por David Criado | May 28, 2022 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO

««Hemos privatizado los beneficios y compartimos el apocalipsis»«
Lorenzo Marsili, Tu patria es el mundo entero (2021). p.194
Este será un extenso artículo en el que trato de bosquejar las razones fundamentales por las que sentimos alergia a lo complejo mientras nos devora la tormenta perfecta que se fragua en nuestro tiempo en varias magnitudes y órdenes. Avisar de que se avecina una tormenta perfecta me recuerda a la historia de Pedro y el lobo. Unas pocas personas -tampoco muchas- llevan casi 6 décadas advirtiendo de ello. Y ahora que todo el mundo se suma al carro ante las incontestables evidencias de que la estamos cagando, y acepta que las predicciones que realizaron estas pocas personas se han cumplido e incluso se han superado, es bueno recordar el Informe de los Límites del Crecimiento (1972) y la continua turra que nos dieron muchos filósofos y sociológos alertándonos de que fabricábamos una tormenta perfecta (La Escuela de Francfort a la cabeza).
Sabemos por tanto desde hace mucho que nuestro modelo de relaciones (trabajo, sociedad, economía, afectos) es insostenible a nivel energético, climático y psicológico. Y aún así nos negamos a creerlo y practicamos continuas huidas empresariales y personales hacia adelante. Los argumentos que conocemos no son teorías engañosas porque aportan pruebas reales/científicas de lo que estamos cargándonos desde hace tiempo, pero aún así la combinación de una desposesión global de riqueza sin precedentes y una machacona insistencia en reducir la educación a una empobrecedora mirada al inmediato plazo y al interés propio productivista, han logrado que casi nadie comprenda el peligro de la tormenta en la que nos estamos metiendo. Parecemos ir encaminados a toda velocidad contra las rocas mientras en el timón se discute quien limpia la cubierta. Las pruebas, insisto, son ya incontestables y se sostienen sobre estudios científicos detallas con muestreos sociológicos, económicos y climáticos recogidos durante décadas.
Necesitamos un faro que nos guíe entre tanta desazón y desidia, tanto acontecimiento inesperado y tanta agitación masiva. Y lo necesitamos ya. Ante tan enorme complejidad global ese faro solo puede construirlo la voluntad y la demanda colectiva de un cambio significativo por pura necesidad o urgencia. Tengo claro que por convicción o inteligencia ese faro jamás se construirá. La mayoría de todo cuanto hoy somos rema en dirección contraria: la sociedad global de mercado vence por goleada a la democracia deliberativa, el individualismo posesivo al colectivismo solidario, la participación ignorante a la especialización ilustrada, el inmediato plazo al largo, la educación finalista y productivista a la instrucción de matices y perspectivas, y la certeza militante vence a la duda razonable. El cambio en esta realidad tan manipulable, sumisa y acrítica, no vendrá de lo intencional sino de lo que vaya siendo en cada momento necesario. Me gustaría creer otra cosa, pero los hechos hablan por sí mismos.
Este artículo de nuevo es otro avance de la investigación en la que ando inmerso desde hace años. Si en Por qué parece que el mundo se va a la mierda compartí mi certeza de que estamos a las puertas de la mayor crisis del capitalismo desde su invención secular, aquí expondré los principales titulares que me hacen pronosticar que no solo no estamos evitando algunos cambios disruptivos severos, sino que los aceleramos a diario. Entre ellos, destaco lo que ya han destacado instituciones tan variadas ideológica y moralmente como el Banco de Inglaterra, Accenture, la Organización de las Naciones Unidas, los países productores de petróleo, la Organización Mundial del Comercio, el WorldWatch Institute o Intermón Oxfam. El hecho de que ya prácticamente todos los expertos -economistas neoliberales, verdes o marxistas, bancos y ONGs, sociólogos y científicos ambientales de todo tipo- se sumen a la idea de que puede que se esté gestando uno de los cambios más salvajes de la historia de la humanidad, debería hacernos reflexionar sobre lo que hoy escribo.
Es evidente que todas mis tesis defienden que nos hallamos en un tiempo histórico de clara decadencia en los órdenes ecosistémico, energético-económico y social-humano. Mi posición es claramente contraria al tecnooptimismo y a la fe absoluta en la autorregulación del mercado y la satisfacción del interés común por medio del encuentro de las necesidades individuales en continua competencia. Creo que todo ello es lo que nos ha traído a esto. Soy por contra partidario del pensamiento crítico, la reinvención de nuestro modelo de relaciones, la apuesta por una cultura del cuidado y el más profundo y honesto cuestionamiento ético de nuestro comportamiento individual y colectivo.
Este artículo contará con los siguientes apartados:
- La vida como centro y referencia
- El estigma biológico
- El estigma cultural
- El estigma relacional
- La práctica de lo complejo
- BONUS TRACK: El sentido común
Comenzamos.
LA VIDA COMO CENTRO y REFERENCIA
Pocos libros de vida me resultan tan inspiradores como Desert Solitaire: A Season in the Wilderness escrito por el maestro Edward Abbey en 1968. A la sencillez de su mensaje, carente de complejidad innecesaria pero repleto de colores y matices, se une la más sensata de las profundas convicciones. Sus descripciones de la naturaleza sobrecogen: grandes cañones, paisajes desnudos, esplendorosos desiertos,… El relato de su retiro en plena comunión con lo salvaje y palpitante de la vida, se integra dentro del nacimiento de la contracultura, aquella fiebre mística que para nuestra desgracia acabó siendo -como todo lo sensato- una fiebre pasajera. Abbey actualizó el trascendentalismo norteamericano de Thoreau y revitalizó la pretérita llamada a lo salvaje que entonara Jack London. De todas sus palabras son siempre recordadas las siguientes. Reconozco que yo a veces me descubro recitándolas antes de emprender alguno de mis viajes:
«Un hombre puede ser un amante y defensor de la naturaleza sin dejar nunca en su vida los límites del asfalto, las líneas eléctricas y las superficies en ángulo recto. Necesitamos la naturaleza, pongamos o no un pie en ella. Necesitamos un refugio aunque nunca necesitemos poner un pie en él. Necesitamos la posibilidad de escapar con tanta seguridad como necesitamos la esperanza; sin ella, la vida de las ciudades empujaría a todos los hombres al crimen, a las drogas o al psicoanálisis.»
Si nosotros nos alejamos cada vez más de lo natural, por su parte hoy en día la Naturaleza ya con toda claridad nos rechaza. Lo natural nos expulsa desde hace tiempo, intenta a toda costa liberarse de la más mortal de sus plagas, la nuestra. Mientras seguimos dando conferencias o haciéndonos pajas mentales con el siguiente cachibache electrónico, se aproxima la mayor de todas las tormentas perfectas. Y nosotros a lo nuestro. Pero ninguna especie animal puede sobrevivir a su ecosistema a base de mantenerse casi 200 años sobreactuando, poniendo al absoluto límite todas sus capacidades.
¿Cómo hemos llegado a este sinsentido absurdo y ridículo? De acuerdo a mi investigación hay 3 grandes estigmas estructurales que han favorecido la negación de la evidencia y nos sitúan hoy ante la tormenta perfecta:
- EL ESTIGMA EVOLUTIVO: La manera en la que hemos evolucionado como especie (biología evolutiva) Por eso estoy tan al día de la paleoantropología y los escasísimos e insuficientes hallazgos y certezas de la neurociencia.
- EL ESTIGMA CULTURAL: La manera en la que nos relacionamos con el mundo (cultura, técnica y generación de energía) Por eso investigo sobre la evolución antropológica y social del ser humano a lo largo de la historia y estoy en contacto diario con su comportamiento en esas organizaciones políticas y colectivas llamadas empresas.
- EL ESTIGMA RELACIONAL: La manera en la que nos relacionamos entre nosotros (sociedad, economía y política). En la especie humana, la combinación de las 3 cosas ha comenzado a ser de forma acelerada desde hace 4 décadas una lacra para el mantenimiento de la vida en el planeta.
Cada estigma es más o menos evitable en algún sentido pero ninguno de ellos es evitable por completo. Son parte de la mochila humana y de la experiencia de vida de nuestra especie. Te invito a repasarlos conmigo:
EL ESTIGMA EVOLUTIVO (biología)
Empecemos por el estigma más sencillo de explicar. Somos una extravagancia evolutiva. Nos hemos desarrollado por encima de las necesidades de nuestro ecosistema hasta tratar de sojuzgarlo por completo y someterlo a nosotros. Eso ha ocurrido porque somos los grandes masturbadores mentales del reino animal. Todo cuanto tocamos lo convertimos en ciencia ficción. Nos gusta más fiarnos de lo que está en nuestra cabeza que de lo que es real o sencillamente cierto. Decía el maestro Ernesto Sábato que «el creador es un tipo a quien la realidad le viene mal«. Y eso somos nosotros, en su mayoría creadores de pajas mentales continuas. Podemos aceptarlo y tratar de controlarlo con cierta dignidad y estilo, o bien abandonarnos a ello y dejarnos perturbar por nuestras descabelladas ocurriencias. Y esto último es lo que cada vez de forma más falaz estamos haciendo.
Lo poco -prácticamente nada- que sabemos de nuestro cerebro es que consume una ingente cantidad de energía corporal y que no para, que está siempre en continuo e incesante movimiento, ideando la mayor parte del tiempo cosas que no existen hasta convertirlas en ciertas. Tatúate esto en la memoria: disponemos de un cerebro que dejó de evolucionar significativamente en el Paleolítico tratando de sobrevivir en un mundo que nunca antes ha existido y para el que no existen aún leyes ni instituciones medianamente preparadas. Somos hombres de las cavernas construyendo rascacielos y mundos paralelos. Somos perfectamente capaces de pensar una cosa y hacer exactamente la contraria sin experimentar grandes remordimientos colectivos. Mezcla un cerebro perfectamente armado con millones de atajos y automatismos inconscientes para la supervivencia y la adaptación, con una capacidad técnica que rivaliza con los dioses y comprenderás el lio en el que estamos metidos. Todo se complica si recordamos que hasta la aparición de la ciencia -y aún hoy dado que la ciencia está todavía eclipsada por el poder real de nuestras pretéritas ficciones- nuestra manera de abordar la realidad ha consistido en huir de ella o negarla para controlar nuestro miedo a la naturaleza y la incertidumbre.
No soportamos la realidad natural que no es otra cosa que una combinación de alegrías pasajeras y esfuerzos y dolores constantes. En consecuencia fabricamos grandes y pequeñas neurosis, conglomerados intelectuales de conceptos, agendas llenas de confusión y dispersión continua, comunidades físicas que repelen o huyen del contacto con la naturaleza. No soportamos por ejemplo las estaciones del año ni los ciclos y ritmos propios de cada cosa, antes bien tratamos de imprimir nuestros propios tiempos a las cosas.
Como le pasó al bueno de Don Quijote (probablemente el arquetipo del ser humano moderno por excelencia junto a Fausto), resulta que de tanto imponer y de tanto inventar, se nos secó el cerebro. Literalmente. Estamos distraídos, perdidos y agotados. Nos pesa la pretérita y constante invención humana de los últimos 10 milenios. La llevamos a la espalda como quien lleva un castigo. Y tal y como les ocurría a las personas de la cueva de Platón, al no conocer otra realidad que la proyectada no nos atrevemos a creer que existe la realidad propia, la natural, la que siempre será y ha sido. Y así negamos todo lo innegable, creemos todo lo increíble, defendemos todo lo que no tiene defensa.
EL ESTIGMA CULTURAL (cultura, técnica y energía)
El paleobiólogo Thomas Halliday ha declarado que el ecosistema actual en el que vivimos no se parece en nada a los otros 15 anteriormente conocidos a lo largo de la historia. Aunque ha habido cinco extinciones masivas en la historia del planeta, y la mayor acabó hace 250 millones de años con el 95% de la vida, lo cierto es que muchas de las características que estamos provocando gracias al enfrentamiento continuo entre cultura humana y biología orgánica desde hace décadas se parecen bastante a un escenario pre-extinción masiva: reducción drástica del número de especies, sobresaturación de una sola, agotamiento acelerado de recursos naturales, grandes cambios climáticos… Sería aventurado decir que estamos al borde desaparecer pero hemos generado las condiciones adecuadas para la gestación de una tormenta perfecta. Repasemos una a una algunas de estas condiciones perfectas: nuestra relación con el tiempo, la manera en la transformamos y consumimos energía y nuestra relación con la técnica
ACELERACIÓN: Llamamos vida a esa ficción lineal que hemos inventado llena de cajones, lenguajes, símbolos, categorías y edificios. Es una invención repleta por doquier de ángulos rectos que está presente en una extensa sucesión de jornadas diarias aceleradas por la inercia. Su mirada nos juzga con dureza cuando paseamos por las calles del centro de cualquier ciudad, al montarnos en un coche para ir a una cita o acudir a una empresa a trabajar. Estos dos últimos actos que menciono -querer «llegar antes» a un sitio que nos gusta y querer «salir antes» de otro que no- son ya indisolubles de la voluntad artificialmente adquirida de ir en todo momento más deprisa. Lo importante hoy no es llegar, sino llegar antes que otros. El problema es que cuando todo tiende a ser antes, nada puede ser ahora.
Eficacia -nos decía Drucker y repetimos como loros una y otra vez- es hacer bien lo correcto. Sin embargo nosotros decidimos qué significa «hacer algo a tiempo» y qué significa «no llegar» a él. No puede habitar un espacio quien no habita también un tiempo. Uno puedo estar queriendo siempre hacerlo todo antes o deprisa pero al existir de este modo niega su capacidad de vivencia. Estar aquí y ahora se ha convertido en un ejercicio angustioso para quienes luchan contra su distracción continua. Y la belleza es un premio destinado tan solo al que permanece atento. Por contra, en una sociedad agitada el derecho a la paz, el amor o el afecto se convierten en privilegios y se consumen empaquetados como artículos de lujo. Uno va corriendo a hacer yoga porque «no llega a tiempo«, otro va deprisa al teatro con su pareja porque «salió tarde» de otro sitio que teóricamente le importa menos que ella pero al que en la realidad le «dedica más tiempo». La vida urbana posmodern transcurre así sin acabar nunca de estar aquí porque viviendo en el antes y en el después se evita el ahora. Y ante la incapacidad de gobernar nuestro presente y hallarnos en el encuentro mutuo, ya otras personas -cada vez menos, como hemos visto- lo deciden por nosotros.
ENERGÍA: Nuestra relación actual con la energía está basada en la completa falta de eficiencia y en el despilfarro continuo de los sumideros del mundo. En 1957 el Almirante Hyman G. Rickover nos advirtió de lo que está pasando. Para medir el rango de desastre al que nos aproximamos por medio de un despilfarro desastroso de recursos, sirva este dato: Sabiendo que conocemos los combustibles fósiles desde hace 3.000 años, todos los combustibles fósiles empleados antes del año 1900, TODOS de todos los tiempos y todas las zonas del mundo hasta esa fecha, durarían tan solo 5 años al ritmo de consumo de 1957. Esa es la fecha en la que Rickover dio su conferencia; imaginen cuánto durarían hoy con 4 veces más población humana que entonces. No es que vivamos por encima de nuestras posibilidades, es que vivimos desde hace décadas por encima de las posibilidades de TODO EL PLANETA.
TÉCNICA: Respecto a la Técnica actual (mayoritariamente industria pesada deudora de los combustibles fósiles y tecnología digital soportada en recursos naturales que se agotan y procesos extractivos precarizantes) está en una fase de huida hacia adelante y negación continua de la realidad que se enmarca dentro del ciclo de duelo que la maestra Elizabeth Kübler Ross (1969) ideara en su día. Y gracia a ella sabemos que los tiempos de las etapas de duelo que tiene todo moribundo, son difícilmente acortables. Nuestra actual relación con la tecnología es acrítica, diría que religiosa. Nos movemos como zombies guiados por tendencias sin controlar ni cuestionarlos quién y cómo las fabrican, para qué las utilizan o quienes se benefician en mayor grado de ellas. No tenemos, por así decirlo, acceso al código fuente de nuestras vidas. La técnica no obstante decide la mayor parte del tiempo por nosotros: qué compramos, qué comemos o incluso qué y cómo somos. El algoritmo arbitra y dirime nuestras vidas donde antes gobernaban los prejuicios sociales. Si bien éstos redundaban en insuficiencias y carencias continuas, lo cierto es que la capacidad de limitación de la experiencia de vida de los algortimos ha superado con creces a la capacidad de articulación y aproximación comunitaria de los prejuicios. Los algoritmos no solo aumentan nuestros sesgos cognitivos sino que se aprovechan de ellos y nos mantienen en una continua caja de resonancia. Uno tiene que luchar cada día contra lo que le sugieren para aprender a saber lo que verdaderamente quiere. Esto implica que la mayor parte del tiempo la técnica actual es conscientemente malintencionada, algo que no ocurría con la invención de la azada, la espada de cobre, el tren de vapor o el teléfono, solo por citar algunos ejemplos. La técnica de hoy es casi por completo ideología enmascarada de progreso inevitable. Es así, por lo general, excluyente y no inclusiva. Otra cosa es el uso que hagamos de los frankenstein que se multiplican… que a veces -solo a veces- nos ayudan a comunicarnos mejor. Ahí están los casos del correo electrónico, las videoconferencias o las comunidades de trabajo online basadas en plataformas abiertas.
EL ESTIGMA RELACIONAL (sociedad, economía y política)
Nuestro modelo de relaciones es altamente inmaduro y desde el punto de vista de la teoría y la práctica política es claramente insuficiente para abordar retos globales. Mientras el mundo literalmente se va a la mierda, dedicamos nuestras mañanas a mapear el abismo y nuestras tardes a debatir cómo llegaremos a él, cuando y de qué manera. Una cumbre tras otra y una decisión diaria tras otra nos demostramos que nuestro deseo de comodidad inmediata vence casi siempre a nuestra capacidad real de evitación de un desastre futuro. La Historia nos demuestra que somos buenos para rehacernos tras las situaciones límite pero horriblemente necios para evitarlas.
En términos de conciencia y coherencia lógica somos desastrosos. El pensamiento científico-crítico solo ha podido superar a la religión como instrumento para mejorar la técnica, pero jamás como herramienta lógica de toma de decisiones y gobierno. Seguimos siendo vapuleados por nuestros prejuicios y creencias. Otra constante en la Historia es el malditismo de los sabios o genios: las personas más inteligentes y sensatas raramente progresan, son reconocidas en vida o medran. Basta entrar a un parlamento y escuchar a un político para darse cuenta de que la sensatez es nublada por la necesidad continua de agradar a otros. Tenemos serias limitaciones como especie para practicar el verdadero gobierno colectivo de acuerdo a estándares éticos universales, lo cual nos ayudaría a gobernar los problemas globales. El cosmopolitismo de la escuela cínica formulado hace 2.500 años o la ética cosmopolita del maestro Kant formulada hace 250 años continúan siendo ideas revolucionarias e inéditas imposibles de ser llevadas a la práctica. Ganan por goleada los identitarismos sectarios y la demagogia más barata.
Todo esto ocurre porque durante siglos hemos practicado la autocensura continua y a rasgos generales nuestro comportamiento social no dista demasiado del de una hormiga salvo por el hecho de que ninguna hormiga atenta contra su colonia. Ni qué decir tiene que la manera en la que nos relacionamos hoy en día es suicida. Nos afecta psicológicamente a nivel individual y está generando unas patologías colectivas dificilmente curables. He hablado de todos estos síntomas ampliamente en otros artículos y te invito a que navegues por el blog.
En lo relativo a nuestros representantes y líderes tanto como los medios y canales de relación actuales, todos ellos caminan exactamente en la dirección contraria a todo cuanto necesitas ahora mismo. La práctica totalidad de las decisiones políticas (gubernamentales y empresariales) contradicen cuanto sería hoy recomendable y sensato. El propio pensamiento empresarial es a menudo contrario a la vida y hemos sido capaces de alumbrar la incongruente ficción de que la economía puede practicarse al margen de la ecología. No paro de escuchar a clientes que me piden que «motive o de esperanzas a su gente» en una suerte de oráculo continuo en el que alguien debe venir a motivar lo que tú diariamente desmotivas. Como auténticos imbéciles creemos que las palabras o las presentaciones son más importantes que los actos, y si lo creemos por desgracia lo convertimos en cierto.
Ningún otro animal ha sido tan estúpido como nosotros a un nivel MACRO y tan increíblemente inteligente a niveles MICRO. Sorprende lo fatal que empleamos a diario nuestras capacidades cognitivas poniéndolas al servicio de irracionales creencias al mismo tiempo que mandamos una nave a Saturno a millones de quilómetros de distancia de la Tierra. Con la misma tecnología con la que mágicamente dividimos un átomo, asolamos ciudades con cientos de miles de habitantes.
Después de esta época -como en momentos similares de la historia- y tras una inmensa criba y selección de personas, ideas y sistemas, quedarán muy pocas de las actuales certezas. Mi perspectiva ante esta realidad consiste en no perder nunca la esperanza y trabajar siempre desde lo que las personas y los entornos pueden hacer, y no desde lo que a mí me gustaría que hicieran. Lo hago por un sencillo motivo. Por mucho que un inocente individuo repleto de argumentos tratara de hablar con la enorme mayoría de propietarios de empresas o corporaciones actuales sobre todos los continuos indicadores que hablan de un futuro ecofascista, una desigualdad nunca antes vista, una carestía de alimentos generalizada, la pérdida de conquistas sociales que han costado milenios o las consecuencias funestas de mirar hacia otro lado en cada junta de accionistas, no lograría otra cosa que silencio o un rechazo absoluto.
Digámoslo abiertamente: la práctica totalidad de los inversores que conocemos quieren rentabilidad económica y les importa un huevo lo que les digan más allá de los márgenes de beneficio. Es así de simple por mucho que resulte doloroso. Hablar de inversores verdes y capitalismo verde basado en mantener los mismos márgenes de crecimiento es el nuevo engaño masivo. Dado que nuestra economía es hoy una economía financiera global basada en la deuda, por mucho que nos vendan que el cliente manda, en realidad manda siempre la voluntad de los que más o mejor consumen la capacidad adquisitiva de las personas. Y estas personas se han llamado y se siguen llamando inversores.
Por otro lado en un modelo socioeconómico como el actual, de suma cero, quien tiene es sencillamente porque le ha quitado a otros. Todos le quitamos cosas a los demás, sin excepción. El problema es cuando unos pocos se quedan con casi todo. Y tú dirás, amigo mío, que puede que tras la pandemia hayan cambiado las cosas porque nos hallamos concienciado de que no podemos continuar así. Y tienes razón: las cosas han cambiado, pero a mucho peor. Actualmente hay en el mundo 2668 milmillonarios, 573 más que en enero de 2020 cuando comenzó la pandemia. Mi pulso tiembla al escribir la siguiente frase porque jamás pensé que llegaríamos a esto pero… Los 10 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que el 40 % más pobre de la humanidad, es decir que en el año 2022 tan solo 10 personas poseen la misma riqueza que 3.160.000.000 de personas. La riqueza total de los 2668 milmillonarios equivale ahora al 13,9 % del producto interior bruto (PIB) mundial, 3 veces más que la equivalencia existente al comienzo del año 2000 cuando suponía el 4.4 %. Elon Musk, el hombre más rico del mundo, es tan rico que si perdiese el 99 % de su riqueza, seguiría formando parte del 0,0001 % de las personas más ricas del mundo. Desde 2019, su riqueza ha aumentado en un 699 %. Los ingresos del 99% de la humanidad se han deteriorado por la pandemia con pérdidas equivalentes a 125 millones de empleos a jornada completa en 2021 hasta el punto de que 1 persona perteneciente a la mitad más pobre de la población tardaría 112 años en ganar lo que alguien del 1% + rico gana en tan solo 1 año.
Quien crea que no está pasando nada a nivel global y que hemos vuelto a la normalidad, no se entera de nada. De hecho si eres de esos ingenuos homicidas socales que piensa que los 10 oligarcas más ricos se lo han ganado solos… un día tomamos un café y te lo explico pero vente a esa cita protegido con una collejera. No me molestan las personas que tienen mucho dinero, me molestan las que necesitan empobrecer y sojuzgar la vida de otras para acumular riqueza. Esas personas son íntegramente inmorales porque promueven una realidad social sencillamente abominable. No existe ningún caso de similar desproporción social en todo el reino biológico animal y en toda la historia de la humanidad hasta nuestros días. Quien defienda que un mundo donde la riqueza está cada vez más concentrada puede ser un mundo relativamente justo o habitable es que no tiene ni la más mínima noción de teoría de sistemas, comportamiento animal, historia o antropología social y cultural. Una cosa es defender que la desigualdad es inevitable en todo tipo de comunidades sociales históricas y otra muy distinta es defender que el neofeudalismo oligárquico o el ecofascismo que se está perfilando será una salida digna a todas las encrucijadas actuales para la enorme mayoría de personas.
Para hacerse una idea del extremo nivel de aproximación al abismo en el que estamos inmersos, tan solo hace falta ver que los nuevos milmillonarios creados durante la pandemia pertenecen a 4 sectores económicos que marcarán el futuro inmediato de la humanidad:
- Agronegocio (ante la hambruna extensible y la incapacidad de transporte de alimentos de los próximos años)
- Combustibles fósiles (ante la lucha por un bien accesible en la actualidad que se convertirá en privilegio, y ante la incapacidad de las alternativas energéticas para mantener el actual ritmo de vida)
- Fármacos (ante el aumento de las vacunas y brotes globales)
- Tecnología (ante la continuación de una paja mental que ya me agota y dura ya décadas pero que cuenta siempre con renovadas víctimas rituales en cada nueva generación de ingenuos).
LA PRÁCTICA DE LO COMPLEJO
Nuestra indefectible alergia a lo complejo nos genera grandes achaques. Lo complejo sencillamente nos acojona. Sin embargo uno no puede argumentar o justificar que no se pondrá manos a la obra «porque algo es complejo». Negarse a coger un fruto del árbol porque no se conoce el bosque al completo es un acto de idiotez severa. Desistir de subir a ese mismo árbol y morir de hambre porque al subir puedo caerme, es ya de ser completamente gilipollas. Hemos llegado hasta este punto porque hemos querido simplificar en exceso la vida a un juego de suma cero basado en la oferta y la demanda de servicios y productos materiales. Y nada a nivel ecosistémico funciona de este modo tan pobre. Si lo pensamos, la vida simple y cómoda que hemos querido mantener ha estado llena de sacrificios y esfuerzos demasiado grandes para disfrutar de tan poco. Comparto algunas pequeñas reflexiones que compartía en twitter hace poco:
La naturaleza de la vida es la complejidad. En la vida no gobierna lo simple sino que determina lo complejo. Todo en la vida es una combinación de acciones y vacíos de acción que los seres vivos conocen o ignoran, pero cuyas consecuencias siempre les afectan. Quien no habita la complejidad no vive sino que se limita a ir muriendo. Uno puede negarse a explorar el detalle o lo profundo pero decidiendo hacerlo por acción u omisión, acabará siempre centrifugado por el enorme poder de lo complejo. Toda persona tiene la obligación moral de explorar la realidad que vive tratando de extraer aprendizajes. Quien se niega a frecuentar lo complejo sume su existencia en un océano de frustraciones y entrega a otros la capacidad de ejercer como ser vivo.
La alergia a la complejidad es un estigma social y un incapacitante individual provocados por la ausencia de pensamiento crítico y la ignorancia militante acerca de los comportamientos, ritmos y ciclos consustanciales a «estar vivo». La vida es ante todo interdependencia y ningún comportamiento natural sujeto a ella es en realidad autónomo o independiente. Todo está conectado antes o después. Quien se niega a hacer, decir o actuar sobre algo porque ese algo es complejo, se distancia de la vida. No podemos percibir la Belleza sin habitar la complejidad. El goce siempre se encuentra en los detalles y en la fascinación continuada por lo desconocido, lo imprevisto o lo diferente. Todo es complejo siempre que esté vivo y todo es sencillo solo porque está muerto.
La idea de comprenderlo todo para luego poder abordarlo -lo que hemos hecho hasta ahora- es por tanto completamente suicida, inmovilizante y carente de lógica. Lo complejo no se comprende sino que se practica. Con lo complejo se interactúa porque es la fuente esencial que nos permite sobrevivir en la ficción de lo simple.
BONUS TRACK: EL SENTIDO COMÚN
Por su parte, el sentido común de un ser humano es ante todo la conciencia del funcionamiento, ritmos y ciclos de la naturaleza. Quién está o insiste en permanecer fuera de la naturaleza, se aleja de lo común para abrazar su construcción o identidad ficticia como individuo. Hubo un tiempo para trabajar en todo lo que podíamos evitar y como humanidad, y como sociedades, no lo hicimos y seguimos a lo nuestro. Ahora todo ha cambiado. Los indicadores del PeakOil, las emisiones indiscriminadas de moneda, el regreso a la fe suicida en la deuda, el aumento de la financiarización tras una crisis de 2008 de la que aún nadie se ha recuperado, el auge de los populismos e identitarismos fraccionarios, el cuestionamiento de las realidades más básicas, la generación de una nueva economía basada en lo invisible y dirimida por muy pocos, el aumento imparable de las temperaturas, la proliferación de fenómenos naturales anómalos, la intensiva contaminación de los alimentos que ingerimos, la extinción masiva de especies, el crecimiento demográfico sin medida,… todos estos y más indicadores dibujan una complejidad inabarcable. Ante ella parece ineludible tender a simplificaciones estúpidas o promover nuevas negaciones de las evidencias. Pero nada salvo recuperar el contacto, estudio, conocimiento de la naturaleza que reclamaba Abbey nos salvará de la vorágine que se avecina.
Ante la tormenta perfecta, cabe sobre todo la aplicación ordenada de nuestros conocimientos pero ante todo la recuperación de un sentido común que hemos ido destruyendo poco a poco hasta olvidarlo por completo. Ante el algoritmo, la fidelidad a los ritmos y ciclos de nuestra naturaleza. El sentido común es una tecnología social tácita creada a lo largo de muchas generaciones y capaz de dar respuestas inmediatas ante riesgos imprevistos. Es una gran herramienta porque combina una dilatada experiencia contrastada con una capacidad de respuesta medianamente efectiva. Dice un refrán que «el sentido común es el menos común de los sentidos». Y así es, pero aún así merece la alegría y la pena practicarlo. Creo que cada uno debe practicar el sentido común a su manera pero que hay algo que todos necesitamos y compartimos.
Con independencia del modo de vida que cada uno elija, sería bueno recordar algunos elementos de referencia o de sentido común para controlar todos los estigmas estructurales que he enunciado en este artículo y que nos acompañan a diario. Tan solo hablaré de una selecta colección de todos cuanto tratao de practicar en mi propia vida. Y son estos (de todos ellos he escrito algo):
Esto al menos para empezar 😉 Y vale para lo individual y lo colectivo, lo sencillo y lo complejo.
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por David Criado | Mar 14, 2022 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO

«Debemos juzgar el dinero de acuerdo con su verdadero valor ponderando
el fin por encima de los medios y prefiriendo lo bueno a lo útil«
maestro John Maynard Keynes
Hoy escribiré sobre el trabajo, un ámbito de estudio, investigación y acompañamiento que suelo abordar con mis clientes. El futuro del trabajo es incierto pero las tendencias reales que observo a diario son sin embargo muy claras.
Sobre este particular versa uno de los ensayos que me encuentro escribiendo ahora en el marco de mi proyecto de investigación (ese ambicioso trabajo que es mi legado a este mundo que me tocó vivir y consta de 4 libros). En dicho ensayo no solo comparto una foto detallada de la historia del trabajo y la empresa, sino una crítica furibunda y argumentada de por qué necesitamos transformar profundamente el mal llamado pensamiento empresarial.
Este artículo es un breve aperitivo de todo ello y consta de 4 partes que espero que te inspiren:
- El trabajo os hará libres
- Marco teórico de estudio del trabajo
- El valor del trabajo en nuestro tiempo
- Caso práctico: Qué hacer para dignificar el trabajo
Comenzamos.
EL TRABAJO OS HARÁ LIBRES
Hace ahora casi 100 años que el maestro Keynes -al que considero el mayor economista del siglo XX- pronunció en la Universidad de Madrid las palabras que encabezan este artículo a modo de cita. Rondaba el año 1928 y tituló a su conferencia Las posibilidades económicas de nuestros nietos. En ella imaginó y describió el futuro que profetizaba que le esperaría a los jóvenes que vivieran 100 años después, en 2028. Queda poco para eso, apenas unos años. En dicha conferencia predijo que las personas se sentirían desligadas o desconectadas de la economía. También predijo que para entonces habríamos destrozado nuestro medio ambiente como resultado de una comprensión de la explotación, la producción y el consumo que causaría estragos irreversibles en el ambiente natural. El ensayo -insisto, hace 100 años- comenzaba de este modo: «Estamos sufriendo precisamente ahora un ataque inadecuado de pesimismo«. Lo decía por la cruda corriente de desmotivación que poblaba los mercados tras el desastre económico del año 1929. Pero tan solo 9 años después de esta conferencia estalló el mayor episodio histórico de violencia de la historia de la humanidad: la II Guerra Mundial, que trajo consigo la sistematización colectiva del Infierno de Dante a manos de los nazis, aquellas personas totalitarias inspiradas por ideas que hoy -incomprensible y estúpidamente- volvemos a encumbrar y dar espacio en las democracias europeas. La historia, dicen algunos, se repite.
A la entrada de los campos de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, Gros-Rosen, Sachsenhausen; Neuengamme o Dachau figura una inscripción que todavía hoy puede verse como recordatorio de la mayor barbarie global perpetrada por la humanidad. Dicha inscripción reza ARBEIT MACHT FREI. Literalmente puede traducirse por «El trabajo os hará libres«. Toda persona que entraba a un campo nazi o volvía a él tras realizar trabajos forzados podía leer esa inscripción tomada de una novela de Loren Diefenbach, autor nacionalista alemán del siglo XIX. Ante esa revelación continua, cualquier persona albergaba aún una esperanza movida por una falsa llamada al sacrificio, un afán continuo de supervivencia y la más cruel de las alusiones a esa creencia judeocristiana de que la cultura del esfuerzo todo lo puede.
El lema había sido copiado por el NSDAP (el partido nazi) del lema oficial de la anterior República de Weimar que combatió el desempleo alemán a base de generar grandes construcciones públicas que requerían ingentes masas de trabajadores y mano de obra. En algunos campos de exterminio, Heinrich Himmler añadió bajo la inscripción las siguientes palabras: «Hay un camino a la libertad. ¡Sus pilares son obediencia, laboriosidad, fidelidad, orden, limpieza, sobriedad, veracidad, sacrificio y amor a la patria!«.
En el campo de exterminio de Buchenwald la expresión ARBEIT MACHT FREI se cambió por JEDEM SAS SEINE, literalmente «A cada uno lo suyo» en clara referencia a la condición que por justicia nazi a cada persona le correspondía en este mundo, pero también un lema que sería igualmente aplicable a los adoradores del «Si quieres, puedes» o el «Si es pobre es porque no trabajó lo suficiente«. La expresión JEDEM SAS SEINE había sido traducida al alemán del latín SUUM CUIQUE, empleado por la monarquía prusiana como recordatorio del lugar que cada persona merecía en la Tierra, incluida la posición de privilegio de la realeza.
A la enorme mayoría de personas que se adentraban en aquellos lugares de atrocidad y horror, lo que les esperaba era el trabajo que antecedía con suerte a una rápida muerte en cámaras de gas o a una lenta agonía por enfermedas y hambruna. La mayoría de ellos comenzaban creyendo que lo que hacían podría garantizarles la supervivencia, pero en realidad casi todos ellos murieron tras arduos, severos, inhumanos e ingentes esfuerzos. Es difícil imaginar algo más doloroso que trabajar cada día por algo que casi nunca llega. El maestro Victor Frankl, superviviente de uno de estos campos, enseñó a sus compañeros de campo que cualquier posibilidad de supervivencia jamás llegaría por el trabajo y tan solo llegaría por algo que nadie podía quitarles: la dignidad y la esperanza que cada uno se diera a sí mismo aún en medio de aquel infierno.
Desde la invención del trabajo en el Neolítico, nuestra comprensión del esfuerzo ha estado vinculada a la generación de sentido. Queremos creer que lo que hacemos sirve para algo. Trabajamos para «ganarnos la vida«, para «tener un sitio» o «encontrar nuestro lugar«. Al esforzarnos nos sentimos útiles. Nos levantamos cada mañana para acostarnos cada noche diciendo «Yo hago lo que puedo«. Pero ¿cómo lo hacemos? y más importante aún… ¿hacia dónde nos lleva como sociedad lo que cada uno hacemos y cómo lo estamos haciendo hoy?.
Veámoslo.
MARCO TEÓRICO DEL ESTUDIO DEL TRABAJO
Una estupenda, ligera y entretenida aproximación al lugar del trabajo en nuestras vidas a lo largo de la historia la ha hecho recientemente James Suzman en su libro Trabajo (2021). En ella se aborda la vinculación del sentimiento de culpa y la cultura del esfuerzo al mito bíblico del Edén, el jardín que todo lo provee, de cuya expulsión por influencia de la mujer, hizo que los descendientes de Adán y Eva tuvieran que «ganarse por sí mismos la vida«, relegando a la culpable de la expulsión -de acuerdo a este mito- a un lugar residual en el futuro sistema productivo. En realidad este mito no es exclusivo -nos recuerda Suzman- de las culturas abrahámicas. Todo mito de la creación, toda historia de un principio, lleva implícito un tiempo anterior donde ni quisqui trabajaba hasta que llegado un momento concreto, surge -como castigo o redención- la necesidad del trabajo. De eso a la muerte japonesa por trabajo (karoshi) distan solo unos pocos milenios en el curso de los cuales creamos la esclavitud sistemática que sostenía todos los imperios desde la Edad Antigua hasta la Edad Moderna. Por fortuna los grupos antikaroshi y las demandas de una mejor comprensión del trabajo prosperan a día de hoy aunque siguen siendo aún minoritarias.
Muchos autores han reflexionado ampliamente sobre el lugar que ocupa el trabajo en nuestras sociedades. Una estupenda retrospectiva histórica sobre el trabajo en España la coordinó Santiago Castillo bajo el título El trabajo a través de la historia (1996) donde decenas de autores dejaron por escrito la evolución del trabajo en el territorio español por medio de pequeños ensayos acerca de casos y realidades muy diversas. Miguel Ángel Muñoz Muñiz escribió en 1975 otro ensayo fascinante y riguroso sobre la Historia social del trabajo en Europa. La mítica editorial Anthropos editó 2 libros de Enrique de la Garza en los que analiza bien las tesis de Offe, Richard Sennett, Zygmunt Bauman y Ulrich Bech sobre la transformación del trabajo en nuestros días con aportaciones interesantes acerca de la fragmentación de las identidades causada por trayectorias laborales discontinuas. Este fenómeno creciente propiciado por una competitividad endémica se sustenta sobre la volatilidad de las ocupaciones, lo efímero de la idea de «colaboraciones» esporádicas, la alienación social asociada y la creciente flexibilidad posfordista del mercado laboral que se decanta del lado de la progresiva precarización del empleado y no del mutuo beneficio de todos los actores (empleador y empleado).
Ni qué decir tiene que las reflexiones en torno a qué es el trabajo y cómo organizarlo han sido claves en los diferentes hitos históricos que se han sucedido en la Edad Moderna desde La riqueza de las naciones del maestro Adam Smith hasta El capital del maestro Karl Marx pasando por el nacimiento de la psicología profunda, las teorías del psicoanálisis de Freud, Adler y Jung, sin olvidar por supuesto la larga estela inspiradora que dejaron los padres de la Teoría Crítica formada en Viena. En definitiva todo lo que somos y hacemos hoy tiene que ver con el valor y el lugar que le damos al trabajo.
Verdaderas cabezas pensantes de la modernidad como Herbert Marcuse, Jurgen Habermas, Hans Georg Gadamer, Jean Baudrillard; Erich Fromm o Pierre Bourdieu han escrito ríos de tinta acerca del trabajo. El maestro John Maynard Keynes predijo el futuro desempleo asociado a la tecnología y la futura tendencia de reducción de jornadas laborales debida a la automatización del trabajo y el crecimiento poblacional. A Anthony Giddens le obsesiona todo lo que tenga que ver con el trabajo y mucho antes que ellos Max Weber dejó dichas muchas reflexiones que todavía hoy son actuales. No se entiende el trabajo sin entender el impacto que tuvieron 2 fenómenos que considero conectados: la emergencia de la fe en la escuela económica austriaca en la década de 1980 y la durísima crítica infértil y poco constructiva contra la modernidad que realizaron GIovani Vattimo y Jena Francois Lyotard en la misma década. Lo primero rompió el mercado económico hasta la fecha; lo segundo dejó sin una idea de verdad, ninguna certeza y una dispersión continua a las generaciones de jóvenes que se han sucedido desde entonces.
Los pensadores del star system actual (del tipo de Slavoj Zizec o Byung Chul Han) no han parado de hacer referencia al carácter esclavista o falto de ética en muchos aspectos que conlleva la comprensión actual del empleo. Una vez que los antiguos ilustrados dieron a Dios por muerto, después de que Nietzsche proclamara la muerte del hombre, en las últimas décadas también se ha declarado la muerte del trabajo. El autor más conocido que se ha unido a este fenómeno es Jeremy Rifkin (El fin del trabajo: nuevas tecnologías contra el trabajo, el nacimiento de una nueva era, 2010) aunque sin duda es el menos importante y tan solo es el último de una larga serie de pensadores que enunciaron el nacimiento del postrabajo, un modelo de relaciones en el que necesitaremos rediseñar los horarios laborales, las costumbres sociales y la redistribución de la riqueza. Todo apunta a que la cosa no será más justa. Los cambios que se han sucedido tras la pandemia apuntan a ello.
Mark Fisher ha escrito sobre al privatización del estrés, Remedios Zafra ha denominado expectativa cruel al sistema de injusticia sobre el que se asienta la producción cultural y cualquiera de los trabajos inmateriales en nuestro tiempo. La autora ha señalado que en nuestra sociedad del entusiasmo la precariedad y la gratuidad son los vehículos que sostienen en vilo el conjunto de cuerpos e intereses que luchan por la supervivencia continua. En este contexto la neutralización ética que favorece la inacción y la pérdida de derechos y libertades se produce de forma tácita entre personas o empleados que temen perder su fuente de ingresos porque -tal y como recuerdan desde hace décadas muchos directivos de banca a sus empleados- «hace mucho frío ahí fuera«.
EL VALOR DEL TRABAJO EN NUESTRO TIEMPO
Durante los últimos 20 años el mundo de los negocios se ha envilecido de una manera que sorprende. He vivido este proceso de precarización continua acompañando momentos de transición en empresas en las que se sinceraban los propietarios del negocio y los empleados. He acompañado muchos procesos dolorosos pero también he ayudado a mejorar la realidad diaria de mucha gente que había perdido la ilusión en un contexto de común desesperanza.
Por norma, el valor del trabajo a menudo queda a la altura del zapato y diferentes estrategias y tácticas -conscientes o inconscientes- han ayudado a precarizar un mercado laboral que por lo general atenta contra la dignidad de las personas. Si en el pasado reciente las ofertas de trabajo llevaban asociada una retribución exigua para todo aquel que empezaba a abrirse paso, durante estos años he observado en el mundo empresarial (clientes y conocidos) cómo esta tendencia se ha extendido a todo tipo de profesionales cualquiera que sea su formación, condición o ámbito de actividad.
Esto se nota especialmente en las políticas de retribuciones salariales a la baja que fomentan las grandes corporaciones en la actualidad. Un empleado que entra a trabajar en una gran empresa hoy suele tener por defecto peores condiciones laborales (salario base, pluses o beneficios añadidos) de las que tenía un empleado hace 20 años. Está ya generalizada la costumbre de aumentar los incentivos y recortar el salario cotizable y suele ser muy frecuente que el IRPF deducido en cada nómina mensual de un empleado por cuenta ajena sea mínimo de manera que se haya de regularizar la diferencia entre ese mínimo porcentaje deducido y el adecuado, mediante un pago posterior en la declaración anual que todo ciudadano debe realizar a la Hacienda pública. Estas y otras prácticas más lamentables son el pan nuestro de cada día y cualquiera que haya prestado servicios de acompañamiento empresarial o consultoría las conoce.
Se tiende además al empleo autónomo y la contratación de personas que trabajan por cuenta propia, de acuerdo a una inercia que no me parecería falta de ética si no llevara aparejada la reducción sustancial de las tarifas que los clientes finales llevan años realizando a los proveedores. No ayuda mucho que los frecuentes modismos barnizados de anglicismos chick presenten la miseria laboral como una tendencia trendie. En este sentido es fácil identificar que juegan a favor de toda esta inercia fenómenos sociales como la burbuja del emprendimiento, la cultura knowmad, el minimalismo mal entendido, la instrumentalización de la filosofía estoica para que aguantes lo que tienes, o la constante murga con alcanzar la felicidad en las empresas aunque te estén explotando. Se añade a esto la realidad de los falsos autónomos y una gran cantidad de pillerías y artimañas con las que continuamente tratamos de meternos un gol en propia puerta.
Muchas personas bien intencionadas tratan de suplir las carencias de inversión en formación o reciclaje que las empresas tienen para sus empleados, y algunas otras buscan algo que les ayude a cambiar su vida. En España existe un fondo con amplia dotación económica en forma de subvenciones del que toda empresa puede disfrutar de acuerdo al número de empleados en nómina. Pese a ello la formación y la innovación siguen ocupando un lugar cada vez más residual en los presupuestos económicos de las empresas. La idea es sencilla: producir más con menos. De modo que cuando a menudo se alcanza el techo de crecimiento, lo más frecuente es recortar en gastos.
CASO PRÁCTICO: QUÉ HACER PARA DIGNIFICAR EL TRABAJO
No creo en los discursos elevados de personas que no predican con el ejemplo. De modo que he decidido compartir un ejemplo de cómo en mi día a día trato humildemente de dignificar el trabajo y evitar la precarización constante del empleo que propiciamos a diario. Tengo miles de anécdotas, aquí comparto tan solo el ejemplo más próximo. Me ocurrió hace unos días y -al igual que siempre hago con todo lo relativo a mi actividad- conservaré el anonimato de la persona y la organización implicadas en esta anécdota.
Hace unos días contactó conmigo una persona muy amable a través de una red social. Me había conocido en una formación pasada que le había entusiasmado y quería que diera una breve charla en el marco de una iniciativa de innovación de la que formaba parte. Le solicité con la misma amabilidad con la que se dirigía a mí que me escribiera un correo electrónico indicando el tiempo del que dispondría, el presupuesto asociado y el público objetivo. Al escribirme igual de amablemente por correo electrónico se identificó como empleado de una gran empresa española, como miembro de un grupo de «embajadores» internos de innovación y respondió dándome los datos que le solicitaba e indicándome que no habría remuneración alguna.
Esta fue mi respuesta literal:
«Hola XXXXXX,
Gracias por contactar conmigo. He leído la propuesta con atención.
En primer lugar, te agradezco que trates de promover la innovación dentro de tu empresa. En segundo lugar, he deducido una serie de cosas de tu correo:
1) Eres empleado de ZZZZ. Lo deduzco porque tu correo está escrito desde el dominio de la empresa matriz MMMM vinculada a ZZZZ
2) Organizas algo para empleados de ZZZZ. Lo deduzco porque te has presentado amablemente como embajador de innovación de esa empresa y me comentas que publicitarías mi participación dentro de la organización teniendo como único público objetivo a compañeros de ZZZZ
3) Mi colaboración no estaría retribuida. No hay presupuesto asociado
Si lo anterior es cierto, además de animarte a seguir vinculado al mundo de la innovación conservando tu entusiasmo, permíteme compartir contigo 2 reflexiones:
El lugar de la innovación en la empresa. Desde hace años algunas organizaciones (por lo general grandes corporaciones) han tendido a desvincularse o renegar de uno u otro modo de su responsabilidad como empresas respecto a la formación y reciclaje de sus empleados. En este sentido ha sido frecuente que se reduzcan las tarifas de contratación de profesionales, o se reutilice deslealmente el contenido profesional de proveedores, o se adelgace o desaparezca el catálogo formativo, o se responsabilice por completo al propio empleado -por su cuenta y riesgo- de su formación. En esta inercia constante las empresas están situando a la innovación como un valor del que presumen pero que en absoluto facilitan o promueven. Este tipo de comportamientos que sitúan a la innovación en el ámbito del voluntarismo individual no me parecen éticamente admisibles. La empresa debe responsabilizarse de invertir económicamente en sus propios empleados. De otro modo hablamos de procesos de precarización laboral.
El valor del profesional de la innovación. Durante mis primeros años emprendiendo a veces algunas organizaciones me llamaban para colaborar puntualmente sin obtener ninguna remuneración económica bajo el pretexto de que su propia marca me daría prestigio o yo podría publicitarme. En este punto, confieso que los primeros 2 años por pura necesidad aceptaba dichos encargos. Con el tiempo tomé una decisión que mantengo. Acepto colaborar en estos términos con iniciativas sociales desinteresadas sin ánimo de lucro pero creo que toda colaboración con un negocio con actividad económica debe estar retribuida. Conozco bien la empresa de la que estamos hablando. ZZZZ es una de las mayores empresas privadas de España, cotiza en Bolsa, tiende rendimientos económicos y alrededor de 10.000 empleados contratados según fuentes oficiales.
Por todo lo anterior te agradezco la oferta y la rechazo. Me has comentado que otros compañeros han aceptado. No juzgo su elección, tan solo actúo de acuerdo a lo que considero ético.
Gracias de nuevo.
Un saludo»
¿Habría logrado algún futuro cliente en esa colaboración? Lo más seguro es que sí. Siempre suele pasar que a alguien le llama la atención lo que hago o explico. Pero la pregunta no es esa. De veras que no. Es importante señalar que no trato de culpabilizar a nadie. Con mi ejemplo tan solo trato de fomentar una actitud responsable. Creo que esto que hago se llama comportamiento ético. Se distingue muy bien mediante una pregunta sencilla: ¿Lo que estoy haciendo facilitará que alguien que venga después de mí sea tratado justamente?
Entiendo que muchas personas no puedan permitirse formular este pregunta por diferentes necesidades adquiridas, por otras prioridades personales o por una visión diferente de las cosas. En mi caso trato de ser fiel a comportamientos como este en todo momento porque creo que este tipo de actos dignifica el trabajo y hace reflexionar a las personas con las que hablo sobre aquello que estamos destruyendo: EL VALOR DEL TRABAJO.
No solo se trata de renunciar a colaboraciones injustas con uno mismo, también se trata de intentar que posibles ofertas de colaboración poco éticas sean mínimamente decentes para todos los implicados. No pido más. Cuando veo este tipo de abusos trato de no reproducirlos con ninguno de mis colaboradores. Toda persona que trabaja conmigo es justamente remunerada en función de los ingresos y todo cliente que me contrata debe aceptar que contrata algo valioso y que cada uno merece lo que es -como decía aquel lema prusiano- pero todos sin excepción merecemos lo digno.
Espero que este artículo te haya parecido interesante.
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por David Criado | Mar 8, 2022 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO

«No se vive en las casas, aquí solo se viene a dormir.
Abajo a dos mil metros de profundidad es donde vivimos.»
Un minero belga a Van Gogh en la película El loco del pelo rojo (Minnelli, 1956)
Repite conmigo: Parece que el mundo se está yendo a la mierda porque en realidad lo está haciendo. Hoy trataré de explicar de qué manera nos estamos complicando el futuro. Yo se bien qué debo hacer para remediarlo en lo que respecta a mi responsabilidad, tan solo espero que tras leer este artículo, tengas también clara cuál es la tuya.
Antes de nada, permítame, lector o lectora, una disculpa. Siento mucho la crudeza de este artículo. Pido perdón por escribir lo que nadie quiere oír pero necesita ser dicho. Ojalá la intolerancia de las personas a las malas noticias que les lleva a creer que todo es cuestión de actitud, no les anime a entender que por dejar de verlas o escucharlas, desaparecen. Ojalá que este artículo contribuya a que alguien comprenda que la ecuación espiral de pensamiento positivo + fe en la autorregulación libre del mercado + ruido constante, nos está llevando a la mierda. Algunos pocos lo llevamos advirtiendo mucho tiempo, pero que no sea porque no insistimos.
Rusia ha invadido Ucrania, los polos se derriten, las especies se extinguen, el petróleo se agota, el trabajo se precariza de forma sistémica, las parejas no tienen hijos,… pero todo el mundo parece entonar el DON´T LOOK UP (¡se positivo, la cosa no está tan mal!): Un zulo donde malvivir es una tiny house; la pobreza se llama hoy minimalismo; la inestabilidad sistémica no es irresponsabilidad social de todos sino un entorno VUCA; la fruta orgánica es real food por oposición a lo que todo el mundo come (¿fake food?); un trabajo de mierda es un minijob; y un parado madurito que trata de sobrevivir autoempleándose es un emprendedor silver surfer.
En fin, vaja jaleo mental, ¿no?. Mejor comenzaré por el principio:
👴👵 Hace ahora unos meses me reuní con mis padres. Fui a su casa y les pregunté sobre algo que llevaba tiempo rondándome la cabeza. Me preocupaba que tuvieran los recursos necesarios para afrontar la dureza de todo lo que se nos viene encima. Llevo mucho tiempo convencido de que se avecinan los tiempos más duros que una persona viva haya vivido. Mantuve esa conversación con ellos tras 2 años de pandemia mundial, el estallido de algunos volcanes, antes del actual pánico nuclear y tras haber pasado una ciclogénesis polar en el centro de la península ibérica. Así nos las gastamos los humanos hoy en día.
Al principio, cuando empecé a compartirles mi preocupación no sabían de lo que les estaba hablando pero pronto comencé a exponerles el contexto real al que nos dirigimos. Hablo de una fotografía que no se me va de la cabeza, llevo viendo venir -como tantos otros- mucho tiempo y que es el resultado de mi experiencia de acompañamiento diario, de mis conversaciones con gente con poder de decisión real y de mis lecturas e investigaciones.
Solo seremos capaces de salir adelante si dejamos de rasgarnos las vestiduras por «nuestra mala suerte» de las últimas décadas y comenzamos a entender que el modelo de relaciones actual es literalmente homicida para nuestra especie y su entorno. Para ver si de una vez por todas comenzamos a entenderlo, a veces conviene exponer de seguido todo lo que lleva más de 2 décadas acelerándose y que venimos incubando desde que empezó el siglo XXI en 1989. Me refiero a ese catastrófico y monstruoso paradima religioso-económico del Mercado neoliberal en sus diferentes manifestaciones y formas: deslocalización de mercados; desrregulación financiera; multiplicación del consumo, los desechos y las emisiones; alargamiento infinito o acortamiento forzado de los ciclos económicos de Kondratieff; individualismo superficial extremo desde el cuestionamiento posmoderno de las cosas más esenciales; ruptura de los tejidos y ritos de paso sociales; y por último -y no menos grave- desmontaje de las instituciones y la lex pública como garantes de derechos y obligaciones.
La foto de lo que estamos incubando y que nos va a estallar de forma súbita en alguna de estas variantes, viene a ser algo parecido a esto (lo pinto todo junto a ver si de una vez por todas entendemos que todo está relacionado):
🌎 PLANETA: Un contexto ecológico completamente adverso. Todo ello se puede ver con mucha claridad en estos hechos que ocurrirán en los próximos 10 y 20 años: el aumento de las temperaturas globales (doy por hecha la incapacidad de contener esos 1,5 grados de temperatura), grandes migraciones continuas y movimientos de fronteras, conflictos por el acceso al agua, proliferación de nuevas enfermedades y pérdida de riqueza nutricional en los alimentos.
👨👩👦👦 POBLACIÓN: Un crecimiento demográfico desproporcionado entre America/Occidente y el sudeste asiático y el centro de África que dará lugar a más de 11.000 millones de personas con una concentración poblacional en puntos concretos del planeta inasumible. Más de la mitad del crecimiento de la población mundial será africana.
🔥 ENERGÍA: Un modelo energético en caída libre con una creciente carestía de materias primas y fuentes de energía, insuficiente para mantener el actual ritmo y nivel de vida sin alternativas factibles ni realistas que lo superen. Las energías renovables tal y como las estamos planteando no son una alternativa para la mayoría de transacciones, usos energéticos masivos y movimientos actuales, lo que dará lugar a una reducción de la movilidad y una transición desde lo global a lo local no exenta de grandes conflictos territoriales entre grupos de interés.
💵 ECONOMÍA: Un contexto socioeconómico polarizado caracterizado por la concentración de la riqueza y la extensión de las condiciones de vida precarias sobre un adoctrinamiento educativo en la mentalidad acrítica. Los economistas de referencia a los que sigo (desde cada una de sus escuelas económicas) están de acuerdo en señalar que se avecina algo gordo en forma o bien de estanflación, o bien de larga recesión o directamente de una depresión económica sin precedentes desde la década de 1970 o desde la segunda posguerra mundial. Solo para entender las dimensiones de lo que se avecina, los principales fondos de inversión y macroeconomistas de referencia hablan de quiebres de países enteros o «tercera guerra mundial pero económica«. Los movimientos de capitales indican que la gente de arriba lleva entre 3 y 4 años preparándose para el descalabro. Insisto: no es algo ideológico, hay sobrado acuerdo en que está comenzando lo peor que hayamos vivido (subidas inasumibles de precios, caídas de mercados enteros, reposicionamiento del orden económico global,…) Vamos a un mundo en el que cuanto menos poseas, más alto será el precio que habrás de pagar. Doy por hecho que habrá una o varias largas recesiones de un modelo económico que agoniza pero para el que no existen aún alternativas. Con el pinchazo de la enorme burbuja china que estamos generando y la más que previsible caída en desgracia de una EEUU cada vez más rota por dentro, se hará inevitable la emergencia de un nuevo tablero internacional caracterizado por un darwinismo social sin precedentes.
📍 SOCIEDAD: Como aderezo no hay quien niegue a día de hoy que el Estado de Bienestar (fundado sobre una ficción de vida insostenible pero sobre ideas de convivencia admirables) se está desmontando aceleradamente. Los identitarismos y el regreso de la fe en el determinismo ambiental van en aumento y están generando nuevas divisiones sociales que siempre anteceden a los momentos prebélicos. En todo este contexto -espero que esto nadie hoy lo esté poniendo en duda porque se lleva décadas produciendo- peligrarán los sistemas de pensiones y las coberturas a los más ancianos, los sistemas de salud, el acceso universal a un sistema educativo y el acceso a bienes de primera necesidad (alimentos, vivienda,…) porque todo ello estará en manos de un Mercado incontenible que si bien guiado en el siglo XX favoreció el bienestar de muchos, instrumentalizado de forma totalitaria en defensa de una supuesta libertad, hará que nos matemos los unos a los otros en la búsqueda de una indigna supervivencia mientras los que han sabido explotar convenientemente en silencio, habrán acumulado el suficiente capital para comenzar a colonizar y mandar a la mienda nuevos planetas.
Todo esto vino a decir un hijo a sus padres. ¡Ten hijos para esto!. A medida que avanzaba describiendo la realidad, noté 2 reacciones en sus caras:
Por un lado noté en sus caras que no entendían la mayoría de cosas que les estaba compartiendo. En general nada de esto es algo de lo que se hable en las noticias, nadie suele sentarse con los suyos a hablar con tanta crudeza más allá del desengaño y el pesimismo generales o la mera queja o lamento anecdóticos. La gente no se para a tener una idea tan clara de lo que lleva años ocurriendo, sino que más bien nos limitamos a coleccionar desastres esporádicos sin pararnos a pensar si todo ello forma parte de una inercia y una dirección concretas. Mis padres no son una excepción a esta norma genérica, sus rostros me miraban extrañados por tratar de explicarles todo aquello.
Por otro lado para aquellas cosas que les exponía y cuya gravedad entendían y compartían en buena medida, noté que se sentían algo contrariados por la certeza y la tranquilidad con la que les hablaba. Me refiero a que cuando alguien imagina a una persona anunciando la suerte de colapso sistémico al que nos dirigimos, suele imaginarse a esa persona haciendo aspavientos, sobrepasada, triste, indignada, colérica o qué se yo, incluso agobiada o decaída. Pero cuando les comenté lo que hoy voy a compartiros, yo no estaba de ninguna de todas esas formas. No lo estaba porque en realidad ya pasé por todo eso. Hace años que doy por hecho que mucho de lo que hoy es normal (modelo de relaciones afectivas, laborales, económicas y sociales, así como mínimas cuotas de solidaridad y cobertura social) dejará de ser una realidad en menos de una década y media si continuamos a este ritmo de destrucción de «lo humano hasta ahora conocido«.
Unas semanas después de todo esto, Europa amanecía con el riesgo de una amenaza nuclear a expensas de la invasión de Ucrania por Vladimir Putin, un amigo temía por la integridad inmediata de su familia política en la futura Letonia, los barriles de crudo de Oriente Medio se encarecían y el precio de los cereales y el gas se disparaba tras un encarecimiento prebélico de la electricidad que no tenía precedentes en el continente.
Mientras algunos se afanan buscando futuro en baratijas tecnológicas (malditos dataístas y multiversistas del carajo), y mientras en la vida real las personas siguen yendo a sus trabajos, están pasando muchas cosas a un ritmo muy acelerado que reconfigurarán lo que somos. Y el caso, como digo, es que yo -sin ser muy inteligente ni avispado- llevo viendo que todas estas cosas están pasando desde hace bastante tiempo…
Cuando hace ahora 3 años comencé mi proyecto de investigación para tratar de explicar de forma ilustrativa de dónde venimos como especie y qué debemos hacer durante las siguientes décadas para evitar un escenario dantesco de darwinismo social a gran escala, una fecha rondaba mi cabeza: lo que sea que escribiera o publicara debía terminarlo antes de 2030. La fecha no era casual. Más allá de ese año no habrá tiempo posible de reacción ni remedio para los retos más importantes que aquí se plantean y que de momento estamos gestionando como el culo.
El problema es que añadido a todo esto el estado evolutivo de nuestra especie es más bien primitivo o insuficiente para resolver los problemas globales que hemos creado. Me ceñiré a lo más básico: no tenemos un entorno global de entendimiento prescriptivo y de obligado cumplimiento más allá del capricho o el interés político del más fuerte; seguimos repitiendo la historia de las sucesivas violencias (sistémicas contra sectores excluidos o intergrupales entre sociedades o clanes); y por último no hemos aprendido aún a utilizar nuestra inteligencia coordinada (ciencia, técnica, progreso) en comunión con los ciclos de la vida sino en claro atentado continuo contra ellos.
Todo lo listos que creemos ser, lo somos contra nosotros mismos y de forma cada vez mejor coordinada y más interdependiente.
Se que entre tanto apocalipsis continuado (pandemia, volcanes, guerras, corrupción, sequías, impresiones de moneda en cantidades inéditas, concentración de la riqueza sin precedentes, transformación de la idea y las condiciones de trabajo, nepotismo, fake news, vuelcos políticos continuos…) no nos está dando tiempo a procesar la dimensión de los acontecimientos ni a ser conscientes de lo que está ocurriendo a escala global, sin embargo los próximos 20 años son claves para la manera en la que la vida humana continuará en el planeta hasta su futura extinción. Así de claro.
Todo cuanto estoy hallando en mi investigación -tanto las anteriores experiencias del pasado como las actuales decisiones y las proyecciones de futuro- todo -insisto- apunta en una sola dirección: el camino hacia el colapso energético, la caída a plomo y de forma progresiva de la interdependencia económica global, la mayor recesión económica de la historia del capitalismo, el fin de las clases medias en Occidente y el comienzo de una nueva forma de esclavismo extendido.
🌡️ LO MÁS URGENTE AHORA: Además de aprender a dejar de matarnos los unos a los otros, convendría recordar que sin un contexto apropiado, nada será posible. Lo que puede parecer más extraño es que nada de todo lo mencionado hasta ahora en este artículo me preocupa tanto como la increíble aceleración de la debacle ecológica que no estamos entendiendo.
He aquí los últimos datos de 28 de febrero de 2022… Esta es la conclusión del 6° informe del IPCC elaborado por 270 científicos de 67 países revisando 34.000 estudios a partir de datos contrastados: «4 de cada 10 personas (3.300 millones) son ya vulnerables al cambio climático», «Sobre el estudio de riesgo de extinción de 100.000 especies, sin medidas drásticas y urgentes contra las emisiones de CO2 (aumentando los 1,5 grados previstos) el ritmo de extinción aumentará al 10% de las especies», «El sistema meteorológico mundial se ha alterado por completo», «Entre 1/3 y 1/2 de la población española sufrirá escasez de agua», «Por cada grado de temperatura en aumento se reducirá un 4% la lluvia, por lo que la previsión de seguir así llega a una reducción del 20% de lluvias en el Mediterráneo»
En resumen queridos amigos de la nave del misterio ;), mientras la práctica totalidad de la humanidad sigue alimentando burbujas aspiracionales y creyendo en nuevas panaceas (transhumanismo, bitcoin, grafeno, automatización del trabajo, inteligencia artificial,…) con las que redimir o herir aún más a nuestra castigada especie, todo a nuestro alrededor se viene abajo (incluso las materias primas necesarias para que esas nuevas pajas mentales sean posibles).
Si algo necesitamos hoy es aprender a cuestionarnos (ética) y no seguir aprendiendo nuevas formas de huir hacia adelante (inercia).
Hace poco reflexionaba sobre ello el político Íñigo Errejón al recordarnos esta gran verdad que se repite en la historia: «En toda sociedad los pobres dejan a sus hijos instituciones y derechos (y si no las cuidan, los pierden) y los ricos les dejan a sus hijos apellidos, contactos, cuentas bancarias, casas, empresas,… Demoler las instituciones nos sitúa en una guerra de todos contra todos en la que los fuertes siempre vencen porque no tienen sujeciones. Eso instala un estado general de miedo que es exactamente lo opuesto a la libertad. Esta sensación de que tu vida vale muy poco porque puede depender de fuerzas que no están sujetas a ninguna razón definida por los humanos colectivamente (caprichos de alguien, algoritmos,…) es el estado general de incertidumbre y miedo que es lo completamente contrario a la libertad. En eso consiste exactamente no ser libre.»
De modo que espero que comprendáis por qué ahora es el momento exacto para hacer 2 cosas:
- PREMEDITATIO MALORUM: Hablar con vuestros padres sobre el futuro y preparaos para lo peor
- EX FUMO IN LUCEM: Levantarse cada mañana para remar en contra de toda esta marea de mierda
NOTA AÑADIDA EL 22/03/22
Recientemente 2 usuarios de twitter (@Dani91643797 y @Phrynos) compartieron 2 reflexiones interesantes sobre nuestro tiempo que me parecen el mejor resumen de toda una época. Las comparto por aquí muy resumidas:
- Esperando un gran colapso contribuimos a él por inacción: No habrá un gran colapso súbito sino una larga y dolorosa caída.
- El colapso real llega por goteo debido a la sucesión de acontecimientos cada vez más graves. Si nos paramos a recapacitar sobre los últimos años (sobre todo desde 2008) nos daremos cuenta de que el sistema socioeconómico está en caída libre desde hace tiempo
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por David Criado | Ene 5, 2022 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO

«El que no tenga sueños, que se prepare para tener dueños«
maestro Luis Eduardo Aute
Escribo este artículo para ayudarnos a pensar de otro modo y aprender a ver la realidad del estado actual del mundo empresarial en todo su contexto. Este artículo crítico es un caso de estudio que viene a demostrar las tesis que defendí en un artículo anterior titulado Porqué el pensamiento empresarial es suicida. Espero, lector o lectora, que lo disfrutes. Comenzamos.
Hace unos días se produjo cierto revuelo por el cambio que el 1 de abril de 2022 se producirá en la presidencia de INDITEX. Pablo Isla dejará su cargo tras 17 años al mando y éste pasará a ser ocupado por Marta Ortega, hija del fundador del grupo. Pablo Isla, calificado como el mejor CEO de la década por la revista Forbes en 2020 y como el mejor presidente del mundo por la Harvard Business Review en 2017, ha aumentado el beneficio económico de la empresa con ratios de crecimiento económico increíbles para los analistas (un 167% en 10 años) y que representan máximos históricos para la compañía con un incremento de un 237% en el último trimestre de 2021 a razón de 2.500 millones de euros de beneficio neto y unas ventas en 2021 de 19.325 millones de euros, un 37% más respecto al mismo periodo de 2020. Todo ello implica que Pablo Isla a su partida deja a INDITEX con el doble de tiendas en el mundo y 10 veces más valor en Bolsa que cuando llegó a la presidencia, esto es, de 9.000 millones de euros de valoración bursátil a 87.990 millones de euros de valoración a día de hoy.
Con la noticia del relevo en la presidencia, las redes asociales se han poblado de todo tipo de opiniones, la mayoría de ellas positivas de nuevo por enésima vez elogiando la visión empresarial de un grupo que se ha posicionado en el mundo textil de forma clara con 6.600 tiendas en 5 continentes y 88 mercados a través de marcas como Zara, Zara Home, Massimo Dutti, Pull & Bear, Bershka, Oysho, Uterqüe, Lefties y Stradivarius. Entre las opiniones vertidas la mayor parte de ellas se puede resumir en esta publicación de una persona en linkedin que me ha animado a escribir este artículo y que pego aquí tal y como aparece todavía a día de hoy:

Desde luego esta publicación -marcada como LIKE por 19.126 personas cuando escribo este artículo- da para mucha reflexión en términos sociológicos, antropológicos, psicológicos, estéticos y éticos. Dado que este tipo de opiniones se suman a otras que celebran las puntuales donaciones caritativas de Amancio Ortega a la sociedad sin cuestionarse nada más, me interesa sobre todo analizar contigo, lector o lectora, tanto el tono empleado en este tipo de opiniones como los aprendizajes y elementos de reflexión que podemos extraer de este tipo de lecturas de la realidad. Más en concreto como apunta el título de este artículo me interesa valorar qué entendemos cómo éxito en nuestras sociedades y la manera en la que estamos acelerando una inercia socieconómica suicida.
Aclaro en primer término que soy absoluto defensor de la libertad de cada persona para hacer con su propiedad y patrimonio lo que desee siempre y cuando no atente contra el bienestar humano colectivo ni contra la continuidad de la vida en el planeta. En fin, llamadme exigente o loco pero lo que se plantea aquí no es la abolición de la libertad, sino el duro cuestionamiento necesario de los comportamientos lascivamente onerosos de empresas, organismos, instituciones y personas que destruyen tejidos sociales y ecosistemas globales. Y lo que se plantea en consecuencia es que dichas personas o iniciativas no pueden ser los referentes morales que necesitan nuestras sociedades para reinventarse.
«Y AL QUE NO LE GUSTE QUE CONSTRUYA SU PROPIO IMPERIO»
Lo que evidencian tanto el comentario reseñado como las esperpénticas cifras reales que he compartido, es en realidad un dilema de filosofía política que acompaña a la sociedad liberal desde sus inicios en el siglo XVII. Dado que tengo reciente este dilema porque es parte del proyecto de investigación en el que me he embarcado, trataré de explicarlo de manera sencilla:
Si uno lee al maestro John Locke (1632-1704) -sobre todo en Los 2 tratados sobre gobierno civil pero también el Discurso sobre el orígen y la desigualdad en los hombres– notará que -vistas desde la cómoda perspectiva de las consecuencias generadas- existen auténticas barbaridades en las premisas de base que fueron formuladas en la invención de la sociedad moderna. Estos deslices discursivos se explican porque fueron formulados en la época de una etapa mercantil incipiente en la que los autores de nuestro mundo actual pretendían realizar intencionalmente una transición hacia entornos de convivencia más esperanzadores que los que llevaba siglos asumiendo el Antiguo Régimen. En la teoría las tesis de Locke son emocionantes y habilitadoras, en la práctica no existen.
Lo que planteaba Locke -y cuya perversión legal nos ha llevado a la existencia de INDITEX- tiene que ver con la consideración de todos los seres humanos como universalmente iguales en un estado de naturaleza apriorítico -es decir, si no existieran instituciones o estructurales sociales-, lo que nos situaba a todos como sujetos de derecho y poseedores de libertades. Esto era altamente revolucionario en un mundo marcado por los privilegios y las diferencias entre desposeídos y acumuladores. Entre estas libertades a las que nos daba derecho Locke se encuentra el derecho a la propiedad privada como derecho natural de las personas. Es decir que por el mero hecho de nacer seres humanos tenemos derecho a apropiarnos de lo que hallamos «trabajado» en función de una teoría de la propiedad-trabajo basada en el esfuerzo.
Veamos hasta qué punto esto es cierto:
LOCKE ESTABLECÍA LIMITES A LA PROPIEDAD PRIVADA
Tenemos que entender que cuando el maestro Locke formuló su teoría pensaba en personas que labran un campo y tienen por tanto derecho a ser propietarios de él sin necesidad de vasallaje o servidumbre. En otras palabras, Locke defendía la apertura del mercado para que los beneficios económicos y materiales se distribuyeran en una sociedad -la de entonces- caracterizada por señores feudales que acumulaban privilegios de origen. En realidad el planteamiento de la pre-ilustración no era tan puritano pero eso ya forma parte de otra historia que sería más larga de explicar. Lo que es cierto es que Locke vino a decir que contra esta realidad, es el trabajo el que debe generar «propiedad» y que esta libertad debía ser inalienable para todos. Por supuesto esto no se ha cumplido porque pasados los siglos nos encontramos con continuos ciclos de acumulación y desigualdades que se repiten. Pero lo que se nos olvida de su discurso -o se les olvida a los que lo utilizan para justificar su iniquidad- es que Locke puso limites a este derecho:
Locke vino a defender que lo que debe generar propiedad es el trabajo y que una persona no puede (debe) poseer más de lo que pueda consumir sin que se pudra o deteriore por no ser usado, porque eso va en contra de la ley natural enunciada. Aunque sea discutible la idea de poseer el mundo, Locke defendía fervientemente que la propiedad sobre el planeta no se nos ha dado para que lo echemos a perder y que debemos tomar lo que sea necesario sin perjudicar a los demás. El problema vino con los desarrollos posteriores de la teoría lockiana al equiparar la libertad de propiedad con el dinero. Al hacerlo y establecer que el dinero formaba parte del estado natural de libertad, algunas personas podían ya enriquecerse de tal manera que ese trabajo no generaba propiedad ni favorecía la libertad real en otras.
La trampa suicida está en considerar que cada persona «puede generar su propio imperio» (el gran mito de la burbuja del emprendimiento, entre otras) sin dañar la libertad de otras o atentar contra los sistemas sociales y los ecosistemas ambientales sobre los que se proyecta u opera. Es decir, que la idea de sostener un imperio -sea económico o estatal- es directamente contraria al pensamiento ilustrado y al origen de la sociedad moderna liberal. El error de base que nos está matando como humanidad es considerar que el esfuerzo de una persona y su adaptación al mero cumplimiento de un sistema legal falaz, es suficientemente ético a priori sin necesidad de ningún cuestionamiento moral. Hay de hecho algo falaz, esencialista y totalitario en no poder criticar el terrible daño que hace una compañía por el mero hecho de que genere empleos o por la mera razón de que no pare de crecer. ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar como sociedad o a hacer pagar a otros y qué precio estamos dispuestos a hacer pagar al planeta para sostener este tipo de éxitos acríticos e inconscientes?
POR QUÉ NO EXISTE LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES
El amplio trabajo que durante décadas ha realizado el materialismo histórico en la recopilación y contraste de datos históricos nos enseña que el estado natural no existe en sociedades que parten de un desarrollo anterior que condiciona los contextos socioculturales, económicos y ambientales en los que una persona nace o se mueve para «trabajar» y disfrutar de intercambios o acceder a la propiedad privada. Pero también nos enseña que la acumulación de riqueza una vez superadas las necesidades fundamentales de toda persona (acceso a vivienda, empleo, alimentación, ropa, salud, ahorro estable), atenta contra la libertad de otras personas para satisfacer estas mismas necesidades en su propia vida. Ergo, la propiedad privada no era igualmente accesible para todos y no existía la igualdad real de oportunidades entonces, y sigue sin existir ahora.
El nombramiento de la hija de Amancio Ortega como presidenta de la compañía, añadido al accionarado de otra de sus hijas y de su propia ex-mujer, sigue siendo representativo del profundo desequilibrio de libertades que rompe el ascensor social y económico en las sociedades, y en particular en España, desde siempre. En este país, según el informe del Peterson Institute for International Economics (PIEE) el 53,8% del origen de la riqueza de los multimillonarios es heredado, tan solo el 15,4% pertenece a fundadores de compañías, el 7,7% está en manos de ejecutivos, el 3,9% procede de conexiones políticas y el 19,2% lo engrosa el sector financiero. Amancio Ortega acumula junto a otras 7 personas, el equivalente a la mitad de la riqueza del mundo. 2/3 de los billonarios del mundo lo son debido a herencias, construcción de monopolios o amiguismos. En 2021, el segundo año de la pandemia, la riqueza de los multimillonarios ha crecido enormemente. Los estudios de Pikketty y Zucman hablan de un empeoramiento de estos datos. En 2040 las 500 personas más ricas de un mundo que tendrá 10.000 millones de personas heredarán 2,4 trillones dólares, algo que indica que este tipo de prácticas ahonda en el desequilibrio social. «El resultado es que esa mitad de la población tiene un patrimonio medio de 2,900 euros por adulto, lo que en conjunto representa solo un 2% del total mundial, mientras el 10% superior concentra el 76%. Cuando se examinan son los ingresos, el 10% de los más ricos en el 2021 se quedan con el 52% del total (de media 87,200 euros por adulto), mientras el 50% más pobre se tiene que contentar con el 8.5% (2,800 euros para todo el año).»
Uno podría argumentar, como hace nuestro atrevido individuo en linkedin, que Amancio Ortega se labró este «imperio» él solo. Esto redundaría en el mito del tendero que creció hasta ser una de las personas más ricas del mundo con su propio esfuerzo. Pero esa afirmación es radical y fundamentalmente falsa. Ninguna riqueza de ese tamaño puede amasarse sin el sacrificio, el trabajo o el inmenso dolor de miles de personas trabajando para que esa persona -o familia- se enriquezca más aún. De hecho la cuestión no es que ahore acumule riqueza o que su empresa sea económicamente exitosa, sino qué tiene que hacer una persona o una empresa para llegar a eso. Y la respuesta hoy es evidente para una persona como yo que ve a diario las tripas de decenas de organizaciones y mercados: no tener principios ni escrúpulos.
POR QUÉ LA DINÁMICA EMPRESARIAL DE INDITEX NOS LLEVA AL ABISMO
La tesis de Locke implicaba -y lo dijo exactamente así- que literalmente el planeta Tierra, sus recursos y sus frutos pertenecen a una sola de las millones de especies de vida que existen. La actividad empresarial de INDITEX es el ejemplo más claro del abuso de este principio. Era comprensible defender esto en un mundo -como era aún el del siglo XVII- antropocentrista y teológico en el que no existían conocimientos científicos ni históricos suficientes para cuestionar la centralidad humana o el impacto de la ambición individual en la evolución de las sociedades humanas. Sin embargo hoy, con todas las evidencias y descubrimientos arqueológicos, antropológicos, sociológicos, ecobiológicos e históricos de los que disponemos, esta tesis es directamente insostenible, y se ha demostrado como suicida. El problema a atacar tiene que ver con el tipo de relaciones humanas y relaciones con el medio que fomenta la actividad de una empresa favoreciendo un tipo u otro de consumo. Y en el caso de INDITEX lo que favorece es evidente.
Por ser más claro, el desastre ambiental que viene es de base antropogénica, es decir lo hemos creado nosotros, los humanos, a partir de la apropiación y la explotación del mundo de acuerdo a la ficción de la propiedad-trabajo de Locke (entre otras ideas de la historia del pensamiento político-económico). En la página web de INDITEX existe un apartado en el que se afirma que la empresa está comprometida con el medio ambiente. Contra esta visión, la Organización de Naciones Unidas ha calificado el fast-fashion promovido por Inditex como una emergencia medioambiental sin precedentes. Por aportar datos, la manera en la que INDITEX y otras compañías textiles similares fabrican ropa genera un 20% de las aguas residuales del planeta que atentan contra la biodiversidad y ponen en peligro la ingesta humana de alimentos del mar. La industria de la moda rápida consume 1,5 billones de litros de agua al año que deja inservibles en un mundo en el que las guerras por el agua comienzan (y acabo de volver de un país en el que esto es evidente). Además el sector de moda rápida que lidera INDITEX representa el 10% de las emisiones de dióxido de carbono globales. INDITEX fue de hecho pionera en la generación de las denominadas microtemporadas de moda que han facilitado que «haya hoy 52 temporadas anuales de consumo de moda y que los consumidores compren hoy más prendas de vestir que en el 2000, pero cada producto se conserve la mitad de tiempo que entonces y, de media, el 40% nunca se utilizan«. El cultivo de algodón para abastecer este ritmo de reposición causa el 88% de la huella hídrica humana global.
Según el estudio científico The enviromental price of fast fashion publicado en Nature en 2020, gracias sobre todo a empresas como INDITEX entre 1975 y 2018, la producción mundial de textiles per cápita aumentó de 5,9 kg a 13 kg por año. La cosa no irá a menos gracias a la continuidad de este modelo de negocio: se estima que el consumo global de ropa aumentará de unos 62 millones de toneladas de productos textiles por año, a 102 millones de toneladas para 2030. El 70% de las emisiones de dióxido de carbono de estas empresas procede de la utilización de fibras sintéticas, la escasa o nula capacidad de reciclaje de las prendas y un completo desinterés por el impacto de sus acciones. El impacto de la industria que lidera INDITEX ha sido ampliamente detallado en un genial artículo de Ester Xicota y abarca todos los procesos de producción de fibras, manufactura, distribución y desechado de las prendas desde su origen hasta su posterior huella en la salud de todas las especies, incluida la nuestra. Es un hecho que INDITEX contribuye de forma muy activa al cambio climático provocado según el Lancet Planetary Health en un 92% por las dinámicas y hábitos de consumo de Norteamérica, Europa, Japón, Australia y Nueva Zelanda, territorios en los que la empresa arrasa en ventas favoreciendo un consumo inconsciente y desleal con la naturaleza y el modelo de propiedad-trabajo de los países manufactureros.
En el aterrador documental True Cost se muestra con toda claridad audiovisual el coste real de comprar, desechar y tirar en un ciclo promovido por esta industria en el que lo barato en las sociedades del primer mundo sale muy caro a personas en pobreza real bochornosa. El colapso del edificio de Fashions Tazreen (proveedora de marcas como C & A, Carrefour, Walmart o Kik) de 8 pisos en 2013 el que murieron 1134 personas y fueron heridas 2437 en Daca (Bangladesh) ya se ha olvidado, pero en él trabajaban personas que se dedican a la misma industria de la que participa INDITEX. ¿La empresa ha multiplicado sus beneficios económicos? Sí, a costa de hacer del mundo un lugar apocalíptico para vivir a nivel laboral, ambiental y social. ¿Amancio Ortega es un multimillonario innegable? Sí, pero desde hace décadas cada vez que alguien compra una prenda de esta compañía, la vida del planeta se va literalmente a la mierda. ¡Claro que siempre hay tiempo como empresa para unirse a la estrategia de greenwashing tras haber debastado sociedades y ecosistemas!
El absoluto cinismo llega cuando una compañía que genera condiciones de trabajo indignas mediante una estrategia de precarización laboral propia de un colonialismo económico que no genera riqueza sino que expropia y desposee a las poblaciones sobre las que se proyecta, cuando ese tipo de compañía -digo- construye una nueva sede central sostenible y ecoeficiente de 170.000 metros cuadrados presumiendo de cumplir los estándares bioclimáticos del US Green Building Council (USGBC) por 238 millones de euros. ¿Por qué es cínico e insultante? Porque Inditex, con sede oficial en España -esa misma sede que no va a cambiar con el nuevo edificio- pagó en 2019 más del 70% de impuestos en Holanda, Irlanda y Suiza, lo que implica que eludió 585 millones de euros de impuestos a través de su entramado empresarial. No es el ejercicio en el que INDITEX ha logrado eximirse de mayores impuestos, ya que en el ejercicio fiscal de 2012 llegó a evitar el pago de 900 millones de euros.
INDITEX ha sido periódica y recurrentemente denunciada y condenada por plagios de diseño, llegando a verse obligada a retirar prendas, explotación laboral y trabajo con productos químicos dañinos en diversas regiones, entre las que se incluye empleo infantil (72 horas a la semana por 0,88 euros al día) en la India (junto a Cortefiel y el Corte Inglés), la obligación judicial de pagar compensaciones de 1,36 millones de euros en Brasil con 52 actos de infracción por fomentar el trabajo esclavo, la denuncia de jornadas de 13 horas de trabajo en Argentina en condiciones infrahumanas (junto con Puma, Topper y otras marcas), pero también huelgas y rebeliones de trabajadores en Nueva York denunciando sus condiciones laborales. Por concluir, ¿Todo esto se arregla subiendo un año el 14% de los salarios de los empleados de Galicia? Acaso ¿podemos decir que esto se arregla haciendo que el 10% de tus prendas sean supuestamente ecológicaso afirmando que en 2025 todas tus prendas serán sostenibles? La respuesta es NO, EN ABSOLUTO. Los que nos dedicamos a acompañar cambios empresariales sabemos que este tipo de iniciativas suman pero no son cambios significativos si no van ligados a una transformación integral de la comprensión ecosocial de la empresa y su papel en el mundo.
POR QUÉ EN CONSECUENCIA INDITEX NO ES UN CASO DE ÉXITO
Se que es frecuente mostrar a Marc Zuckerberg, Bill Gates, Steve Jobs, Jeb Bezzos, Elon Musk, Richard Branson o al propio Amancio Ortega y sus iniciativas como casos de écito, pero lamento que a mí no me impresionen ni me inspiren en absoluto. Esta especie de mitología empresarial que hemos creado nos está matando a través de prácticas monopolísticas y totalitarias que rallan lo maniaco. Ellos no son las referencias éticas que quiero en mi vida, ni el tipo de sociedad que promueven es el tipo de sociedad que quiero que hereden nuestros hijos. Las consecuencias de sus acciones han sido abrumadoramente nefastas en términos de aumento de la desigualdad, generación de élites egoístas y ruptura del tejido social. No considero que estas marcas -incluida INDITEX- sean un caso de éxito y por ello trato en la medida de mis posibilidades de no favorecer su crecimiento evitando ser su cliente. Si alguna de ellas me llamara para ayudarles como proveedor o generador de cambios -tal y como hecho con otras marcas igualmente detestables- yo lo haría encantado por un motivo sencillo: Trabajo para ayudar a cambiar a las personas y las empresas y sin duda estas son las que más lo necesitan. No ayudarles a pensar de otro modo no resuelve el problema, esa ha sido siempre mi opinión.
Tal vez Zara fue un caso de éxito cuando era una empresa que extraía beneficio de su comunidad aportando un valor social y económico indudable en un intercambio entre un propietario de negocio honesto y trabajadores que podían vivir dignamente de su empleo. Pero desde que en 1963 Amancio Ortega, su fundador, abriera una pequeña tienda en A Coruña, ya ha llovido mucho. La expansión de la empresa fue de la mano de los años de bonanza que acompañaron a la transición democrática española e incrementaron el poder adquisitivo de los españoles. Entre 1980 y 2000 el grupo se expandió hasta que en 2001 salió a Bolsa. Desde entonces, tal y como hemos visto, el crecimiento y expansión económica de la empresa han sido imparables incumpliendo todo tipo de estándares éticos y sociales, favoreciendo empleos precarios y destruyendo el entorno a niveles irreversibles. INDITEX es solo un caso de éxito para aquellos que no levantan la cabeza de la cuenta de resultados financieros, pero es imposible mantener que lo es cuando atendemos a indicadores que la sitúan a la cabeza de las empresas cuyo comportamiento nos envilece como especie.
Si bien la apuesta por cerrar centenares de tiendas físicas, aumentar la internacionalización y favorecer el comercio online y el inventario único digital/físico con prendas siempre disponibles para la venta aunque la tienda física esté cerrada, puede ser considerada una estrategia económicamente acertada dado que la compañía ha alcanzado beneficios históricos, el problema no reside en el incuestionable aumento de beneficios económicos sino en la manera en la que se consiguen estas cifras y el impacto y resultados sociales que generan. Cuando valoras el éxito de una compañía solo por sus beneficios económicos (criterio economicista) sin valorar el impacto social, ambiental, laboral y/o sanitario que implican sus procesos de fabricación, comercialización y logística, sin duda se comete un error de dimensiones colosales que está situando al planeta al borde de colapso ambiental y a las sociedades al borde de una neofeudalización de consecuencias imprevisibles.
El verdadero punto de inflexión en nuestras sociedades llegará cuando entendamos que estas cifras que he compartido tienen una cara B inmensamente dolorosa y nociva para todo lo que representa la humanidad en el mundo. Si después de leer este artículo el argumento contra las personas que no consideramos a INDITEX ni a Amancio Ortega como referencias ni casos de éxito, es que «en España seguimos sin soportar que algunos tengan éxito» nos merecemos el puto y absoluto colapso como especie, tal y como apunta la célebre película Don´t look up (McKay, 2021).
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por David Criado | Dic 26, 2021 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO

«Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura,
ché la diritta via era smarrita»
maestro Dante Alighieri, Divina Commedia, Inferno, Canto I
En este artículo expondré mi manera de entender la vida y mi propia vocación y a la vez estableceré compromisos claros para los años por venir. Hace un tiempo hice pública la manera en la que vivo a diario para facilitar el cambio significativo en las personas sin perder mi salud emocional ni mi cabeza. Como siempre el mundo humano nos ha provisto de grandes crisis desde entonces pero nada ha cambiado. Este artículo viene a complementar muchas de aquellas tesis
Me gustaría aclarar primero algo básico: No he necesitado traicionar ni olvidar al niño que fui para ser el adulto que hoy contemplas. Ninguno de ustedes lo creerá pero jamás pensé que viviría tanto tiempo. Siempre creí que no habría sitio para mí en este mundo. De niño casi todo lo que hacían los adultos me parecía feo, cruel o sin sentido. Les miraba como quien mira a un extraterrestre. Terminé por pensar que tarde o temprano aquella enorme masa de alienígenas acabaría conmigo. Al tener tan claro que moriría joven, nunca hice grandes planes y habité el presente. La sensación no cambió con el tiempo; todavía hoy siento que vivo en un mundo de otros que temen, huyen, desconocen o se evaden de la belleza de la vida. Así que todo este tiempo, y en contra de lo que hace todo el mundo, me he dedicado a celebrar la vida como si ya la mereciera.
Por lo general no dedico apenas tiempo a la mayor parte de cosas a las que el resto de humanos le otorga una enorme importancia. Aquello de lo que todos hablan no suele importarme nada. Sigo pensando que la vida real suele ocurrir en lugares físicos y emocionales que los adultos humanos jamás frecuentan, así que trato de mostrárselos. Hemos hecho del planeta un lugar inhabitable para el resto de especies y a la vez tremendamente hostil e injusto para la mayoría de nosotros. No somos un milagro para el mundo, somos más bien una plaga cuyo sistema productivo y reproductivo está profundamente enfermo. Al dedicar mi vida a cambiar la cultura de las empresas, lucho cada día contra la maldad normalizada, la que todos aceptan para salir hacia delante mientras con su esfuerzo y trabajo, todo a su alrededor o bajo ellos se diluye o desaparece a marchas forzadas.
Durante todos estos años mi intención ha sido la de no contribuir a acelerar el claro camino hacia el colapso. Hace ahora 10 años tomé la segunda decisión más importante de mi vida: elegí observar, analizar, ayudar y curar a las personas, no desde un punto de vista médico, patológico o clínico, sino consciente, intencional y moralmente. Suelo pensar 3 o 4 veces al día que los alienígenas no van a mejor pero me empeño en seguir creyendo en ellos e intentar acompañarlos. Rozo ahora con pavor -como el maestro Alighieri- la mitad de mi vida. Sirva este artículo para hacer balance sincero de mi paso por el mundo y declarar lo que me gustaría lograr en adelante.
Defino «bien» como todo lo que una persona puede hacer en la realidad de su vida para no aumentar su propio sufrimiento y el sufrimiento de otras. Todo lo demás, en consecuencia, es el «mal» y subyace dentro de nosotros, tan solo debemos aprender a controlarlo. Denomino «madurez» al hecho de haber conseguido hacerlo la enorme mayoría del tiempo.
Para explicar cómo trato de llevar una vida de servicio y compromiso con el bien, he dividido el artículo en 4 apartados:
- Vivir en tiempo de descuento
- Practicar el equilibrio en mi vida
- Escribir algo que lo cambie todo para muchos
- No olvidar mi verdadero hogar en este mundo
Comenzamos.
VIVIR EN TIEMPO DE DESCUENTO
Nací y a las pocas horas debería haber muerto. De haber nacido en otra época no estaba escrito que yo sobreviviera. Teniendo en cuenta este feliz comienzo, el resto de mi existencia ha sido igualmente fortuita. Y aquí, permítanme aclarar en números lo que les adelantaba más arriba: Mi esperanza de vida -la que yo me daba cuando era un niño- no superó nunca los 30 años. Creo que si continúo aquí es porque la mayor parte del tiempo he procurado pasar desapercibido, y cuando no lo he hecho, solo fue para no dejar a nadie indiferente.
Seguir vivo para mí en estos términos, equivale a lo que representa para un escalador hacer cima en el Cervino, coronar a pulso el Gran Capitán sobre los bosques escarpados del anciano Yosemite, o sobrevivir contra la propia extenuación la enérgica ascensión del Fitz Roy. Que alguien como yo haya sido capaz de sobrevivir hasta la fecha en condiciones medianamente aceptables, viene a ser lo que para un ciclista supone sentir en sus mejillas el viento frío del Angliru o la dentellada helada previa a la Col du Tourmalet en mitad del duro invierno. A estas alturas de mi viaje -y debido a que mi propia condición es la de ir contracorriente de un mundo saturado y cruel- siento de veras que emocional y anímicamente ascendí varias veces el Alpe D´Huez o el mítico Mortirolo con apenas una nimia y enclenque bicicleta.
Sea como fuere, y aunque el niño que fui no se lo creería, he aquí el hecho incuestionable: Contra todo pronóstico sigo vivo. Así que pienso en Mallory, en Bonatti y en Messner, pero también en Pantani, Bahamontes, Indurain y Gaul. Me siento como uno de esos peregrinos que ascendían a pie hasta el Urtiola. Lo que escribo y hago en mi vida es algo asi como la primera oración visual que uno reza en silencio mientras sus ojos sonríen al alcanzar la imagen continua del inaccesible Santuario. Y a la vez ocurre algo curioso: al sentir que vivo en este tiempo de descuento continuo que por lógica no merezco, apenas me pesa la supuesta gravedad de la vida. He aprendido a aceptar que no soy tan importante como para que mi vida tenga algún sentido más allá de la propia existencia. Moriré más pronto que tarde y lo haré como lo hará cualquier ser vivo, dejando algo de amor y de dolor a su paso. En el momento en el que aceptas esto, dejas de buscar una trascendencia mayor y por fin te disfrutas porque te encuentras.
PRACTICAR EL EQUILIBRIO EN MI VIDA
De todo cuanto he leído hasta la fecha quizás esto que sigue sea lo más inteligente y sabio que encontré. Se lo debemos al maestro Lev Nikoláievich Tolstoi (La felicidad conyugal, 1858):
«He vivido muchas cosas y creo que ahora se lo que se necesita para ser feliz: Una vida tranquila y alejada en el campo, con la posibilidad de ser útil a otras personas con las que resulta fácil hacer el bien, y que no están acostumbradas a que las ayuden. Dedicarme a un trabajo que sea de algún provecho, y luego descansar, la naturaleza, libros, música, amar al prójimo. Esa es mi idea de la felicidad. Y para culminar todo lo anterior, que tú estuvieras a mi lado y que tuviéramos hijos tal vez. ¿Qué más puede desear el corazón de un hombre?»
A base de recorrer el mundo y comprobarlo, he tomado las conclusiones de Lev como ciertas. Para que el mundo acepte la extravagancia de una persona que no compite, vivo a diario tratando de lograr un difícil equilibrio:
EJEMPLARIDAD PROPIA: Intento llevar con todo mi esfuerzo una vida de baja intensidad fundada en el autocuidado consciente, el cultivo del conocimiento y la desaceleración. Esto implica sobre todo vivir lento, dedicar mucho tiempo a cultivarme y reflexionar sobre lo que me rodea para intentar mejorarlo, y salvaguardar mi propia autonomía evitando cualquier tipo de apego emocional y dependencia económica. Con los años he logrado equilibrar el ritmo de trabajo y pese a algunas temporadas frenéticas desconozco el estrés. Ni lo quiero ni lo necesito y trato de dejárselo claro a mis clientes. Todas estas cosas me procuran verdadera paz en términos generales.
COMPROMISO SOCIAL: Hablaré en términos de ingresos y gastos para que se me entienda. Quizás lo más reseñable de mi vida es que hace mucho tiempo renuncié a la oscura y extendida obsesión por ganar dinero para gastarlo. Vivo con lo justo y mantengo un nivel de vida medio. Renunciar al enriquecimiento implica aceptar que si algún día ingreso ingentes cantidades de dinero, la mayor parte de ese beneficio no será para mí sino para otros. Mi compromiso social es integral y tiene 4 ejes:
- Una profesión que hace bien al mundo: Para lograr ingresos desde hace ahora 10 años mi vocación de servicio está orientada a mejorar la toma de decisiones en el ámbito empresarial para favorecer el sentido común. Tarea difícil que persigo avivando la reflexión, la toma de conciencia y el pensamiento crítico. Lo hago con un compromiso social añadido: cobro más a quien más tiene y menos a quien en condiciones naturales de mercado no podría permitirse mis servicios.
- Un compromiso con la creación de contenido útil para el cambio significativo: Otra forma de compromiso social la representa este espacio digital que alberga ya más de 600 artículos orientados a inspirar algún tipo de cambio significativo.
- Un consumo basado en un impacto social y ambiental reducido y responsable: En lo tocante a mis gastos, he optado por comprar de forma consciente todos los artículos o servicios que necesito en alimentación, hogar, tecnología, libros, transporte, energía, ropa, higiene, viajes, ocio,… tratando de tener el mínimo impacto en la precarización de la vida de otros y la menor huella humana en el planeta. Esto implica desde hace años reutilizar, arreglar y solo confiar en empresas que cumplan unos altos estándares éticos.
- Apoyo a los que trabajan para curar la enfermedad del mundo: Por último mantengo una cuota mensual destinada al apoyo de organizaciones independientes que mejoran nuestro mundo. He centrado mi contribución económica en 4 ámbitos globales que me preocupan especialmente: Ecología, Igualdad de género, Derechos Humanos y Cooperación médica. Seré claro: Antes dejaría de comer que de apoyar a esta gente.
SALUD AFECTIVA: Unas relaciones humanas fundadas en el afecto y la protección del amor como centro. Esto implica que aunque lo que hago sea público y me exponga a diario, salvaguarde al mismo tiempo mi intimidad. Todos mis clientes saben que soy celoso con mi vida privada aunque generoso en los afectos. Esto implica tratar de amar con entrega y gratitud a «otras personas con las que resulta fácil hacer el bien», pero sobre todo amar a quienes bien me quieren. A esto añado mi cruzada contra el determinismo tecnológico en favor de las sociedades y las relaciones reales (presenciales).
ESCRIBIR ALGO QUE LO CAMBIE TODO PARA MUCHOS
Hace ahora poco tiempo -apenas unos años- comencé el mayor proyecto de mi vida. Escribo 4 ensayos que ayuden a comprender el mundo y el cambio que necesitamos a todos aquellos que se quieran comprometer con una forma más enriquecida de entender la vida. Trataré de explicar por qué me he metido en este lío y qué pretendo:
Mantengo mi fe en las personas y vivo para argumentar la posibilidad de la esperanza. Al mismo tiempo noto una deriva en la evolución del estado anímico y emocional de las personas. Nos veo por lo general confundidos, desorientados, volubles, esperando algo en nuestras vidas que solo llegará si lo provocamos. He aquí el único problema: quien no sabe lo que busca no puede saber que lo ha encontrado; y quien tiene demasiado claro lo que busca pierde la oportunidad de disfrutar lo que se le presenta.
Ante tanto desconcierto, hace un poco más de un par de años llegue a esta conclusión: La resaca de la posmodernidad está durando ya demasiado tiempo. La poetización de la debacle, la disipación de los afectos, la obsesión por el caos, la destrucción de la realidad y su sustitución por la mentira y el autoengaño, tanto como la teorización continua del desorden, el desdén por la naturaleza, el relativismo moral y la batalla contra lo empírico han causado ya un enorme y desproporcionado daño. Nos falta claridad y foco en mejorar lo básico y lo importante, lo que todos sufrimos y nos une. Nos sobran ensoñaciones o narrativas que tratan de abrazar una verdad o un discurso elevados que cada vez son más distantes. Cuanto más conocimiento acumulo, más claro veo lo que para mí resulta ya evidente: la mayoría de cambios significativos que se quieren o se persiguen no se logran por la continua ausencia de criterio, perspectiva, claridad, sistematicidad y estructura. Con tristeza diré que veo a la gran mayoría de personas que se dedican al cambio dedicadas a glosar y barnizar el desconcierto.
En esta línea, y una vez asentado profesionalmente, inicié entonces la labor de mi vida: un trabajo de investigación comparada que durará algo menos de una década. Si no muero por enfermedad, hastío o agotamiento antes de concluirlo, pretendo que el resultado de este trabajo sean 4 ensayos que aporten un sólido marco de reflexión integral a cualquier persona que quiera comprometerse con cualquier tipo de cambio significativo para mejorarnos. Lo hago porque creo que nos falta sustancia, carecemos por lo general de una sólida base de conocimientos y de una estructura intelectual y racional fuertes (a nivel cronológico, ideológico y cultural) con las que combatir con firmeza y convicción nuestras maldades cotidianas o la maldad sistemática e inconsciente de los que insisten en la inercia del sistema socioeconómico que ya delira.
¿De qué va este proyecto de investigación? Los ensayos que se deriven de él serán un mapa de los vínculos entre nuestra historia como especie y nuestra actual deriva, con especial acento en las causas y no en los síntomas de nuestra dispersión. No busco establecer una metodología o una propuesta de cambio – de eso nos sobra- sino ofrecer a todo aquel que quiera facilitar cambios en su vida o en su entorno, una mirada integral en perspectiva que le ayude a entender por qué hemos llegado a esto y qué podemos hacer ahora. En lo que escribo relaciono la historia de la cultura humana, la evolución de nuestras formas de habitar el mundo, la transformación de nuestro pensamiento político y económico, y muchas otras cosas. La gran diferencia respecto a cualquier otro trabajo académico de esta envergadura es que YO NO SOY ACADÉMICO, y siendo fiel al trabajo de todos ellos, aspiro a trazar un mapa con el que nuestra humanidad pueda empezar al fin el siglo XXI.
NO OLVIDAR MI VERDADERO HOGAR EN ESTE MUNDO
En el mundo que vivimos a diario, me siento de visita. Por un lado llevo años evitando continuamente contribuir activamente a lo que estamos siendo, y por otro lado llevo el mismo tiempo tratando de alimentar un mundo diferente. Aunque de pequeño me llamaban idealista, siempre consideré que el verdadero idealismo -la absoluta ficción insostenible- es lo que los demás se han acostumbrado a vivir a diario. Pese a haberme labrado una vida estable, me sigo sintiendo parte de la inmensa mayoría de personas que este mundo no tuvieron suerte. Éticamente solo me he sentido y me siento completamente en casa junto a las personas desposeídas y junto a los seres vivos de otras especies. No es que no pueda amar a otras personas, de hecho lo hago a diario, es tan solo que siento que los olvidados, los extraños y los excluidos son «los míos».
Mi extraña fraternidad con los vagabundos, los exiliados, los ignorados, los incomprendidos, los heridos o los maltratados socialmente no se comprende si no se entiende que tan solo me identifico y me siento en paz con ellos. Me siento más cerca de la convivencia con su dolor continuo que de la autojustificación diaria y el autoengaño aspiracional de la mayoría de la gente. En otras palabras, estoy en mi hogar cuando hablo, convivo y atiendo a los olvidados de este mundo. Aunque inesperadamente yo disfrute de una vida estable y acomodada, no olvido que en realidad les pertenezco. Algún imbécil puede pensar que esto equivale a ser un absoluto desagradecido o un cenizo, que supone no celebrar ni disfrutar la vida que me ha tocado en suerte o la que me he labrado. Sin embargo los más sensatos entenderán que viva sin olvidarme de mi auténtica familia. Y esa familia no es otra que la enorme masa de personas desfavorecidas, excluidas u olvidadas a su suerte. Dado que esta gran masa de gente cada vez la integran más personas, para mí es importante seguirme sintiendo parte de ellas.
Estos son los 10 compromisos que hoy establezco para los años de vida que me quedan y de cara a seguir prestando un buen servicio a mi gente:
Seguiré amando y enseñando a amar porque solo el amor de las personas puede salvar al mundo de la gente.
Seguiré creyendo en los que parecen fríos, distantes o perversos. El hielo es el abrigo del agua contra el frío y mantiene a salvo la totalidad de la vida
Mientras la riqueza de unos pocos siga basada en la miseria de la mayoría, no descansaré. Seguiré haciendo el bien dentro del mal sistémico para alimentar la virtud de los que albergan esperanza.
Mientras siga existiendo alguien que entienda la vida como un sacrificio ritual y no como un placer completo, no descansaré. Seguiré trabajando duro para cambiar la manera en la que entendemos las relaciones y el trabajo.
Mientras haya heridas yo elegiré ser parte del remedio. No ampliaré la enfermedad que exista sino que seré bálsamo curativo para mí y para otros.
Mientras haya oscuridad y la belleza de la vida siga escondida tras las sombras, yo elegiré ser parte de la luz. Ante la duda o la incertidumbre, ante la inseguridad, elegiré siempre amar en vez de tener miedo.
Mientras alguien me escuche o me lea, todo tendrá sentido. No escribiré ni facilitaré para mí sino para el resto.
Mientras alguien siga buscando algo fuera de sí mismo, yo le ayudaré a encontrarse. Ayudaré a las personas que quieran acercarse a mí y comprometerse con su cambio, a tener foco y a que ese foco esté fundado en la responsabilidad propia.
No me rendiré nunca ni renunicaré de este propósito ante ninguna fuerza o persona. Por muy dolorido o solo que me sienta, por muy frustrado o cansado que parezca, seré viento fresco para quien ya no tenga fuerza para alzar su remo.
Seguiré viviendo para que las personas crean en sí mismas convirtiendo así el dolor universal del mundo en esperanzas concretas. Que todo lo que yo haga de esperanza en un tiempo de desorientación y confusión perpetuos.
Gracias a todos los que he acompañado hasta hoy y gracias también a los que acompañaré en adelante.
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por David Criado | Oct 29, 2021 | ACOMPAÑAMIENTO AL CAMBIO

«El sentido común es la colección de prejuicios adquiridos a los 18 años de edad»
maestro Albert Einstein
Hay una extendida sensación de incertidumbre en las personas con las que hablo a diario. Parecemos preocupados por un tema del que apenas imaginamos respuestas: ¿Cuál será el futuro de la Humanidad en las próximas décadas?. Con motivo de varias noticias que se han sucedido en estos días, comparto por aquí una reflexión fundada acerca de hacia dónde estamos yendo y cómo considero que debemos actuar ante este horizonte.
Si vivimos en un mundo caracterizado por la soledad y el individualismo que nos vemos obligados a contrarretar a diario, el futuro de la Humanidad -como no podía ser de otro modo en este tiempo- depende de las personas que se sienten más solas y desprotegidas: los adolescentes. «¿De quién, de mí?» parece decir el adolescente de la foto. SÍ, DE TÍ. Trataré de explicar con cifras y razonamientos por qué.
He dividido el artículo en 4 apartados:
- Por qué el futuro de todos depende de los adolescentes
- El estado actual de la adolescencia en el mundo
- Ejemplo práctico: el abismo educativo español
- Conclusiones y visión de cambio
Comenzamos.
POR QUÉ EL FUTURO DE TODOS DEPENDE DE LOS ADOLESCENTES
Según el informe del Estado de la población mundial 2021 de la ONU el 25 % de la población mundial es adolescente en una especie que envejece a un ritmo acelerado y en masa. Tenemos menos hijos y cada vez más tarde. Por otro lado en 2050 1 de cada 4 personas en el mundo tendrá más de 65 años en Europa y Norteamérica (1 de cada 6 en el mundo). Caminamos aceleradamente hacia un Norte del mundo viejo y un Sur adolescente. El grueso del crecimiento demográfico joven se producirá en África y Asia. Para darnos cuenta de la implicación de todo esto, hace poco, en 2018 por primera vez en la historia, las personas de más de 65 años superaron en número a las menores de 5 años en todo el mundo. Por todo ello, la enorme mayoría de expertos demográficos manejan ya pocas dudas respecto al pico histórico de envejecimiento mundial.
Añadido a lo anterior, la natalidad y sobre toda la población entre 0 y 14 años se resiente. Añadido a la elevada cantidad de adolescentes en el mundo (fruto de la resaca de la bonanza previa a las grandes crisis del siglo XXI), es importante recordar un hecho: la tasa de mortalidad adolescente está en mínimos históricos a nivel global. Si bien antes era complicado sobrevivir a la adolescencia en el mundo, hoy se da por hecho que todo el mundo podrá hacerlo a pesar de la democratización de la pobreza y sobre todo por los avances contra el hambre severa (Solo un país del mundo, Somalia, está en esta situación ahora).
Si resolvemos la ecuación anterior (elevado envejecimiento + baja natalidad + aumento de los adolescentes que sobreviven con facilidad), el resultado es claro:
Nuestro futuro como Humanidad depende enteramente de la manera en la que estamos acompañando la formación y el desarrollo educativo de la personalidad, capacidad y carácter de los adolescentes actuales.
Pues bien, aquí van los datos:
EL ESTADO ACTUAL DE LA ADOLESCENCIA EN EL MUNDO
Nuestros futuros votantes y decisores de la realidad del mundo (mayoritariamente personas a partir de 18 años), están perdiendo bienestar por el impacto de las tecnologías. El anuncio del irresponsable, ególatra e incosnciente Mark Zuckerberg sobre su apuesta por los metaversos, tratando de huir del escándalo ético y monopolístico que le persigue, no ayuda sino que nos hundirá más en este sentido. Estos son los datos incipientes en continuo crecimiento: 1 de cada 7 adolescentes (entre 10 y 19 años de edad) en el mundo tiene problemas de salud mental. El 20 % de los jóvenes entre 15 y 24 años se sienten deprimidos o no muestran interés alguno o compromiso de largo recorrido hacia ninguna actividad. El 58,3 % de jovenes en España afirman sentirse nerviosos, preocupados o con pequeños ataques de ansiedad. El abandono escolar aumenta en el mundo y contra ello algunos países (desgraciadamente España entre ellos) deciden precarizar los sistemas educativos para bajar los estándares. Sin embargo nada de esto puede ocultar la alta relación entre el nivel educativo de una persona y las posibilidades de caer en una depresión severa.
En España 1 de cada 10 adolescentes (menores de 18 años) gasta dinero en apuestas online. La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción y la Policia Nacional están seriamente preocupadas con el aumento y normalización de este tipo de consumo en edades de formación de la personalidad y el carácter.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, un 24,8% de españoles entre 11 y 18 años sufren o han sufrido acoso escolar. Esto ha aumentado las visitas a terapia de padres e hijos en un 120%. La agresividad va en aumento. Algunos hechos recientes nos alertan que la estupidización adolescente también está asociada a la irresponsabilidad paternal.
Uno en concreto clama al cielo: Ha sido necesario (manda huevos) que los psicólogos adviertan a los padres y madres del peligro que tiene que sus hijos menores vean junto a ellos en la tele la serie EL JUEGO DEL CALAMAR. El peligro de proliferación de conductas imitativas y la elevada violencia que aparece en la serie se han normalizado en los hogares de una forma pasmosa. La serie es fantástica a nivel de reflexión para un adulto que se mueve en una sociedad a la que contribuye activamente, pero para un adolescente o un niño en desarrollo es una fuente de estímulo violento a evitar. Algo tan sencillo y básico se nos escapa.
EJEMPLO PRÁCTICO: EL ABISMO EDUCATIVO ESPAÑOL
El caso educativo español representa con claridad un gran compedio de muchas de las cosas que no debemos hacer en estos momentos de la historia de la Humanidad. Este ejemplo práctico que voy a exponer reúne muchos errores: pérdida continua de energía emocional por parte de profesionales frustrados, desaprovechamiento de las inversiones realizadas ante la inexistencia de mercado para las capacidades generadas (con la consiguiente fuga de cerebros), y por último nefastas decisiones anacrónicas en cuanto a contenidos y formatos educativos.
Si bien todavía disfrutamos de los últimos estertores de una sociedad del bienestar continuamente atacada y expoliada por el despropósito económico vigente, nuestro modelo educativo no rema a favor de la necesidad del mundo sino en su contra. Lo diré con claridad: España no tiene una estrategia definida como país ante el reto climático, el problema del envejecimiento, la salud mental o la educación.
Al no tener nada parecido a esto, el modelo eduativo español es inercial y bebe de puntuales e insuficientes innovaciones que con dificultad cada profesor trata de incorporar a sus clases. Pero dejar el futuro de la Humanidad en manos de la buena voluntad de profesores mal pagados y sin apenas recursos es bastante kamikaze. Si esto ocurre abajo, arriba la situación empeora: A nivel político improvisamos decisiones que marcarán la calidad de vida de las personas ante la más que próxima carestía de recursos, la inmediata crisis energética, las migraciones, los cambios drásticos en el modelo de mercado global y el cambio climático que ya está aquí.
Las pruebas de la desidia educativa abundan. Tenemos a fantásticos profesionales y expertos educativos que podrían tomar las buenas prácticas de otros países y están deseosos de incorporarlas, pero nadie les escucha. Hace unos días nuestros representantes políticos nos obsequiaban con una nueva cagada más que afectará de lleno a la EDUCACIÓN de las personas que se encuentran en el paso a la edad adulta (esas que ya hemos dejado claro que son hoy determinantes). Llevamos décadas fomentando la multiplicación de personas que huyen del dolor y lo incómodo, que son alérgicas al espíritu crítico, que llegan a la universidad con niveles de conocimiento lamentables para afrontar el gobierno y futuro de nuestras sociedades. Pero eso sí, todas ellas son muy inteligentes a nivel emocional mientras las emociones y las relaciones que tengan que afrontar no salgan del ámbito de una pantalla digital de 15 x 8 centímetros que les permite opinar, simular o ser lo que les de la gana sin consecuencias.
Fui educado en un sistema y modelo educativo ya extinto y que entonces era desacertado y obsoleto, pero aún permanecía focalizado en la cultura del esfuerzo y el respeto a la academia. El escenario en el que me eduqué no era desde luego el más correcto pero en él la sobreprotección aparente y la dejadez educativa en el hogar no tenían cabida. El sistema educativo en el que me eduqué no sacaba lo mejor de mí pero al menos no premiaba lo peor. Tuve la suerte de no cursar la ESO (bonito acrónimo que resume bien la relevancia de la histórica ambición educativa en España).
Ni siquiera quiero compartir o entrar a hablar de rankings educativos interesados que sitúan a España en posiciones intermedias dentro del contexto global. El problema es mucho más grave que todo eso. Queda claro en lo tocante a la educación que por suerte, nuestros hijos no nacen en Burkina Faso, Nigeria, Afganistán o Mali. Hasta aquí las buenas noticias. Más allá de esta celebración, estos son los hechos que deberían avergonzarnos como sociedad y deberíamos empezar a revertir:
No existe un pacto de estado educativo que cuente con el trabajo y asesoramiento de expertos educativos. Durante más de 2 décadas los principales partidos políticos españoles con el apoyo de los minoritarios han creado un sistema educativo desastroso en términos europeos y que parchean cada ciertos años (la actual modificación es el 3er parche y supone la 8ª ley educativa aunque parezca una broma). En lugar de hacer pocas grandes reformas educativas y muchas mejoras puntuales, caemos continuamente en el síndrome del salvador político educativo. Hacemos el doble de grandes reformas educativas que Europa obteniendo menos de la mitad de resultados. Todo ello deja claro que el modelo educativo en España está al servicio de la partitocracia y la financiación de los partidos en manos de los intereses empresariales de las empresas que acumulan riqueza.
Justo en estos días se ha revelado ya el detalle del nuevo capítulo del melodrama educativo español en el camino hacia el precipio social, económico y ambiental al que nos abocan políticos ignorantes, carentes de ambición moral o intelectual y siervos diligentes de un sistema socioeconómico que acelera la mierda para que se esparza y parezca invisible. Entre las medidas del último parche podemos encontrar decisiones educativas estratégicas que van en dirección completamente contraria a la necesidad del mundo en la actualidad. Enumero tan solo algunas:
EL PROFESOR, de nuevo ignorado. Seguimos convirtiendo al profesor en un mero evaluador en lugar de aportarle capacidad y confianza pedagógica. Nuestros profesores son cada vez menos maestros y cada vez más ejecutores de programaciones guiadas por intereses editoriales de turno en manos de grandes conglomerados mediáticos que ofrecen lecturas de la historia y la realidad interesadas.
Ampliamos la FALLA SOCIAL y contribuimos al proceso de neofeudalización del mundo. «La segregación escolar es la una de las más altas de Europa y la tasa de abandono temprano fue en el 2019 del 17,3%, la mayor de la UE (para que lo pongan en perspectiva: en Grecia es del 4,1% y en Irlanda, del 5,1%)«. Se ampliarán las diferencias y polarizaciones entre quienes puedan permitirse huir de este sistema educativo fallido refugiándose en colegios privados y quienes solo tengan la opción de estudiar en colegios públicos. El hecho de que los hijos de nuestros representantes políticos no estudien en escuelas públicas es un buen reconocimiento del abandono al que llevan décadas sometiendo a los servidores educativos públicos.
Insistimos en el CURRÍCULO DE ESPECIALIZACIÓN, en lugar de fomentar un modelo educativo humanista en el que las habilidades transversales se desarrollen sobre una visión enriquecida del mundo. Volvemos a insistir en educar a los adolescentes en materias y no en ámbitos de saber o experiencia, lo que aumenta la distancia entre la educación abierta que reciben los niños en infantil o primaria y la educación encorsetada y obsoleta que reciben los adolescentes justo antes de salir al mundo. Durante años trabajando con decenas de colegios por toda España he comprobado la enorme diferencia entre infantil y el resto de ciclos en lo tocante a innovación, apertura, frescura y excelencia pedagógica.
Olvídense de la FILOSOFÍA y la educación en el pensamiento crítico. La materia que nos enseña a pensar, convivir y dialogar desaparece hasta 1º de Bachillerato. No estamos hablando de algo baladí. Se trata del exilio sistemático al que se ha sometido la historia del pensamiento humano en la posmodernidad reciente. Esto es la evidencia clara de una tendencia dañina en nuestras sociedades: el olvido de la historia y el camino de nuestra Humanidad en favor del cultivo de la adicción al presente. Lo que se traduce en sociedades orientadas al consumo inconsciente y masivo en lugar de sociedades orientadas a la conciencia y la presencia responsable en el mundo.
Por contra den en este nuevo parche educativo la bienvenida a MATERIAS QUE NOS DISTRAEN DE LO IMPORTANTE y nos centran en la satisfacción de nuestros deseos individuales. Hablo de materias centradas en el entretenimieto y la contribución al decadente sistema socioeconómico actual. Den la bienvenida por ejemplo al EMPRENDIMIENTO como salvavidas redentor en el que se forman nuestros adolescentes. La burbuja del emprendimiento entra de lleno en nuestro modelo educativo: Básicamente, «sácate tú las castañas del fuego como puedas que nosotros como representantes políticos te dejamos a tu suerte«.
En un país con un 40% de desempleo juvenil (y 2º país con mayor porcentaje de desempleo de las 37 economías de la OCDE), esto supone oficializar una estrategia de precarización laboral que lleva décadas comprando el discurso aspiracional de Sillicon Valley y genera una sociedad individualista y desprotegida laboral y socialmente, guiada por el interés propio de cada cual. La realidad pinta peor que el deseo: 1 de cada 4 jóvenes entre 16 y 35 años vuelve a vivir con sus padres. Si creemos que creernos todos empresarios nos va a sacar del hoyo en el que estamos, vamos listos. Llevo décadas acompañando a «emprendedores» y se que el 80% de negocios fracasan antes de los 4 años y de hecho 9 de cada 10 startups no llegan a los 3 años de vida. Tal y como en sus investigaciones ha señaldo Jose Manuel Martínez Bedía, el emprendimiento es necesario para las sociedades pero su fomento sin infraestructura ni una sólida base social ni laboral, es un suicidio colectivo.
Normalización del FRACASO ESCOLAR: Se amplia el abanico de materias que una persona puede suspender e incluso se podrá ingresar en la Universidad con materias suspendidas. ¡Viva la excelencia y el esfuerzo y el sistema de recompensas y castigos necesario para el crecimiento y el desarrollo íntimo y social de la persona!.
Oficialización de la DESIGUALDAD POR NACIMIENTO. En un mundo con retos globales que necesitan unidad y afrontamiento colectivo, seguimos regionalizando la educación. Las comunidades autónomas de España tendrán más capacidad para variar los curricula educativos de acuerdo a sus criterios. Se generará desigualdad entre comunidades con lengua cooficial y comunidades que no la tienen en la definición de horarios y materias optativas, lo que da rienda suelta a los políticos locales de turno para definir qué piensan las personas. Esto hace que las diferencias entre principales ciudades y territorios periféricos aumenten e invita a la concentración social en macrociudades (de nada, medio ambiente).
CONCLUSIONES y VISIÓN DE CAMBIO
Dado que el panorama del ejemplo educativo español que acabo de exponer es mucho peor en la mayor parte del mundo (soy consciente), quizás sea el momento de que todos reflexionemos sobre el camino hacia el que nos estamos dirigiendo. No podemos hacer depender el futuro de la Humanidad de semejantes decisiones.
¿Qué creo que necesitamos ahora?: Dejar de vivir en el inmediato plazo de las cifras o los deseos de un mercado desatado y neurótico. Conciliar la superviviencia económica en lo global con una apuesta conjunta realizada por grandes poblaciones e intereses compartidos. En otras palabras, necesitamos grandes pactos colectivos basados en reflexiones a largo plazo que se basen en una visión sistémica de la realidad (y no parcelada) en la que se entienda que sin un modelo de sociedad integral (de investigación, de ciencia, de salud, de educación, de cultura y de trabajo) no es posible encarar los retos globales a los que nos enfrentamos.
Al menos eso creo. ¿Qué opinas tú?
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