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San Francisco o la lenta destrucción de la persona

San Francisco o la lenta destrucción de la persona


 

“Lo sabes y no puedes explicarlo. Pero lo sientes. Lo has sentido toda tu vida entera. Que hay algo malo con el mundo. No sabes lo que es. Pero está allí, como una astilla clavada en tu mente que te está enloqueciendo”

The Matrix, hermanas Wachowski (1999)

 

Me encanta la ciudad de San Francisco; su estética es electrizante. En realidad este es parte del problema. Lo es porque por dentro, en su ética, San Francisco hoy está vacía. El fenómeno de las ciudades de cartón-piedra es global: lugares que ya no existen precisamente porque los visitamos. Pero en San Francisco hay algo más que este vaciamiento cultural de franquicias y globalización que alimenta un turismo de masas barbarizante. En sus calles existe una mezcla de decadencia histórica y surgimiento de lo nuevo, en un choque titánico y desigual entre humanidad y digitalidad del que hasta ahora no había escrito. He apostado en mi vida abiertamente por utilizar la tecnología como medio para tratar de mejorar la condición humana. Diré, tan solo para comenzar, que San Francisco me parece el claro ejemplo de todo lo contrario. Si Londres y Nueva York fueron los paradigmas mundiales de la formulación, el colapso y el desengaño del capitalismo financiero global; San Francisco es hoy el indicador más claro de la creciente burbuja del capitalismo digital.

Quiero advertir a todos aquellos adoradores del dataísmo que éste será un duro artículo que está orientado directamente a atacar a la línea de flotación de la modernidad. No creo que lo estemos haciendo bien. Como seres humanos se nos está escapando lo mejor de todo lo que hemos logrado durante siglos. El activismo tecnológico militante y la exaltación de “la vida inorgánica” hablan de nuestra imbecilidad, no de nuestra inteligencia. Estamos viendo a diario una deshumanización y una pérdida de nuestra riqueza interior como personas que si bien tiene precedentes históricos nada memorables, no es comparable a ningún otro periodo de la historia en cuanto al ritmo de destrucción del pensamiento crítico, la riqueza interior y la memoria.

La ciudad de San Francisco es un caso especialmente paradigmático, significativo y doloroso del momento actual en el que vivimos. Probablemente es el ejemplo más claro de que los nuevos monstruos que amenazan a la condición humana pueden parecer preciosos. San Francisco es hoy el paradigma de la ciudad gourmet, del quiero y no puedo del ser humano en la Tierra. En una suerte de metáfora impagable atravesando el Golden Gate, la Puerta Dorada, accedemos a una nueva Fiebre del Oro, a un paraíso prometido lleno de leyenda. Desde la propia ciudad se ve la antigua cárcel de Alcatraz pero no se visualiza la propia. Paradójicamente, en una nueva suerte de puñalada a nuestra historia, San Francisco (Francisco de Asís) fue uno de los santos más humildes y contrarios a la riqueza exterior que han existido en la historia del cristianismo. Sus sucesores inmediatos no solo practicaron un voto continuo de pobreza sino que abogaron activamente porque la Iglesia lo practicara de verdad. Por supuesto si usted teclea hoy las dos palabras San Francisco en Google, el santo ni aparece. En un ejemplo más que inmediato del funcionamiento voraz de la mentalidad San Francisco, ésta ha eliminado por completo a la persona en cuya memoria se fundó. Las dos palabras San Francisco han dejado de identificarse ya con la virtud y han comenzado a significar la lenta destrucción de la persona.

Esta mentalidad aparentemente inofensiva del postureo y el egotismo materialista está convirtiendo una ciudad histórica y culturalmente rica y diversa en una granja masiva de producción y consumo en serie. Donde antes se luchó por la igualdad racial, donde miles de artistas e intelectuales de la contracultura ganaron y defendieron derechos pioneros en el mundo y donde se practicó la libertad, hoy tan solo se produce y se consume. Mediante el halo de lo cool y la atracción de lo moderno, la tecnología se convierte en el vehículo de una creciente desvalorización de la persona hasta relegar al individuo a una mera parte de un proceso. Parece como si estuviéramos cansados de explotar animales y plantas y hubiéramos sentido el impulso irrefrenable de explotarnos a nosotros mismos globalmente con el desafortunado desenlace de estar teniendo éxito.

La mentalidad San Francisco representa el paso de la sociedad del bienestar a la sociedad del rendimiento, es la tendencia a mercantilizarlo todo y comprender que nuestro progreso como especie y nuestro desarrollo como personas son proporcionalmente directos a la eficiencia en la gestión de la información y a una innovación que favorezca la comodidad y la agilidad. De acuerdo a esta mentalidad, algo es útil cuanto más cómodo o más rápido sea consumirlo, ejecutarlo o crearlo. Todo está bien mientras consiga ahorrarnos tiempo para sumarlo a esa gran bolsa de tiempo en la que hacemos una gran cantidad de cosas sin esfuerzo orientadas a no ser ni vivir verdaderamente nada.

La mentalidad San Francisco es el triunfo del futuro imaginable sobre la realidad explícita, la victoria de la aspiración constante por lo que podemos ser contra el disfrute de lo que somos, el engordamiento de la emotividad del instante contra el cultivo del análisis en perspectiva, el voluntarismo distópico del pensamiento positivo contra el compromiso con la causa justa, la simplificación embrutecedora de los mensajes y las citas virales contra el pensamiento reflexivo y meditado, el endiosamiento de la novedad y el inmediato plazo en contra de lo eterno y el largo plazo, la idealización de lo instrumentalmente útil (TENER) contra lo intrínsecamente útil (SER), la justificación superlativa de cualquier medio para lograr un fin. Hinchemos e inflemos el virus del emprendimiento suicida, ya que el emprendimiento sensato abarata los costes sociales demasiado poco.

La mentalidad San Francisco es un rodillo que vende trato igualitario y oculta adoctrinamiento y uniformización global. Da igual de donde seas y de donde vengas, da igual tu religión o tu cultura, tu origen o formación, mientras sumes a la fábrica y des tu tiempo de vida en sacrificio, eres siempre bienvenido. Da igual donde estés, por remota que sea tu región o milenario que sea tu legado, allí también llegamos y pasamos el rodillo; nosotros somos la nueva Coca-Cola.

Para la mentalidad San Francisco interesan poco la ética, el pensamiento crítico o la auténtica felicidad. Porque la felicidad no se practica, se consume. Porque la meditación no se interioriza, se visita. Porque el yoga ya no es un modo o una filosofía de vida saludable milenaria, sino una colección de asanas o posturas físicas. La mentalidad San Francisco prima la apariencia y la riqueza exteriores sobre la tranquilidad y la riqueza interiores. Nadie está vivo si no está alerta, lo importante es no parar de moverse o inventar. El glamour y el exhibicionismo de la más absoluta intimidad en redes sociales públicas y globales transforma a una puñetera magdalena en un crujiente y delicado muffin, una reflexión de un gran maestro de la sabiduría en un magnífico candidato para un nuevo pie de foto.

En una suerte de peregrinaje de ciegos que enseñan a otros a comenzar a serlo, miles de programas formativos y personas visitan San Francisco movidos por la mitología de las corporaciones, atraídos por el altar de la intelectualidad global de Stanford, por las mesas de billar, el supuesto hecho de hacerse millonario en un garage, las oficinas molonas en pradera y las bicicletas para el interior del campus, por las dispensadoras gratuitas de bebida o los restaurantes de comida ecológica para empleados. A San Francisco llegan todos los peregrinos de lo digital tal y como religiosa y obligatoriamente todos los musulmanes acuden a la Meca. Poco importa que solo sean conocidos los casos excepcionales de éxito y que el peaje de vidas truncadas e historias de fracaso apenas se conozca.

La mentalidad San Francisco explota una tendencia humana que si no se trabaja, acaba por controlarnos: Nos encantan las teorías dualistas sobre el comportamiento humano, la etiqueta fácil o las teorías rápidas para identificar roles, los libros que nos invitan a ayudarnos a nosotros mismos, las macroconferencias motivadoras en las que todo el mundo chilla y salta; nos apasionan todas estas cosas porque hemos convertido incluso nuestro propio desarrollo y el crecimiento personal en un nuevo objeto de consumo. Acumulamos herramientas, picoteamos conceptos, seguimos a influencers o líderes de opinión. Cualquier cosa sirve para dar un relato comprensible a nuestra travesía incierta. Por eso siempre son bienvenidas las charlas de filosofía en las grandes corporaciones tecnológicas del valle, por eso se abre las puertas al humanismo y se publicitan las incorporaciones de sociólogos y pensadores a estas nuevas empresas; porque ni la filosofía ni el humanismo son ya elementos centrales de la riqueza interior de las personas, tan solo son herramientas que podemos contratar y consumir, visitas a las que podemos escuchar durante unos minutos para volver luego al sistema. Si el estoicismo se rescata hoy en Sillicon Valley no es para practicarlo, sino para utilizarlo en beneficio del sistema.

La mentalidad San Francisco no tiene límites e invade nuestra casa. De repente un día reaparece en mi vida uno de esos gurús estilosos al que me tocó sufrir en una clase y que siempre dedicó su vida a replicar power points aparentes en escuelas de negocio. Le veo en el telediario haciendo aspavientos indignado porque todavía no hay vuelos directos de Madrid a San Francisco y alega que “eso dice todo de la falta de visión emprendedora de nuestro país“. A mi vecino, un profesional contrastado, le acaban de desalojar por impago porque con 55 años no encuentra trabajo (ni siquiera en todas esas jodidas empresas que hablan de edadismo en la prensa); el chaval que nos hace los recados vive en un zulo; la fruta que comemos dura semanas pero sabe a plástico y supera la dureza del diamante porque nos da igual el ciclo de los cultivos y solo queremos comer lo que nos gusta todo el año; el trabajo es cada vez más precario; dormimos en muebles que nadie ha fabricado cerca; el mundo pierde impasible la Amazonia,… pero a este buen hombre le preocupa que no haya vuelos directos de Madrid a San Francisco. ¡Virgen Santa! que diría el maestro Forges.

Otro iluminado sale hablando con el maestro Iñaki Gabilondo. Le dice que él no piensa morir, que la inmortalidad está cerca y que el ser humano está avanzando tanto que vivirá para siempre y que él ya no cree en la muerte. Iñaki, claro está, lo flipa. Da igual que cada vez cueste más independizarse o saber qué demonios es eso de una pareja o una persona estable, es indiferente si las patologías mentales y el consumo de antidepresivos aumenta, no importa que ensimismados en nuestra burbuja observemos al mundo desde arriba, qué más da si el coste de la mentalidad San Francisco hace mucho mal muy lejos aunque cada vez más cerca. Imagino a varios refugiados perdiendo su vida en las fronteras o sobreviviendo para encender la televisión y ver a este atrevido muchacho (porque no tiene otro nombre este renombrado experto de avanzada edad). Si usted no puede imaginar la imagen de ese refugiado, yo le ayudo porque lugares no nos faltan: vaya a Oriente medio, a Oriente Próximo, a las costas de España o a Ceuta o Melilla, a la frontera de EEUU con México, a Venezuela, a Nigeria,… mire el nuevo colapso financiero provocado intencionadamente en Argentina, o la siguiente crisis económica global.

El Dios al que todos adoramos ya no manda a su hijo a morir en Jerusalén por todos nuestros pecados; ahora le ayuda a multiplicarlos pasando varias rondas de financiación de la mano de sus ángeles inversores. Las mentes humanas ya no son inteligentes, lo son las aplicaciones móviles que se miden por su usabilidad, tal y como llevamos tiempo midiendo a las personas. No me importa tu coherencia o la honestidad de lo que piensas o haces, solo me importa que lo que digas pueda ser tendencia. No me metas rollos macabeos sobre la tranquilidad de espíritu, la condición humana o la realización personal, dime en qué aplicaciones puedo encontrar más rápido y con menos esfuerzo un chute momentáneo de algo parecido a lo que en la antigüedad era el amor.

En la mentalidad San Francisco, en este nuevo Matrix hipervitaminado y a tope de esteroides positivos, vivimos para perpetuar nuestros prejuicios y servirlos, no para ponerlos en cuestión y superarlos. Nos acercamos y agregamos a personas que piensan como nosotros y nos alejamos de las que nos llevan la contraria. Descartamos a personas por su foto o las etiquetas de su perfil, y sí, lo se, antes las descartábamos por su imagen en persona pero ¡maldita sea! al menos nos dábamos la oportunidad de conocerlas, y puede incluso que tras hacerlo nos lleváramos una buena lección. Los mensajes pro-eficiencia se reproducen como esporas. No escribas tantas palabras en el blog, que nadie lo lee y a nadie le interesa. Aprende a posicionarte en la red porque por encima de tu mensaje lo que más importa es cómo lo dices. El conocimiento que mueve el mundo se concentra en cada vez menos universidades que tienden a retroalimentarse. Las editoriales y los centros de opinión no se multiplican sino que se reducen.

Si usted quiere ver cuál es el futuro de la mentalidad San Francisco concierte una reunión por la mañana en un rascacielos del downtown y a la tarde pasee por sus calles. Vea una de las ciudades con mayores índices de desigualdad del planeta, asista a la chapa y pintura de la concentración públicamente financiada de empresas en el centro en una suerte de parque temático del pensamiento positivo y la fiebre del oro global. Entre en la maravillosa tienda de Apple y al salir observe al actual mendigo y antiguo empleado de una tecnológica empujando lo que queda de su vida dentro de un carrito de la compra. Vea todo esto y asuma que asistimos a la muerte de la espiritualidad. Pasamos en nuestro tiempo, sin apenas darnos cuenta pero con nuestra participación, de las comunidades abiertas y culturalmente diversas a las comunidades cerradas y fundadas en virtud del pensamiento único de la nueva Santísima Trinidad: el materialismo deshumanizador, el consumismo sin límite y la ilusión de crecimiento infinito de un capitalismo financiero decadente.

La fórmula de la mentalidad San Francisco, consciente a veces e inconsciente otras, se repite a lo largo y ancho del globo:
 

  • ANULAR EL PENSAMIENTO CRÍTICO desinvirtiendo y provocando la agonía de modelos, manifestaciones y formas de pensamiento molestos para el sistema; y favoreciendo formas de irreflexión masiva basadas en la justificación del sistema.
  • DESREGULARIZAR EL MERCADO haciendo interpretables o evitables cualquier tipo de norma o freno a la especulación sin medida para favorecer el interés privado por encima del bien común.
  • PRECARIZAR EL TRABAJO para mejorar la vida de unos pocos y aumentar la diferencia de ingresos entre clases contribuyendo a destruir la clase media existente. Esto implica precarizar la vida de muchos para mejorar el negocio real de unos pocos por medio de sucesivas políticas de gentrificación que generen la sensación de una nueva burguesía aparentemente más selecta pero cuantitativa y cualitativamente más empobrecida.
  • DESTRUIR LA DIVERSIDAD y promover el pensamiento único, dando lugar a un nuevo sistema mediante el colapso del anterior y a través de la mercatilización total del espacio público, las culturas y las manifestaciones sociales.

 
La mentalidad San Francisco no es una conspiración ni una paranoia propia. En cierto sentido ha sido enunciada mucho más inteligentemente por personas más capaces que yo como Handke, Illouz, Zizec, Stiglitz, Sennett, Giddens, Klein, Nussbaum, Harari, Han,… y tantos otros pensadores. No soy ejemplo de nada, solo quiero advertir y compartir por aquí de algo que a título personal intento por todos los medios revertir.

Nos estamos quedando reducidos, estamos pasando de la vecindad al aislamiento; despreciamos poco a poco la sociedad igualitaria orientada a los derechos universales que preconizó una Ilustración esperanzadora, para abrazar la sociedad cruel de los ganadores y los perdedores que defienden unos pocos; estamos cediendo el control y el protagonismo sobre lo que nos pasa al consumo y el seguimiento de lo que nos dan; involucionamos de la superación como sociedad del darwinismo al retorno a la selección “natural” como individuos aislados.

Podemos y debemos trabajar por una forma de vivir mucho más conectada con la sencilla idea de disfrutar la vida, tratar de comprenderla, cuestionarnos y cuestionar lo que hacemos a diario. Podemos dejar de caminar como zombies y atrevernos a volver a ser personas. Trabajo a diario para que dejemos de vivir tan distraídos y volvamos a conectar con las cosas importantes. No vivimos el silencio de la reflexión, sobrevivimos al ruido de los acontecimientos. Estamos saturados y todavía estamos a tiempo de liberarnos de la enorme cantidad de estímulos y dependencias que generamos a diario. Y esto no se puede hacer mediante tecnología sino mediante una revisión honesta y profunda de la insostenible forma en la que nos relacionamos y generamos riqueza interior. Tecnología, sí, desde luego, pero no contra todo lo demás.
 

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TRAINING DAYS Academy continúa creciendo y habrá a partir de Septiembre ediciones en Madrid y Girona. Está ya muy avanzada la edición internacional para América Latina en la que están participando personas de 9 países diferentes. Puedes consultar detalles en la web de convocatorias.

 

Por qué necesitamos medir el éxito de forma diferente

Por qué necesitamos medir el éxito de forma diferente


 

“La historia del miedo a lo largo de los siglos muestra que algunos han conseguido, a veces, liberarse de él de dos maneras. La primera, con la ayuda del mismo miedo, escapando de un miedo a otro en el que haya más esperanza. La segunda, recurriendo a la curiosidad por algo totalmente diferente que borra temporalmente la conciencia de peligro”

maestro Theodor Zeldin, Historia íntima de la Humanidad, p.189

 

Hoy compartiré contigo, lector o lectora, una pequeña reflexión sobre el momento actual de las organizaciones y la creciente tendencia a buscar entornos más saludables de trabajo con más o menos suerte en la consecución de este objetivo. Espero de veras que te resulte útil. Esto es lo que trataré de exponer en este artículo:

Creo que en la actual búsqueda de nuevos entornos de trabajo más humanos, la mayor parte del tiempo no estamos modificando algo que considero básico para sentirnos satisfechos. Hablo de medir nuestro éxito de forma diferente, de complementar los indicadores economicistas con indicadores mucho más tangibles e inmediatos a nivel humano.

El momento que vivimos actualmente en las empresas es fantástico por cuanto estamos reinventando las relaciones laborales en una gran cantidad de aspectos y matices que enriquecen nuestra experiencia con cada año que pasa. Soy de esas personas que contribuye con su trabajo a este cambio humanizador y esto me anima a compartir una breve explicación de donde estábamos y hacia donde vamos.

Hablaré en torno a estos apartados:

  • Indicadores clave del management científico
  • Alimentando la bestia del consumo
  • El mito del cerebro descontrolado e insaciable
  • Cómo revertir la tendencia a la insatisfacción

Comenzamos.

Durante años he observado el comportamiento humano en entornos laborales desde una u otra perspectiva. En todas las empresas que he conocido -sin excepción- he observado con mucha mayor frecuencia momentos de ansiedad, depresión, estrés, prisa y falta de atención a las cosas importantes (uno mismo, su entorno inmediato, la vida) que momentos de gozo, alegría, celebración y disfrute. Esta pauta la he vivido una y otra vez. Personas “que no llegan”, “que no dan”, “que no pueden” con los objetivos, con los retos, con lo que sea… ¿Por qué ocurre esto?
 

INDICADORES CLAVE DEL MANAGEMENT CIENTÍFICO

Cuando la ciencia universalizó gradualmente una sociedad, una sanidad y una educación para todos parecía apagarse la oscuridad de tiempos pretéritos en los que el mito y la superstición generaban enormes desigualdades. Con el progreso traído por la ciencia, nació el concepto de empresa y desde el inicio todas las empresas compraron dos discursos: EFICIENCIA y COMPETITIVIDAD.

Parecían dos palabras infinitas: siempre se puede ser más competitivo y siempre se puede ser más eficiente, nos decíamos. En la actualidad prácticamente todos los indicadores de éxito en el mundo empresarial miden el rendimiento, la productividad, la rentabilidad económica, y no miden nada que tenga que ver con el sentido de la vida, sea el que sea siempre y cuando no sea solamente trabajar.

Para esta mentalidad descansar es un pecado y estar ocioso o actuar lento y con atención al detalle es sencillamente “poco eficiente” o “nada rentable”.
 

ALIMENTANDO LA BESTIA DEL CONSUMO

Añadido a esto el marketing se ha dedicado de forma voraz durante ya casi más de un siglo a entrar y meterse en nuestra vida, a saberlo todo de nosotros y a invertir cientos de miles de millones de dólares en generar insatisfacción y ganas de querer más a la gente. De nuevo sin límite, sin medida. Consumimos porque nos convencemos de necesitar algo. Aquí no me canso de recordar que “otro marketing es posible”.

Detecto por todo esto una sensación de hastío generalizada y uniforme. Durante los últimos años veo con mayor frecuencia muchos más titulares y entrevistas, libros y personas que hablan de que se encuentran insatisfechas, sin rumbo, saturadas, en una especie de fenómeno global de indignación constante. A los seres humanos parece como si haber creado la sociedad más justa y tecnológicamente avanzada de la Historia, no nos bastara o al menos no fuera suficiente.

Es de locos, todo el mundo va con prisas, nadie tiene tiempo, aparentemente las cosas cada vez son más confusas. Vivimos más años pero parece que lo haremos con menos calidad. Parecemos postergar la felicidad sin dilación y con inquietante fe en el futuro. Pero el futuro nunca llega.
 

EL MITO DEL CEREBRO DESCONTROLADO E INSACIABLE

Hace ya 11 años un psicólogo llamado John Naish publicó un libro que se llamaba “¡Basta!: cómo dejar de desear siempre algo más” (lo publicó en castellano la editorial Temas de Hoy) En él sostenía que el cerebro humano ha sido programado durante millones de años para sobrevivir, para vivir en entornos de escasez y no de abundancia, para buscar y querer más porque durante varios millones de años nuestro cerebro programado para la supervivencia siempre necesitaba más (comida, abrigo, refugio,…) Pero sin embargo en la actualidad, desde hace no más de un par de siglos en el mejor de los casos, nuestro cerebro vive en un entorno de abundancia en el que a priori no necesitaría buscar más. Muchas nuevas teorías sobre la abundancia y el minimalismo desarrollan hoy -más que nunca en Occidente- este nuevo paradigma.

En sesión suelo recordar que tenemos la mejor máquina de supervivencia de la historia de la evolución pero tal vez una de las peores máquinas de convivencia jamás desarrolladas. Somos al mismo tiempo la única especie capaz de mostrar compasión y la única especie que mata sin necesitar biológicamente hacerlo.

Estar programado para la insatisfacción tiene un lado positivo: nuestra curiosidad nos ha aportado grandes descubrimientos. Hemos descifrado la cadena de ADN, pisado la Luna, comenzamos a comprender la evolución del universo, creamos sociedades estables y sostenibles en el tiempo, viajamos a cientos de kilómetros hora recorriendo en un solo día las mismas distancias que nuestros antepasados recorrieron a lo largo de más de 2500 generaciones.

Pero también tiene un lado negativo: querer más todo el tiempo no resulta sostenible. Nuestro cuerpo tiene un límite, los grupos humanos en los que vivimos también lo tienen y el planeta nos alerta a diario del suyo.
 

CÓMO REVERTIR LA TENDENCIA A LA INSATISFACCIÓN

Creo que la clave para cambiar esta tendencia es el cambio progresivo de mentalidad y la práctica del autocontrol sobre nuestros pensamientos. Yo lo llamo conquistar la tranquilidad de espíritu y es gran parte de la base de mi trabajo con clientes. Aunque ya he escrito otras veces sobre cómo cambian las personas, esta vez compartiré contigo una fórmula para revertir esta tendencia con mucha paciencia, compromiso y voluntad:

Deja de medir tu satisfacción con indicadores que nunca te la han garantizado. Renuncia al crecimiento ilimitado, solo somos seres vivos limitados y no podemos por naturaleza crear nada infinito. Cualquier voluntad del ser humano por querer crear algo infinito solo garantiza sufrimiento. Crea nuevos indicadores que hagan sostenible tu entorno de trabajo sin necesitar que otros sufran para ello. El equilibrio entre economía (mercado) y ecología (entorno de vida) es posible, no tengo duda.

Cualquier acto implica conflicto o dolor, tu única responsabilidad es minimizarlo. En tí y en otros.

A todos aquellos que sostienen que debemos elegir entre empresas o economías competitivas que generan riqueza y empresas o economías deficitarias que generan pobreza… solo puedo decirles esto con cariño: Cambien sus indicadores ya. Modifiquen sus indicadores sobre qué es riqueza y qué es pobreza. Por el bien de todos, incluso por el suyo.

Los entornos de trabajo humanos y equilibrados son posibles a partir de un margen de rentabilidad concreto que suele ser frecuentemente bajo en comparación con los objetivos anuales de la mayoría de las empresas. Una vez que una organización logra esta rentabilidad básica (sostenibilidad económica), creo que es posible diseñar y pensar nuevos indicadores de éxito más humanos y basados en la calidad de vida de todos los actores: colaboradores, clientes y proveedores de servicios. Más allá de la máxima incierta y nada deseable que proclama que si no trabajas para vivir, solo vives para trabajar; creo que en nuestro tiempo vida y trabajo van de la mano y abogo más -como Judy Wajcman, Andre Köhler y David Graeber- por entornos de desempeño donde seamos capaces de sentirnos vivos, esto es, útiles, realizados y respetados como personas.
 

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Tengo el gran placer de anunciarte que ya está abierta en modo de pruebas la web de TRAINING DAYS Academy, un sueño hecho realidad detrás del que llevaba mucho tiempo… 

Con este proyecto quiero hacer accesible el conocimiento y la sabiduría milenaria a miles de personas a través de una formación humanista, práctica e integral que les ayude a mejorar su realidad más inmediata. Aquí tienes el enlace para conocer el programa y los 14 talleres iniciales Espero que te guste la idea.

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Dentro de poco aparecerá una entrevista que realicé para la plataforma hotmart de Mundo Performance:

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Todo ha sucedido antes

Todo ha sucedido antes


 

“A menudo se compara el corazón con la cueva. (…) La cueva es el símbolo de nuestro interior. El que entra en el recogimiento, intentando relegar su nivel de ego, o sea desprendiéndose de sus conceptos, imágenes y representaciones, entra -por así decir- en la cueva de su corazón.”

maestro Willigis Jäger, En busca del sentido de la vida, 2002, Ed. Narcea, p170

 
 
Hace poco hablaba con mi compañera María Rosell sobre el momento actual de las organizaciones. Entre las pautas constantes que más nos llamaban la atención se encontraba una en especial que se repetía frecuentemente. Parece como si en las organizaciones estuviéramos dando demasiada importancia a todo lo que ocurre de forma constante, como si cada nueva teoría o modelo fuera el definitivo que resuelve mi problema. Pero sin distinciones, ni foco ni prioridades nadie puede gobernarse. Sin criterio propio ni pensamiento crítico corremos el riesgo constante de hacer depender nuestra satisfacción de esa tendencia humana a exagerar o descontextualizar las cosas que nos ayuda a estar continuamente alerta. De hecho nos encanta generar grandes titulares y apocalípticas descripciones de lo que está pasando en el mercado laboral, en la cultura de las organizaciones o en la sociedad, cuando en realidad -como me recordaba María- todo ha sucedido antes. Simplemente necesitamos aprender de ello.

En realidad ninguna persona puede vivir de forma saludable o disfrutar de un entorno de trabajo saludable si está continuamente en el estado máximo de alerta. Nadie -ni personas ni organizaciones- sería capaz de soportar esta rueda del eterno descubrimiento que alimentamos en cada nueva ponencia, cada nuevo libro o cada intervención. Tal y como yo lo veo, la alerta máxima y la atención constante son dos cosas diferentes; la primera estresa e invita a la saturación, la segunda da sentido y dignifica nuestra vida.

Si cada vez que me levanto por la mañana me digo a mí mismo que vivo en un momento de la Historia caracterizado por la volatilidad (V), la incertidumbre (I), la complejidad (C) y la ambigüedad (A) de todo puede que me haga falta repasar la Historia para aprender a valorar lo que tenemos. Puede que necesite, por ejemplo, recordar que todos nuestros abuelos vivieron en contextos históricos prebélicos, bélicos o postbélicos en los que no existía certeza de ningún tiempo, a menudo sin acceso a la satisfacción de las necesidades básicas o sin capacidad de previsión de lo que iba a pasar no dentro de un año sino aquella misma tarde. Y ni le cuento, lector o lectora, si nos retrotraemos a los tiempos de las pirámides. En realidad el fenómeno VUCA no es un fenómeno, es la propia historia de la humanidad y la práctica diaria de nuestra condición humana. Sin más.

En muchos contextos de cambio escuchamos “Todo está cambiando rápido y ahora”. Yo añado… Sin duda, ¿y cuándo no?, ¿En qué momento exacto de la historia de las organizaciones las cosas no cambiaban rápido y ahora?, ¿En qué contexto histórico las sociedades humanas no se han desarrollado generando grandes fricciones o resistencias, momentos de conflicto o transiciones dolorosas? Puede que para una persona desde la mentalidad actual el cambio del nomadismo o el sedentarismo fuera progresivo, pero no para esa familia nómada de la estepa que tenía que tomar la decisión sobre qué modelo de vida adoptar para garantizar la supervivencia de los suyos. Para esa familia el cambio en ese momento fue disruptivo, inmediato, revolucionario. Suponía una forma de ver la vida y entender su lugar en el mundo que -para ellos también en aquel momento- parecía que nunca antes había sido planteada. Pero también entonces eso sí que había sucedido antes. En otro contexto, con otra tecnología, bajo otras premisas y condicionantes, pero un cambio parecido ya había sucedido antes.

Aceptar que todo ha sucedido antes implica relajarse, encontrar momentos de paz para reflexionar y tomar buenas decisiones en lugar de momentos de estrés para actuar como pollo sin cabeza.

Aceptar que todo ha sucedido antes implica dejar de dar tanta importancia a todo, pasar de pensar que algo nos ocurre a que algo sencillamente ocurre y debo gestionarlo. Sin grandes artificios, sin necesidad de generar grandes discursos, solo debo gestionarlo tal y como buenamente pueda. Solo así, aceptando que todo ha sucedido antes, soy capaz de entenderme con el otro, de no dramatizar la realidad que compartimos o la que nos distancia, pero sobre todo solo así soy capaz de encontrar el oxígeno fresco que me puede aportar el infinito aprendizaje de otra historia.

Sigo siendo un hombre tranquilo y por eso considero que más allá de esto, todo lo demás es solo voluntad y ganas de agobiarse, de inventar sentidos a las cosas en lugar de disfrutarlas. Y que consecuentemente solemos tener muchas ganas de complicarnos la vida sin apenas darnos cuenta. Porque la naturaleza de la vida es el cambio y porque dada su extraordinaria belleza jamás necesitó ni necesitará de nosotros grandes titulares.

Aceptar que todo ha sucedido antes implica aceptar que SOMOS CAMBIO, que dentro de doscientos años si hemos logrado sobrevivir como especie alguien mirará nuestro momento y dirá que todo esto que vivimos no fue un cambio disruptivo sino un cambio progresivo, “una era” o “un periodo de tiempo”, otro más, simplemente otro.

Aceptar que todo ha sucedido antes significa abandonar la rueda del eterno descubrimiento y renunciar a la auto-presión de ser constantemente originales o siempre diferentes. Nada en mi experiencia de vida me indica que un ser humano sea realmente muy diferente a otro, con independencia de su cultura, raza, contexto histórico o lugar de nacimiento.

Sencillamente acepta que todo ha sucedido antes. Si diriges personas acepta que otras personas se habrán enfrentado en el pasado a problemas similares o a un orden o magnitud de reto similar al que te enfrentas. Si eres jefe de un proyecto acepta que tu organización no es tan diferente a otras, que las problemáticas y sus soluciones se repiten y que solo crece o varía la formulación sobre cómo trabajarlas, y a menudo ni siquiera eso. Y que no pasa absolutamente nada, que es algo normal y natural y que la mayoría de nosotros aún llevando décadas ayudando a personas y organizaciones en su cambio también sentimos vértigo y temor.

En definitiva tal vez uno solo pueda vivir bien aceptado que todo ha sucedido antes.
 

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Dentro de poco aparecerá una entrevista que realicé para la plataforma hotmart de Mundo Performance:

 

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En breve lanzaré la web de la academia de Training Days. Por el momento está en pruebas pero tengo una enorme ilusión con este proyecto que democratizará el acceso a una formación humanista, práctica e integral para todos facilitando la mejora de la realidad de miles de personas a nivel personal y organizacional.

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De momento continúa el plazo de matrícula abierto hasta completar aforo para la nueva edición de TRAINING DAYS, el programa de entrenamiento de alto impacto en habilidades relacionales:

Edición en Zaragoza: Comienza el 15 de mayo de 2019. Infórmate del PROGRAMA COMPLETO o de los talleres individuales de Personal MasterSocial PilotHuman Leader y Changemaker

Edición en Madrid: Comienza pronto en esta ciudad el programa más completo e integral que he diseñado con un formato novedoso.

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6 claves sobre cómo cambian las personas

6 claves sobre cómo cambian las personas


 

“La perturbación emocional no es generada por las situaciones sino por las interpretaciones de esas situaciones”

Plinio el Viejo (filósofo griego, esclavo romano, siglo I d.C.)

 

Hace poco en una entrevista para KENSO titulada “Lidera tu cambio” estuve compartiendo aprendizajes sobre cómo liderar el cambio propio, algo que puede ser un buen complemento a las tesis que comparto en este artículo. En aquella entrevista hablé de tres áreas de desarrollo humano que he trabajado con cliente y que resumo brevemente aquí:
 

Hoy, como añadido a esta reflexión, comparto contigo, lector o lectora, este artículo con seis claves complementarias a estas tres áreas de trabajo. Durante años he tenido la suerte de acompañar el cambio en las personas a través de proyectos de largo recorrido o intervenciones puntuales. Todas las claves que comparto en este artículo son fruto de esta experiencia personal.

Usted, lector o lectora, es siempre libre de obviar el artículo completo. Solo hay un pequeño inconveniente: si usted decide no domar el cambio, el cambio le domará a usted. No lo dude. Por el contrario si usted decide tomar las riendas, estas son las 6 claves que le ofrezco para comprender el cambio en las personas:

  • 1ª CLAVE: Tomar autocontrol del cambio
  • 2ª CLAVE: Conocer los 2 tipos de cambio en las personas
  • 3ª CLAVE: Aceptar que nadie cambia si no quiere
  • 4ª CLAVE: Comprender lo que callan las personas
  • 5ª CLAVE: Entrenar las habilidades relacionales de las personas
  • 6ª CLAVE: Dedicar tiempos y espacios para conectar con el auténtico sentido

Comenzamos.
 
 
1º CLAVE: TOMAR AUTOCONTROL DEL CAMBIO

Sea usted quien sea, el cambio forma parte de su propia condición. Esto quiere decir, lector o lectora, que su propia naturaleza se enfrenta a diario con una gran cantidad de cambios que debe gestionar. Si bien somos seres vivos, a menudo y fruto de la inercia, lo olvidamos. Sin embargo y a pesar de que lo olvidamos con frecuencia, todo ser vivo necesita adaptarse a su contexto hasta transformarlo o transformarse. Usted es cambio y vive cambios. Usted puede decidir gestionarlos o no, de eso no tengo duda. Sea como fuere, si decide no gestionar un cambio, tampoco le quepa la menor duda que el cambio acabará gestionándolo o decidiendo por usted.

Durante las sesiones trabajo con personas de muy diferentes ámbitos y sectores que además albergan trayectorias muy diversas. Aún siendo esta la realidad no paro de confirmar cómo los intereses de las personas suelen ser en todo momento muy parecidos. La primera clave para entender cómo cambian las personas consiste en ser capaces de comprender qué tipo de control ejercen sobre el cambio que experimentan. A mi modo de ver hay 4 tipos de experimentación del cambio: reactivo, pasivo, activo o proactivo. Ninguna de ellas es por sí sola poca saludable pero en relación al momento de vida o el ámbito de cambio una mala elección continuada puede generar elevados grados de ansiedad o frustración.
 
 
2ª CLAVE: CONOCER LOS 2 TIPOS DE CAMBIO EN LAS PERSONAS

Hay dos tipos de cambio que pueden explicarse muy bien en una recurrente y sencilla metáfora que el maestro Watzlawick solía recordar: Todos hemos tenido al menos una vez en nuestra vida una pesadilla en la que algo o alguien nos persigue. Entonces comenzamos a andar rápido. Cuando vemos que todavía nos persiguen, comenzamos a correr. Cuando vemos que esto no logra zafarnos de lo que nos persigue, comenzamos a nadar. Luego, al estar en un sueño donde todo es posible, tal vez nos sentimos despegar del suelo y comenzamos a volar. Pues bien, todo esto –que no lograr resolver nuestro problema por completo- es un cambio de tipo 1, no significativo. El cambio de tipo 2, significativo, consiste en despertarse.

La segunda clave para comprender cómo cambian las personas consiste en identificar qué tipo de cambio estamos viviendo o queremos vivir nosotros y qué tipo de cambio están viviendo o quieren vivir otros.
 
 
3ª CLAVE: ACEPTAR QUE NADIE CAMBIA SI NO QUIERE

Tendemos a entender que alguien o algo necesita un cambio cuando tal vez no necesiten ese sino otro. Pero la historia se repite, aprenda de ella. Cojamos tan solo un breve capítulo de Francia. Usted puede ser Luis XVI y querer cambiar la voluntad de unos pocos millones de personas para imponer la suya. Pero la historia advierte: usted será guillotinado y el resto de personas acabarán tomando la Bastilla. Usted puede luego ser Luis XVIII y querer de nuevo en dos ocasiones consecutivas imponer el cambio de los otros. Pero la historia advierte: usted volverá de nuevo a salir corriendo o morirá aislado en el intento. Usted puede luego ser Carlos X y querer una vez más imponer el cambio de los otros. Pero la historia advierte: Le volverán a derrocar y si hace falta confiarán incluso en su primo para luego volver a derrocar a éste. Y así, una y otra vez, hasta que usted comprenda que solo puede imponer cambios de tipo 1 en las personas pero que ningún cambio de tipo 2 se impone.

Si usted quiere lograr un cambio en las personas, no olvide preguntarlas qué tipo de cambio necesitan. El maestro Kotter siempre habla de generar un sentido de urgencia en las personas para que conecten con esa necesidad auténtica.

La tercer clave para comprender cómo cambian las personas consiste en estudiar cuál es su voluntad de cambio, hasta donde están dispuestos a ir.
 
 
4ª CLAVE: COMPRENDER LO QUE CALLAN LAS PERSONAS

“Todos necesitamos a alguien que comprenda eso que no decimos” En el año 2016 esta reflexión sin atribución confirmada circuló por las redes sociales como la pólvora. Hoy la recupero para explicar que el verdadero cambio nace de indagar y hacer salir a la luz lo que las personas callan. Todo proceso de cambio significativo (en una persona, un equipo o una organización) está basado en un inicio en trabajar sobre las asunciones básicas. El maestro Albert Ellis (1975) denominaba “creencias irracionales” a este tipo de pensamientos. Son aquellos pensamientos que usted ha desarrollado durante años sobre sí mismo, sobre los demás o sobre lo que le rodea. Si usted quiere un cambio significativo debe luchar contra lo que los grandes maestros Tversky y Kahneman (1974 y 1986), Nisbett y Wilson (1977) y Brewin (1996) han denominado pensamientos automáticos o esquemas. Porque por mucha educación racional que haya tenido una persona, estas suposiciones silenciosas subyacen a toda forma de selección, experimentación y análisis de cualquier situación real. Estas creencias determinan lo que somos y cómo vivimos la realidad.

Si usted pretende abordar el cambio en las personas sin conocer o explorar de forma rigurosa lo que las personas callan, no tardará en visualizar una puerta en cuya dintel aparecen unas letras negras que rezan “Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza” (Divina Comedia, Infierno, Canto III, sentencia 9, maestro Dante Alighieri). Este mensaje de bienvenida le hará notar que está entrando en el Infierno. Si ve esta puerta, le recomiendo que no la cruce y que vuelva a leer esta cuarta clave.

La cuarta clave para comprender cómo cambian las personas consiste en explorar el diálogo profundo que habita su interior. Haga esto mediante conversaciones sinceras que pongan en juego su sensibilidad propia para poder acariciar y descubrir la sensibilidad ajena.
 
 
5ª CLAVE: ENTRENAR LAS HABILIDADES RELACIONALES DE LAS PERSONAS

Para lograr cambios significativos (de tipo 2) es necesario entrenar a las personas en habilidades relacionales. Es algo que me ha costado aprender pero que sobre lo que ya no tengo duda. No sabemos relacionarnos de forma saludable. Necesitamos herramientas, modelos y prácticas de comunicación efectiva que nos permitan no hacernos daño ni hacer daño a los demás. Creo que todo cambio debe estar también fundado en esto.

Esta es la razón por la que creé y mantengo vivo el programa de entrenamiento de alto impacto en habilidades relacionales TRAINING DAYS. Puedes encontrar mucha información sobre lo que me llevó a impulsar este programa en la reciente entrevista para PLÁZIDA titulada “Las habilidades relacionales como asignatura pendiente” que realicé con motivo del lanzamiento de la próxima edición en Madrid.

La quinta clave para comprender cómo cambian las personas es acceder a modelos o herramientas que le faciliten una visión cercana integral del comportamiento humano.
 
 
6ª CLAVE: DEDICAR TIEMPOS Y ESPACIOS PARA CONECTAR CON EL AUTÉNTICO SENTIDO

En contra de lo que la mayoría de personas creen, la sabiduría no es un anciano desnudo y con barba que vive aislado en la montaña. Si bien alcanzar la sabiduría es algo lento y trabajoso, cuando ya se tiene, la sabiduría es algo práctico. Es en pocas palabras la conexión con lo sencillo. Hace un tiempo mi compañero Javier Fernández Aguado compartía algo que por sencillo e inmediato no deja de seguir siendo sabio y revolucionario:

“Suscitar organizaciones con sentido reclama reflexión. No resulta fácil, pues vivimos en una civilización con desproporcionada percepción de urgencias, con ausencia de silencio. Y únicamente en un entorno que consienta el recogimiento podrán adoptarse opciones netamente valiosas.”

La sexta clave consiste en comprender que el gran cambio en la gestión de personas en las organizaciones pasa la transformación desde la organización consentida a la organización con sentido. Para encontrar este sentido -lo vivo a diario- usted además de interiorizar las cinco claves anteriores, necesita dedicar tiempo y espacio para conectar con su auténtico sentido.
 
 

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Te anuncio que continúa el plazo de matrícula abierto hasta completar aforo para las dos nuevas ediciones de TRAINING DAYS, el programa de entrenamiento de alto impacto en habilidades relacionales:

 


 


 


 


 

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La importancia de saber lo que no quiero

La importancia de saber lo que no quiero


 

“Se lo que no quiero, ahora estoy a salvo”

maestra María Rozalén, canción “La puerta violeta”

 
En alguno o varios momentos de nuestra vida todos tenemos que buscar nuestro lugar. La cultura panindígena norteamericana ya hablaba del acto del Hanblecheyapi para encontrar nuestro camino rojo en la vida. Hoy quiero hablarle, lector o lectora, de la importancia que tiene saber lo que no quiero a la hora de encontrar mi camino. Creo sinceramente que siempre que usted quiera emprender un cambio debe reflexionar sobre aquello que no quiere y sobre aquello que quiere.

Veamos en qué consisten ambas cosas. Comenzamos.
 
 
SABER LO QUE NO QUIERO

El primer paso para lograr un desarrollo personal y profesional orientado al bienestar es saber lo que no quiero. Esto implica ejercer la responsabilidad de no repetir lo que no quiero. Por otro lado a la hora de pararnos a pensar en nuestro presente, a menudo resulta más fácil saber lo que no quiero que saber lo que quiero. Esto ocurre porque aquello que claramente no quiero suele estar asociado a una experiencia que valoro como negativa gracias a la red neuronal de valencias con la que cuento y que trabaja para mi supervivencia. Gracias a la evolución mi cerebro entiende que no repetir aquella experiencia negativa que viví en el pasado aumenta mi porcentaje de opciones de supervivencia, por eso codifica un valor negativo en mi memoria a través de la amigdala basolateral. El descubrimiento ha sido realizado en enero de 2018 por la neurocientífica Kay Tye, la profesional que dedica más tiempo a estudiar este tipo de neuronas en su laboratorio del MIT. Parece que este hallazgo puede apoyar la teoría de que las experiencias que valoramos como negativas son guardadas en nuestra memoria a largo plazo de forma inmediata regresando además a nuestra memoria con mayor facilidad en nuestro proceso de toma de decisiones.

Si bien el cerebro bloquea los recuerdos traumáticos para una mejor supervivencia, a la vez activa nuestra atención con mayor rapidez y fluidez ante noticias negativas que ante noticias positivas. Esta es la razón por la que el recientemente fallecido Clifford Nash, profesor de la Stanford University -muy conocido por sus descubrimientos sobre la inutilidad de la multitarea en nuestra era digital- recomienda dar primero las malas noticias o los aspectos a mejorar, y después las buenas noticias, reconocimientos o agradecimientos. De este modo el cerebro de nuestro oyente recibe con mayor atención y aceptación el reconocimiento. Mi compañera Belle Beth Cooper, desarrolladora de iOS y agente de cambio, puede iluminaros con más descubrimientos añadidos para mejorar vuestro feedback si accedéis a su artículo The best ways to offer efective feedback. También Courtney Seiter ha escrito muy bien sobre esto en relación a la psicología de la crítica y su estrecha relación con el feedback. De hecho Charles S. Jacobs, autor de Management rewired: Why feedback doesn´t work defiende que ante una información que entra en conflicto con nuestra autoimagen, tratamos de modificar la información en lugar de a nosotros mismos, por lo que a menudo es más útil partir del otro que confrontarle mediante una crítica. Lo que te sugiero es que aproveches esta alta rentabilidad y eficiencia de lo negativo en tu cerebro para convertirlo en algo que te impulse luego a encontrar lo que realmente quieres. 

No puedo evitar ver la increíble relación entre cada nuevo descubrimiento científico sobre la existencia o tendencia a lo negativo o al dolor y la sabiduría milenaria de todos los modelos de desarrollo y comprensión de vida, especialmente el budismo, el sufismo, el sintoísmo y el estoicismo. La convivencia y el aprovechamiento del dolor como impulso y no como tragedia es consustancial a cualquiera de estos cuatro sistemas de pensamiento.

Sin duda todo ello tiene que ver con el sesgo cognitivo de negatividad que abordamos hace años en esta misma casa cuando hablábamos de distinguir lo que es respetable y lo que no, y también cuando hablábamos de lo que nos está enseñando la ciencia del pensamiento cotidiano. Se trata, pues, primero de preguntarnos verdaderamente qué es lo que no queremos hacer de forma clara para orientar nuestras acciones sujetos a ciertos límites saludables o fronteras que garantizarán nuestra satisfacción y realización personal. También recomiendo que pienses en lo que realmente no quieres partiendo de tus experiencias propias pero sin necesidad de focalizar tu atención en tí como persona (lo que no quiero ser) sino en tus comportamientos o acciones (lo que no quiero hacer). En mi experiencia con clientes esto resulta mucho más rentable y útil a la hora de abordar el segundo paso.
 
 

SABER LO QUE QUIERO

El segundo paso a la hora de reflexionar sobre mi desarrollo personal y profesional tiene que ver con saber lo que quiero. Hay una gran cantidad de estudios sobre lo que nos motiva, una buena selección de los cuales está sintéticamente recogida a través de los gráficos de este artículo de Business Insider. Si a la hora de saber lo que no quieres te recomendaba pensar en lo que no quieres hacer; a la hora de saber lo que quieres te recomiendo pensar en lo que quieres ser. 

Dependiendo del tipo de persona que seas, puede que necesites capacitación, acompañamiento o una gran cantidad de conversaciones para responder a esta pregunta; o puede sencillamente que para responder a esta pregunta sobre quién quieres ser solo necesites empezar a caminar con alguna o varias decisiones difíciles pero que consideras necesarias. Veamos qué hacer en cada caso:


1) Personas que necesitan seguridad para decidir lo que quieren

En el primer caso, si eres de esas personas que necesita reciclarse y conocer un catálogo de nuevos horizontes para saber lo que quiere, quiero compartir contigo una reflexión importante que puede ayudarte a poner en perspectiva la importancia de sentirte completamente seguro antes de dar el primer paso. Se trata de la relativa repercusión que tiene la capacitación tradicional en el cambio significativo. Si bien acceder o ampliar nuestro conocimiento nos habilita a tender puentes hacia lo que queremos ser, lo realmente excepcional es atreverse a practicarlo. Llamo a esto sabiduría y a las personas que la practican, maestros.

La mejor guía de competencias que conozco cuenta con 67 competencias a desarrollar, 19 barreras a vigilar y 7 áreas de foco globales en su 5ª edición inglesa de 2009. La guía para el desarrollo y entrenamiento de competencias FYI (For Your Improvement) es una herramienta sólida, infinita y válida en cualquier contexto. Se trata de un gran mapa de competencias interrelacionadas entre sí donde cada una de ellas cuenta con una escala de medición cualitativa y consejos útiles para su desarrollo y mejora personal. En su investigación los maestros Michael E. Lombardo y Robert W. Eichinger llegaron a una conclusión interesante: el 70% de nuestro aprendizaje se produce mediante la experiencia laboral individual del día a día, un 20% de nuestro aprendizaje llega por interacciones sociales y solo un 10% de nuestro aprendizaje llega gracias a talleres de capacitación o formaciones convencionales. Aunque no lo citan textualmente, los autores están hablando -claro está- de aprendizaje significativo, es decir del tipo de aprendizaje que nos hace modificar conductas y adquirir y fijar habilidades. De acuerdo a esta teoría la responsabilidad de aprender es individual y se concreta en términos de voluntad y responsabilidad propia; las organizaciones, instituciones o sociedades solo pueden facilitar este aprendizaje.

Aquellas empresas que han adoptado este modelo se dedican a incentivar el contacto entre compañeros facilitando el acceso a recursos de entrenamiento y desarrollo de las competencias FYI. Consideran que los tradicionales planes de formación dedicaban excesiva importancia a ese 10% de aprendizaje y deciden focalizarse en ese otro 90%. Esta es la razón principal por la que generan entornos de trabajo humanos con espacios “donde gusta trabajar”. Si bien el modelo ha sido ampliamente cuestionado por su escaso soporte empírico, personalmente comparto y compruebo a diario esta distribución 70-20-10. El modelo ha logrado conocerse porque Eric Schmidt, fundador de Google Inc. replicó en 2005 esta distribución del aprendizaje significativo en su organización. Cada empleado de la compañía dedica un 70% de su tiempo a proyectos que pertenecen al negocio principal de la empresa, un 20% de su tiempo a proyectos relacionados con el negocio principal y un 10% a cualquier otro proyecto en el que la persona desee participar. Si quieres conocer el detalle de este modelo el mejor artículo que he leído en la red es el artículo El modelo de aprendizaje 70-20-10: ¿Por qué todo el mundo habla de él? de mi admirado compañero Juan Daniel Sobrado.


2) Personas que necesitan tomar decisiones complicadas para saber lo que quieren

En el este caso mi recomendación es evitar el mayor número posible de golpes de estado en tu vida. Los cambios radicales pueden ser redentores en algunas ocasiones pero no conviene abusar de ellos por el riesgo a fomentar un desequilibrio constante en tu salud mental y emocional. Creo más útil tomar esas decisiones complicadas estableciendo cambios progresivos, o bien planificados -para aquellas personas que lo necesiten- o bien improvisados -solo para aquellas que necesiten explorar o fluir sin más condicionamientos que aquellos que se derivan de lo que ya han decidido que no quieren hacer.

En mi experiencia acompañando a personas u organizaciones en su camino de cambio, resulta como ya dije más complicado saber lo que quieren ser que saber lo que no quieren hacer. Esta es la razón por la que desde hace varios milenios existen personas como yo capaces de aportar a otros tiempos de reflexión y trabajo personal de calidad. En realidad aquellos que hacemos esto no disponemos casi nunca de las respuestas pero solemos disponer casi siempre de las preguntas. Ayudamos a otros a encontrar esas preguntas y a menudo trabajamos juntos por encontrar esas respuestas.

Si necesitas tomar decisiones complicadas tal vez te resulten interesantes estas reflexiones:

  • No te focalizes en el dolor que puedes evitar (miedo), céntrate en el dolor que existe en tí para afrontarlo (valentía).
  • No actúes en previsión de nada que todavía no ha ocurrido, actúa en conjunción de todo lo que ocurre.
  • La vida no es lo que quieres que sea, es lo que es. Tu solo no decides lo que es, lo hacemos todos.
  • Tu voluntad no es una fuerza mayor que la de la naturaleza.
  • No dependes solo de tí sino que dependes sobre todo de tí y también de otros.
  • Tu voluntad o tus gustos son mucho menos importantes que tu capacidad de ejercer la responsabilidad de saber lo que no quieres hacer y lo que quieres ser.
  • Es fácil ser capaz, algo más difícil resulta ser constante, pero lo realmente complicado es ser humilde.

Espero que este artículo te haya resultado interesante. Por favor no dudes en compartir tus comentarios a través de este mismo blog o en redes sociales. Toda difusión y diálogo para mejorar y cambiar realidades siempre se agradece.

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