continuamente pueden empezar a pensar
.”

sir Terry Pratchett

 
Hoy es el día de la filosofía, y se bien por qué las personas que gobiernan desde hace décadas el modelo socioeconómico actual, atentan década tras década contra ella. Se maltrata, se exilia o se elimina la filosofía porque la conformación de personas mansas y dóciles, de una masa iletrada y distraída, limita la aspiración humana colectiva a la satisfacción individual de lo doméstico. Al reducir el hogar defendible a la persona individual (la satisfacción de su deseo, su emoción o su instinto), perdemos nociones de pertenencia colectiva vertebradoras como familia, cultura, territorio o Estado de Derecho. Cuando estos hacedores de convivencia desaparecen, resulta más sencillo para la eterna minoría de los que más tienen favorecer la competitividad voraz entre los que menos tienen.

Quien no sabe pensar sobre grandes cuestiones ni formar un criterio propio, no tiene la capacidad de reivindicar sus derechos, ni aún cumpliendo la totalidad de sus obligaciones a rajatabla cada día. Cuando mis convicciones las fabrica otro que no apruebo ni decido, en lugar de vivir disfrutando del camino, nos convertimos en mero combustible y medio de los atajos de otros. Por explicarlo de una forma muy gráfica, cuando aprendí a pensar, aprendí a sintonizar el sonido de la vida, identifiqué cada vez con más facilidad su inalterable frecuencia. Pero quienes no aprenden a pensar ni se molestan por entender lo que otros dictan, se limitan a vivir ajenas sintonías. Contra la comodidad autojustificativa de no cuestionarse nunca, la filosofía ofrece la oportunidad responsabilizadora de cuestionarse a veces.

Sin la filosofía todo cuanto nos digan otros es verdad y todo lo que digamos nosotros es mentira. La verdad así puede cancelarse, ser propiedad tan solo de unos pocos, y dejar de ser una construcción colectiva. Al generar cada vez mayores masas que ignoran, no se rebelan ni cuestionan, y cada vez menores y más reducidas élites que gobiernan y deciden, nos deposeemos como especie de la realidad, nos alejamos de la naturaleza y vivimos de la arbitraria decisión de otras personas porque nos importan más de lo que nosotros nos importamos a nosotros. Les dedicamos de hecho más tiempo a sus estúpidas apariciones que a nuestras necesarias evoluciones.

Por contra, la filosofía es sobre todo el interés y el cultivo de los medios y las formas, es un continuo e inspirador comienzo, y la única y verdadera cura que conocemos para la obsesión por el fin o la mera satisfacción continua de nuestros instintos o deseos. Pretender que la dignidad humana, la economía política o la democracia puedan existir si no existe la filosofía, es un suicidio inconsciente. Cualquier persona que visite la historia lo comprende, y solo quien vive obsesionado por su ficción o su entelequia finalista, lo ignora. La filosofía cuestiona la esencia y la apariencia, articula la ética y al estética, nos mantiene próximos a lo humano para pensar con inteligencia constructiva la sociedad, la industria, la máquina.

Ya he hablado de la necesidad de aprender a pensar en otras ocasiones, pero permíteme, lector o lectora, contarte por qué insisto en ello.

La filosofía que de niño leí cuando lloraba, hizo posible al adulto que hoy sonríe. La filosofía, y en general aprender a pensar, me ha ayudado a vivir de acuerdo a unas referencias, a una estructura. Ello me ha permitido no sentirme perdido ni aún cuando me encontraba en un terreno desconocido o ignoto. De hecho, aprender a pensar y cuestionarme me salvó varias veces la vida. Solo la filosofía convirtió mi frustración y rabia en aceptación y valentía. Solo la filosofía tomó una tímida llama que latía en mí (inquietud innata) y la alimentó hasta convertirla en fuego eterno (curiosidad sistemática). Ese mismo fuego me ha dado calor en pleno invierno y ha sabido dar calor a otros cuando me necesitaban.

Pero hay algo todavía más poderoso que todo lo anterior, y es el hecho de tener la certeza de saber que si hoy soy algo -y se que soy mucho- es gracias a que otros existen y existieron. Esta certeza que me contextualiza como parte de una larga y dilatada historia de ideas, de esfuerzos y de relaciones y me ayuda a equipararme al resto de personas, es totalmente contraria al discurso barbarizante y aspiracional que promueve la independencia, la superación y la autosuficiencia de unas personas sobre otras. Las tres cosas -independencia, superación y autosuficiencia- si bien pueden generar euforia a inmediato plazo, se han demostrado históricamente dañinas y contraproducentes a largo plazo en una especie compuesta por animales gregarios, seres sociales que necesitan comprender y sentirse comprendidos, amar y sentirse amados más allá de la competitividad insaciable y la sed de interés propio.

Nada salvo la filosofía me enseñó a amar a los otros, me hizo comprender la sencillez y la complejidad, el gozo y el dolor ambivalentes y continuamente necesarios en la vida. Quienes dicen que la filosofía es algo simple o algo complejo, aciertan, porque así es también la vida.

Nada salvo la filosofía me salvó en innumerables ocasiones del abismo de la falta de sentido, de la oscuridad que sentí al comprobar que existe la injusticia. Nada salvo la filosofía me curó de la herida que inflige el abuso de poder, del desconsuelo de la condescendiente inercia, de la fría y distante indiferencia de los que se aislan.

La filosofía me permitió acceder a realidades colectivas, sentirme verdaderamente humano al compartir con personas a miles de quilómetros las mismas inquietudes, y sentirme verdaderamente vivo al cuestionar lo que pensaba o sentía. Solo la filosofía me ayudó a sentirme único construyendo mi criterio y a la vez completamente acompañado al ver que mis dudas son las mismas que las de cualquier persona en el mundo, y al entender que a menudo ninguno tenemos respuesta. Al leer, hablar y estudiar para vivir con criterio, comprendí que antes que yo, muchos otros intentaron mejorar el mundo. Y lo mejor de todo: también comprobé que algunos lo consiguieron. La filosofía sobre todo aporta referencias, historias de esfuerzos pasados y presentes, pistas y bastones con los que explorar, acariciar y disfrutar la vida. En una época en la que las identidades, los sentimientos y las ideas dividen, la filosofía fue y es mi pegamento.

Nada salvo aprender a pensar me libró de la cadena perpetua y la barbarie de la absoluta ignorancia. Me supe interdependiente gracias a la filosofía. Aprender a pensar me enseñó a detectar, localizar, relacionar y mantener cerca la mayor parte de cosas importantes de la vida. La filosofía me ayudó a tener la necesaria base apreciativa desde la que amar, sentir y contemplar la existencia.

Gracias a la filosofía me levanté cuando caía, recobré y aumenté mi valor para seguir insistiendo, para perseverar, para alejar de mí la tentación del abandono o la apatía. Nada salvo la filosofía me acompañó en las travesías de silencio y soledad que viví en mi vida. Recuerdo con nitidez la presencia de la filosofía en la primera parte de mi vida pero también en la crisis que toda persona vive a la mitad de ella o con la pérdida dolorosa de relaciones o seres queridos. En todos esos momentos, la filosofía me enseñó a saberme vulnerable, me animó a aceptar el dolor y a exponerme, me dio herramientas para ayudar a mejorar la realidad de miles de personas.

Nada salvo la filosofía me ayudó a comprender -para intentar cambiar- la continua sensación de ruido, desconcierto, absurdo y vacío de una sociedad evanescente, continuamente errada y difusa. Solo el estudio y el conocimiento detallado del pensamiento humano me hicieron ser humilde al comprender que entre todos pensamos mejor que por nosotros mismos. Nada salvo la filosofía me apartó de la ceguera de la fe y la creencia ciega, nada salvo ella me enseñó tolerancia, me ayudó a detectar y tratar de superar cada prejuicio.

En la filosofía hallé esperanza y ahora tú deberás encontrarla sin la ayuda del sistema educativo. Suerte.

Hoy más que nunca gritemos y actúemos alto: La filosofía importa #lafilosofíaimporta
 

***

Consulta nuestro catálogo de servicios de acompañamiento al cambio y formación y solicita más información a david.criado@vorpalina.com

La convocatoria de la segunda edición online de TRAINING DAYS está en sus últimos días. El programa comenzará finalmente en marzo de 2022. Anímate y reserva tu matrícula

***

 

 

El futuro de la Humanidad es adolescente

El futuro de la Humanidad es adolescente


 

El sentido común es la colección de prejuicios adquiridos a los 18 años de edad
maestro Albert Einstein

 
 
Hay una extendida sensación de incertidumbre en las personas con las que hablo a diario. Parecemos preocupados por un tema del que apenas imaginamos respuestas: ¿Cuál será el futuro de la Humanidad en las próximas décadas?. Con motivo de varias noticias que se han sucedido en estos días, comparto por aquí una reflexión fundada acerca de hacia dónde estamos yendo y cómo considero que debemos actuar ante este horizonte.

Si vivimos en un mundo caracterizado por la soledad y el individualismo que nos vemos obligados a contrarretar a diario, el futuro de la Humanidad -como no podía ser de otro modo en este tiempo- depende de las personas que se sienten más solas y desprotegidas: los adolescentes. “¿De quién, de mí?” parece decir el adolescente de la foto. SÍ, DE TÍ. Trataré de explicar con cifras y razonamientos por qué.

He dividido el artículo en 4 apartados:

  • Por qué el futuro de todos depende de los adolescentes
  • El estado actual de la adolescencia en el mundo
  • Ejemplo práctico: el abismo educativo español
  • Conclusiones y visión de cambio

Comenzamos.
 

POR QUÉ EL FUTURO DE TODOS DEPENDE DE LOS ADOLESCENTES

Según el informe del Estado de la población mundial 2021 de la ONU el 25 % de la población mundial es adolescente en una especie que envejece a un ritmo acelerado y en masa. Tenemos menos hijos y cada vez más tarde. Por otro lado en 2050 1 de cada 4 personas en el mundo tendrá más de 65 años en Europa y Norteamérica (1 de cada 6 en el mundo). Caminamos aceleradamente hacia un Norte del mundo viejo y un Sur adolescente. El grueso del crecimiento demográfico joven se producirá en África y Asia. Para darnos cuenta de la implicación de todo esto, hace poco, en 2018 por primera vez en la historia, las personas de más de 65 años superaron en número a las menores de 5 años en todo el mundo. Por todo ello, la enorme mayoría de expertos demográficos manejan ya pocas dudas respecto al pico histórico de envejecimiento mundial.

Añadido a lo anterior, la natalidad y sobre toda la población entre 0 y 14 años se resiente. Añadido a la elevada cantidad de adolescentes en el mundo (fruto de la resaca de la bonanza previa a las grandes crisis del siglo XXI), es importante recordar un hecho: la tasa de mortalidad adolescente está en mínimos históricos a nivel global. Si bien antes era complicado sobrevivir a la adolescencia en el mundo, hoy se da por hecho que todo el mundo podrá hacerlo a pesar de la democratización de la pobreza y sobre todo por los avances contra el hambre severa (Solo un país del mundo, Somalia, está en esta situación ahora).

Si resolvemos la ecuación anterior (elevado envejecimiento + baja natalidad + aumento de los adolescentes que sobreviven con facilidad), el resultado es claro:

Nuestro futuro como Humanidad depende enteramente de la manera en la que estamos acompañando la formación y el desarrollo educativo de la personalidad, capacidad y carácter de los adolescentes actuales.

Pues bien, aquí van los datos:
 

EL ESTADO ACTUAL DE LA ADOLESCENCIA EN EL MUNDO

Nuestros futuros votantes y decisores de la realidad del mundo (mayoritariamente personas a partir de 18 años), están perdiendo bienestar por el impacto de las tecnologías. El anuncio del irresponsable, ególatra e incosnciente Mark Zuckerberg sobre su apuesta por los metaversos, tratando de huir del escándalo ético y monopolístico que le persigue, no ayuda sino que nos hundirá más en este sentido. Estos son los datos incipientes en continuo crecimiento: 1 de cada 7 adolescentes (entre 10 y 19 años de edad) en el mundo tiene problemas de salud mental. El 20 % de los jóvenes entre 15 y 24 años se sienten deprimidos o no muestran interés alguno o compromiso de largo recorrido hacia ninguna actividad. El 58,3 % de jovenes en España afirman sentirse nerviosos, preocupados o con pequeños ataques de ansiedad. El abandono escolar aumenta en el mundo y contra ello algunos países (desgraciadamente España entre ellos) deciden precarizar los sistemas educativos para bajar los estándares. Sin embargo nada de esto puede ocultar la alta relación entre el nivel educativo de una persona y las posibilidades de caer en una depresión severa.

En España 1 de cada 10 adolescentes (menores de 18 años) gasta dinero en apuestas online. La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción y la Policia Nacional están seriamente preocupadas con el aumento y normalización de este tipo de consumo en edades de formación de la personalidad y el carácter.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, un 24,8% de españoles entre 11 y 18 años sufren o han sufrido acoso escolar. Esto ha aumentado las visitas a terapia de padres e hijos en un 120%. La agresividad va en aumento. Algunos hechos recientes nos alertan que la estupidización adolescente también está asociada a la irresponsabilidad paternal.

Uno en concreto clama al cielo: Ha sido necesario (manda huevos) que los psicólogos adviertan a los padres y madres del peligro que tiene que sus hijos menores vean junto a ellos en la tele la serie EL JUEGO DEL CALAMAR. El peligro de proliferación de conductas imitativas y la elevada violencia que aparece en la serie se han normalizado en los hogares de una forma pasmosa. La serie es fantástica a nivel de reflexión para un adulto que se mueve en una sociedad a la que contribuye activamente, pero para un adolescente o un niño en desarrollo es una fuente de estímulo violento a evitar. Algo tan sencillo y básico se nos escapa.
 

EJEMPLO PRÁCTICO: EL ABISMO EDUCATIVO ESPAÑOL

El caso educativo español representa con claridad un gran compedio de muchas de las cosas que no debemos hacer en estos momentos de la historia de la Humanidad. Este ejemplo práctico que voy a exponer reúne muchos errores: pérdida continua de energía emocional por parte de profesionales frustrados, desaprovechamiento de las inversiones realizadas ante la inexistencia de mercado para las capacidades generadas (con la consiguiente fuga de cerebros), y por último nefastas decisiones anacrónicas en cuanto a contenidos y formatos educativos.

Si bien todavía disfrutamos de los últimos estertores de una sociedad del bienestar continuamente atacada y expoliada por el despropósito económico vigente, nuestro modelo educativo no rema a favor de la necesidad del mundo sino en su contra. Lo diré con claridad: España no tiene una estrategia definida como país ante el reto climático, el problema del envejecimiento, la salud mental o la educación.

Al no tener nada parecido a esto, el modelo eduativo español es inercial y bebe de puntuales e insuficientes innovaciones que con dificultad cada profesor trata de incorporar a sus clases. Pero dejar el futuro de la Humanidad en manos de la buena voluntad de profesores mal pagados y sin apenas recursos es bastante kamikaze. Si esto ocurre abajo, arriba la situación empeora: A nivel político improvisamos decisiones que marcarán la calidad de vida de las personas ante la más que próxima carestía de recursos, la inmediata crisis energética, las migraciones, los cambios drásticos en el modelo de mercado global y el cambio climático que ya está aquí.

Las pruebas de la desidia educativa abundan. Tenemos a fantásticos profesionales y expertos educativos que podrían tomar las buenas prácticas de otros países y están deseosos de incorporarlas, pero nadie les escucha. Hace unos días nuestros representantes políticos nos obsequiaban con una nueva cagada más que afectará de lleno a la EDUCACIÓN de las personas que se encuentran en el paso a la edad adulta (esas que ya hemos dejado claro que son hoy determinantes). Llevamos décadas fomentando la multiplicación de personas que huyen del dolor y lo incómodo, que son alérgicas al espíritu crítico, que llegan a la universidad con niveles de conocimiento lamentables para afrontar el gobierno y futuro de nuestras sociedades. Pero eso sí, todas ellas son muy inteligentes a nivel emocional mientras las emociones y las relaciones que tengan que afrontar no salgan del ámbito de una pantalla digital de 15 x 8 centímetros que les permite opinar, simular o ser lo que les de la gana sin consecuencias.

Fui educado en un sistema y modelo educativo ya extinto y que entonces era desacertado y obsoleto, pero aún permanecía focalizado en la cultura del esfuerzo y el respeto a la academia. El escenario en el que me eduqué no era desde luego el más correcto pero en él la sobreprotección aparente y la dejadez educativa en el hogar no tenían cabida. El sistema educativo en el que me eduqué no sacaba lo mejor de mí pero al menos no premiaba lo peor. Tuve la suerte de no cursar la ESO (bonito acrónimo que resume bien la relevancia de la histórica ambición educativa en España).

Ni siquiera quiero compartir o entrar a hablar de rankings educativos interesados que sitúan a España en posiciones intermedias dentro del contexto global. El problema es mucho más grave que todo eso. Queda claro en lo tocante a la educación que por suerte, nuestros hijos no nacen en Burkina Faso, Nigeria, Afganistán o Mali. Hasta aquí las buenas noticias. Más allá de esta celebración, estos son los hechos que deberían avergonzarnos como sociedad y deberíamos empezar a revertir:

No existe un pacto de estado educativo que cuente con el trabajo y asesoramiento de expertos educativos. Durante más de 2 décadas los principales partidos políticos españoles con el apoyo de los minoritarios han creado un sistema educativo desastroso en términos europeos y que parchean cada ciertos años (la actual modificación es el 3er parche y supone la 8ª ley educativa aunque parezca una broma). En lugar de hacer pocas grandes reformas educativas y muchas mejoras puntuales, caemos continuamente en el síndrome del salvador político educativo. Hacemos el doble de grandes reformas educativas que Europa obteniendo menos de la mitad de resultados. Todo ello deja claro que el modelo educativo en España está al servicio de la partitocracia y la financiación de los partidos en manos de los intereses empresariales de las empresas que acumulan riqueza.

Justo en estos días se ha revelado ya el detalle del nuevo capítulo del melodrama educativo español en el camino hacia el precipio social, económico y ambiental al que nos abocan políticos ignorantes, carentes de ambición moral o intelectual y siervos diligentes de un sistema socioeconómico que acelera la mierda para que se esparza y parezca invisible. Entre las medidas del último parche podemos encontrar decisiones educativas estratégicas que van en dirección completamente contraria a la necesidad del mundo en la actualidad. Enumero tan solo algunas:

EL PROFESOR, de nuevo ignorado. Seguimos convirtiendo al profesor en un mero evaluador en lugar de aportarle capacidad y confianza pedagógica. Nuestros profesores son cada vez menos maestros y cada vez más ejecutores de programaciones guiadas por intereses editoriales de turno en manos de grandes conglomerados mediáticos que ofrecen lecturas de la historia y la realidad interesadas.

Ampliamos la FALLA SOCIAL y contribuimos al proceso de neofeudalización del mundo. “La segregación escolar es la una de las más altas de Europa y la tasa de abandono temprano fue en el 2019 del 17,3%, la mayor de la UE (para que lo pongan en perspectiva: en Grecia es del 4,1% y en Irlanda, del 5,1%)“. Se ampliarán las diferencias y polarizaciones entre quienes puedan permitirse huir de este sistema educativo fallido refugiándose en colegios privados y quienes solo tengan la opción de estudiar en colegios públicos. El hecho de que los hijos de nuestros representantes políticos no estudien en escuelas públicas es un buen reconocimiento del abandono al que llevan décadas sometiendo a los servidores educativos públicos.

Insistimos en el CURRÍCULO DE ESPECIALIZACIÓN, en lugar de fomentar un modelo educativo humanista en el que las habilidades transversales se desarrollen sobre una visión enriquecida del mundo. Volvemos a insistir en educar a los adolescentes en materias y no en ámbitos de saber o experiencia, lo que aumenta la distancia entre la educación abierta que reciben los niños en infantil o primaria y la educación encorsetada y obsoleta que reciben los adolescentes justo antes de salir al mundo. Durante años trabajando con decenas de colegios por toda España he comprobado la enorme diferencia entre infantil y el resto de ciclos en lo tocante a innovación, apertura, frescura y excelencia pedagógica.

Olvídense de la FILOSOFÍA y la educación en el pensamiento crítico. La materia que nos enseña a pensar, convivir y dialogar desaparece hasta 1º de Bachillerato. No estamos hablando de algo baladí. Se trata del exilio sistemático al que se ha sometido la historia del pensamiento humano en la posmodernidad reciente. Esto es la evidencia clara de una tendencia dañina en nuestras sociedades: el olvido de la historia y el camino de nuestra Humanidad en favor del cultivo de la adicción al presente. Lo que se traduce en sociedades orientadas al consumo inconsciente y masivo en lugar de sociedades orientadas a la conciencia y la presencia responsable en el mundo.

Por contra den en este nuevo parche educativo la bienvenida a MATERIAS QUE NOS DISTRAEN DE LO IMPORTANTE y nos centran en la satisfacción de nuestros deseos individuales. Hablo de materias centradas en el entretenimieto y la contribución al decadente sistema socioeconómico actual. Den la bienvenida por ejemplo al EMPRENDIMIENTO como salvavidas redentor en el que se forman nuestros adolescentes. La burbuja del emprendimiento entra de lleno en nuestro modelo educativo: Básicamente, “sácate tú las castañas del fuego como puedas que nosotros como representantes políticos te dejamos a tu suerte“.

En un país con un 40% de desempleo juvenil (y 2º país con mayor porcentaje de desempleo de las 37 economías de la OCDE), esto supone oficializar una estrategia de precarización laboral que lleva décadas comprando el discurso aspiracional de Sillicon Valley y genera una sociedad individualista y desprotegida laboral y socialmente, guiada por el interés propio de cada cual. La realidad pinta peor que el deseo: 1 de cada 4 jóvenes entre 16 y 35 años vuelve a vivir con sus padres. Si creemos que creernos todos empresarios nos va a sacar del hoyo en el que estamos, vamos listos. Llevo décadas acompañando a “emprendedores” y se que el 80% de negocios fracasan antes de los 4 años y de hecho 9 de cada 10 startups no llegan a los 3 años de vida. Tal y como en sus investigaciones ha señaldo Jose Manuel Martínez Bedía, el emprendimiento es necesario para las sociedades pero su fomento sin infraestructura ni una sólida base social ni laboral, es un suicidio colectivo.

Normalización del FRACASO ESCOLAR: Se amplia el abanico de materias que una persona puede suspender e incluso se podrá ingresar en la Universidad con materias suspendidas. ¡Viva la excelencia y el esfuerzo y el sistema de recompensas y castigos necesario para el crecimiento y el desarrollo íntimo y social de la persona!.

Oficialización de la DESIGUALDAD POR NACIMIENTO. En un mundo con retos globales que necesitan unidad y afrontamiento colectivo, seguimos regionalizando la educación. Las comunidades autónomas de España tendrán más capacidad para variar los curricula educativos de acuerdo a sus criterios. Se generará desigualdad entre comunidades con lengua cooficial y comunidades que no la tienen en la definición de horarios y materias optativas, lo que da rienda suelta a los políticos locales de turno para definir qué piensan las personas. Esto hace que las diferencias entre principales ciudades y territorios periféricos aumenten e invita a la concentración social en macrociudades (de nada, medio ambiente).
 

CONCLUSIONES y VISIÓN DE CAMBIO

Dado que el panorama del ejemplo educativo español que acabo de exponer es mucho peor en la mayor parte del mundo (soy consciente), quizás sea el momento de que todos reflexionemos sobre el camino hacia el que nos estamos dirigiendo. No podemos hacer depender el futuro de la Humanidad de semejantes decisiones.

¿Qué creo que necesitamos ahora?: Dejar de vivir en el inmediato plazo de las cifras o los deseos de un mercado desatado y neurótico. Conciliar la superviviencia económica en lo global con una apuesta conjunta realizada por grandes poblaciones e intereses compartidos. En otras palabras, necesitamos grandes pactos colectivos basados en reflexiones a largo plazo que se basen en una visión sistémica de la realidad (y no parcelada) en la que se entienda que sin un modelo de sociedad integral (de investigación, de ciencia, de salud, de educación, de cultura y de trabajo) no es posible encarar los retos globales a los que nos enfrentamos.

Al menos eso creo. ¿Qué opinas tú?
 

***

Consulta nuestro catálogo de servicios de acompañamiento al cambio y formación y solicita más información a david.criado@vorpalina.com

La convocatoria de la segunda edición online de TRAINING DAYS está en sus últimos días. El programa comenzará en enero de 2022. Anímate y reserva tu matrícula

***

 

aprender a aprender

aprender a aprender

manos2

LA IMPORTANCIA DE MIRAR A LAS ESCUELAS

Hasta ahora hemos tendido a replicar nuestros entornos de trabajo en las escuelas. Decíamos a nuestros hijos que tenían y debían ser como nosotros éramos para que se fueran acostumbrando a ser mayores. Creo sin embargo que en esta etapa de la historia de la Humanidad lo que más nos conviene es aprender a ser pequeños.

Hoy la adaptación al cambio y el aprendizaje continuo son claves. Por eso creo que lo más útil es fijar nuestra vista en las escuelas para empezar a replicar algunos de sus avances en las organizaciones. El momento que voy a retratar se repite cada día en muchos hogares del lugar en el que vivo:

Tras un duro día de trabajo, el ejecutivo que intenta liderar el cambio en su organización o ejercer su actividad de una forma humana y honesta sin éxito, llega a su casa. Y allí tal vez sin ser consciente, cada día encuentra las respuestas. Se da cuenta de que sus hijos al llegar para la merienda después del día en el colegio son en sí mismos el modelo para practicar el cambio. Los muchachos hablan con su padre y le cuentan que trabajan en varias materias a la vez, que sus profesores facilitan su aprendizaje y no lo condicionan, que trabajan en equipo de una forma natural en torno a un bien común pactado. Le cuentan historias de cómo han resuelto por sí mismos tal o cual conflicto, de cómo conviven de forma autorregulada entre sí con la supervisión de los mayores.

 

Le cuentan también a ese pobre hombre o mujer que viene de darse cabezazos dentro de su caja corporativa, que el lugar donde trabajan no tiene muchas paredes, que no importa mucho la estructura o el sistema donde aprenden sino cómo y qué aprenden, que se premia la autonomía de las personas, que pintan en las paredes cuando tienen una idea, que hablan en varios idiomas y que aprenden a escuchar al otro. Su padre o madre, incrédulos, continúan prestando atención. Ven que el muchacho habla con ilusión y alegría, les dice que él decidió hoy en su clase qué quería aprender y que en su realidad se premia la iniciativa pero también se respeta la diversidad de caracteres. Tienen cabida el tímido, el extrovertido, el más fuerte y el débil, el que sabe contar un cuento pero también el que sabe pintar o resolver una ecuación. Unos ayudan a otros y todos se sienten queridos y cuidados. Es un entorno donde no se respira la exclusión y donde quiera que pongas tu mirada solo puedes ver RESPETO. Por las personas, por sus emociones, por su pensamiento y sus aspiraciones.

 

El padre o la madre, que acaban de ser amonestados por su jefe o vienen de sufrir un entorno burocrático, se desabrochan sonriendo la camisa y piensan “Si mi hijo fuera director de mi empresa, qué feliz sería él pero sobre todo qué feliz seríamos el resto”.

 

DONDE HABITA EL CAMBIO

En varias charlas a directivos y miembros del claustro de colegios he realizado una reflexión que creo necesaria. Tal y como yo lo veo, el cambio está muy vivo y latente en las escuelas. Es aquí donde, en mi opinión, se está incubando desde hace años la verdadera revolución efectiva de nuestra sociedad. Cuando hablo con profesores y directores de escuela noto la genuina ilusión que les hace superar a diario las barreras impuestas por políticas y presupuestos insostenibles en el medio plazo. Probablemente ningún entorno salvo la sanidad, ha sido tan castigado en nuestra sociedad como la escuela. Ese lugar donde crecen los futuros barrenderos y presidentes del gobierno, es quizás el lugar más maltratado por nuestros gobernantes. Sin embargo nadie cede al desaliento, nadie entrega nunca sus armas ni reconoce la completa rendición.

La mayoría de profesionales de la educación quieren serlo del aprendizaje, luchan a diario por renovar sus capacidades en un esfuerzo titánico de rebeldía continua y admirable. Saben que tienen que estar muy preparados, que su profesión es la llave.

Porque si de las empresas depende lo que somos, de las escuelas depende lo que queremos ser.

Porque es cuando un profesor cierra la puerta de su aula y se enfrente al reto de enseñar a aprender a sus alumnos, cuando está revolución cada día, cada hora, conecta con su verdadero potencial.

Y es imparable. Es una revolución que dignifica la conciencia humana, dota de contexto a nuestra capacidad de ser mejores, genera ese pegamento respetable que se llama integridad. Es en un aula, en ese espacio concreto del universo conocido, en ese lugar aparentemente insignificante pero replicado por toda nuestra geografía, donde cualquier oportunidad y poder real de cambio adquieren su auténtico sentido. Un profesor es hoy quizás el agente de cambio con mayor responsabilidad que yo conozco.

 

NUESTRA APUESTA: APRENDER A APRENDER

Existen muchas aproximaciones al cambio desde un punto de vista pedagógico. Hemos hablado de ellas en varias ocasiones pero quizás en estos dos artículos el lector puede encontrar orientaciones concretas sobre ello:

Todas estas aproximaciones están basadas en disfrutar mientras se aprende, en no limitar sino facilitar el aprendizaje. Por eso me siento afortunado cuando un grupo de agentes de cambio educativo me ofrece colaborar en el fomento de la competencia clave de nuestro tiempo: aprender a aprender. Es esta competencia una llave para todas las demás de nuestro tiempo. Quien apuesta y se capacita en ella -como soñaba la madre o el padre de nuestra historia- lidera su propia felicidad y la de otros. Y es -créanme- una destreza que los mayores todavía con seria dificultad estamos descubriendo. Lo veo a diario. En mis propias relaciones con los otros y en las de los otros. Veo una tremenda confusión, a una gran cantidad de almas que vagan desorientadas. Y esto es -de verdad lo que creo y me incluyo- porque…

No sabemos aprender. Sabemos memorizar y copiar, sabemos insistir y protestar, sabemos atacar y defender. Nuestras sociedades y sus instituciones son un reflejo de todo esto que sabemos hacer bien. Pero no sabemos aprender. No sabemos hacer que prevalezca la comprensión antes que el miedo, no sabemos hacer uso del amor, no sabemos aceptar la realidad y siempre andamos defendiendo aquella que queremos. Mi definición de una persona civilizada es la de alguien que acepta y defiende lo que para todos es, como la única vía necesaria para diseñar lo que para todos puede ser. Y esto -miren el parlamento y la televisión- no sabemos hacerlo demasiado bien por el momento. Sin duda necesitamos aprender a aprender.

Sin embargo veo que muchos compañeros y directivos de empresas se dedican por encima de muchas otras cosas a mejorar destrezas secundarias como el liderazgo, la comunicación o la motivación. Todas ellas no representan cambios trascendentes. De acuerdo a mi experiencia, solo vienen cuando se han cultivado otras. Solo cuando alguien sabe mantener un diálogo, aprender, respetar al otro, aceptarle y aceptarse, es cuando podemos empezar a hablar de cambios trascendentes. Y a estos cambios a los que nos estamos dedicando desde la iniciativa. Son competencias básicas difíciles de vender pero altamente beneficiosas para las personas y las organizaciones.

Nuestro deber es aprender a aprender con aquellos que quieren aprender. Porque nosotros nos estamos ocupando de la realidad de hoy y ahora. Mientras llega ese muchacho que hace soñar a su padre o a su madre, nosotros todavía tenemos mucho trabajo por hacer. Desde la iniciativa tan solo intentamos ser la respuesta a esa pregunta de ese padre o madre ejecutivos “Hasta que llegue mi hijo donde yo estoy, ¿qué hago mientras tanto?

Es ente periodo de transición, donde está nuestra atención diaria. Lo que hacemos en cada intervención es intentar que aquello que ves en este video, sea tal vez posible en tu trabajo. Porque como vas a ver, aquí no solo se habla de una escuela, se habla de gestión de personas y expectativas, de realización, de adaptación al cambio, de autonomía, de madurez emocional, de respeto y convivencia. Este no es el único colegio ni lugar donde esto ocurre, pero creo que puede ser un buen resumen de lo que nosotros pensamos que queremos ser 🙂

 

Capítulo 1: Escuelas de Inteligencias Múltiples from David Fernández on Vimeo.

 

***

indiferencia

indiferencia

Cartel promocional de la película Detachment para América Latina

“Will I always feel this way
So empty
So estranged?”

Del tema Empty de Ray Lamontagne incluido en la BSO de Detachment

Puede que nuestra mayor perversión como sociedad sea cavar un hoyo cada vez mayor para que los más jóvenes se hundan en medio del abismo. Si no se han dado cuenta, la indiferencia hacia la realidad, mata. Es la base del principio de la desolación. Y hoy compartiremos argumentos que avalan este hecho en el mundo educativo.

Necesitamos coraje, voluntad y compromiso. La falta de recursos, medios y vocación de acompañamiento que las administraciones tienen con los sistemas educativos públicos lleva mucho tiempo minando los cimientos de una sociedad justa y verdaderamente libre. Como dijeron Steiner, Spire y Muchnik en un libro que realmente amo titulado La barbarie de la ignorancia, no existe un arma más poderosa de destrucción masiva que la ignorancia.

El escaso valor y la falta de autonomía que le damos a la labor de los profesores en las escuelas continúa destruyendo poco a poco lo que conocemos como estado del bienestar. Cuando educar y fortalecer la base de nuestro futuro se convierte en un lujo; tarde o temprano nuestro presente deja de tener sentido. La situación que se vive en gran parte de las escuelas de secundaria con lo que otro amigo bloguero llamaba “nuevas generaciones de ignorantes irrespetuosos y violentos, sobre todo hacia sí mismos” ha sido denunciada por el cine en forma de grandes obras maestras que me gusta recordar. Destaco tres que abordan el papel del profesor ante las barreras que hemos comentado: To sir, with love (Clavell, 1967),  Dangerous minds (Smith, 1995), Freedom Writers (LaGravenese,2007) de la que hablamos hace poco y por último Detachment (Kaye, 2011) de la que hoy quiero hablar. Especialmente útiles para conocer otros modelos educativos innovadores y alejados del dogma, es vivir la realidad educativa finlandesa recogida en The Finland Phenomenon: Inside The World’s Most Surprising School System’ (Wagner, 2012) de la que ya hablamos hace un año y visualizar -como recomendábamos hace poco- La educación prohibida, documental de una factura y discurso altamente trabajados. Los chicos de Zemos98, colectivo al que seguimos desde hace varios años, presentaron también hace poco en la Fundación Telefónica su trabajo sobre la educación expandida, ya concretado en forma de documental junto a Platoniq bajo el título La escuela expandida. En él se expone la experiencia en un instituto de un barrio marginal en Sevilla a partir de procesos de empoderamiento gracias a bancos de conocimiento compartidos. En estos documentales se trata en diferentes realidades y sociedades la problemática de la destrucción progresiva de la confianza y el trabajo personal, el mérito y el valor del esfuerzo desde un punto de vista crítico propositivo. Todos ellos aportan alternativas y nuevas vías de aproximación ante estas barreras detectadas.

También en todos estos trabajos afloran realidades que necesitan ser resueltas de forma ágil y eficiente: la excesiva centralización de las estructuras educativas, la rigidez asfixiante de los programas de estudios, la falta de voz y participación del estudiante sobre su propio proceso educativo, la inadecuada condición de los centros de enseñanza, la desmotivación y el desapego del estudiante con respecto a las herramientas de las que dispone para aprender, la burocratización, la elección por defecto de la cantidad y no de la calidad (en las carreras curriculares, en las horas lectivas, en los costes,…), la falta de un equilibrio de capacidades y una personalización a todas luces necesaria, la amplia desigualdad presupuestaria entre centros, la falta de correspondencia entre los estudios y la realidad social cambiante (en el mundo y en el mercado laboral, por ejemplo), el hacinamiento en las aulas, la carencia de programas de acompañamiento y alfabetización para inmigrantes, los bajos salarios de los maestros, el continuo cambio de modelos educativos debido a la continua politización y la falta de pactos de estado con visión de futuro, el adoctrinamiento en la memorización y no en el aprendizaje, la creatividad o la autonomía,… La lista ocupa un amplio etcétera y ahondaré en este tipo de barreras para formular mi propuesta de valor en el próximo congreso educativo nacional invitado por la Confederación Española de Centros de Enseñanza.

Realmente no se trata solo de grandes cambios estructurales, al menos así lo entiendo, sino también de propuestas reales que se puedan ejecutar en los actuales entornos de aprendizaje. Por otro lado, sabéis que defendemos desde la iniciativa el hecho de que el aprendizaje nunca puede parar y que entender las empresas u organizaciones como lugares a los que va a trabajar la gente que ya sabe, es un espantoso error que está costando vidas. Escuela, universidad y organizaciones forman parte de un ciclo de aprendizaje que debe ser renovado y continuo para poder ser realmente beneficioso. Hablamos, como siempre, de personas. Y las personas necesitan aprender.

Pero lo último que necesitamos es el victimismo escéptico. En la película Lions for lambs (Redford, 2007) una de las tramas entrecruzadas trata de una tutoría entre un profesor universitario y un estudiante. El estudiante, brillante, lleva sin asistir a las clases varios meses ocupado en permanecer en su hermandad jugando y acudiendo a fiestas continuamente. En la conversación expone los grandes males de su sociedad (políticos corruptos, desigualdad racial y social, precariedad laboral,…) Al acabar de enunciar todos los males de su sociedad le pregunta a su profesor por qué tiene que esforzarse para luchar por algo si su realidad es esa. Si queréis saber la respuesta del profesor, tendréis que ver la película.

En Detachment (Kaye, 2011), podemos ver a Adrien Brody en un papel magnífico interpretando a Henry Bathes, atormentado profesor sustituto que se dedica a vagar por las escuelas en estancias de uno o dos meses. Su vida errática le hace estar en estrecho contacto con la realidad educativa: profesores con problemas familiares profundos, vacíos emocionales, profesionales ignorados o maltratados por los padres, grandes talentos frustrados, estudiantes sin compromiso y perturbadores burócratas que anulan el proceso educativo.  El profesor evita frecuente las relaciones afectivas con sus alumnos para evitar ahondar en el propio sentido de su vida y en la decadencia generalizada con la que convive a diario. Una lamentable gestión administrativa ha conseguido que su actual destino, un colegio de secundaria norteamericano cualquiera, se encuentre en una situación dramática. A las continuas faltas de respeto de los alumnos se une la falta de una guía y una referencia clara por parte del claustro de profesores, que permanece en estado de shock continuo. En este mundo en el que la belleza parece esconderse a cada paso, Henry logra encontrar amplias dosis de reconocimiento, amor y realización personal con mucho esfuerzo, no sin vivir tremendas tragedias a su alrededor y con pequeños gestos de empatía y comprensión. Sin duda un film duro pero necesario que nos muestra una realidad realmente compleja para ser digerida en soledad.